Un Secreto En Otoño [#1]

Da _Artemixa_

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Las hojas de la copa más alta de un árbol se preparan para caer, solo faltan unos minutos cuando todo a su al... Altro

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35. Final
Epílogo
Nota Final.

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Da _Artemixa_


Día 69: Jeff.

30 de Noviembre.

Recuesto la cabeza sobre el escritorio mientras escucho a la profesora leer. Anoche no había dormido casi nada, además de estar nervioso por la segunda parte del juicio, Elliot había salido por la mañana y no volvió. Todo estaba bien entre los cuatro pero simplemente tomó sus llaves y se fue. Guillermo intento hablar con él pero lo ignoró.

Mi madre cree que es su forma de auto preservarse. Todos tenemos una forma diferente de lidiar con las cosas. Guillermo busca soluciones y lidera. Yo intento pensar por quienes están a mi alrededor. Y Elliot se aleja, se aparta y desaparece con tal de no salir lastimado en la explosión.

Con mi madre las cosas iban mejor por suerte. Ella se levanta de la cama y hace los ejercicios que algún doctor le enseñó en su momento. Si bien no estaba totalmente bien, va progresando de a poco.

―Señor Heller, ¿lo aburre mi clase? ―levanto la cabeza y me encuentro con los ojos de casi toda la clase.

―Claro que no profesora, lo siento ―me encojo en mi lugar pero ella no cambia el rostro.

―Estoy cansada de sus revoloteos señor Heller. Constantemente se despista y despista a sus compañeros ―comienza a despotricar―. Su compañero de banco no puede estar atento por tener que estar escuchándolo ―dice señalando a Alex.

―Lo siento profesora pero suelo ser yo quien distrae a Jeff ―me defiende mi amigo.

―No le di permiso de hablar ―lo regaña ella―. Que quede claro señor Heller, usted no tiene privilegios por sobre nadie ―aparta la mirada mientras camina hacia el frente nuevamente―. Y menos luego de matar a una persona ―todos sueltan un murmullo mientras Alex se levanta.

―Eso no es cierto ―tomo su brazo pidiéndole que se vuelva a sentar.

―Usted no tiene derecho a decir eso ―Zack también se levanta seguido de Anthony.

―Está acusándolo de algo que no hizo ―me sorprende verlos defendiéndome y creo que la profesora esta igual.

―¡A la oficina del rector, los cuatro! ¡Ahora! ―bajando la cabeza los cuatro salimos del salón, nuevamente hay murmullos. Caminamos en silencio hasta llegar a la oficina. Cada quien se cruza de brazos mirando al frente sin decir nada.

Le pido disculpas con la mirada a mi amigo y él me hace una seña para restarle importancia. Escucho una carcajada y volteo a ver a Anthony y Zack riendo. Alex se le suma y por inercia hago lo mismo.

―Ashley nos golpearía a los cuatro de vernos aquí ―dice Anthony mientras trata de normalizar su respiración.

―A mí no me conoce, no tiene derecho a golpearme ―los tres volteamos la cabeza hacia él y se encoje de hombros―. Si, seguramente lo haría ―volvemos a reír e imagino la escena.

―Anthony ―llama la secretaria―. Pasa por favor ―recuesto la cabeza contra la pared soltando un suspiro.

―Yo voy al baño ―dice Alex levantándose. Volteo por un instante hacia mi izquierda donde está sentado Zack. Él mantiene los ojos cerrados mientras suspira.

―Gracias por eso ―susurro viendo nuevamente al frente.

―No es nada. Además culparte a ti es culparla a ella. Y yo confío en ella ―frunzo el ceño cuestionándome si preguntar sobre eso. No es de mi incumbencia pero me da curiosidad.

Me levanto y camino unos pasos para después volver a sentarme. Me cruzo de brazos y los vuelvo a aflojar nervioso.

―Mierda Heller ¿Qué quieres preguntar? ―jamás entenderé su necesidad de soltar groserías constantemente.

―¿Ustedes...son?

―No ―responde sin la necesidad de completar la oración. Creo que me siento un poco mejor―. Es decir, no lo somos pero ya sabes... No lo somos ―se traba nervioso.

―¿Te gusta? ―bajo la cabeza esperando por una respuesta que ya conozco.

―Mucho ―de reojo puedo ver como sonríe pero la borra despacio―. Eso no importa, no es mutuo así que ―tal vez Ashley me asesine e incluso yo me odie por esto.

―Si es mutuo ―frunce el ceño mientras yo suspiro―. No le digas que te dije pero es obvio, por la forma en la que te mira y todas esas bobadas. Ella pone una sonrisa cada vez que habla de ti ―sonrío recordando la vez que fuimos a comer luego de las clases y ella estaba sonriendo, pero claramente estaba pensando en él aquella vez.

―¿En serio? ―pregunta esperanzado.

―Si le dices que te dije ella nos golpeará a ambos ―él se ríe mientras asiente diciendo que eso es verdad.

―¿Ella te gusta? ―pregunta luego de unos minutos en silencio. Me cruzo de brazos mientras niego con la cabeza.

―Me parece atractiva y le he tomado aprecio pero no, no me gusta ―mentir me sale tan natural que él no nota que ella realmente si me gusta.

―Entonces... ¿ustedes no se acostaron? ―niego con la cabeza. Ellos no son nada pero sé que se gustan y aunque me duela no pienso interferir en eso.

―Zack ―la secretaria sale de la oficina dejando la puerta abierta para que él entre.

***

―Damos inicio al segundo juicio contra Ashley D'angelo y Jeff Heller ―la jueza golpea el martillo mientras el señor Fischer comienza a buscar entre sus papeles.

―En el primer juicio presentamos el motivo por el cual se Jeff Heller tuvo que golpear al señor Durand. A continuación presento la prueba tres B y llamo a mi primer testigo, el señor Jeff Heller ―ya se me había informado que hoy me harían testificar, así que ya lo sabía pero eso no me quita el nerviosismo.

Albert me da un asentimiento de cabeza cuando me ubico en el estrado un oficial se acerca con una biblia y la pone delante de mí. Ni siquiera soy católico practicante. Me hacen jurar que únicamente diré la verdad y todas esas cosas que aparecen en las series y películas.

―Jeff, ¿trabajas en una cafetería cierto? ―pregunta él cruzándose de brazos mientras se apoya sobre la mesa.

―Si ―respondo sencillamente.

―¿Hace cuánto trabajas allí? ―por lo que tengo entendido van a hacerme preguntas sobre mi día a día antes de ir a lo serio.

―Un año y medio ―conecto mis ojos con los de Ashley.

―¿Podrías narrarme lo que sucedió esa noche? ―ella sonríe dando un asentimiento de cabeza. Estoy a punto de sonreírle también pero me debo recordar a mí mismo que debo apartarme.

―Mi turno había terminado tarde por lo que lleve a mi compañera a su casa. No recordaba haber cerrado bien así que volví a la cafetería ―suspiro mientras trato de dar la mayor cantidad de detalles―. Cuando volvía al auto escuche un grito, al principio creí haberlo imaginado así que no le di importancia, pero cuando lo volví a escuchar camine hacia donde este provenía.

«Cuando llegue a ese callejón escuche el grito más fuerte así que me acerque ―me detengo dándome cuenta que Ashley bajo la cabeza, sé que le incomoda y probablemente le dolerá recordar eso. Albert me da una mirada pidiendo que continúe―. Al instante reconocí lo que sucedía, el señor Durand estaba empujándola contra la pared mientras... mientras intentaba tocarla, a Ashley.

«Le grité para que se alejara de ella y no me hizo caso así que me acerque para empujarlo ―bajo la cabeza mientras juego con mis manos―. Cuando se apartó intento golpearme y me defendí, lo golpee en la cabeza y cayó al suelo, la sangre boto de su cabeza, intente detener la hemorragia pero no pude así que entendí que nada de lo que yo pudiera hacer en ese momento ayudaría.

―¿Qué viste cuando giraste hacia Ashley? ―pregunta Albert acercándose al jurado.

―Su camiseta estaba... –levanto la cabeza y veo que ella tiene los ojos húmedos. Zack se mueve hasta estar detrás de ella, toma su mano y ella cierra los ojos―... Su camiseta estaba levantada y su ropa desacomodada. Ella estaba llorando mientras se agachaba al suelo.

―¿Estos moretones estaban en ella? ―me enseña una fotografía en donde se ven claros moretones.

―Si, en su abdomen brazos y luego los vi en sus piernas ―él asiente mientras vuelve a sentarse junto a Ashley, pone una mano sobre su brazo mientras le susurra algo. Ella asiente dándole una sonrisa de boca cerrada.

El otro abogado se levanta mientras se acerca a mí toma las fotografías para volver a dejarlas de mala manera sobre la mesa de Albert.

―¿Cómo está tu padre Jeff? ―pregunta Murphy cruzándose de brazos―. Por lo que sé desde que tu familia se enteró que los maltrataba no volvió a casa ―Albert se levanta de golpe golpeado la mesa.

―¡Objeción su señoría! ―centro mi mirada en el suelo mientras bajo la cabeza.  

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