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Kim Cleo June
En cuanto noté que sus ojos dieron un repetido movimiento de arriba a abajo caí en cuanta de que JungKook me está mirando con esta ropa. El desesperado sentimiento de verme bien me invade, tanto como el miedo a verme mal. Me trago el dolor de estos zapatos y adquiero una postura más recta, seguido de ello doy seguros pasos hacia él, demostrándole no estar inquieta ni nada por el estilo a su mirada.
Intento arreglar mi cabello disimuladamente hasta llegar a su lado. Pero, como siempre, todos mis esfuerzos se ven arruinados por mí misma cuando doblo levemente mi tobillo y caigo, raspando mis manos contra el duro pavimento y sintiendo un leve ardor, tanto en ellas como mis rodillas.
¡Maldición!
Una vez que no lo arruines, CJ.
¿Qué les puedo decir? Este no es mi día.
No me da tiempo a levantarme, Jeon ya había abandonado su vehículo y se había acercado a tenderme la mano.
Pero cuanta vergüenza.
Acepto su ayuda y con dificultad me vuelvo a poner de pie, pero a penas me mantengo, y no sé si son los zapatos o la mera presencia de JungKook que sostiene mi mano.
—¿Estás bien? —cuestiona levemente preocupado y mirando las palmas de mis manos que sostiene entre las suyas.
Por suerte estaba bien, ni siquiera había sangre.
—Sí, descuida. —aplaqué su preocupación alejando mis manos de las suyas. Aunque me encante su tacto, no puedo continuar con él o no me podré mantener en pie por mucho— Son sólo estos zapatos, difíciles de controlar.
—Sí, ya veo. Son... —dejó su frase incompleta mientras retrocedía apenas un paso y nuevamente analizaba mi vestimenta— Estás...
—¿Te gusta? —pregunté estúpidamente emocionada, refiriéndome a mi ropa y cabello.
Dios, que asco. Actúo como toda una boba enamorada.
—Te ves... —me desesperaba su forma tan dudosa al hablar— Bien... Sí... Eso creo...
—Oh... gracias. —agradecí, más decepcionada que feliz.
«Te ves bien», «Eso creo». Gracias, Jeon, por ese golpe bajo.
Fue como sentir algo pinchar literalmente mi corazón. ¿Tan mal me veo? Juraba que al verme al espejo me veía increíble.
Tal vez sea el vestido, la falda no debe verse bien en mí. O el color, sabía que el azul no me quedaba y debí optar por el típico y confiable negro. ¿O el cabello? Tal vez sea el flequillo, puede que no vaya con mi cara. Pueden ser los zapatos, me hacen muy alta y creo que a Jeon eso no le gusta, aunque sigo sin superarle la estatura.
Tal vez sea simplemente que este estilo no le gusta a Jeon. Me hace sentir mal porque sí me esforcé para verme bien, pero aparentemente no lo suficiente.
—¿A dónde vas vestida así?
—A mi casa. —respondí simple y alzando ambos hombros, recibiendo a cambio una mirada curiosa de Jeon— Tuve una cita que no salió muy bien y... boom.
—Una cita... —repitió él, siendo aparentemente lo único que captó— ¿Con quién?
—Park JiMin. —respondí con una sonrisa en espera de su reacción. Fue tal como yo creí que sería; mandíbula tensa y ceño ligeramente fruncido.
Se ve tan varonil con esas expresiones desde mi punto de vista. Tan perfecto y atractivo. Pero por mucho que me guste verlo de esa forma, tampoco quería hacer enojar a JungKook ahora.
»Bueno, más que cita fue un favor. —intenté apaciguarlo.
—¿Cómo que un favor?
—Asistí a una cena con su familia como su novia, sólo para que lo dejen en paz. —expliqué para que no se malentendiera nada. En estos momentos no estaba se humor para molestarlo— Pero... fue un fracaso y todo salió mal. Ahora su padre me odia y descubrí que detesto los restaurantes. —reí.
Otra vez, ríe para no llorar.
—¿Tan malo fue? —preguntó con una pequeña sonrisa.
Claro, cuando me va mal sí se siente feliz.
Voya ignorar eso.
—Golpeé a una mesera y aparentemente fui grosera para comer. En mi defensa, nunca se me aclararon esas cosas.
Estuve tan preocupada pensando que moriría que ni siquiera se me pasó por la cabeza preguntarle a JiMin sobre qué podía y no podía hacer. Ambos planeamos las cosas mal.
—Espera, ¿el idiota te dejó caminando sola a esta hora y con todo el camino que tienes para llegar a tu casa? —la molestia de su voz por primera vez me causaba ternura.
Quiero dar brincos de alegría con tan solo pensar en que le preocupo a JungKook.
—Oh, no. Yo quise caminar. —intenté sonar calmada ignorando a mi voz interior— Se supone que tomaría el autobús, pero gasté el dinero en jugo.
—Ya ni me sorprende. —suspiró dejando salir un pequeña risa.
¿Alguna vez les dije que esas pequeñas y efímeras risas de JungKook son la cosa más adorable del mundo? Porque sí lo son.
Ahora noto cada detalle del él, y cada detalle me fascina.
—Como sea. Ahora me arrepiento porque tengo hambre y quiero llegar a mi casa. —suspiré cansada— Sólo quiero comer en paz sin que me fastidien.
—¿Ni siquiera comiste? —negué— Eres... —suspiró sin hallarle sentido a discutirme— Olvídalo. ¿Quieres que te lleve?
Otra vez me dan ganas de chillar.
—No es necesario.
Pero, como siempre, quiero hacerme la difícil, a pesar de que Jeon ya me tiene comiendo de su mano sin siquiera darse cuenta. O tal vez sí se dió cuenta y sólo se hace el tonto.
—Ni siquiera sabes caminar con esas cosas, Kim. —señaló mis zapatos— Déjame llevarte.
Accedí finalmente a sus insistencias. Me acerqué con cuidado a su moto, ya que no quería hacer algún desastre con mis malditas plataformas, y estando ya junto al vehículo, Jeon sujetó y me levantó desde mi cintura para sentarme de costado.
—Ten. —dijo quitandose su chaqueta deportiva y ofreciéndomela.
Fila, uh lala.
Luego el se montó frente a mí, y estando seguro de que estaba cómoda volvió a encender el motor. Y como era de costumbre, mis brazos lo rodearon.
No tengo forma de explicar la felicidad que hace brotar en mí este chico. Nuevamente está aquí, conmigo, cuidándome, o al menos así lo quiero ver yo. Agradecía a cual sea la magia o motivo por el que Jeon siempre esté a mi alrededor, porque ahora lo necesitaba más que nunca.
Recosté un lado de mi cara en esa firme espalda, aspirando y embriagandome con su característico aroma que tanto me encanta. Sentía la fresca brisa de la noche en mis expuestas piernas, erizando levemente mi piel.
No sabía cuánto tiempo llevabamos ahí, yo sólo mantenía mis ojos cerrados y disfrutaba lo que ese bello paseo me brindaba. Pero todo se acabó en cuestión de minutos cuando la moto se detuvo definitivamente y apagó el motor, algo raro porque el viaje no duró casi nada.
Un momento, esta no es mi casa.
—Jeon, imbécil, esta no es mi casa. —dije lo primero que pasó por mi mente en este momento.
¿Cómo cuantas veces fue a mi casa? Y ya ni siquiera se acuerda.
—Sé perfectamente que no es tu casa, Kim. —dijo obvio luego de recibir ese insulto.
Él bajó primero de la moto para ayudarme y evitando que la falda de mi vestido se levantase, cosa que le agradecía ya que hay bastantes personas aquí. Estando ya en el suelo volví a mirar aquél local de comida rápida frente al que Jeon estacionó su moto.
—¿Entonces qué hacemos aquí? —pregunté negada a creer que Jeon me estaba trayendo aquí a comer.
No, no y no. No quiero que mi primera cita con él sea de un forma tan inesperada. Aún no me preparé mentalmente.
¿Dije primera cita? ¡Dios, nuestra primera cita!
—Obviamente vamos a comer, estúpida. —dió un pequeño golpe a mi cabeza con su dedo— Dijiste que tenías habmre y yo también la tengo.
«Qué romántico» fue el primer comentario sarcástico que surcó por mi mente. Aunque no me molesta, ¿qué mejor primera cita que comer hamburguesas sin tener que esperar a que me den la orden para comer?
Sí, sigo rencorosa por eso.
Tal vez no sea lo más elaborado del mundo, pero amo las hamburguesas. Además, creo que ni Jeon ni yo encajamos en una cena elegante.
Jeon JungKook
¿Cómo le dices a una chica hermosa que se ve hermosa? Este es el dilema con el que vengo debatiendo mentalmente desde que la vi frente a esos semáforos luciendo ese bello vestido que... ¡Mierda! Le quedaba de maravilla. Sin mencionar lo bien que hace ver a sus piernas, piernas que son una maldita debilidad para mí.
Adoraba los hombros sueltos de esa prenda que me dejaba ver tan hermosa clavículas.
Debo admitir que la principal excusa de traerla aquí es estar con ella, porque me he estado muriendo de ganas de aunque sea estar algunos segundos a su lado. Pero también es para que ella pueda pasar un lindo rato en una noche que aparentemente no fue muy buena para ella.
Y sé que este es el lugar ideal para Kim, ¿por qué?, porque así es ella. Puede usar el vestido de gala más fino con las joyas más elegantes que quiera, pero al fin de cuentas Kim no es así. Adora la carne y la come como un animal, sin mencionar de que acaba de pasar una mala experiencia en un restaurante. Prefiero mil veces traerla a un lugar donde pueda disfrutar de la comida como le gusta y comerla como ella quiera.
¿Y qué mejor que un lugar como este?
—¿A dónde vas? —pregunté al entrar y verla caminar a una mesa.
—A sentarme y guardar una mesa? —devolvió una pregunta sarcástica— Daah
Sin decir nada ni preguntar, jalé de su muñeca y la llevé conmigo para hacer la fila. Ni loco la dejaré sentarse sola estando así vestida y con cualquier enfermo que podría haber aquí.
—¿Qué haces, Jeon? Me quiero sentar. —reorochó molesta— Me duelen los pies.
—Quitate los zapatos. —sugerí.
—¡Hay mugre! —chilló.
—Pues te aguantas.
Kim refunfuñó en voz baja y se cruzó de brazos molesta. Repetidas veces intentó escabullirse a una mesa, pero siempre la mantenía a mi lado.
La última vez que la dejé sola terminamos corriendo de unos locos.
Pasaron unos minutos y noté como se removía incómoda en su lugar, se acercó unos pequeños pasos a mí mientras jalaba de su falda hacia abajo. Debe no estar acostumbrada a usar ropa así, después de todo nunca la vi como una chica tan femenina que use ese tipo de cosas. Fue en ese momento, cuando volteé ligeramente mi cabeza, que me di cuenta la razón de tal comportamiento; los dos chicos a nuestras espaldas.
Habían otros dos detrás de nosotros haciendo la fila, pero ambos parecían entretenidos en mirar la falda de Kim. Susurraban y reían entre ellos mientras la señalaban con descaro y mordían sus labios como los asquerosos enfermos que son.
¿Acaso no puedo disfrutar de ella sin que se aparezca algún estúpido a molestar?
Ella tenía el ceño fruncido, pero dudo de que se volteé a golpearlos porque quedará mal en armar un escándalo que esos dos podrían negar y la loca terminaría siendo ella. Pero yo no iba a permitir que le faltaran al respeto de esa forma.
La tomé de sus hombros y la coloqué frente a mí, fuera de la vista de ambos imbéciles. Por fin se habían dado cuenta que ella no venía sola y parecieron acobardarse cuando me di media vuelta a ellos.
—Deja en paz a mi novia. —me dirigí al que tenía frente a mí, ya que el otro se había hecho para atrás.
Ante la diferencia de tamaño, ellos se veían intimidados. No hizo falta mucho para que asintieran incómodos y se alejaran de nosotros.
Volví a Kim, quien se veía asombrada, pero rápidamente se ruborizó. La hice quedar de espaldas frente a mí y abracé su cintura, rodeándola con ambos brazos y cubriéndola de cualquier mirada. Mi mentón se había apoyado sobre su hombro, tratando de dejar en claro a quien sea que estuviera a nuestro alrededor que ella está conmigo.
Resoplé aún molesto por lo ocurrido recientemente. Pero cuando la miré, la bella sonrisa agradecida que surcaba en sus labios me provocó un leve rubor y obligó a que rompiera nuestro contacto visual por la vergüenza.
—Gracias. —murmuró.
Ella rió y llevó sus manos a las mías para juguetear con la pulsera hecha por ella. Yo oculté mi rostro en su cabello en cuanto escuché la risa de algunas chicas que parecían enternecidas con nuestra situación, nos señalaban como si fuésemos la pareja más linda nunca antes vista. Y me maldije.
No puedo creer a las cosas que me rebajo en público por ella.
...
Kim Cleo June
Estaba segura de que en cualquier momento iba a vomitar arcoíris y brillantina si es que Jeon continuaba abrazándome de esa forma. Y sentir su tierna nariz acariciar mi cabello, su respiración en mi cabeza, la calidez de su cuerpo... Ya ni siquiera me acordaba de lo molesto que se me hacía el vestido y los tipos de atrás. Sólo eramos Jeon y yo.
Sueno tan estúpida, pero ya no me interesa.
Y, ¡Ayy! Les dijo que soy su novia. Me trató como su novia.
No tienen idea de la emoción que me hizo sentir eso.
Todo aquél cosquilleo se acumulaba en mi pecho, y ya solo quería gritar. Es casi imposible contener la emoción de tenerlo tan cerca.
—¿Por qué pediste para llevar? —pregunté en cuanto salimos del local— Pudimos haber comido ahí, y yo estar sentada.
Ya estaba harta de estos malditos zapatos y quería sentarme en algún lugar, el que sea.
—Comeremos en un lugar más tranquilo. —dijo mientras se dirigía a su moto.
—Pero quiero sentarme y comer. —me quejé entrando ya en desesperación por comer esas hamburguesas.
—Sube. —ordenó ignorándome— En la parte delantera. —acalaró en cuanto vió que me sentaría atrás.
—¿Quieres que conduzca?, ¿estás loco?
Ni siquiera pareció prestar atención a mis preguntas y nuevamente me levantó para sentarme cómodamente en el vehículo, quedando ahora frente a frente con Jeon. Él quitó la pata que sostenía la moto y tomándola del manubrio y asiento, comenzó a moverla.
Apenas se empezó a moverse, mis brazos fueron a los hombres de JungKook para evitar caerme.
—¿No es más fácil conducirla?
—No gastaré gasolina cuando el lugar no está muy lejos. Además, así disfrutas de estar sentada y dejas de fastidiarme por un rato.
Blasfemias, es por él que ahora mismo estoy aquí.
—Si no quieres que te fastidie, ¿por qué no sólo me llevaste a mi casa? —pregunté en un contraataque.
Sonreí en cuanto lo vi apretar ligeramente sus labios y enrojecer muy ligeramente sus mejillas. Sería indetectable si no fuera porque cada detalle de él ya no pasa desapercibido para mí.
—Porque yo también tengo hambre y no esperaré a tener que llevarte a ti para comer. —contestó con indiferencia y con la mirada en el camino, sin dirigirla ni una vez a mí.
—¿Entonces para qué te ofreciste a llevarme en primer lugar?
—Te veías patética y me diste lástima.
Patético se verá él en cuento tire su estúpida moto a un río.
—Tss, como sea. —rodé los ojos por su fastidioso comportamiento. Es mejor no presionarlo o se pone insoportable— Al menos es divertido, es como ir en un carrusel. —sonreí.
Una pequeña risa escapó de Jeon al mismo tiempo que bajaba su cabeza para mirarme de una vez.
—No me digas que te gustan los carruseles, Kim. —distinguí la burla en su voz.
—¿Y qué si me gustan? —pregunté ligeramente ofendida y avergonzada por su reacción.
Sólo una vez en la vida me he subido a un carrusel, y no fue hace mucho. Fue en mi cumpleaños, cuando a Dane se le ocurrió llevarme a uno porque, según él, todos debemos subirnos a un carrusel al menos una vez en la vida.
Fue el mejor cumpleaños de toda mi vida; yo subida a un lindo caballo blanco que daba incesantes vueltas mientras subía y bajaba. Era algo tan simple como eso. Y aunque al principio me sentí avergonzada, luego comencé a disfrutar del paseo, y lo disfruté como nunca.
Recuerdo haber gastado todo el dinero de Dane para subirme una cinco veces seguidas. También que él terminó mareado y al borde de un desmayo por tantas vueltas que le hice dar.
Sonreí con tristeza al recordar tan lindo momento.
—¿Estás bien? —oír su voz me había sacado de mi mundo de caballitos adorables— Lo siento si te ofendí. No quería burlarme, sólo no pensé que te gustaran cosas como un carrusel, fue inesperado.
—¿Por qué no habrían de gustarme?
El encogió sus hombros.
—Me pareces más el tipo de chica que prefiere una montaña rusa o algo más extremo. —rió— Quisiste tirarte de una empinada sólo por competencia.
Reí al recordar aquello.
—Me gusta la adrenalina, pero sigo prefiriendo el carrusel, son especiales para mí. Y los caballos son lindos. —agregué.
Tenía tantas ganas de aplastar y jugar con las mejillas de Jeon cada vez que reía y sonreía de esa forma. Sus dientes y su nariz cuando se arruga, tan tiernamente similares a un conejo. Nunca había visto algo tan hermoso desde que me miré en el espejo.
¿Cuándo esta noche se volvió tan maravillosa?
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Las hamburguesas del Jeoni :(