Ola De Calor (Caché)

By YessicaRodriguez12

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La detective de homicidios Marìa José Garzón. Dura de pelar, sexy y profesional, el emblema de Garzón es su a... More

Capítulo 1
Capitulo 2
Capitulo 3
Capitulo 4
Capitulo 5
Capitulo 6
Capitulo 7
Capitulo 8
Capitulo 9
Capitulo 10
Capítulo 11
Capítulo 12
Capítulo 13
Capítulo 14
Capítulo 15
Capítulo 16
Capítulo 17
Capítulo 18
Capítulo 19
Capítulo 20
Capitulo 21
Capítulo 22
Capítulo 23
Capítulo 24
Capítulo 25
Capítulo 26
Capítulo 27
Capítulo 28
Capitulo 29
Capítulo 30
Capítulo 31
Capítulo 32
Capítulo 33
Capítulo 34
Capítulo 35
Capítulo 36
Capítulo 37
Capítulo 38
Capítulo 39
Capítulo 40
Capítulo 41
Capítulo 42
Capítulo 43
Capítulo 44
Capítulo 45
Capítulo 46
Capítulo 47
Capítulo 48
Capítulo 49
Capítulo 50
Capítulo 51
Capitulo 53
Capítulo 54
Capítulo 55
Capítulo 56
Aviso
¡NOTA!
¡Nueva adaptación!

Capitulo 52

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By YessicaRodriguez12

Garzón, Ruíz, Villalobos y Calle cruzaron el vestíbulo del Guilford hacia los ascensores. Cuando las puertas se abrieron, Poché puso la palma de la mano sobre el hombro de Calle.

—No tan rápido, ¿adónde crees que vas?

—Con vosotros.

Ella negó con la cabeza.

—De eso nada. Tú esperas aquí abajo.

Las puertas automáticas intentaron cerrarse. Sebas metió un hombro en medio para mantenerlas abiertas.

—Vamos, hice lo que me dijiste. Pensé como un detective y me merezco estar ahí cuando la detengáis. Me lo he ganado. —Cuando los tres detectives estallaron en carcajadas, Calle retrocedió un pelín—. ¿Y si me quedo en el vestíbulo?

—Me dijiste que esperarías en el vestíbulo cuando detuve a Buckley.

—De acuerdo, fui impaciente una vez.

—Y en nuestra redada en Long Island City, ¿qué hiciste después de que yo te hubiera dicho que esperaras?

Calle golpeó con la punta del zapato el borde de la alfombra.

—Mira, esto empieza a sonar más a intervención que a detención.

—Te prometo que no te haremos esperar mucho. Después de todo —dijo ella con fingida solemnidad—, te lo has ganado.

Se metió en el ascensor con los Roach.

—Precisamente por eso puede que dedique todo mi artículo a otra persona.

—Me rompes el corazón —afirmó ella mientras las puertas se cerraban en sus narices.

Cuando la detective Garzón entró por la puerta principal del apartamento, se encontró a Noah Paxton solo en la sala.

—¿Dónde está Kimberly?

—No está aquí.

Ruiz y Villalobos entraron detrás de Poché.

—Registrad todas las habitaciones —ordenó ella. Sebas desapareció con Mario por el pasillo.

—Kimberly no ha vuelto —dijo Paxton—. Ya lo he comprobado.

—Nos gusta hacer las cosas por nosotros mismos. Somos así de graciosos — ironizó Garzón.

Echó un vistazo a la habitación llena de obras de arte, colgadas como siempre lo habían estado, desde el suelo hasta el techo. Poché se maravilló ante la imagen.

—Los cuadros. Vuelven a estar aquí.

Noah parecía compartir su asombro.

—Yo tampoco lo entiendo. Estoy intentando imaginarme de dónde diablos han salido.

—Tranquilo, ya no tiene que fingir más, Noah. —Vio cómo las arrugas fruncían su frente—. Nunca salieron del Guilford, ¿verdad? Escuchamos la llamada que le hizo no hace ni veinte minutos.

—Entiendo —admitió, y se quedó pensando unos segundos, sin duda recapitulando su parte de conversación, preguntándose si él podría ser un accesorio detrás del hecho—. Le dije que estaba loca —dijo.

—Eso es ser un buen ciudadano.

Él extendió las palmas de las manos hacia ella.

—Le pido disculpas, detective. Sabía que debía llamarla. Supongo que aún sigo teniendo mi instinto de protección por la familia. He venido a hacerla entrar en razón. Aunque ya sea demasiado tarde. —Poché se encogió de hombros—. ¿Cuándo descubrió que había sido ella la que los había robado? ¿Durante la llamada?

—No. Las sirenas de alarma sonaron cuando oí que nuestra viuda en duelo había comprado un piano y se había ido de la ciudad para la entrega. ¿Le parece Kimberly el tipo de persona que dejaría encargados de cambiar de lugar sus preciosas antigüedades a una cuadrilla de trabajadores y a una niñera tarada? — Poché se acercó al Steinway y presionó una tecla—. Lo cotejamos con el jefe de mantenimiento del edificio. Confirmó que los transportistas del piano habían llegado aquí por la mañana con una caja enorme, pero no recordaba haberlos visto bajar con ninguna. Perdió el norte con toda la confusión del apagón, supongo.

Noah sonrió y sacudió la cabeza.

—Caray.

—Lo sé, bastante retorcido, ¿verdad? Nunca salieron del edificio.

—Qué ingenioso —dijo Paxton—. No me suena nada a Kimberly Starr.

—Bueno, no era tan lista como se creía.

—¿Qué quiere decir?

Poché le había dado vueltas y vueltas en la cabeza, así que lo tenía más claro que el agua. Ahora se llevaría con ella a Noah en su viaje.

—¿Sabía que Matthew había cambiado de opinión acerca de lo de vender su colección?

—No, no tenía ni idea.

—Bueno, pues así era. El mismo día que lo mataron vino una mujer de Sotheby 's llamada Barbara Deerfield para tasarla. Fue asesinada antes de volver a su oficina.

—Eso es terrible.

—Creo que su asesinato estaba relacionado con el de Matthew.

Su cara se ensombreció.

—Es una tragedia, pero no entiendo la conexión.

—Yo tampoco la entendía. Seguí dándole vueltas, ¿por qué iba a matar nadie a una tasadora de arte? Luego descubrí que la colección de Starr estaba formada por falsificaciones.

Poché vio cómo la cara de Noah Paxton palidecía.

—¿Falsificaciones? —Dejó vagar la mirada por las paredes. Poché vio que se fijaba en una obra de arte situada al lado del corredor abovedado. La que estaba cubierta por una sábana.

—Falsificaciones, Noah —repitió ella, captando de nuevo su atención—. Toda la colección.

—¿Cómo puede ser? Matthew pagó un dineral por esos cuadros y se los compró a reputados marchantes —dijo él. Paxton estaba recuperando el color, y un poco más a medida que se ponía más nervioso—. Le puedo asegurar que cuando los compramos no eran falsificaciones.

—Lo sé —admitió la detective—. Las fotos de archivo del seguro lo confirman.

—Entonces, ¿cómo puede ser que ahora sean falsificaciones?

Poché se sentó en el reposabrazos de un sofá que costaba más que el coche de la mayoría de la gente.

—La tasadora tomó sus propias fotos de la colección, a modo de notas. Nos dimos cuenta de que su cámara y sus fotos no se correspondían con las fotos del seguro. Ella había documentado una habitación llena de falsificaciones. —Garzòn se detuvo para dejarlo digerir aquello—. En algún momento, entre la compra y la tasación, alguien cambió las obras de arte.

—Es increíble. ¿Está segura?

—Completamente. Y Barbara Deerfield habría llegado a la misma conclusión si hubiera vivido para analizar sus fotos. De hecho —dijo Poché—, yo diría que la razón por la que mataron a Barbara Deerfield fue que alguien no quería que se supiera que la Colección Starr de sesenta millones de dólares era falsa.

—¿Está diciendo que Matthew intentaba endosarle a alguien unas falsificaciones?

Poché negó con la cabeza.

—Matthew nunca habría contratado a un tasador si supiera que se trataba de falsificaciones. ¿Después de todo el dinero y el ego que había invertido en este pequeño Versalles? Le habría dado un ataque si hubiera llegado a enterarse.

Los ojos de Noah se abrieron como platos cuando se dio cuenta.

—Dios mío, Kimberly…

Poché se puso en pie y dio un paseo hasta el óleo de John Singer Sargent de las dos inocentes niñas, disfrutando de él con un sólo vistazo.

—Kimberly fue más rápida que otra persona robando la colección de arte —dijo—. He detenido a un segundo grupo de personas que entraron aquí más tarde, durante el apagón, y lo único que se encontraron fueron las paredes vacías.

—Todos se han tomado muchas molestias para robar algo que no vale nada.

—Kimberly no sabía que los cuadros no valían nada. La viuda de Starr pensó que se estaba cobrando su recompensa multimillonaria por haber tenido un matrimonio de mierda.

—Obviamente, los otros ladrones también pensaron que tenían valor —dijo Paxton, señalando los cuadros—. De otro modo, ¿por qué iban a intentar robarlos?

Parte 1

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