C O H I B I D A

By FabiolaGp

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"Demostrar que éramos más inteligentes fue el principio del fin. Ahora solamente podíamos aspirar a ser merca... More

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By FabiolaGp


Buenas florecillas!!!! Que disfrutéis del capítulo!

—Y evidentemente no funcionó —contesté para ver si de una vez reaccionaba—. Fingí que lo hizo únicamente para escapar.

Su incredulidad era tal que no salía de su asombro así que clavé un poco más el cuchillo en su garganta de forma que si no lo hacían mis palabras, lo haría el dolor de la hoja afilada.

Vi como alzaba sus manos en señal de paz y comprendí que parecía rendirse realmente ante la amenaza, así que me alejé dando dos pasos hacia atrás sin dejar de apuntarle con su propia arma.

—No quiero hacerte daño —replicó mirándome fijamente—. Nunca fue mi intención hacerte daño —insistió como si tratara de convencerme ahora que yo estaba al mando.

—Ya. Eso cuéntaselo a otra —admití mientras seguía apuntándole con el arma—. Vas a escoltarme hasta el bosque y después ya veré que hago contigo, pero necesito llegar hoy mismo sin más interrupciones.

—No sé como has escapado, ni tampoco como has logrado que el azambar no te afecte, pero si no te entregas será aún peor —concretó siendo cauto—. Escúchame Java, puedo ayudarte...

¿Recordaba el nombre que le había dado?, ¿Cómo era posible?

—Mi nombre no es Java, sino Andra y si vuelves a tratar de darme órdenes o a decirme que debo o no hacer te aseguro que apretaré este gatillo sin ningún remordimiento —advertí con odio—. Por tu culpa Java murió y por tu culpa no pude cumplir la promesa que le hice a mi hermana de que regresaría junto a ella, así que obedece y camina porque ganas no me faltan de partirte el cuello.

Supe que por alguna razón comprendió el odio que le profesaba y asintió mientras bajaba los brazos y parecía admitir su derrota.

Tendría que matarle una vez alcanzáramos el bosque o de lo contrario sabría donde buscarme. Ya me ocuparía de él a su debido tiempo, de momento me servía perfectamente para alcanzar mi objetivo.

Coloqué la pistola dentro de la chaqueta oculta a la vista, de manera que podía apuntarle sin que nadie más pudiera darse cuenta de ello. Caminaba a su lado imitando al resto de mujeres que eran simples marionetas sometidas a la droga, podía ver como me observaba cada poco tiempo, incrédulo de que bajo aquella capa de superficialidad existieran realmente mis pensamientos.

Mis sentidos estaban alerta a cualquier movimiento que pudiera hacer para detenerme o reducirme y así quitarme las armas que llevaba. En cada ocasión que pasábamos cerca de alguna patrulla estaba con la tensión a flor de piel por si se le ocurría pedir ayuda.

¿Tal vez me creía cuando le había avisado de que apretaría ese gatillo sin dudarlo?

Razones no me faltaban para hacerlo, él era el principal culpable de que no hubiera regresado, quien había detenido mi huida hacia mi suicidio, aunque viéndolo desde ese punto de vista jamás habría podido tener una segunda oportunidad como la estaba teniendo en aquel momento, sino que estaría muerta tras haber saltado del edificio.

«No le debes nada, Andra»

Para empezar aún no sabía si lograría mi objetivo o tendría un final peor que la muerte como había predicho.

¿Qué sucedería si volvían a inyectarme el azambar? Sinceramente no deseaba comprobarlo, no quería ser otro zombi más como las mujeres que veía con mis ojos pasear por las calles sin vida propia.

«Aquello era una muerte viviente»

No sonreían. No sentían ningún tipo de emoción. No luchaban. No maldecían. No discutían. No hacían absolutamente nada que no fuera obedecer las órdenes de quienes las dictaban.

Caminamos durante tres horas más hasta que finalmente alcanzamos el bosque. Estábamos en las afueras de la ciudad, ya apenas se podía ver a alguien que paseara por las calles y el tránsito de vehículos era muy escaso. Había gente en los inicios del bosque paseando a sus mascotas, casi todo eran parejas, se podía ver como los hombres corrían y lanzaban cosas para que sus animales fueran a por ellas mientras la mujer que había a su lado permanecía inerte viendo todo como si estuviera ausente.

¿De verdad no se daban cuenta de que aquello no era compartir el amor por alguien?, ¿Cómo podían saber si esa mujer querría estar con ellos de no estar bajo los efectos de la droga?, ¿Cómo podían siquiera vivir sabiendo que quizá si estuvieran en su sano juicio huirían de su lado?, ¿Es que les daba igual no compartir sus opiniones?, ¿Interesarse por sus deseos?, ¿Acaso daba igual lo que ellas quisieran?

No podía dar crédito a que se hubiera normalizado algo tan sumamente aberrante. Entendía que esos hombres habían crecido teniendo madres que actuaban como ahora lo hacían sus esposas o compañeras de vida, que habían normalizado esa situación porque no habían vivido otra cosa, pero yo tuve unos padres que discutían y se enfrentaban por sus ideas propias. Yo había vivido en libertad y sabía lo que era tener inquietudes, miedos, deseos, anhelos. Lo que allí estaba viendo con mis propios ojos resultaba aterrador, espeluznante y sobre todo inhumano. Era una violación de derechos humanos a niveles gigantescos y lo peor de todo es que se aceptara sin más.

Definitivamente daba pavor al punto en el que había llegado la sociedad y por más que me hubieran preparado para ello todos esos años, jamás habría podido advertir realmente lo terrible que resultaba.

—Sabes que no lograrás llegar muy lejos, ¿Verdad? —soltó en cuanto le di un empujón para adentrarnos dentro del bosque—. Sé que tu intención es deshacerte de mi, en tu lugar yo también lo haría, pero probablemente te hayan marcado con un chip y te rastrearan. En menos de dos horas les tendrás pegados. A tu culo.

Sonreí cínicamente mientras ya no trataba de ocultar el arma en la chaqueta y le obligaba a caminar delante de mi.

—Para tu información, el tío que me compró no me colocó ningún chip, así que ve haciendo las paces con las decenas de mujeres a las que les has jodido la vida, porque pronto irás al infierno pedazo de cretino —solté mientras el sol del atardecer se filtraba a través de las hojas haciendo que su verdor fantaseara en cientos de colores.

Era precioso, siempre me había encantado ver los atardeceres.

—Eso es imposible —decretó como si no pudiera darse esa posibilidad mientras se daba la vuelta.

—Me da igual que lo creas o no, poco te importa, ¡Camina! —le ordene y volvió a avanzar.

—Vale. Imaginemos que no tienes chip, aun así tu dueño dará el aviso de que has escapado o con toda probabilidad pensarán que te han raptado, igualmente no estarás a salvo —insistió de nuevo y realmente no sabía que pretendía hablando sobre aquello.

¿Cuál era su intención?

—Se cuidarme solita, ya había matado a tres de los hombres cuando apareciste y habría acabado con el último sin tu ayuda —admití—. No me buscarán allá donde voy, nadie lo hará.

Dudaba que Declan me buscara, él quería deshacerse de mi ofreciéndome a otra familia, simplemente le había ahorrado el tener que hacerlo y además, ¿Cómo iba a creer que iría en busca de los antagónicos? Para eso deberían creer que no estaba bajo los efectos del azambar y eso era algo difícil de creer incluso para él que era quien lo fabricaba.

—¿Dónde pretendes ir, Andra? —preguntó seguro de que le daría una respuesta, quizá por la misma razón por la que estaba seguro de que le mataría después.

¿Qué más da si le contaba la verdad?

—Solo existe un lugar seguro y es junto a los antagónicos —admití sin reconocer que únicamente les quería para encontrar a mi hermana Amara, aunque también eran los únicos que luchaban contra el sistema que tuviera constancia.

—¿Eres una de ellos? —reclamó.

—No —negué—, pero lo seré.

Oí como resoplaba y ladeaba la cabeza para observarme.

—Es imposible encontrarlos, morirás antes de hacerlo Andra, nadie sabe donde se ocultan y te aseguro que hemos analizado palmo a palmo cada hectárea sin que haya rastro alguno de su presencia.

Sus palabras no mitigaban mi firmeza. Quizá porque no tenía otra opción más que la de hallarlos o porque abandonar no era algo que me hubieran inculcado, sino que debía luchar hasta el final a pesar de las adversidades. Había llegado hasta allí por increíble que fuera, no pensaba abandonar solo porque un imbécil como él deseara que lo hiciera.

—También era imposible que conservara mi voluntad tras inyectarme el azambar y aquí estoy apuntándote con un arma —contesté mientras se la clavaba en la nuca—. No me subestimes comandante Ryan porque no tienes ni idea de lo que soy capaz.

Había frenado su paso como si esperase su sentencia y que en cualquier momento apretase el gatillo.

Debería hacerlo, realmente no le debía nada a ese hombre, ni siquiera una despedida o algo más allá que no fuera un «por ahí te pudras» después de lo que me había hecho.

—Déjame que lo descubra —mencionó atrayendo mi atención—. Déjame acompañarte y asegurarme de que llegas sana y salva.

—Dirías cualquier cosa para que no apretara el gatillo y así salvar tu pescuezo.

—No —negó dándose la vuelta lentamente sin tratar de arrebatarme la pistola. A pesar de tenerle frente a frente sujeté el arma con fuerza mientras le miraba y juzgaba al mismo tiempo—. Podría haberte quitado el arma desde que me apuntaste con ella, pero no quise hacerte daño. Podría habértela robado en cuanto entramos en el bosque, pero quería saber tus intenciones y podría quitártela ahora, pero no quiero que pienses que no tienes el control de la situación.

Reí ante sus palabras.

—¿De verdad crees que me voy a tragar lo que dices?

En un movimiento sentí el golpe seco en mi brazo, el arma cayó al suelo y sentí como me sujetaba la nuca mientras su nariz rozaba la mía y me rodeaba con el otro brazo la cintura tratando de apresarme ambos brazos para que no pudiera moverlos y forcejear para deshacerme de su agarre.

Tarde. Había cogido mi cuchillo antes de que pudiera hacerlo y la hoja apuntaba su abdomen.

—Tal vez tengas más fuerza, pero nunca serás más rápido —dije con una sonrisa cínica y él sonrió, pero de forma sincera.

—Tienes razón, pero te acompañaré de todos modos.

—¿Qué te hace pensar que no clavaré la hoja de mi cuchillo en tu carne? —exclamé alzando una ceja—. Sé que solo quieres acompañarme para descubrir el lugar donde se esconden los antagónicos, para ir con tu gente y matarlos a todos.

El silencio por su parte duró varios segundos, los suficientes para saber que estaba pensando su respuesta.

—Desde el primer instante que te vi supe que eras distinta. No sabía porqué, no comprendía el porqué, ahora lo sé —admitió—. Vivimos en un mundo sin esperanza, sin albergar ningún tipo de cambio respecto al sistema, después de ver con mis propios ojos que el azambar no hizo efecto en ti sé que esa esperanza existe y que merecerá la pena morir por ella.

Realmente no sabía si aquello era un discurso preparado para convencerme o que realmente sería capaz de pensar algo similar.

«No le creas Andra. No creas ni una sola de sus palabras porque diría o haría cualquier cosa con tal de encontrar a los rebeldes para masacrarlos»

—Está bien —admití sabiendo que en el fondo estar a su lado me convendría en caso de ser interceptada.

¿Qué más da si le mataba ahora que cuando encontrara a los antagónicos? Tal vez ellos le mataran, aunque ese era un placer que prefería hacer yo misma teniendo en cuenta lo que me debía.

—¿Me dejas acompañarte? —preguntó incrédulo.

—No, no te dejo acompañarte. Serás mi prisionero hasta que ya no me sirvas —contesté aferrando firmemente el cuchillo cuya punta se hundía levemente sin clavarse en su abdomen.

Sus ojos me miraban fijamente, la tensión era palpable y a su vez podía observar como aquellos ojos se oscurecían levemente mientras me estudiaba sigilosamente. Entonces recordé sus palabras cuando creía que estaba sometida al azambar.

«Eres realmente hermosa pequeña rebelde, es una pena que no pueda probarte»

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Oioioioioi que esto se está poniendo interesanteeeeeeeeee.
Comandante Ryan, yo que tú me estaría quietecito porque Andra no se las gasta con chiquitas y no dudará ni un segundo en sacar las garras.
Por otro lado, ¿Que pensáis que habrá hecho Declan al llegar a casa y comprobar que la mujer que conoce como Java no estaba?, ¿Se volverá loco buscándola?, ¿Lo dejará estar? Uuuuhhhhhh no se yo que hará....
Y finalmente la gran pregunta será... ¿Existirán realmente los antagónicos y los encontrarán?

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