Un Secreto En Otoño [#1]

By _Artemixa_

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Las hojas de la copa más alta de un árbol se preparan para caer, solo faltan unos minutos cuando todo a su al... More

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35. Final
Epílogo
Nota Final.

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By _Artemixa_


Día 77: Jeff.

8 de Diciembre.

Ashley mantiene su cabeza apoyada sobre mi hombro mientras yo la abrazo. La galería del hospital es lo único que nos protege de la lluvia que se expande afuera.

―No quiero entrar ―susurra sin despegar la vista de la lluvia.

Ayer por la mañana llamaron a Ashley para pedirle que retire las cosas de su madre. Me pidió que venga con ella y me sentí orgulloso, porque eso para mí significa que confía en mí. Aunque en cuanto llegamos no quiso entrar, no puedo culparla. Desde lo de su madre no volvió a pisar un hospital.

Cuando llegamos se detuvo frente a la puerta sin querer avanzar, comenzó a llover y decidimos sentarnos en la banca bajo el techo para poder observar la lluvia. Eso fue lo único que pareció calmarla ya que sus manos dejaron de temblar en el momento que vio las gotas chocar contra el suelo.

―No lo hagas a menos que estés lista ―comienza a reír y la observo preocupada, ¿no es muy pronto como para tener demencia?

―¿Sabes? Tenía una relación complicada con este hospital. Odiaba venir porque significaba que ella todavía no mejoraba y tenía que seguir aquí ―se cruza de brazos sin mirar nada en concreto―. Pero aun así amaba venir, significaba que podía reír con mi madre, jugar ajedrez con ella y escucharla regañarme por decir malas palabras. Era todo lo que me quedaba. Y ahora no puedo entrar allí.

«No quiero entrar ahí, tomar sus cosas y fingir que no duele. Me duele respirar Jeff ―las lágrimas comienzan a salírsele y muevo mi brazo para poder abrazarla―. Creí que era algo que se iría el primer día, pero no se va, me duele respirar cada vez que recuerdo todas las cosas que debía hacer antes de verla. O cuando pienso en los momentos luego de las cirugías. Duele muchísimo.

―Te va a seguir doliendo Ashley, por un tiempo. No te mentiré, pero algún día lo recordaras y será soportable ―asiente suspirando. Mantiene sus ojos cerrados dando respiraciones profundas.

―Voy a entrar ―dice volviendo a centrarse en la lluvia. Me levanto extendiéndole la mano para ayudarla a que se levante. Comenzamos a caminar y veo que se detiene con duda frente a las recepcionistas.

―¿Puedo ayudarla en algo? ―pregunta la mujer viendo como Ashley duda.

―Veníamos a buscar las cosas de Halle D'angelo ―respondo por ella, me mira un segundo dándome una sonrisa de boca cerrada que no llega a sus ojos.

―Siguen en su habitación, ¿conocen el camino? ―asiento un poco extrañado porque mantengan las cosas allí, supongo que al pasar tanto tiempo ahí las conservaron.

―Sí, muchas gracias ―ella camina con un poco de duda y sus manos vuelven a temblar, cuando nos detenemos dentro del ascensor ella cierra sus los ojos contando en voz baja.

―No sé si pueda ―se detiene frete a la puerta y susurra cosas que no logro comprender.

―Ashley... ―un doctor se para a su lado tocando su hombro, ella lo mira tensando la mandíbula―. Hay algo que debo darte ―ella frunce el ceño volteando a verme en busca de una respuesta.

Me encojo de hombros mientras le doy un leve asentimiento. Comienza a caminar detrás del doctor con paso no muy definido, él se detiene frente a una oficina y abre la puerta para ella. Me quedo fuera dejándole su tiempo a solas. Él le da una pequeña caja antes de tocar su hombro y decir algo que nuevamente no logro escuchar.

Ashley se queda dentro y comienza a desempacar las cosas de la caja, dejo de ver cuando saca una carta y comienza a leerla. El doctor sale dándole su espacio también deteniéndose frente a mí.

―Es bueno que ella te tenga, necesita apoyo ―me da una palmada en la espalda y desaparece por un pasillo.

Desde la posición en la que estoy puedo ver a varias personas en los diferentes pasillos, algunos tienen expresiones indiferentes, como si estar aquí por cual fuese el motivo no les afectara y sea una obligación venir. Los hospitales no son mi lugar favorito ―de nadie deberían serlo― jamás me sentí cómodo o relajado al venir aquí.

Pero ella necesitaba no estar sola. O tal vez es lo que me repito para ignorar el hecho de que siempre la pongo por sobre mis planes, sé lo que dije, pero no es tan fácil como pretendía y esperaba. Es como si cada vez que ella llamase yo estuviera esperando. Lo sé, soy un idiota.

Un rato más tarde ella sale de la oficina con una caja en las manos. Lo primero que observo son sus ojos rojos y la nariz del mismo color.

―¿Estás bien? ―pregunto siguiéndola cuando vuelve a dirigirse hacia la antigua habitación que ocupaba su madre. Ella no responde y solo asiente con la cabeza.

Esta vez no duda tanto a la hora de abrir la puerta pero se detiene en el umbral observando todo antes de dar un suspiro y comenzar a juntar las cosas. En la habitación hay mantas, libros, cuadros y ese tipo de cosas, Ashley no se detiene a la hora de guardar todo en cajas, ahora es como si su alma no formara parte de su cuerpo.

Por un instante cuando toma un cuadro creo que podría llorar pero no lo hace, deja todo acomodado y suelta un suspiro.

Me acerco hasta la cama para ayudarla a cargar dos de las cajas, en silencio volvemos al ascensor. Ella mantiene la vista en el suelo con aires pensativos, cierra los ojos volviendo a suspirar, no me es difícil llegar a la conclusión de que la carta decía algo que logró lastimarla. Guardo las cosas en el baúl del auto y rápidamente entro a la parte delantera para evitar mojarme.

Día 77: Ashley.

8 de Diciembre.

Por suerte Jeff no intenta dar conversación en el trayecto a casa, ahora mismo no tengo ganas de hablar. Sé que en el momento que abra la boca podría empezar a llorar y ya no quiero hacerlo. Es como si cada vez que una lágrima cayera se abriera una grieta que no deja de arder.

―Gracias ―murmuro entrando las cosas yo misma. Quiero llegar a mi cuarto, darme una ducha de agua caliente y dormir, por primera vez en un tiempo quiero dormir.

Llego hasta la sala cuando noto todo el silencio que hay en la casa, sobre la mesa de la cocina hay una nota de papel donde Noelia avisa que salieron con los chicos y que tardaran en volver. Subo a mi habitación y tomo las cosas de higiene, ya en el baño abro la llave de la bañera y me desvisto rápidamente.

Mi piel se eriza cuando siento el frío calar por mis huesos, me adentro lentamente en la bañera y me siento con cuidado. Tomo la esponja junto con el jabón y comienzo a pasarla por mi cuerpo, paso una mano por la cicatriz de mi estómago e instintivamente llevo otra a mi muslo.

Jadeo cuando siento mi piel arder, cierro los ojos soltando el aire de mis pulmones para acariciar ambas cicatrices. Una vez leí que era algo normal sentir un ardor en marcas de este estilo, es un dolor imaginario, lo que me duele es el recuerdo. Saber porque están ahí, eso duele.

Dejo caer la cabeza hacia atrás apoyándola sobre el borde de la bañera.

Aprovecho el momento para aclarar mis ideas, en unos días me llamarán a testificar y necesito tener la mente concentrada para no arruinar todo. Albert no me lo dijo a mí pero lo escuche hablar con los Petrov y cree que estamos en desventaja actualmente. El abogado Murphy también presentó testigos y muy convincentes para el jurado.

Tocan dos veces a la puerta antes de abrir, al notar que es Zack no me inmuto. No había vuelto a hablar con él desde el juicio y quería mantenerlo así, necesita pensar en él mismo y si para eso debo alejarme que así sea.

Se sienta sobre la tapa del retrete con la vista fija en el suelo.

―Tardaran en volver, por la lluvia ―comenta pero lo ignoro pensando en que diré para el juicio―. ¿Por qué no me contaste? ―voltea a verme y aun sin mirarlo sé que sus ojos se mantienen en mi perfil y no más allá.

―No es mi obligación contarte nada ―uso el tono más frio que consigo dentro de mí y él suspira.

―Ashley, no es cualquier cosa. Lo que te sucedió ―antes de que pueda decir más lo corto mirándolo a la cara.

―No sabes que sucedió esa noche, así que no te hagas el comprendido o interesado. Tú y yo no somos nada así que lo que afecte mi vida no te incumbe ―endereza la espalda y puedo ver como mis palabras lo hieren a través de sus ojos―. Fue mi error pensar que podía haber algo entre nosotros, dalo por entendido ―asiente lentamente y su rostro se torna en la seriedad.

―Bien. ―sale del cuarto de baño y escucho otra puerta cerrarse la que creo es de su habitación.

Junto mis piernas contra mi pecho respirando profundo para evitar llorar «es por su bien, es por su bien» me digo a mi misma para intentar convencerme.

―Lo siento ―murmuro observando la puerta del baño por donde salió hace menos de un minuto. 

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