Bonito

By BocaDeSerpiente

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Draco Malfoy podía ser muchas cosas. Y "bonito" era una de ellas. Fanfiction slash del universo de Harry Pott... More

Valiente

Bonito

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By BocaDeSerpiente

Draco Malfoy utilizó un vestido para el baile de Yule de 1994.

Harry se encontraba a mitad del baile de apertura de los Campeones cuando lo divisó. Todo en su atuendo era blanco y negro, un vestido holgado de varias capas de tela, con una imitación del cuello de una camisa y un moño en la parte superior, y que le llegaba un poco por encima de las rodillas. Malfoy agregó unos guantes blancos, también con la imitación de los puños de una camisa, y un tocado que mantenía su cabello fuera de su rostro.

Y tenía la sección de los omóplatos al descubierto. Harry lo notó después de un giro, en un momento en que Draco se inclinó hacia un lado y su espalda fue expuesta, pálida y delineada con tela blanca y detalles en negro.

Draco se rio de algo que Pansy Parkinson le dijo, se enderezó y siguió observando el baile de apertura. Sus ojos cayeron sobre Harry, quien de pronto, olvidó sus clases de danza con los demás Gryffindor.

Cuando se suponía que tenía que alzar a Parvati, se le cayó.

Diez minutos más tarde, Harry le tendía un vaso de ponche, ella le dedicaba una mirada irritada, y tenía la leve impresión de que jamás lo perdonaría. Padma estaba tan enojada por la vergüenza que pasó su hermana que parecía que le hubiese hecho algo a ella también, y si se le agregaba que Ron no se movía de su asiento ni paraba de fruncir el ceño, y Harry buscaba a alguien entre la multitud, podían considerarse la mesa más aburrida del salón.

Harry decidió acercarse más a su mejor amigo y poner distancia entre las molestas gemelas y él. Por si acaso. La experiencia con Hermione le decía que las brujas enojadas eran más duras que los magos.

—¿Por qué la invitó a ella? —refunfuñaba Ron, entre dientes—. Podría haber elegido a cualquier chica en tres colegios diferentes, pero tenía que invitar a Hermione. Y creí que era mentira cuando dijo que alguien la invitó. Es obvio que por algo pasaba tanto tiempo en la biblioteca…

Harry comparó al extrañamente irritado Ron con las gemelas indignadas, y decidió que todavía prefería a Ron. Al menos, no creía que fuese a hechizarlo.

A él no le interesaba que Hermione se divirtiese con Viktor Krum. En realidad, le agradaba. A Hermione le hacía falta reírse un poco más de vez en cuando. Después de la sorpresa inicial cuando vio a Cedric y Cho juntos, tampoco sentía la necesidad de darle muchas vueltas.

Fue como un "ah, Cedric la invitó antes, tiene sentido que me dijese que no, ¿quién no querría ir al baile con Cedric Diggory?" y luego descartó por completo la idea. No existía nada que hacer al respecto.

Entonces sus ojos vagaban por el salón decorado para la ocasión y regresaban a esa persona vestida de blanco y negro que destacaba tanto.

Puede que Harry se hubiese preguntado durante los últimos días qué usaría Malfoy. Si llevaría un traje hecho a la medida, de algún sastre de fama mundial, si habría gastado la mitad de la bóveda de una familia común en sus zapatos, y pensamientos similares. Harry no estaba seguro de por qué esto le interesaba o de dónde provenían tales cuestiones, pero luego de verlo en vestido, se dio cuenta de que su imaginación no era tan amplia.

Además, no sólo llevaba puesto el vestido, que lo hacía ver como un ángel en medio del salón, sino que lo lucía con una gracia encantadora, un aura parecida al de las Veelas estudiantes del colegio francés, y una confianza que era admirable, incluso tratándose de un cretino. Bailaba con Pansy Parkinson de a ratos, conversaba con los Slytherin de la mesa en una esquina del salón, y cuando a un chico se le ocurrió silbarle y hacerle una broma de mal gusto, sin siquiera cambiar su expresión, deslizó la varita fuera de un soporte que tenía en la pierna y levitó un vaso de ponche hacia el idiota, que volcó sobre su traje.

Cuando este intentó reclamarle, Draco le enseñó una sonrisita desdeñosa, y Crabbe y Goyle se lo llevaron lejos de la mesa de las serpientes, para que la princesa de Slytherin pudiese seguir charlando con sus compañeros.

A nadie más parecía extrañarle que Draco Malfoy usase un maldito vestido. Harry no podría soportar toda la noche allí sentado, mirando alrededor, conteniendo sus preguntas.

Se inclinó hacia el asiento de Ron.

—¿Ya viste a Malfoy?

Ron bufó, vio en la dirección en que él apuntó, volvió a resoplar, y siguió frunciéndole el ceño a la feliz parejita en la pista.

—Tiene un vestido, ¿y qué? ¿Viste a Ginny? Neville la invitó, y vino usando un traje rojo. Mucho mejor que el mío.

Harry los buscó con la mirada y notó que era cierto. Luego regresó la vista a Malfoy.

—Él también se ve bien.

Ron lo observó como si hubiese perdido la cabeza.

—¿No?

—Lo que tú digas, compañero —Ron siguió mirando al frente y arrugó más el entrecejo—. Oh, no es posible, míralos, no pueden estar físicamente más pegados el uno al otro- no pueden, ¿cierto?

Harry vio a Viktor y Hermione, y pensó que bailaban igual que el resto de las parejas en la pista.

Ron siguió mascullando como si no entendiese lo relevante del asunto.

Un chico invitó a bailar a Parvati y Padma huyó poco después con una valiente Hufflepuff que le ofreció su mano.

Harry codeó a Ron.

—Tu cita se fue con una chica, Ron.

Pero Ron no lo escuchaba.

—¡Seguro le está diciendo algo en búlgaro! ¿Lo has oído hablar en búlgaro? ¡A todos les gustan los chicos que hablan otros idiomas! A Hermione le encantará, y luego saldrán, y se casarán cuando sean mayores, y…

—¿A todos les gustan los chicos que hablan otros idiomas? —indagó Harry, sintiendo que algo extraño sucedía ahí.

—¡Claro! —Ron sí reaccionó a esto, mirándolo de reojo—. ¡Es algo muy atractivo! Agh, y después…

Luego de una breve consideración, Harry optó por fingir que no notaba nada.

0

Se había escapado por bocadillos, aunque "escapar" sonaba a que a alguien le importaría que se hubiese ido. Viéndolo refunfuñar a solas desde la mesa, tuvo la impresión de que Ron todavía no se percataba de su ausencia. Quizás fuese lo mejor. Regresaría antes de que lo notase, sólo quería distraerse un poco.

—¿…y por qué no conmigo? —Escuchó una voz, en tono divertido.

Harry se encontraba parado detrás del ponche, robando pequeños dulces, cuando un grupo de Slytherin se acercaba a la mesa. Malfoy entre ellos. El que acababa de hablar era Zabini.

—Porque él me lo pidió —contestó Draco, con obviedad—, tú no.

—¿No te dije que podías bailar conmigo también?

—¿Acaso eso es pedirle a alguien que baile contigo? —Draco arrugó la nariz.

—No —Pansy, junto a él, tomó un vaso de ponche y soltó una risita—, suena más bien a "te quiero conceder el enorme honor de bailar conmigo".

Draco bufó.

—Pues no lo quiero. Tú —Tocó la mejilla de Zabini con el índice— no tienes el honor de bailar conmigo.

—Vaya preferencia que muestras.

—Por supuesto, tengo derecho a negarme.

—¿Y si te lo pido amablemente?

—Baila con Pansy —Draco agitó una mano para descartar la idea.

—¡Oye, Draco!

—¿No me dijiste que querías bailar con Blas?

—¡Draco!

Harry tenía curiosidad por saber a qué chico Draco le dijo que sí, pero no podía meterse en la conversación y preguntarlo de la nada. Además, por lo que escuchó, ninguno planeaba destruir la mitad del castillo o liberar un poder malvado durante el baile, ¿entonces qué razón tenía para estar ahí, escuchando todo, e interesarse por eso?

No le incumbía, ¿cierto?

Pansy fue a bailar con Blaise. Draco rodeó la mesa, escogió un bocadillo dulce, y pronto se encontraron lado a lado.

El vestido dejaba los hombros de Draco al descubierto y sus clavículas se disimulaban bajo la imitación del cuello de camisa. Podía tomar el bocadillo sin ensuciar los guantes, verse elegante, y aun así, mirar a Harry como si se preguntase si alguna vez utilizó un traje de gala.

Harry no estaba confiado en su apariencia en primer lugar y no pudo evitar encogerse bajo esos ojos que lo contemplaban con atención.

De pronto, el Slytherin chasqueó la lengua.

—Deberías usar trajes más seguido, Potty.

Luego se giró y se alejó, dejándolo boquiabierto.

Eso fue bueno, ¿cierto? No era un cumplido propiamente dicho, pero no era malo, ¿verdad?

Empujado por un impulso inexplicable, Harry se apresuró a ir detrás de él. Draco notó que alguien lo seguía y se dio la vuelta.

Pareció sorprendido al verlo.

Harry inhaló profundo, se enderezó y abrió y cerró sus manos, sin saber bien qué hacer ahora que tenía su atención de regreso.

Bueno, estaban en un baile. La opción lógica sería invitarlo a bailar.

Ni siquiera supo que se lo había pedido, hasta que Draco parpadeó, aturdido.

Estaba por darse la vuelta y huir hacia la mesa de Ron, cuando el Slytherin extendió el brazo.

Harry no pudo reaccionar a tiempo.

—No confío en que sepas guiar —alegó Draco, frunciendo el ceño.

—Sí sé —respondió Harry, con el rostro rojo apenas él arqueó una ceja.

—En el baile de apertura…

—¡Eso no cuenta! ¡Me distraje porque estás usando vestido y no la sostuve bien!

Comenzaba a entender la desesperación de Hagrid cuando les decía algo que en verdad no tuvo que contarles.

Una sonrisa apareció en el rostro de Draco y le echó un brazo en torno al cuello a Harry. La canción que sonaba no era demasiado rápida, así que sólo tuvo que reaccionar y ajustarse al ritmo.

—Si me pisas, te hechizo, ¿entendido?

No esperaría nada menos de Draco Malfoy. Al ver hacia abajo, Harry notó que el atuendo era completado con una versión monocromática de unos zapatos de salón. En él, con todo lo demás, se veían realmente delicados. No quería pisarlo.

Estaba tan nervioso por esto, que no se percató de que Draco deslizaba una mano bajo su barbilla, hasta que lo hizo levantar la cabeza y encontrarse de frente con sus ojos grises.

—No puedes mirar el suelo mientras bailas —explicó, con suavidad—, es de mala educación.

—¿Ah, sí? —balbuceó Harry.

—Sí, me lo dijo mi madre.

—¿Ella te enseñó a bailar?

—Sí.

—Oh —Harry miró sus pies de forma inconsciente y se apresuró a corregir su postura. Un brillo de diversión apareció en los ojos del Slytherin, y a él sólo se le ocurrió soltar un:—, lo haces bien.

—Lo sé, pero podemos fingir que no soy yo quien te está guiando, así mantendrás algo de la dignidad como Campeón. Por la imagen de Hogwarts y eso.

Si bien la mayoría de los estudiantes y profesores podían ignorar a un chico con vestido, porque existían todo tipo de modas en el mundo mágico y nadie querría quedar como un imbécil frente a los otros dos colegios, a cualquiera en Hogwarts le resultaba imposible no comentar algo acerca de esos dos bailando y charlando en susurros.

Harry no sabía cómo ocurrió, pero sí, conversaron. Y fue agradable, una verdadera conversación, sin insultos, con algunas bromas tontas que no contenían la malicia usual.

Se divirtió.

0—

Harry eligió unos bocadillos y dos vasos de ponche de la mesa, escapó del salón, y encontró a Draco en uno de los pasillos que daban a los jardines internos del colegio, sentado en un medio muro. Usaba la capa de Harry para resguardarse del frío y se veía más pequeño dentro de la larga prenda oscura.

Repartieron bebidas, comida, y Harry se sentó a su lado.

—Tengo que preguntarlo —dijo, de repente, encarando al Slytherin—: ¿por qué usas vestido?

—No puedes continuar con tu vida tranquilamente sin hacerme esa pregunta, ¿cierto?

—No, no puedo —Harry se rio frente a la sonrisa desdeñosa del otro.

Draco soltó un suspiro excepcionalmente dramático.

—Me gustan las cosas bonitas —Se encogió de hombros—. Las túnicas con muchos detalles, los vestidos, joyas, algunos moños —Tocó el que usaba en el cuello falso del vestido—. Cuando era pequeño, a veces me metía al vestidor de mis padres y jugaba a vestirme como mi madre; ella siempre se reía y me daba "consejos" cuando me veía. Y yo…no sé. Usando cosas bonitas me siento bonito. Cómodo y bonito.

Murmuró lo último y se escondió detrás de su vaso de ponche para evitar a Harry, quien experimentó una sensación similar a derretirse.

Draco Malfoy era un cretino egocéntrico al que le gustaba sentirse bonito. El mundo mágico todavía tenía muchas sorpresas para él.

—¿Te gustan las flores? —preguntó Harry, sin saber por qué.

Draco asintió.

—¿Y los colores claros?

—Son muy lindos.

—¿Qué más te gusta? —Harry flexionó las rodillas contra el pecho y balanceó el vaso en su mano.

Sólo eran ellos dos, sentados en un medio muro, en un pasillo desierto, mientras el resto de los estudiantes y maestros se encontraban divirtiéndose en el salón. Y Draco lo observó de reojo con una expresión seria por un momento, buscando cualquier indicio de burla en él.

—Me gustan los accesorios con listones o pequeños detalles brillantes. Y las pinturas mágicas para uñas que Pansy compró hace poco.

Harry sonreía, sin darse cuenta. En el mundo muggle, aquellas cosas resultarían "extrañas" y sus tíos dirían que esos gustos son "anormales" y "nada adecuados" para un chico, pero ese era el mundo mágico. Debía ser diferente.

Si podían hacer magia, ¿por qué no usar un vestido? Draco no fue criado por muggles y no creía que le preocupase lo que estos pudiesen pensar de sus gustos.

Y era lindo tenerlo ahí, hablando en voz baja y compartiendo esto con él, aunque Harry no supiese explicar por qué le gustaba toda esa atmósfera.

—…y los zapatos de tacón, pero sólo con ciertas prendas, no son para todo el día.

—¿Sabes andar en tacones?

—No muy altos, como así —Draco abrió una abertura entre sus dedos índice y pulgar, de unos cinco centímetros—. Mi madre me dejó aprender con los que usa a diario, me dijo que si me gustaban y quería probar con los más altos, esperase un poco a acostumbrarme.

—¿Y te has caído con ellos?

—Un par de veces sentí que perdía el equilibrio cuando intentaba ir muy rápido —El Slytherin emitió un sonido de protesta y luego se rio. Él también.

—Debe ser difícil.

—No tanto, ¿quieres intentar?

Harry se apuntó a sí mismo, lo vio asentir, y se imaginó cayéndose de unos tacones. Dentro de su mente, debía ser muy incómodo tener los pies en ese ángulo.

—No creo que sean para mí.

Draco entendió esto y asintió un par de veces.

—No son para todos.

—Pero lo de las flores y eso…—Harry se mordió el labio un instante y titubeó, porque esto era algo que no le había dicho ni a Ron ni a Hermione—. Me encantan las flores. Mi- mi tía me hacía trabajar en su jardín, y ella era molesta, y odiaba que me obligase, pero las flores…me gustaba cuidarlas. Me hubiese gustado más tener mi propio jardín.

—En mi casa, hay un jardín dividido por secciones —comentó Draco, llevando una mano a la parte de atrás de su cabeza. Se quitó el broche que usaba y se lo mostró: flores blancas, delineado en negro para que resaltase y algunos "dientes" largos para ajustarse en el cabello—. Mi madre tomó algunas de mis flores favoritas, las encogió, tiñó de blanco, y las puso aquí. Tengo varios de estos.

Harry permaneció quieto, mientras él se inclinaba hacia adelante. Su cabello rubio ahora suelto, cayendo por los lados de su rostro, la expresión tranquila y divertida, esa media sonrisa. Tan cerca. Draco esperó, y como no hubo una reacción negativa, jugó con el cabello de Harry al ponerle el broche de flores.

—Digamos que es un "gracias" por prestarme el abrigo —murmuró Draco, regresando a su posición anterior, y hundiéndose en la capa de Harry.

Impresionado, Harry alzó la mano para rozar los pétalos del broche que parecía brotar entre su cabello desordenado. Draco incluso lo acomodó de modo que uno de los lados de su cabello quedase hacia atrás, y no creía haber estado más peinado en toda su vida.

Se sintió tan estúpidamente feliz.

—Me gusta más este Draco que quiere usar cosas bonitas y es bonito —mencionó, en un susurro.

No tuvo tiempo de pensar en sus palabras, porque el rostro de Draco se sonrojó un poco. Apenas pudo notarlo gracias a la luz que provenía del pasillo, y toda su atención se concentró en la imagen frente a él.

Draco volvió a hundirse en la capa, lo miró de reojo, apartó la vista, y sonrió.

—Puede que veas a este Draco más seguido.

—Me encantaría —respondió Harry, de inmediato. Luego cayó en cuenta de un detalle—, y sería mil veces mejor si no eres malo de nuevo.

El Slytherin soltó un débil resoplido.

—Sabes que lo eres —indicó Harry, en tono suave, sin ningún rastro de acusación. Era un simple hecho presentado de la manera más amable que podía, para no romper el ambiente y perder cualquier oportunidad de que Draco pudiese ser así durante más tiempo—, has dicho cosas muy malas, y yo…

—Y tú me has seguido la corriente y también te metiste a mi Sala Común pensando que era el heredero de Slytherin —Draco arrugó el entrecejo—. Sí, por supuesto que lo sé, no soy idiota, Potter. Crabbe y Goyle tienen cierto nivel máximo de comportamiento extraño por un día, y a la comadreja se le empezó a poner el cabello rojo frente a mí-

—No le digas así.

—Supongo que él siempre me llama educadamente por mi nombre, ¿no? Jamás se ha burlado de mi nombre, ni usa apodos conmigo, eh.

Harry abrió la boca, la cerró, y adoptó una expresión derrotada. Terminó por suspirar y pensó en otra cosa.

—Si eres bueno, prepararé algo lindo para ti.

—No soy un niño al que puedas convencer de portarse como tú quieres —Draco elevó la barbilla y apartó el rostro. Luego de dos segundos exactos, lo vio de nuevo—. ¿Pero qué harías?

Harry sonrió.

—Es un secreto, y sólo lo sabrás si eres bueno —Le tendió su mano—. ¿Tregua?

—Tú dejaste mi mano extendida en primer año —recordó el Slytherin, ceñudo.

—Fuiste malo con Ron.

—Se burló de mí.

—¿Tenemos una tregua o no?

—Sí —Draco protestó—, pero voy a dejar tu mano extendida como venganza.

—Eso no es parte de una tregua —Harry no pudo evitar reírse.

—Será mi última venganza —prometió el Slytherin, con un fingido tono inocente.

Harry emitió un sonido indignado y se inclinó hacia adelante para atrapar su brazo y hacer que estrechase su mano, lo que causó que Draco se retorciese, soltando risitas y grititos que habría considerado impropios si alguien más los oyese, hasta que quedó presionado contra una columna y Harry sosteniendo sus dos brazos.

—¡Suéltame! —Draco se carcajeó—. No es justo, ¡no te debo patear usando vestido!

—Pues mala suerte para ti —se burló Harry—, pero vas a estrechar mi mano, porque sino, estaré tres años pensando en cómo me dejaste así, justo como tú…

—¡Yo no estuve los últimos tres años pensando en eso!

Draco se olvidó de la "etiqueta del vestido", movió la pierna, y de alguna manera, se cayeron del medio muro. El Slytherin acabó envuelto en la capa negra y Harry boca arriba, a su lado, desorientado.

—¿Tregua? —repitió Harry.

—Tregua —Draco aceptó, seguido de otra risita.

Eso también fue muy agradable.

0

—…la próxima vez ya sabes la solución, ¡ten el valor de invitarme antes de que alguien más lo haga! ¡Y no como tu último recurso!

—¡Pero- ni siquiera estábamos hablando de eso!

Hermione emitió un sonido frustrado al ver a Harry aparecer por el pasillo. Cuando se acercó, él retrocedió por reflejo, señales de alarma imaginaria encendidas en su cabeza.

—¡¿Y tú dónde estabas?! ¡¿Qué es eso que llevas en la cabeza?! ¡¿Qué ha ocurrido contigo esta noche?! ¡Olvídalo! ¡Ya váyanse a la cama los dos!

—¿No piensas venir? —Ron lució confundido.

Hermione le contestó con otro sonido frustrado y básicamente los echó. Ambos chicos huyeron por las escaleras y no se detuvieron hasta poner un par de pasillos de distancia entre los dos y ella.

Ron se cruzó de brazos dentro del atuendo que tanto odiaba y empezó a caminar más lento.

—¿Crees que la haya invitado sabiendo que tiene un modo "mamá gruñona", o que no lo haya visto?

Harry se limitó a encogerse de hombros. Él lo vio de reojo y frunció más el ceño.

—No sé si preguntar por qué llevas flores en la cabeza o dónde está tu capa, compañero.

—Probablemente no quieras oír la respuesta.

—Todavía no puedo creer que bailaras con Malfoy.

—¿Nos viste?

—No estoy ciego —Ron se le adelantó de camino a la torre y siguió refunfuñando—, todo el mundo estaba prestándoles atención, incluso ellos, y Hermione recién había pasado por nuestra mesa, y Krum quería saber por qué les sorprendía tanto verlos bailar y- agh, en serio, ¿cómo es que la invitó?

Harry ya se había rendido en intentar entenderlo o animarlo, así que sólo asintió y continuó moviéndose junto a él, mientras lo oía quejarse.

0

A pesar de que se les concedieron unos días extra entre el final del Yule y el comienzo del ciclo escolar, por comodidad, la mayor parte de los estudiantes prefirió permanecer en el castillo.

La segunda mañana después del baile, Malfoy apareció en el Gran Comedor llevando una capa negra sobre su ropa. Desayunó como si no notase la mirada de Harry encima de él, y sólo al final, alzó la cabeza, le enseñó una sonrisita burlona, y guiñó. Luego continuó conversando con Pansy.

El Slytherin lo esperaba en el pasillo fuera del comedor cuando él salió, solo. Harry ya había comido y estaba comenzando a cansarse del ambiente tenso entre sus amigos.

—¿Cuándo mi capa se convirtió en parte de tu ropa?

—¿Ya preparaste algo lindo para mí? —Draco elevó las cejas, luciendo tan presumido como si no estuviese, en el fondo, esperando un regalo bonito.

Harry se rio y negó. Intentó adoptar una expresión de disculpa.

—Hay mucha nieve en este momento.

—Así que es algo para exteriores —dedujo Draco, retirándose la capa. Se la tendió de vuelta y Harry se percató de que debió haberle pedido a un elfo que la lavara, pero por usarla durante el desayuno, se le pegó el aroma a una agradable colonia que asoció de inmediato con el Slytherin.

Descubrió que no tenía quejas al respecto.

—Te dije que sólo lo sabrías si eres bueno —recordó, sonriendo.

—¿Bueno? —Draco acomodó su ropa con movimientos practicados y resopló—. Seré magnífico. Maravilloso, esplendoroso, soberbio-

—¡Malfoy! —Harry dejó escapar una carcajada, sabiendo que sí, era arrogante, pero también estaba bromeando.

—¡Lo digo en serio! Si voy a hacer una tregua, voy a hacerla bien —decidió el Slytherin, seguido de un carraspeo—. Una vez, para hacer una tregua con una familia sangrepura con la que mi abuelo se llevaba mal, pero de la que necesitábamos algo importante, mi padre intentó ganarse al heredero. Pero el heredero no estaba interesado en lo que pudiese ofrecer, así que se ganó a sus dos hermanos, y después estos convencieron al heredero.

Harry estrechó los ojos.

—No.

Draco le enseñó una sonrisa radiante y presumida.

—Oh, claro que sí.

—¿Qué hiciste?

—¿Crees que lo que sea que me vayas a preparar valga dos regalos que ni Merlín habría conseguido en tan poco tiempo? —replicó él, luciendo bastante satisfecho consigo mismo.

—Dime qué hiciste, Malfoy.

Draco extrajo de su bolsillo dos sobres cerrados. Uno tenía una "H", el otro una "R". Se los arrojó.

—En serio, esto es porque tengo buenas intenciones con esta tregua, pero no pienso volver a conseguir algo para tu séquito, Potty. Y creo que no hace falta que deje de llamar "comadreja" a Weasley después de esto, créeme, no le importará.

Harry notó que no podía abrir los sobres. Estaban encantados.

Comenzó a formar pucheros.

—¿Qué son?

—¿No confías en mí?

—Malfoy —advirtió, más bajo.

El Slytherin soltó un suspiro teatral.

—Para la sabelotodo de Granger, un pase de una semana a la biblioteca privada de Ravenclaw.

Podía imaginarse la emoción de Hermione sólo de oír esas palabras. Conociéndola, puede que incluso se acercase a disculparse por el golpe que le dio al Slytherin el año anterior.

—¿Y para Ron?

Draco sólo sonrió y evadió la pregunta.

—Le gustará, confía en mí.

Harry guardó los dos sobres en su bolsillo.

—Realmente espero que no sea algo malo —aclaró, todavía más suave—, me decepcionaría mucho, Draco.

Él se demoró un instante en reaccionar, rodando los ojos.

—Tampoco creas que estaré siendo benevolente todos los días. Y espero mi regalo —Draco lo apuntó con un dedo acusador y regresó al comedor sin darle oportunidad para responder.

Como predijo, Hermione estaba sorprendida y emocionada cuando le entregó el sobre con la debida explicación de qué era. Sí se abrió para ella y era exactamente lo que Draco le indicó; incluso tenía un sello del profesor Flitwick y el nombre de Hermione.

—¿Cómo lo consiguió? —Ron observaba el obsequio, ceñudo—. ¿Por qué lo consiguió?

—Escuché algo sobre esto de McGonagall el año pasado —Hermione no paraba de revisar el folleto con las reglas de la biblioteca privada de Ravenclaw, entusiasmada—, Snape pidió permiso para que Malfoy pudiese entrar de vez en cuando en su segundo año. Ya debe ser un visitante frecuente.

—¿Por qué? —Harry sintió verdadera curiosidad.

—Es el segundo mejor del curso —Hermione se encogió de hombros—, podríamos estar a la par sino fuese por Transformaciones. McGonagall quería conseguir acceso también, pero los demás profesores decidieron que yo no lo necesitaba.

—¿Eso fue antes o después de que te diese el giratiempo? —indagó Ron, contemplando su sobre con el entrecejo arrugado.

—Antes —respondió ella, distraída. De pronto, mencionó:—. Oh, no se pueden tomar apuntes de lo que haya dentro de la biblioteca…está bien, he estado practicando una técnica de memorización que…

Harry estaba contento frente a la idea de los "gestos de buena fe" de Malfoy, y se acercó a Ron.

—¿El tuyo qué es?

—¿No lo sabes? ¿Dejaste que el hurón te diese algo para mí y ni siquiera pregun…? —Ron lo abrió mientras se quejaba. Un simple papel. Lo leyó dos veces.

De repente, su cara se puso tan roja como su cabello.

Harry se inclinó para ver sobre su hombro y Ron se apartó tan bruscamente que se cayó del asiento. Llamó la atención de la mitad de los Gryffindor y se puso balbucear al levantarse.

Miró a Hermione, que se veía confundida, y luego de nuevo a su amigo. Los gemelos, menos sutiles, notaron que su hermano resguardaba un trozo de papel contra su pecho, y se estiraron para quitárselo. Forcejearon por medio segundo, antes de que Fred presionase la mano contra su cara, lo apartase, y George desplegase el papel.

Se echó a reír.

—¡Qué suerte, Ronny!

—¡Cállate, George!

—¡Se los voy a leer!

—¡Ni se te ocurra!

—¡Lo leeré igual!

La mitad de los Gryffindor animó la idea, porque querían saber qué causaba esa reacción en Ron. Los demás seguían perdidos. George se subió a una de las sillas, se aclaró la garganta, y cuando abrió la boca, fue jalado por Ron hacia abajo.

El papel cayó sobre la mesa y Hermione lo recogió. Nadie se atrevió a quitárselo; dieron por hecho que, si ella se involucraba, ahí acababa la diversión.

Mientras los Weasley peleaban, Hermione lo leyó y se lo ofreció a Harry, con una expresión atónita.

Una nota de un par de líneas. La caligrafía era tosca y de trazos gruesos, nada que una pluma pudiese lograr.

"6pm. Torre del Reloj.

-VK."

Abajo, Malfoy añadió un "por amor a Merlín, ponte algo decente. Krum no es superficial, pero las buenas impresiones importan, y tu acto de celos ha sido más bien patético".

Volvió a ver a Hermione, que todavía estaba aturdida.

—¿Entonces —empezó ella, muy bajo— los celos eran por él?

Los Weasley discutían, así que ninguno la escuchó.

Harry se preguntó si sería un buen regalo de tregua.

Esa noche, utilizó el Mapa del Merodeador para comprobar que la viñeta que pertenecía a Viktor Krum esperaba en el punto designado hacia el que Ron se dirigía. Estuvieron allí durante un largo rato. Cuando estaba por rendirse e ir a comer sin él, Ron caminó de vuelta.

Apenas entró al cuarto, ignoró a Harry que lo esperaba sentado en el borde de la cama, y se tiró sobre el colchón.

Se tomó su tiempo para decir lo que fuese.

—Harry.

—¿Sí?

—Dale al hurón un poco del pastel que mi madre enviará estos días.

Debió ser un regalo de tregua mucho más que perfecto.

Harry se recostó a su lado y observaron el techo del dosel por unos segundos.

—¿Tú…?

—Ni lo menciones —Ron sonó avergonzado.

Pero Harry era testarudo, así que lo intentó de nuevo.

—Viktor-

—Dijo que en Durmstrang no les importa el género de la otra persona —Ron se aclaró la garganta—, que pensó en Hermione como una amiga, le resultó interesante por lo inteligente que es y creyó que ir al baile con una amiga sería más cómodo. Que podría haberme invitado si le hubiese hecho saber que quería ir con él —Volvió a carraspear—, y que, ahm, era un poco mayor para mí justo ahora, pero, uhm…bueno, tres años no sonarán a mucho tiempo más adelante, en caso de que…ah, ya sabes, no lo repetiré.

Ron enterró la cabeza en la almohada.

—¿Entonces salió bien? —Harry estaba muy confundido.

Su mejor amigo alzó el rostro a medias, cubierto de rubor.

—Compañero, una de mis celebridades favoritas y el sujeto más atractivo del mundo me dio un beso como disculpa por su "torpeza" y después me dijo todo eso. ¿Tú qué crees? —Y hundió el rostro de nuevo en la almohada.

—Yo diría que fue bueno.

—Odio no poder odiar a Malfoy por esto en particular. ¿Sabes qué? —Ron lo observó otra vez—. Si se comporta, después de esto, hasta voy a pedirle consejos a Bill para que puedas invitarlo a salir. Bill sabe de estas cosas.

Harry sintió que el rostro entero le ardía.

—¿Quién- quién dijo algo sobre invitar a salir a Malfoy?

Ron le dedicó una mirada que sólo le daba cuando llevaba a cabo el movimiento más absurdo posible en una partida de ajedrez y se preparaba para una derrota segura.

—Di lo que quieras —Felizmente, siguió abrazando su almohada—, puedo escribirle a Bill en cualquier momento.

Harry se pasó algunos minutos preguntándose qué podría haberle dado a Ron la impresión de que quería invitar a salir a Malfoy. Luego le recordó que todavía no cenaba y decidieron colarse a las cocinas.

0

Un día de mediados de enero, Draco Malfoy decidió usar una falda-short y una larga capa que podía dejar abierta mientras se encontrase a resguardo del frío. Era fin de semana, y sin darse cuenta, Harry se pasó prácticamente toda la tarde con él.

Otro día a comienzos de febrero, Harry entró a la Sala Común de Gryffindor justo antes del toque de queda, y descubrió que había olvidado quitarse el gorrito de lana con orejas de gato que Malfoy le regaló, cuando encontró a la mitad de sus compañeros mirándolo.

Entonces Harry intentó sonreír, tocó una de las borlas del gorro, y la agitó con nerviosismo.

—¿Qué? Soy un león. Rawr.

Una noche, Draco se abría un espacio en los asientos de la mesa de Gryffindor a mitad de la cena para decirle algo. A la semana siguiente, Pansy lo acompañaba, excusándose con que siempre quiso averiguar si a los Gryffindor le servían la comida más caliente que a ellos. Robó algo del plato de Hermione mientras hablaba.

A finales del invierno, había rumores sobre la Segunda Prueba, y Harry estaba más preocupado por ayudar a Malfoy a meter todos sus libros en el maletín sin que se les cayesen.

—¿Qué clase tenemos ahora?

—Uhm, Pociones.

—Agh —soltó Harry. Lo oyó reírse—. ¿Almorzamos juntos?

Draco respondió con un sonidito de "ujum" y cerró su bolso.

—¿En la mesa de Gryffindor o en la de Slytherin?

—Uhm —Harry cambió su peso de un pie al otro y la repentina timidez atrajo la atención del Slytherin—, en ninguna, ahm, en otro lugar, eh, un lugar sorpresa.

—Está bien —Draco lo observó con una ligera extrañeza, pero terminó por aceptarlo—, vamos tarde, muévete. Saldremos del salón juntos de todos modos…

Para ese momento, a nadie le resultaba raro verlos entrar o salir juntos de una clase. Harry se sentó en su puesto al lado de Ron y estuvo divagando un rato, ignorando incluso a Snape y su malhumor.

Cerca del final de la hora, Ron se inclinó hacia él para hablar en voz baja.

—¿Todavía no quieres que le pida consejos a Bill para que invites a…?

—¿Vas a ver la práctica de Krum hoy? —Harry cambió el tema deprisa y notó que su mejor amigo enrojecía.

—Bien, ya entendí, sin comentarios —refunfuñó Ron, regresando a su caldero.

Snape los mandó a callar.

Apenas estuvieron libres, Harry actuó en un arranque de valor. Recogió sus cosas, se acercó a la mesa de Malfoy y salieron juntos. Cuando se encontraron en el pasillo, sostuvo su mano, y echó a correr.

Draco lo siguió, trastabillando. Miró hacia atrás, a sus compañeros Slytherin que lo observaban con sorpresa y diversión, y de nuevo al Gryffindor que lo "secuestraba".

—Uhm, ¿Potty? —probó.

—¿Nunca has escapado de algo? —Harry tenía una sonrisa abierta y se estaba divirtiendo con esto, por muy loco que fuese. La mano de Draco era fría, pero unida a la suya pronto se entibió, y se encontraba llena de callos por culpa de las horas sosteniendo la escoba. La había rozado miles de veces esos meses, pero no sujetado por tanto tiempo.

Quería sostenerla un poco más entonces.

—Sí, claro —Draco continuó detrás de él, incluso cuando abandonaron los pasillos principales del castillo, se metieron a uno de los jardines, y buscaron una salida al patio—, mi padre, mi madre, los pavos albinos, Snape…

—¡Pues ahora también estamos escapando!

—¿Pero de qué?

—¿Por qué necesitas escapar de algo?

—Bueno, normalmente…

—¡Sólo estamos escapando! —Harry le echó una ojeada por encima del hombro—. ¡Corre, o llegaré antes que tú!

—¿Pero a dónde? —insistió Draco, jadeando más con cada par de metros.

—¡Los invernaderos!

Después de vacilar un instante, Draco asintió. Aceleró el paso y se le adelantó, aunque todavía sostenía su mano. Harry se rio y lo imitó. Así comenzaron a competir por quién iba adelante, bajando por la pendiente del patio.

Les faltaba el aliento cuando alcanzaron el primero de los invernaderos. Todavía tenían las manos unidas. Harry apuntó a uno de los edificios y ambos lo rodearon.

—Sólo quiero aclarar- —Draco inhaló con fuerza para recuperarse un poco— que yo gané-

No hubo tiempo para dar respuestas. Detrás del invernadero, alguien que no temía que Sprout se enojase utilizó tela y un hechizo para "extender" el edificio, convirtiendo un par de metros en una cálida área extra, con tierra fértil y flores que crecieron a una velocidad acelerada en las últimas semanas.

—Oh —Fue lo único que soltó Draco.

Harry dejó escapar una risita estrangulada, abrió la tela traslúcida que servía de resguardo, y lo invitó a entrar. Los dos tenían que agacharse para deslizarse dentro y luego podían sentarse en una zona limpia de hojas o raíces. Dentro era tan cálido como si estuviesen a mitad de la primavera y las flores mostraban el leve rocío que indicaba que fueron regadas recientemente.

Draco las contempló por unos segundos. Luego miró a Harry, las flores, a Harry de nuevo, y boqueó.

—¿Son…?

De pronto, Harry se sintió bastante avergonzado. Al fin soltó su mano, buscó en su bolso, y extrajo un broche lleno de flores.

—Son los mismos tipos que tú me diste —Tragó en seco, más nervioso que cuando pensó que le gustaba Cho. Por Merlín, más nervioso que cuando enfrentó a los dragones de la Primera Prueba—, yo, uhm, tengo permiso de Sprout —aclaró, sin saber qué más decirle—, y- ahm-

El Slytherin volvió a examinar el pequeño jardín. Después sonrió.

—Es bonito.

Como tú, pensó Harry. Se limitó a asentir. Draco lo vio.

—Me gusta.

—¿Sí? —Harry no supo qué hacer, más que balbucear.

—Sí —Draco asintió, despacio, sin parar de verlo—, me gusta mucho.

Harry se preguntó si podría morir. Todo en él iba a explotar. Tenía un poco de náuseas.

Draco disfrutó de las flores, le habló sobre algunas que le gustaban mucho, hizo comentarios sobre cómo estaban cuidadas estas y cosas que sabía por el jardín de su madre. Para el momento en que abandonaron el pequeño "regalo", Harry recordó que apenas había dicho un par de palabras, y que todavía no almorzaban.

La idea original era almorzar en el pequeño jardín. Ahora que una parte del plan salió mal, Harry estaba muy desorientado.

Empezó a entrar en pánico.

O ya llevaba un rato en pánico, quizás.

Draco alisó su uniforme y se paró frente a él, mirándolo con el entrecejo arrugado.

Esto empeoró su estado. ¿Qué anda mal? Los pensamientos de Harry fueron un caos, girando, girando, girando. ¿Qué anda mal? ¿No le gustó algo?

—Potter —Draco sonó cansado—, tiene que ser una broma.

—¿Qué? —La voz de Harry salió más aguda de lo que tenía pensado.

Draco adoptó su expresión más quejumbrosa.

—¿Ni siquiera después de eso vas a invitarme a salir? En serio, creí que estarías esperando alguna "gran ocasión" u otra cosa gryffindoresca como esa que te impidiese ir al punto directamente-

La mente de Harry se vació por completo. Sólo comprendió lo que sucedía cuando sus manos cayeron sobre los hombros de Draco y se inclinó hacia adelante.

Presionó sus labios alrededor de un segundo y se apartó enseguida.

Acababa de recordar el detalle de que no había besado a alguien antes así que, bueno, podía ser vergonzoso, pero en verdad no sabía besar.

El pánico comenzó de nuevo.

—Estoy seguro de haber dicho "invitar a salir", no "besar", pero no me quejo por el orden de las cosas —Las palabras de Draco llegaron a él de forma vaga y no se enteró de nada fuera del desorden en su cabeza, hasta que el Slytherin fue el que lo besó.

Era interesante. Draco tampoco sabía besar. Luego le diría que era porque no besó a alguien antes.

Pero, de cierta manera, la torpeza, los nervios y la sonrisa que sintió a mitad de ese beso, lo convirtieron en el más perfecto que podía imaginar. Así debían ser los primeros besos. El otro no contaba.

Al final, sí almorzaron en el pequeño jardín, caminaron al castillo juntos, y Harry estuvo balanceando sus manos unidas gran parte del trayecto.

Después de su escenita en las mazmorras, ninguno de sus amigos creyó que fuesen necesarias las preguntas. Podría jurar que incluso Snape rodó los ojos.

—…como fue tu idea —decía Draco, centrado en ellos dos—, la próxima vez, yo pensaré en algo. Tiene que ser algo muy lindo también. Tal vez Hogsmeade, pero es tan común- y ni se te ocurra volver a asustarme, o te invito al salón de té. Y me han dicho los estudiantes mayores que es horrible. No, eso no es bonito, tiene que ser algo como…

Un par de semanas más tarde, en la Segunda Prueba, la persona a la que Harry tenía que rescatar era Draco. Y Krum a Ron. Ambos salieron del agua preguntándose qué tenía en mente la persona que organizaba todo eso.

Envuelto en una toalla en la orilla del lago, su Draco-amante-de-las-cosas-bonitas formó pucheros diciendo que debía verse horrible recién sacado del agua. Harry lo rodeó con otra toalla, le sostuvo el rostro, y lo besó.

Dumbledore le preguntó a alguien si podían darle puntos extras a Harry porque hacían una linda pareja.

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