Día 59: Ashley.
20 de Noviembre.
Ese día en cuanto llegamos a la casa los Petrov hablaron conmigo y me preguntaron que me habían dicho. Les dije que era inocente y no habíamos hecho nada.
Ahora en unos minutos teníamos una reunión con Albert. Él nos dijo que primero hablaría con uno, luego con el otro para finalmente hablar con ambos. Así que ahora estaba fuera de su oficina esperando a que Jeff saliera. No quise preguntar porque había tomado el caso pero supongo que es conocido de Gerard por la forma en la que se comunicaron.
Noelia toma mi mano mientras habla con Gerard. Incluso el señor Thomson me preguntó cómo estaba todo nos dijo que nos tomáramos nuestro tiempo hasta que las cosas se aclaren pero volveré cuanto antes, este lugar lo estaba usando para despejar mi mente y no pensar en mi madre.
―Ashley, puedes pasar ―Jeff sale y me da un asentimiento de cabeza antes de sentarse junto a su hermano.
La noche anterior hablamos y llegamos a un acuerdo, hablaríamos con Albert y le diríamos toda la verdad, le explicaríamos que sucedió para que él pueda decidir qué hacer. Pero eso me tenía un poco nerviosa, no le había contado a nadie exactamente que sucedió esa noche, y hablarlo me ponía nerviosa, seguramente Jeff ya le habría dicho todo, pero aun así me preguntaría mi versión de los hechos.
―Siéntete, por favor ―hay unas carpetas sobre el escritorio y un mueble con libros a su espalda. Tiene un par de fotos por el lugar. Una chica de más o menos mi edad y con una mujer de unos treinta y tantos.
Examino todo el lugar y él me deja hacerlo, como si esperara que entre en confianza. Veo una grabadora junto a él y recuerdo que menciono acerca de eso, deberá grabar cada encuentro para poder luego tomar notas. Me siento frente al escritorio y asiento dándole a entender que estoy lista para hablar.
―Muy bien Ashley. Quiero que comprendas que estas aquí para explicarme lo que sucedió esa noche, te hare algunas preguntas de rutina que probablemente te vayan a hacer y necesito que todo lo que digas a partir de ahora sea en total sinceridad. Estoy aquí para ayudarte pero para eso necesito saberlo todo ¿Está bien?
―Está bien ―asiento y él comienza a buscar un cuaderno con preguntas.
―¿Cómo te llamas? ―frunzo el ceño pero él me da pie a que conteste.
―Ashley D'angelo ―contesto seria.
―¿Cuántos años tienes Ashley?
―Diecisiete ―todas las respuestas están siendo anotadas en ese cuaderno.
―¿Fumas o te drogas? ―nuevamente lo miro confundida pero me vuelve a pedir que responda.
―No, ninguna de las dos ―asiente cruzándose de brazos por sobre el escritorio.
―¿Qué hacías el veintitrés de septiembre a la medianoche? ―me tenso un poco buscando las palabras.
―Volvía del hospital ―estas respuestas ya no están siendo anotadas pero supongo que es porque lo está grabando.
―¿A qué fuiste al hospital? ―tiene una voz cálida pero demandante, es como si te dijera amablemente que contestes las malditas preguntas.
―Fui a... ―mi voz se entrecorta y es algo que nota―... Fui a ver a mi madre ―asiente y cambia de dirección al notar mi incomodidad.
―¿Tienes una relación amorosa con Jeff Heller? ―niego con la cabeza y me pide que lo verbalice.
―No, solo somos amigos ―asiente mientras saca una carpeta.
―Bien, Ashley lo estás haciendo muy bien. Estas son algunas de las preguntas que podrían hacerte antes de empezar con lo difícil. Seguramente quieran llevarlo a juicio y debas testificar, debes estar preparada ―asiento con la cabeza antes de verlo suspirar―. Muy bien, ahora necesito que me cuentes que sucedió esa noche, no omitas ningún detalle y di la verdad ¿Está bien? ―asiento sentándome diferente.
―Yo volvía del hospital...
***
―Muy bien, esto es lo que haremos ―Jeff ya estaba a mi lado escuchando atentamente lo que Albert nos dice. Me extiende un pañuelo para limpiar mis lágrimas ya que la sesión con Albert se había puesto más difícil de lo que esperaba―. Como ya les dije, es muy probable que debamos ir a juicio, y seguramente los llamaran a testificar, así que ensayaremos lo que dirán. Iremos por la verdad, estarán bajo juramento así que mentir solo empeorará las cosas.
―¿Y decir la verdad no nos pondrá en una mala posición? ―pregunta Jeff intercambiando la mirada entre Albert y yo.
―Jeff, decir una mentira los dejaría en una mala posición ―él asiente mientras Albert comienza a buscar algo―. Antes de empezar con todo esto necesito que vayan a un psicólogo ―frunzo el ceño.
―¿A un psicólogo? ¿Por qué? ―nos da unas tarjetas y Jeff murmura algo de ser la segunda vez.
―Lo que pasaron es bastante fuerte y seguramente la corte pedirá que los analicen psicológicamente ―asiento guardando la tarjeta en mi bolsillo, supongo que me tocara ir.
―¿Debemos ir por separado?―pregunto, Albert mira las notas antes de asentir.
―Esas sesiones son privadas, nada de lo que ustedes digan ahí será expuesto. Él solo dará el diagnostico, así que es mejor que sean sesiones individuales ―asiento antes de imitar a Albert cuando se levanta. Nos da la mano a ambos antes de acompañarnos afuera―. Den por seguro que están en buenas manos ―los Petrov se acercan a despedirse y salimos para entrar a su auto.
―¿Qué les dijo? ―pregunta Noelia desde la parte delantera.
―Nos explicó que haremos y nos asignó a un psicólogo, dependiendo que nos diga él veremos cómo actuar ―asiente y estira su mano hacia atrás para tomar la mía.
―Estoy segura de que eres inocente, y que vamos a poder terminar con este problema ―le doy una pequeña sonrisa.
―Tienes todo nuestro apoyo Ashley, ahora y siempre ―me dice Gerard sin dejar de ver la carretera.
Cuando llegamos subo a mi cuarto para darme una ducha. Tomo mis cosas de higiene y luego de esconder mi teléfono voy al baño. Abro la llave del agua y comienzo a desvestirme. Parada frente al espejo me obligo a ver mi reflejo, en el último tiempo había subido un poco de peso, mis huesos se seguían marcando pero ya no era tan escalofriante.
Aunque en mis brazos había unas pequeñas marcas de uñas, las semanas que siguieron al nueve de octubre tuve incontables pesadillas, todas diferentes pero iguales. Y cuando me despertaba estaba rasguñando mis brazos. No lo hacía a propósito, no podía evitarlo, era como no tuviera control total de mi cuerpo.
Una de esas noches me lastimé tanto que solté un pequeño grito, Noelia lo escuchó y se levantó de inmediato, mis brazos estaban con sangre y yo lloraba tendida en el suelo. Ella se agachó a mi lado y me abrazó, me ayudo a limpiar todo y a curar mis brazos para después quedarse a mi lado hasta que me dormía.
Cierro los ojos cuando ya estoy dentro de la ducha y dejo que el agua me limpie, lavo mi cabello y rostro para luego pasar a mi cuerpo. Todavía cuando mi mente deja de pensar un poco comienza a pasar imágenes, a torturarme, recuerdos con mi madre e incluso con mi padre, cosas que creí olvidadas. Pero ahí están. Salgo de la ducha para vestirme rápido.
Es raro salir del baño y que Luke no esté corriendo por la casa y escuchar a Alba gritando que deje de tocar sus juguetes. Ellos siguen viviendo aquí, todavía quedan un par de cosas que sus nuevas familias tienen que resolver, pero ya comenzaron a quedarse allí por algunos días e incluso semanas para acostumbrarse, y esta semana estaban fuera.
Entro a mi cuarto y me asusto al ver una silueta sentada en mi cama pero cuando enciendo la luz veo que es Zack. Evado su mirada caminando hacia mi armario. De reojo veo que se levanta y da unos pasos hacia mí.
―Esto no es mío ―volteo a verlo y noto que tiene ropa en su mano―, y tampoco es de Anthony ―vuelvo a bajar los ojos hacia sus manos y me doy cuenta que es la ropa que Jeff me había prestado aquella noche―. ¿Lo hiciste con él? ―su voz suena rota. Me quedo en silencio intentando comprender su pregunta―. Ashley ―dice de manera suave―, por favor, dime ¿Lo hiciste con él? ―tiene lágrimas en sus ojos y me quedo completamente estática.
Toma mi reacción como respuesta y traga en seco mientras cierra los ojos y asiente con la cabeza.
―Bien, supongo que es por algo ―deja la ropa sobre mi cama y sale de la habitación. No es hasta que escucho la puerta cerrarse que me doy cuenta que tiene una respuesta errónea.
Salgo y camino hasta su habitación pero cuando intento abrir la puerta está trabada.
―Zack, por favor escúchame ―apoyo la cabeza sobre la puerta sintiendo la culpa invadir mi sistema.
―Por favor, déjame solo, por favor ―responde del otro lado. Insistir no es lo mío y sé que si me pide que me vaya es por dos razones. Uno, necesita estar solo y pensar. O dos, se dio por vencido y ya no quiere hablar. De verdad, desde el fondo de mi ser espero que sea la primera opción.