Han pasado seis meses dentro de este lugar enfermo y retorcido, pero para ser sincera... desde que me asignaron con Pavel... las cosas han sido un poco más divertidas y fáciles de llevar, es cierto que hemos pasado varias noches en el cuarto de los castigos porque Pavel simplemente no entiende lo que significa no robar comida de la cocina por las noches, no puedo quejarme porque yo también me como lo que él trae así que... bueno, digamos que merecemos esos castigos.
Es mejor ser castigado por algo de lo que soy culpable.
Hoy tuvimos examen de Frances, italiano y español, si no pasábamos con al menos un ocho, nos íbamos directo a la horca, con esa motivación ¿Quién no sacaba un diez? Pavel es un rebelde total, pero joder... que inteligente es.
Ahora tocaba la clase de seducción.
— Yura, enséñanos cómo coquetearías con una mujer. Yovanka, con ella, ayúdala.
Yovanka se levantó junto conmigo, tomando asiento a mi lado en la improvisada barra, le di un par de miradas de vez en cuando, rozando su mano "Sin intenciones", disculpándome con ella, dando el pie necesario para iniciar una conversación.
— Que bonitas manos tienes ¿Puedo?
Señalándolas.
— Claro — extendiendo una hacia mí— me gusta tu cabello.
Extendiendo su mano libre, para acariciarlo.
— Cuando quieras.
Midiendo su mano con la mía, dándole una mirada de aquellas, guiñándole un ojo.
— ¿Qué cosa?
Respondió confundida.
— Cuando quieras me despeinas preciosa.
La chica mordió su labio inferior, entrelazando sus dedos con los míos.
— Me gustan también tus labios.
Me acerqué levemente hacia ella, delineando su rostro con mi mano libre.
— Y eso que aún no sabes cómo besan.
Sin problemas, acorté la distancia entre nosotras, besándola con autentica veracidad, lamiendo su labio inferior, succionándolo, tirando de él con mis dientes, utilizando la lengua para acariciar lentamente la suya, acariciando su cuello, hombres y brazos en el proceso, incitándola a seguir, a acercarse, a ceder...
— Ya está bien, perfecto — dijo La Oficial— Así es como se seduce a una chica, o a un chico, ambas partes son llamados al poner una manzana frente a ellos, hablar sobre temas que podrían ser de su interés, a todo el mundo le gusta hablar sobre lo que le gusta.
Ambas, regresamos a nuestros lugares, ahora era el turno de los chicos para probar sus técnicas de seducción.
— Vaya, vaya, nadie te dijo que la besaras, solo debías seducirla zorrita.
Se burló Pavel.
— ¿Qué te digo? Las chicas son más interesantes en este lugar. Prefiero besar chicas y tener sexo con ellas a tener que involucrarme con un hombre.
— No me digas que te hiciste bisexual.
Sorprendido.
— Vaya... no lo había pensado con claridad hasta ahora, pero pensándolo seriamente, creo que sí, no me disgusta para nada la idea de hacerlo con una chica.
— ¿Qué hay de tu hombre? Se supone que quieres reunirte con una persona al salir de aquí.
— No dije que me iba a casar, ojo con eso. Y mi hombre sigue siendo mi hombre aquí o en la china, pero si debo acostarme con alguien aquí adentro por obligación, prefiero que sea una mujer, eso es lo que quiero decir.
— Pavel Ivanov, al frente.
Dijo la Oficial.
— Te apuesto diez dólares a que consigo una erección de su parte.
Se levantó.
— Acepto.
Guiñándome un ojo, caminó hacia el frente para comenzar su actuación.
Digamos que es bastante inteligente este hombre, primero le ofreció un trago, luego él lo invitó a sentarse más cerca, Pavel notó de inmediato que el chico estaba interesado por su grado de inclinación, sus gestos, la forma en que comenzaba a respirar más rápido cuando sus manos se tocaron. Sin previa invitación, Pavel comenzó a besarlo, acariciando sus muslos disimuladamente, invitándolo a los baños del improvisado bar que era nuestro salón de clases en esta ocasión.
Él ganó.
Le debo diez dólares.
La siguiente clase fue de pole dance, digamos que ahora soy toda una experta en esa disciplina, Pavel era un excelente profesor, también mejoré en baile en silla, en cuanto a él, se hizo profesional en las disciplinas que yo manejaba, somos completamente perfectos juntos, destacamos en todo, somos perfectos asesinos también, nuestra oficial nos dijo que estábamos pronto a nuestro ascenso, sólo debíamos dejar de causar problemas por las noches, pero... era tan divertido no ser correcta.
— Oye... tengo hambre...
Dijo Pavel desde su cama, apenas era media noche, ninguno de los dos podía dormir.
— ¿Qué quieres que haga? No podemos salir.
— La ultima vez que nos castigaron fue hace una semana, no pasará nada.
— La Oficial dijo que debíamos comportarnos.
— Nos ascenderán de todas maneras, somos perfectos Yura ¿No se te antoja robarte unos cuantos pudines de la cocina?
— ¿Pudín?
Me incorporé.
— Me llegó un pequeño dato, hay pudín de caramelo, de chocolate, de vainilla, y uno de menta.
— ¿De menta?
— Ese nunca lo he probado ¿No quieres ir a probar suerte?
Lo pensé por un par de segundos.
¿Lo valía?
— Lo vale. Vamos por esos pudines.
— Esa es mi chica — levantándose de la cama con rapidez— Podemos esconder unos cuantos entre la ropa, nunca los encontrarán, y es invierno, así que se preservarán bien — abriendo la puerta— No hay nadie a la vista, sígueme.
Tomó mi mano, comenzando a correr sigilosamente por los pasillos, ocultándonos tras las paredes y los muebles para no ser encontrados, llegando hacia la cocina.
— Tú llevas mi camiseta para dormir, caen más pudines si la levantas.
— Se me verá el culo, llevo tanga.
— ¿Y qué? Te veo desnuda todos los días, todo el mundo ha visto tu culo al menos una vez.
— Tienes un buen punto ahí — Levantando mi camiseta, sujetándola con ambas manos— Bien, pone los pudines.
— Hay de muchos sabores joder... que delicia...
Puso al menos quince pudines dentro, en cuanto terminó, vigiló que no hubiese nadie fuera, y comenzamos a correr directo hacia el cuarto, comiéndonos un pudín cada uno en el camino, deshaciéndonos del envase en el camino.
— ¡Llegamos!
Celebré, soltando los pudines sobre mi cama.
— Te dije que sería pan comido — tomando otro— quiero probar el verde.
— Dame uno, yo también quiero.
Estuve a punto de abrirlo cuando el pomo de la puerta sonó, tuve tiempo suficiente para tirar el pudín a la cama y mover las sabanas para que no se vieran, Pavel tiró el suyo hacia el baño, levantando las manos a modo de rendición.
— ¡Yo no fui!
Dijo apenas abrieron la puerta.
— Pavel, Yura, a la sala de castigos — dijo agotado el guardia nocturno— ¿Cuándo joder van a aprender? Si no estuvieran cerca de la perfección, irían directo a la horca.
— ¿Nos cambiamos de ropa?
Para ir a la sala de castigos, utilizábamos ropa especial, si vamos, supongo que deberíamos cambiarnos.
— Ya ni se molesten, caminen.
Miré mal a Pavel, comenzando a caminar tras el oficial.
Llegando a la sala de castigo, esta vez tocó atarnos de manos en un par de tubos de la sala, arrodillados, con las manos en la espalda, supongo que es la noche de las mamadas.
— Te dije que era una mala idea.
Viendo asqueada como los Oficiales de turno desabrochaban sus cinturones.
— Pero las risas no faltaron eh.
Riendo a carcajadas.
— ¡Cállate! ¿Crees que esto es un patio de juegos?
Por culpa de su arrebato, ambos recibimos quince azotes en la espalda, dolía como en infierno, pero ni aún así, le borraron la sonrisa del rostro, Pavel siempre digno recibiendo lo que merecía.
¿Cómo demonios voy a sufrir en los castigos si él se ríe así?
— Abre bien la boca perra.
Golpeando mi mejilla con su mano extendida.
— Por supuesto mi señor.
Abrí la boca, sacando la lengua, recibiendo su asquerosa verga, sintiéndola tocar mi campanilla, moviéndola en círculos para producirme arcadas.
Este sujeto no sabe quien me enseñó a mamar a lo bestia, no es nada comparado a como Alexei me hacía chupar su gigante y deliciosa verga.
— Vaya... alguien aprendió a mamar bien.
Sacando su pene, metiendo su dedo pulgar para que lo chupara.
— Digamos que tengo buenos profesores mi señor.
A mi lado, Pavel estaba atragantándose con el pene del Oficial nazi, rubio, alto, ojos verdes, pene grande, musculoso. Si no tuviera mi corazón ocupado, me portaría mal únicamente para ser castigada por este espécimen.
Que bien come Pavel en estos momentos.
— Veamos que tan buena eres si no respiras.
Apretó mi nariz con sus dedos y metió su pene hasta el fondo de mi garganta, utilizando su mano libre para apretarla con fuerza, ya sentía la necesidad de un poco de aire, mi rostro se sentía horriblemente caliente, sentía como si mis ojos quisieran saltar fuera de mi rostro en cualquier momento.
Cuando no pude soportar más, tiré de las cadenas que me sujetaban, sólo entonces, sacó su verga, riendo.
— A las perras como tú hay que adiestrarlas para que no muerdan la mano que les da de comer.
Soltándome.
— Ven aquí.
— Sí mi señor.
Levantándome del duro suelo, acariciando mi cuello, de seguro esto dejaría marcas, siempre dejaban marcas.
— Manos en la espalda.
Así lo hice, puse mis manos atrás, sintiendo las esposas mordisquear mi piel, estaba justo frente al lavadero lleno hasta el tope con agua congelada.
— Levanta el trasero.
Apoyé la parte superior del cuerpo en el borde del lavadero, sintiendo el agua congelada tocar mis pezones, erectándolos en segundos.
— Ahora veremos que tan buena eres aguantando la respiración.
Sujetándome del cabello, metió mi cabeza dentro del lavadero, comenzando a penetrarme con fuerza, sin importarle mis pataleos, ni mis forcejeos, él siguió con lo suyo, eyaculando dentro.
Sólo se detuvo cuando dejé de moverme, pensé que iba a morir, pero no, sobreviví.
¡Mala hierba nunca muere putos!
Hecha polvo, nos lanzaron dentro de nuestro cuarto otra vez, eran las cinco de la mañana, nos quedaban dos malditas horas para dormir y debíamos tomar un maldito baño, pero ninguno tenía la fuerza para levantarse, por lo que nos quedamos tirados en el piso del cuarto, observándonos.
— Recuérdame que no debo hacerte caso en una próxima ocasión por favor.
Tenía rasgada la boca otra vez, esos malditos juguetes son demasiado grandes ¿Cómo puede pensar que esa mierda me va a entrar a la boca?
— Me dan risa los castigos... lo siento, no sé que tipo enfermizo se reiría mientras lo castigan.
— A mi no me daba risa morir ahogada.
Suspiré.
— Me río cuando estoy nervioso, lo siento.
— La próxima vez que nos castiguen, no me mires, siempre te ríes cuando me miras.
Volvió a reír, pero esta vez con mayor cansancio que las otras veces.
— Hecho. Es que tú no lo haces nada mal, los retas, los desafías sin darte cuenta, los cabreas y eso me divierte.
— Aún me parece divertido pensar que estas personas creen tener el derecho de poder pisotearnos...
— Piensa en el lado positivo.
— ¿Cuál es ese?
— Tenemos pudín.
Reí.
Estás loco...
— Sí... tenemos pudín para varios días.
Caímos muertos casi de inmediato, en el frío suelo.
Esa misma mañana, al despertar, había una notificación en el piso.
Fuimos ascendidos a nivel tres.
Estábamos cada vez más cerca de la meta.
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HOLA HOLA MIS AMORES!!
TRAJE EL NUEVO CAPITULO UN POCO MÁS TEMPRANO DE LO HABITUAL, TERMINÉ MIS TAREAS ANTES DE LO ESPERADO JAJAJA
AL PARECER PAVEL Y YURA SE COMPLEMENTAN DE MARAVILLA, PUEDO DECIR, QUE CONFÍO EN ESTE HOMBRE.
DEBO DECIR, QUE AMBOS ESTÁN LOCOS ¿CÓMO ES POSIBLE QUE NO LES IMPORTE IR A LA SALA DE CASTIGOS? PAVEL HASTA LO DISFRUTA.
ANTES, ESTABA PROHIBIDO DEJAR MARCAS EN LOS RECLUTADOS, AHORA NO LES IMPORTA DEJAR MARCAS EN SU CUERPO, DESPUÉS DE TODO, NO ESTÁN DENTRO DEL CATALOGO DE VENTA AÚN, NADIE LOS VERÁ.
PAVEL Y YURA ESTÁN ESCALANDO CON RAPIDEZ, SI LOGRAN SUBIR DE NIVEL, EN POCO TIEMPO ESTARÁN EN EL EXTERIOR, SEGUIRÁN SIENDO RECLUTADOS, PERO PODRÁN VIVIR EN EL EXTERIOR, YURA PODRÁ IR A VER A ALEXEI Y EXPLICARLE TODO.
DE ESA FORMA, EL POBRE LUKA PODRÁ DORMIR CON CALMA POR LAS NOCHES, SABIENDOQ QUE ELLA ESTÁ VIVA.
NOS LEEMOS EN EL CAPITULO DE MAÑANA MIS AMORES.
MIL BESOOOOS.