Día 15: Ashley.
7 de Octubre.
Acaricio la mano de mi madre mientras ella escucha atentamente las indicaciones de los doctores en unos días tendrá una revisión para poder comenzar el tratamiento. Ayer tuvo un pequeño descompuesto con malestar estomacal, lo que me preocupo bastante, pero su doctor me hizo saber que era algo normal y no debíamos preocuparnos.
―¿Cómo te sientes? ―le pregunta un doctor mientras toma su pulso.
―Ansiosa, espero que todo salga bien ―sonríe volteando en mi dirección mientras aprieta mi mano.
―Todo saldrá bien ―habla esta vez el doctor que lleva su caso.
Me paso el resto de la hora de visita con ella, me cuenta sobre cómo se siente y los chismes que escucha de las enfermeras, dice que realmente no presta atención pero realmente si lo hace.
―¿Y cómo te llevas con los demás chicos? ―sonrío al darme cuenta las intenciones de su pregunta.
―Bien, los más pequeños están con mucha adrenalina de un lado hacia otro pero están felices ―asiente con mala cara mientras busca otra táctica.
―Oí que te llevas bien con el mayor ―dice con una sonrisa pícara.
―¿Anthony? Sí, puede ser pesado a veces pero es bueno ―fijo la vista en el suelo con desinterés mientras ella frunce el ceño― ¿Hay algo que quieras preguntar? ―niega encogiéndose de hombros pero suspira haciéndome reír.
―El hijo de los Petrov ¿Qué tal con él? ―me mira atenta mientras sonríe.
―Andas de muy chismosa ¿No te parece? ―busco en el pequeño armario un juego de mesa mientras lo acomodo sobre la mesa movible.
―No le digas chismosa a tu madre y cuéntame.
―¿Qué quieres Zack? ―pregunto cerrando el libro que tenía en las manos.
―¿Qué te hace creer que quiero algo? ―se sentó a mi lado con ambas piernas estiradas sobre el suelo. Desde la parte donde estaba podía ver a los demás jugando en la pileta, el verano estaba siendo bastante caluroso y es por eso que elegí ponerme un pantalón corto pero aunque Noelia me dijo que no había problema, decidí ponerme una remera y no estar con el bikini.
―Porque te conozco a ti y esa cara ―pone una sonrisa antes de bajar la vista hacia el libro.
―¿Qué lees? ―pregunta intentando asomarse.
―Un libro ―me mira con mala cara y me río retomando la lectura.
―¿No vas a decirme? ―lo ignoro y de reojo puedo ver como se levanta―. Pues lo averiguaré yo mismo ―antes de que pueda reaccionar él me arrebata el libro para ver la portada. Frunce el ceño antes de leer la contratapa.
―Devuélvemelo Zack ―me levanto e intento quitárselo antes de que llegue a la parte de... olvídenlo, ya lo leyó.
―No sabía que te gustara este tipo de lectura, Ashley D'angelo, me has sorprendido ―si no fuera porque tengo dificultad para ponerme colorada ya sería un tomate.
―Solo dámelo ―se lo arrebato con fuerza antes de acercarme a donde están Gerard y Noelia.
Camino hasta la cocina para servirme un vaso con agua ya todos se encontraban durmiendo pero el calor no me permitía hacer lo mismo. Además cuando casi logro conciliar el sueño los recuerdos volvieron haciéndome sentir mal, así que preferí bajar por agua.
Apoyo mis manos sobre la mesada suspirando. Instintivamente llevo mis manos hacia mi cuello, recorro mi clavícula con la yema de mis dedos esta estaba más marcada de lo que debería, al igual que mis brazos, son bastante más delgados de lo que deberían, en mis piernas el caso es el mismo.
―¿Estás bien? ―pregunta Zack desde la puerta de la cocina, con una falsa sonrisa asiento―. ¿Sigues enojada por lo de hoy?
―No fue nada, ya lo olvide ―siento un nudo formarse en mi interior mientras paso las manos por mis brazos.
―Ey, ¿qué sucede? ―pregunta poniendo una mano en mi espalda.
―Nada, no sucede nada yo ―mis ojos comienzan a humedecerse mientras resisto para no derramar lágrimas―. Odio esto ―en cuanto las palabras salen sus brazos ya me están rodeando.
―¿Qué es lo que odias? ―lo escucho preguntar con tranquilidad.
―A mí, mírame ―me aparto señalando mi cuerpo―. Mi cuerpo, a mí por provocarlo, por no detenerlo ―pone las manos sobre mis mejillas para que levante el rostro.
―Escúchame, tú eres preciosa, cada parte de ti lo es. Así como te ves eres perfecta. Más que perfecta. No importa si eres delgada, o si tienes peso de más, eres una jodida maravilla ―pasa su pulgar por mis mejillas sin despegar sus ojos de los míos.
―Pero vamos, nadie se fijaría en mí, no así ―suspira acercándose un poco más.
―Yo me fijé en ti. Y créeme, sé de muchos y muchas más que se fijan en ti ―desvía la mirada por unos segundos a mis labios y antes de que pueda siquiera pensar me está besando con dulzura.
No sé qué hacer, por lo que me quedo quieta dejándolo hacer el trabajo. Baja sus manos a mis caderas y yo subo las mías a su cuello. El beso es lento pero dulce, sus manos van a mi espalda acercándome más a su cuerpo. Muerde ligeramente mi labio inferior mientras me empuja contra la mesada.
―Ashley, ¿eres tú? ―me separo con rapidez antes de responder.
―Sí, soy yo ―le respondo a Noelia viendo a Zack reír.
―Apaga las luces cuando te vayas cariño ―respondo de forma afirmativa para luego escuchar cono se cierra la puerta.
Me río mientras veo a Zack, él hace lo mismo mientras me acomoda el cabello por detrás de la oreja.
―No olvides lo que te dije, eres hermosa tal y como te ves Ashley...
―...Ashley, tierra llamando a Ashley ―levanto la vista del suelo para observar a mi madre, quien me ve con una sonrisa de satisfacción por encontrar lo que quería―. Así que, Zack Petrov es quien está en tu corazón ―niego pero me ve con una ceja enarcada haciéndome bajar la cabeza.
―Es complicado ¿Está bien? ―levanta ambas cejas mientras asiente lentamente por lo que la empujo con mucho cuidado―. Ya basta ―levanta ambas manos antes de comenzar a reír, su risa siempre fue uno de los mejores sonidos que escuche alguna vez, es tan dulce y contagiosa.
―Prométeme una cosa ―me dice tomando mi mano―. Prométeme que serás feliz ―frunzo el ceño y ella pasa su mano a mi mejilla para acariciarla―, que siempre pondrás tu felicidad y bienestar por sobre las cosas ―la veo derramar una lagrima y comienzo a preocuparme.
―Eso sonó como una despedida, ¿por qué te despides? No te despidas ―niega rápidamente mientras me da una sonrisa.
―Hablo en general y por todo. Porque tal vez en cuanto salgas tengas una decisión importante que tomar. Una nunca sabe ―me relajo un poco al darme cuenta que si lo dice por eso.
―Debo irme, le prometí a... alguien que nos veríamos y ya voy tarde ―toma mi mano y me acerco para darle un beso en la cabeza―. Te veo otro día, adiós.
―Te amo cariño ―le digo que yo igual antes de salir y comenzar a recorrer el camino a la salida.
Acomodo mi campera para evitar salir con el frío. Mientras voy caminando por el pasillo de internados veo una familia llorar. Logro escuchar algunas de las palabras que dicen los médicos.
―Lo siento mucho, no hubo nada que pudiéramos hacer ―la señora se arroja a los brazos de quien está a su lado.
Tengo que pasar por allí para poder llegar hasta el ascensor, mientras voy pasando mi vista se desvía momentáneamente hacia la sala. Una enfermera cubre el cuerpo pero antes puedo llegar a ver su rostro y palidezco.
Mis ojos se encuentran con uno de los hombres que está al lado de la mujer y me ve reconociéndome, pero no se altera ni nada igual, ladea solo un poco la cabeza levantando una ceja.
Apresuro el paso hasta llegar al ascensor. Mis manos tiemblan cuando aprieto el botón de la planta baja y aún más cuando busco mi teléfono en la mochila. Camino apurada hasta que salgo mientras marco su número, contesta al quinto tono.
―Ashley, ¿qué sucede? ―mi respiración esta alterada e intento alejarme lo máximo posible del hospital.
―Él murió, Jeff. Está muerto ―digo con apuro cubriéndome la boca con la mano.