En las pequeñas cosas

By sacodehuesos79

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Lo que pasa en Las Vegas...rara vez se queda en Las Vegas. More

1. Paris, un tobillo dislocado y un lío de cojones.
2. Un vestido de verano, un Elvis borracho y una visita en el desayuno
3. Un campo de minas, un perro sucio y la matanza de San Valentín.
4. Depresión subyacente, guacamole y cerveza fría.
5. Zapatos rojos brillantes, ¿Beso, verdad o condición? e Innisfree.
6. El demonio dormido, tregua y Gatos, gatos, gatos por todas partes
7. Rayos, un Claro de Luna y Truenos
8. El caballero del lago, Extraños en la noche y Papeles mojados
9. Cinco años, Naipes y Burbujas
10. Confesión, Pollo frito en góndola y Penitencia.
11. Pobres gatitos sin nombre, Sotto le stelle y Charcos de barro
13. Respirar, Verdades incómodas y Botas para la lluvia
14. Bandera blanca, Fronteras y A las Trincheras
15. I did, I do, I will
16. Graffton Street, El piso 33 y Dublin
17. Epifanía, Bajo la lluvia y Bailes en el parque.
18. Un autobus de dos pisos, Respirarte y Temple Bar
19.Relojes de arena, Salas de espera y los Adioses.
20. Camareras deslenguadas y Regalos de Cumpleaños.
21. Camino a Itaca y Singing in the rain
22. Una Verdad desnuda y Un Buen día.

12. Malas ideas, Malos besos y Malos recuerdos.

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By sacodehuesos79

MALAS IDEAS (Cong, Febrero 2027)

Luis los ve mucho antes de interrumpir su juego. 

Que la idea de Lenora era nefasta lo supo en cuanto la escuchó. 

Quiere seguir furioso con Aitana, no deberle un favor. 

Pero también es consciente de que un miércoles en Cong, el día que todo el mundo está dedicado a los autobuses de turistas no tiene muchas más opciones.

Así que lo justifica en su conciencia, diciéndose que Aitana le debe a él mucho más que un favor y que incluso ella será capaz de sobrevivir con dos niños pequeños durante una tarde. 

La opción de la malvada suegra del oeste aterrizando con su escoba es mucho peor. 

Cuando sirve el tercer pedido de forma equivocada, cuando le tira la cerveza a una turista americana con el pelo teñido de azul y, sobre todo, cuando le pisa la cola a Carmela sin querer, arrancando una sonora protesta y unas cuantas miradas de desaprobación, se da cuenta de que le resulta insoportable la idea de dejar a Aitana sola con sus hijos. 

Quizás él no vaya a recibir el premio de padre del año. 

Pero Aitana, por mucho que ahora parezca una persona medianamente sensata, no deja de ser la mujer capaz de legalizar un matrimonio sin el conocimiento de uno de los contrayentes. 

No es el mejor dato para inspirar confianza. 

Aún así no le queda más remedio que esperar a que pase lo peor del turno de comidas si no quiere que Lenora le mande a la mierda y le deje sin ningún personal para atender Innisfree. 

Sin embargo mira tantas veces el reloj y comprueba tantas veces la pantalla del móvil, que cuando ya solo quedan dos mesas por recoger es la propia camarera la que le empuja por la puerta. 

En cuanto pone un pie en la calle se da cuenta de que no tiene la menor idea de dónde buscarlos. 

Intenta no ponerse nervioso cuando no les encuentra en el parque, la opción más lógica. 

Tampoco están en la calle principal frente a la pastelería en la que Olivia se empeña en pararse cada vez que hacen compras en el pueblo. 

Ni viendo pasar turistas frente a la estatua de Mary Kate y Sean, que es lo que consigue que Oscars se quede dormido. 

Aunque eso, evidentemente, Aitana no lo sabe, porque él ha sido demasiado soberbio para darle ninguna indicación. 

Por reconfortante que le resulte su rabia, estimulante incluso, ha sido tan imbécil como para ponerlo por delante del bienestar de sus hijos. 

Ni siquiera se llevará el premio del padre no del todo malo. 

Tampoco es que sea ninguna novedad, lleva meses poniendo su dolor por encima de la felicidad de Oscar y Olivia. 

Se le ocurre que quizás su hija le haya propuesto a Aitana acercarse al paseo del río para ver los patos que empiezan a llegar a estas alturas del año y se encamina hacia allí. 

No resulta difícil verlos. 

El resto de la gente pasea tranquila junto al río, pero solo hay una desequilibrada con un niño pequeño en brazos y una niña de la mano saltando en los charcos. 

Sus niños. 

Su desequilibrada esposa. 

Esa mujer de la que estaba pensando hacía tan solo un cuarto de hora que parecía mucho más estable que la Aitana que había conocido en un pasado. 

Es evidente que las apariencias engañan.

Las risas de los tres llegan hasta él y Luis aprieta los dientes tan fuerte que le duele la mandíbula, porque no es capaz de recordar la última vez que sus hijos rieron así con él. 

Probablemente nunca. Definitivamente no en los últimos trece meses. 

Es probable que sea la primera vez que escucha una carcajada de Oscar y esa noción le provoca un dolor insoportable. 

De vuelta a la pena. 

Recuerda el calor reconfortante de la rabia en su pecho y cierra los ojos. 

No puede culpar a Aitana de todos sus problemas. 

Pero por todos los dioses que va a intentarlo. 

Se acerca en dos zancadas y procura no pensar demasiado en que la sonrisa de Olivia se borra en cuanto le ve. 

-¿Te has vuelto completamente loca?

Los otros tres se quedan parados en mitad del movimiento aunque su hija, desafíante, levanta una bota llena de barro y la vuelve a poner en el suelo con fuerza salpicándoles a todos, Luis incluido.  

Aitana en cambio no es capaz de mover un solo músculo. Puede que incluso sea miedo lo que hay en sus ojos y no es que pueda culparla después de la escena en su hotel la noche anterior. 

- Lu.. Luis...- tartamudea- Yo..

Luis sabe que no tiene razón. Que no hay nada de malo en lo que están haciendo. Pero es incapaz de dar marcha atrás. 

- Eres una irresponsable. 

Aitana empieza a bajar la mirada avergonzada, pero se detiene a la mitad del movimiento y levanta la barbilla con orgullo. 

- No, no lo soy. 

La luz del sol que se filtra a través de las nubes indice directamente en sus ojos y los hace parecer casi verdes. 

Luis le sostiene la mirada durante unos segundos, desconcertado por su forma de hacerle frente. 

Aunque no es la primera vez. Ayer por la noche, en su hotel, cuando estaba comportándose como un perfecto gilipollas, ya se plantó. 

Luis tiene que reconocer, muy a regañadientes, que no tiene idea de cómo es la persona que tiene delante. 

Por reprochables que sean sus errores, ni siquiera le ha dado la opción de explicarse. 

Pero necesita el enfado, la rabia, la furia y cualquier emoción que no sea la pena. La necesita para no volver a ahogarse. 

Sabe que debe disculparse pero tiene en la punta de la lengua un comentario hirente. 

Abre los labios sin saber siquiera cual de las dos opciones prevalecerá. 

Pero Aitana, una vez más, le sorprende, interrumpiéndole. 

- Voy a llevar a Oscar y a Olivia de vuelta a Innisfree- solo una persona que la conozca bien podría detectar el ligerísimo temblor en su voz- y después a vuestra casa, si te parece bien, para cambiarse de ropa. Después, vamos a hablar. 

No pregunta, sino que afirma. 

Y Luis no es capaz de hacer nada más que mirar mientras ella vuelve a sentar a Oscar en el triciclo con una soltura insultante y después le guiña el ojo a Olivia. 

- Nos vemos. 

Y Luis aún sigue con la boca abierta mientras los otros tres se alejan por el paseo del río. 


MALOS BESOS (Red Rock Canyon, Nevada, Febrero 2022)

Podría decir que tarda en reaccionar porque le pilla por sorpresa. 

Y quizá le sorprenda que sea ella la que da el primer paso, pero no es tan ingenuo como para no saber que ese beso lleva gestándose toda la noche. 

Desde la primera vez que ella le miró con una picardía que solo es un poco impostada y le propuso jugar. 

Era solo cuestion de tiempo. 

Así que no puede hacerse el loco. 

El primer contacto es brusco, un golpe de unos labios contra otros producto de un movimiento impulsivo. 

Y no siente absolutamente nada. 

Nada. 

Ni siquiera un cosquilleo en la piel. 

Aún en la penumbra que les rodea descubre que Aitana le mira sorprendida con los ojos muy abiertos justo antes de apartarse. 

- Pues...

Se remueven en sus asientos repentinamente incómodos. 

Porque en lo que a besos se refiere, y ellos han compartido unos cuantos bastantes espectaculares, este ha sido sorprendentemente malo. 

Luis debería estar aliviado. Si realmente no siente nada, debe ser que por fin se ha roto ese hechizo, mejor dicho esa maldición , que les mantenía unidos. 

Muerto el perro, se acabó la rabia. 

Pero a Luis no le gusta perder ni a las canicas. El fracaso, sea del tipo de que sea, no es una palabra que entre en su vocabulario. 

- Creo que podemos hacerlo mejor. 

Las palabras le pillan desprevenido incluso a él que las dice. Pero, desde luego, sorprenden a Aitana que llevaba callada unos instantes. 

Se giran de nuevo el uno hacia el otro y sueltan una risa nerviosa. 

Se acercan poco a poco, centímetro a centímetro, casi desconfiados y con mucha más suavidad que la primera vez. Esta vez es un roce suave, una caricia de piel contra piel. 

Luis se pregunta si el cosquilleo que siente, se debe a la suavidad del contacto o a algo más. 

Por puro interés científico, es capaz de racionalizarlo así, profundiza el contacto y lleva su mano a la barbilla de ella, rozando con su pulgar el lugar donde solía estar, supone que aún está, el  lunar. 

El resto de los dedos, se entierran el cabello, en busca de un punto exacto en la nuca. 

Está justo entre la segunda y la tercer vértebra cervical, si no recuerda mal. 

Aitana suspira contra sus labios y Luis se aparta satisfecho. 

No lo recordaba mal. 

 La ve llevarse los dedos a la boca, justo al lugar donde hace un momento la estaba besando. 

Durante unos instantes no dice nada ella y tampoco él. 

- Supongo que no está mal del todo- Aitana carraspeay se encoge de hombros. 

Por supuesto, es el proverbial capote rojo. 

- ¿No está mal?- Luis repite sus palabras incrédulo y su voz se pone un par de octavas más aguda- ¿No está mal? 

Aitana agradece que, probablemente, él no pueda verla sonreir. 

Tiene que reconocer que el primer beso, el choque más bien, ha sido francamente malo. 

No esperaba que fuese Luis quien tomase la iniciativa en el segundo. 

Tampoco que recordase exactamente la forma en la que le gusta ser besada. 

A ella. No a cualquier otra mujer. 

- Sí, imagino que las cosas nunca son tan buenas como uno las recuerda- espera que tampoco pueda escuchar la risa en su voz. 

Aunque apenas tiene tiempo de terminar la frase antes de que esté de nuevo en su boca y en su nuca.

La otra mano, la que no está jugando entre sus cervicales, se va a la cintura y localiza con maestría el camino a través de la sudadera nueva hasta un pedazo de piel desnuda entre el pantalón y la camiseta. 

Aitana contiene la respiración, cuenta hasta cinco en su mente y justo cuando siente que Luis está a punto de apartarse, entreabre los labios y saca la lengua a paseo. 

La primera vez que él la besó, un par de eones atrás, ella estaba tan cohibida que le había dejado tomar la iniciativa en todo momento. 

Pero ahora juega, desliza la punta de su lengua por los labios de él como ella misma se relamería después de un banquete delicioso y la devuelve al interior de su propia boca desafiándole a seguirla. 

Y Luis lo hace. 

Porque es incapaz de resistir un desafío y ella lo sabe y ya no es una chiquilla que deja que otros tomen la iniciativa. 

Aún están en control de sus movimientos y sus reacciones los dos y por eso se apartan. 

Con la respiración  algo más entrecortada, sí, pero en pleno uso de sus facultades. 

- Mejor- Aitana traga saliva- definitivamente mejor. 

Luis vuelve a apoyarse en el asiento del conductor, satisfecho.

Cuando es Aitana quien cruza la barrera imaginaria entre los dos asientos, en esta ocasión, no le pilla por sorpresa. 

Pero si lo hace que utilice su mano en forma de anzuelo y le atraiga hacia ella, tirando del vértice que forma el cuello de su camisa, rozando con su uña la piel suave sobre la clavícula. 

Y sí le sorprende, joder que sí lo hace, que en lugar de besarle,  le muerda primera el labio inferior y,  cuando abre la boca por la sorpresa, la punta de la lengua. 

Sin demasiada fuerza, solo para dejar claro el mensaje. 

Luis gruñe. Solo de esa forma se puede describir el sonido que mana de lo más profundo de su garganta al sentir la presión de los dientes.  

Y es justo ahí, en ese momento, cuando su cerebro deja de emitir órdenes racionales. 

Solo le mueve el instinto que le susurra, traidor, que si él está confundido solo puede aceptar que ella esté en el mismo estado

Porque contraviene el orden natural de las cosas que él sea incapaz de pensar y que ella pueda mantener la calma para ese mordisco tan deliberado. 

Le devuelve el mordisco, en la boca primero, en la barbilla, justo en el centro, en medio del hoyuelo después y de vuelta a la boca. 

Tardan un buen rato en separarse, ocupados como están en hacer perder el control al otro. 

Pero solo son besos. 

Nada más. 

Nada irreversible. 

Al menos eso es lo que se dice Luis justo antes de inclinarse de nuevo. 


MALOS RECUERDOS (Cong, Febrero 2027)

Cuando cruza la puerta de su casa, varias horas más tarde, Luis se siente un poco mejor al escuchar gritos procedentes del piso de arriba. 

Es consciente de lo mezquino que resulta, pero no está preparado para que Aitana le reciba en su propia casa, con sus hijos en orden de revista, así que se aferra como el ser humano despreciable en que se está convirtiendo a los alaridos de guerra de Olivia. 

Sin embargo en esta ocasión se guarda mucho de decir nada cuando entra en la habitación de Olivia y la encuentra saltando de nuevo, esta vez sobre la cama, mientras Oscar llora en la cuna y Aitana les observa con gesto de impotencia y varias manchas de comida en su ropa y ni un solo mechón de pelo en su sitio. 

Sin una palabra, sintiéndose más competente de lo que lo ha hecho en meses, le lanza una mirada severa a su hija, que tiene a bien colaborar, terminando el siguiente salto con las piernas cruzadas pero sentada en la cama. 

Coge a Oscar en brazos y lo acuna contra su pecho. 

- ¿Qué pasa chaval?- entierra la nariz en el cuello de pequeño y susura palabras sin sentido para conseguir calmarle- ¿te has portado horriblemente mal?, ¿le has tirado la comida encima?, así me gusta colega, tú y yo nos entedemos. 

Por el rabillo del ojos intuye que Aitana abandona la habitación. Mantiene el movimiento ondulante durante cinco minutos más hasta que siente que la respiración de Oscar se hace más pesada y lo puede dejar en la cuna. 

Descubre que Olivia también está casi dormida y la arropa rápidamente. 

Su mirada se escapa a la fotografía de Muriel que hay en la mesilla de noche. 

Recuerda el momento exacto en que se la hizo, poco después de nacer Olivia, con la trenza mal peinada y ojeras que le llegaban hasta la barbilla. 

Recuerda también el profundo sentimiento de calma que solía invadirle cuando las observaba entonces. 

Su compañera, su hija. Su paz. 

Intenta rescatar un poco de aquella emoción antes de enfrentarse a Aitana. 

No puede, ni quiere volver a estar triste. 

Pero duda mucho que la Aitana con la que se enfrentó hace unas horas esté dispuesta a ser el objeto de su rabia irracional. 

Por muy justificado que esté su enfado. 

Cuando baja las escaleras se la encuentra sentada en uno de los taburetes de la cocina. 

Desde el último escalón, la observa con detenimiento por primera vez desde que apareció por primera vez en su puerta. 

Quizá porque acaba de estar observando la foto de Muriel, se hacen más evidentes las diferencias entre ambas mujeres. 

Donde Muriel era alta, Aitana es baja. Una pelirroja y otra morena. 

Viste, hablan y se expresan de forma diferente. 

Se obliga a frenar esa línea de pensamiento porque está refiriendose a Muriel en presente, como si no llevase trece meses muerta y, aún peor,  comparándola con Aitana. 

Es ridículo y esteril. 

Se sienta en el otro taburete y decide esperar a que sea Aitana la que hable. 

- Creo que desde que te expliqué lo que había hecho no me he disculpado realmente. 

Luis sacude la cabeza. Tampoco es que le haya dado mucha opción de hacerlo. 

- No- Aitana lo repite como para si misma- No lo hice. 

- Tampoco me has explicado porque lo hiciste. 

Aitana inspira profundamente. 

No se trata de no hacerse responsable de sus acciones, pero sucede que la persona que tomó aquella decisión le resulta casi tan ajena como la chiquilla que conoció a Luis por primera vez en la academia. 

Así que, aunque escoge con cuidado sus palabras, ni siquiera está segura de que lo que está contando sea la verdad. 

- Creí...creí que algo había cambiado entre nosotros aquella noche y cuando me di cuenta de que no era así, que podías deshacerte de mi con tanta facilidad, quisé ponértelo difícil...supongo. 

No puede decir que actuó en un momento de rabia, porque tuvo tiempo de arrepentirse desde que le pidió a su abogado que hiciera los trámites, costara lo que costase habían sido sus palabras, hasta que guardó los papeles que confirmaban la inscripción 

- Fui una estúpida primero- arruga la nariz con desaprobación hacia la Aitana del pasado- y una cobarde después. 

Lo siguiente que tiene que decir es que lo siente, pero las palabras se quedan atascadas en su garganta. 

Luis la ha escuchado en silencio todo este rato y con cada palabra su furia se extingue un poco más.

La mujer que le habla ahora, la que le ha plantado cara y, sobre todo, la que le ha dicho la verdad, no puede pagar por los errores de otra. 

Pero tampoco quiere volver al duelo. 

Solo quiere tener algo de control sobre su vida. 

Entierra la cabeza en las manos repentinamente agotado. 

- Muriel sabía que iba a morir. 

Aitana frunce el ceño sorprendida por el cambio de tema y  sin saber muy bien como reaccionar. 

- Los médicos se lo advirtieron con tiempo para abortar, le diagnosticaron una miocardiopatía de corazón que se había manifestado en el embarazo de Olivia.

Luis nunca le ha contado esto a nadie y no está seguro de por qué se lo cuenta ahora, precisamente a Aitana. 

- Pero ella no me lo dijo, estaba convencida de que lo superaría como lo había hecho con Olivia y no quería que la convenciese para abortar- suelta una risa áspera- como era una cesárea yo estaba en la sala de espera y la ginecóloga vino a decirme que Muriel no lo había superado, que ella ya le había advertido de los riesgos. ¿Te imaginas enterarte así?

Aitana contiene el aliento. De repente, las palabras de Luis de la noche anterior sobre caminar con un piano sobre la cabeza sin saber cúando va a caer cobran un nuevo sentido. 

- Lo siento mucho Luis. 

Primero Muriel y ahora ella. O al reves. No está muy segura. 

Pero las dos dejaron a Luis sin poder decidir.  

Al menos ella puede hacer algo al respecto. 

- He pedido a mi abogado que vuelva a enviarme los papeles, puedes volver a romperlos o puedes denunciarme, supongo, nada te lo impide.

Luis asiente sin fuerzas. 

Tambien puede firmarlos y zanjar este feo asunto de una vez. 

 - Gracias por cuidar a los niños esta tarde- se esfuerza por sonar conciliador. 

- Buenas noches- Aitana se pone en pie y se dirige hacia la puerta. 

Tiene que caminar hasta su hotel y está francamente agotada. 

Por eso cuando escucha a Luis hablar de nuevo no está muy segura de si se trata de un producto de su imaginación. 

- Pero no fue tan fácil. 













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