Segundo One Shot: Un año de espera.
Tema obligatorio: Cartas. Tema secundario: Estaciones
Descripción: Accidentalmente, Venti termina lanzando el teléfono de su compañero de piso por la venta. No solo ha dejado sin teléfono a Zhongli, sino que ahora ha terminado endeudado porque debe comprar un reemplazo para el celular que arruinó. Si tan solo no hubiera metido sus narices en la amena llamada entre Zhongli y su novio nada de esto hubiera pasado.
Basado en: Universo alternativo; Vida real. Estudiante universitario ZhongLi y estudiante de preparatoria Xiao (Diferencia de edad de un año).
—Entonces — Luego de tomar una pequeña bocanada de aire, decidió romper el silencio. Xiao necesitaba unos segundos para terminar de digerir el escenario actual. Hace solo unos minutos atrás se encontraba hablando felizmente con su novio por video llamada y ahora estaba viendo como este mismo ahorcaba a un extranjero. La vida te da sorpresas, sorpresas te da la vida— ¿Tu teléfono cayó de un quinto piso y ahora no sirve?
—En efecto —la voz de Zhongli sonaba molesta y más profunda de lo que usualmente era. No podía culparlo, ese celular era nuevo. Había ahorrado y trabajado por más de seis meses para conseguir obtenerlo y ahora un Gremlin alemán lo rompió. Si Xiao estuviera en sus zapatos, él mismo habría arrojado directamente a Venti por la ventana en vez de solo ahorcarlo con su brazo—. Mis disculpas por si te asusté, querido Xiao.
—Ah, descuida. Supuse que había pasado algo —no estaba diciendo la verdad. En realidad casi se le sale el corazón del susto—. Aunque deberían mantener la ventana cerrada, Zhongli. Aún hace algo de frío.
—Hm, ciertamente tienes razón. Pero este bufón —el agarre en el cuello de Venti aumentó y este chilló— decidió que no era lo suficientemente el frescor de la habitación y abrió la ventana aunque le indiqué lo contrario.
—¡Tu colonia apesta a anciano! ¡No la aguanto, siento que olerla me hace treinta años más viejo! —protestó el causante de toda la tragedia.
Para resumir lo que está pasando y aclarar por qué un estudiante modelo como lo es Zhongli estaba a tres pasos de asesinar a su compañero de piso, hay que remontarnos a exactamente quince minutos atrás. Cuando todo estaba en paz.
Como todas las noches, Zhongli y Xiao hacían una pequeña video llamada. No era fácil tener una relación a larga distancia, más aún si estaban tan acostumbrados a verse todos los días e interactuar, pero ahora existían más de veinte kilómetros entre ambos y no era fácil que se volvieran a ver en un buen tiempo. Sin embargo, esto no desanimó a ninguno de los dos.
Antes de que Zhongli partiera de Okinawa, habían investigado a profundidad el concepto de "relaciones a distancia" y cómo hacerlas funcionar. La investigación fue rigurosa y extensa, pero dio sus frutos. Ya eran mediados de Abril, pero el cambio más significativo que su relación ha sufrido es que no pueden almorzar y regresar a casa juntos. No obstante, la separación no parecía golpearlos tanto como otras parejas.
Regresando al tema en cuestión, la llamada parecía ir de forma amena: ambos conversando acerca de cómo fue su día y alguna que otra anécdota divertida que sucedió en sus clases. Todo iba como viento en popa, hasta que el compañero de piso de Zhongli decidió aparecer y arruinar todo.
Venti era molesto. No había otra palabra para describirlo mejor. Parecía que nunca se le acababa la energía, siempre hacía bromas y tenía la horrible manía de imitar a otros o hablar con rimas. Zhongli más de una vez confesó tener ganas de golpearlo. Sin embargo, aunque Xiao aceptaba que ese pequeño extranjero era algo complicado, debía aceptar que también era muy gracioso. No veía mal que su novio tuviera un nuevo amigo tan entusiasta. Hasta hoy.
¿Mencionó que Venti tenía la mala costumbre de ser el "doctor corazón" en su país de origen? ¿No? Pues ahora lo saben. Este chico cada vez que podía se colaba a la conversación dando "consejos" amistosos a Zhongli. Iba desde cómo coquetear, conquistar, escribir poemas de amor y recitarlos. En casos más extremos, tenía la audacia de mencionar maneras de "encender" las cosas —en el sentido más sexual de la palabra—. Tenía la leve impresión que más de consejos verdaderos, eran solo bromas pesadas para probar cuán infinita era la paciencia de Zhongli.
Esta ocasión no fue diferente. Apenas cruzó por el umbral de esa puerta y los pilló hablando, saltó encima de Zhongli y empezó a recitar en voz alta su discurso elaborado de "cómo hacer sex-phone con tu pareja". Solo que esta vez la broma escaló tanto que terminaron ambos a una distancia peligrosamente cerca de la ventana. Xiao se percató antes, trató de avisar de eso, pero fue demasiado lento. Un salto por parte de ese Gremlin, un grito de ambos universitarios, la imagen distorsionada de la caída y por último la finalización de la llamada.
Xiao estuvo por casi cinco minutos con el corazón en la garganta. No sabía qué hacer. ¿Llamar a los paramédicos? ¿Al casero de Zhongli? ¿La morgue? ¿Qué posibilidades hay para que un adulto sobreviva la caída de un cuarto piso?
Su alma regresó a su cuerpo cuando recibió la llamada de un número desconocido; era Venti. Así acabaron en este tragi-cómico escenario. Zhongli ahorcando al asesino de su teléfono, Venti luchando por sus derechos como ser humano y Xiao recuperando el aliento luego de haber tenido un infarto. Qué vergüenza.
—Lo lamento, Xiao —cuando el Gremlin por fin huyó del agarre de oso de Zhongli, este por fin pudo seguir con su conversación—. Parece que tendremos que conformarnos con llamadas y algunas cuantas videollamadas a la semana hasta que compre otro teléfono.
—No necesitas disculparte por eso —Xiao le sonrió un poco. Se decepcionó de que ya no pudiera verlo todos los días, mas no deseaba que Zhongli descuidara sus estudios para buscar un trabajo de medio tiempo y reponer con rapidez su teléfono.
—Haré que ese bufón pague por esto rápido —bufó. Miró hacia un costado, presumiblemente a donde el alemán había huido. Ah, parece que haría pagar al extranjero por esto. No es mala idea—. Debo cortar, querido Xiao. Dulces sueños, te quiero.
Xiao le deseó buenas noches y se despidió también. Suspiró. Se reclinó en su silla, levantó la cabeza y fijó su mirada en el techo de su habitación.
—Esto será difícil.
A finales de la primavera Xiao recibió una carta. Su madre se la entregó una tarde luego de regresar a casa. Supo quién era el remitente con solo ver el papel y ese leve olor a incienso. Zhongli tenía bastante experiencia escribiendo cartas, no obstante, eran para ocasiones especiales. Solía mandar cartas a sus familiares por navidad, año nuevo, Obon, etcétera.
Subió a su habitación y abrió la carta. Era bastante larga —unas tres hojas— nada nuevo en él, siempre tuvo la mala costumbre de divagar. Xiao sonrió un poco al recordarlo. Un sentimiento cálido y algo doloroso se instaló en su pecho. Lo extrañaba.
Se obligó a alejar los pensamientos deprimentes, en cambio, se concentró en leer la carta. Como siempre, iniciaba con una larga introducción. Habló del clima en la capital y las diferencias significativas entre Okinawa y Kanto. Luego, siguió comentando los inconvenientes de no tener su teléfono —insultó de forma muy elaborada y elegante a Venti un par de veces—. Xiao río. Era divertido leerr a su novio perder los estribos.
Los siguientes párrafos se centraron en hablar de la razón detrás de la carta. Logró hacer que Venti se comprometiera a pagar su teléfono, además de su cuenta de saldo. Sin embargo, el alemán era aún más desastroso con sus finanzas que el mismo Zhongli. Venti era la pereza hecha persona —según su novio—, no quería conseguir un trabajo de medio tiempo porque eso "mataría su vida social", así que sacaría dinero de su beca universitaria para comprar el teléfono de Zhongli. Sin embargo, el Gremlin se encontraba demasiado justo de dinero. Parecía que aún no se acostumbraba a los yenes. Aún menos a la comida japonesa. Por eso solía gastar mucho más en productos que pudieran imitar un poco la comida alemana y brindarle todos los nutrientes que su cuerpo estaba ya acostumbrado. Un verdadero desastre financiero.
Zhongli, al entender que esto llevaría un tiempo decidió recurrir a correspondencia por cartas para no tener que depender todo el tiempo de que Venti le prestara su teléfono o alguna cabina telefónica que hubiera por la zona.
El verano en Japón era caluroso. Solo alejarse del aire acondicionado o del viento de tu abanico hacía que sudaras cántaros. Es por eso que todos preferían quedarse en casa o ir a una piscina. Los que vivían en la costa, saldrían a la playa cercana a darse un chapuzón. Y eso era exactamente lo que decidieron hacer Zhongli y Xiao hoy.
Okinawa era conocida por sus playas y por suerte Xiao vivía en una ciudad costera. Solo debías caminar unas cuantas cuadras y llegarías a la playa. Ya era costumbre el ir después de clases a ver la puesta de sol o tomar aire. Cuando aún estaban en preparatoria, Zhongli y él solían pasear por la zona todo el tiempo de camino a casa. Era algo melancólico pasar por el lugar de camino a casa y no tener al mayor a su lado.
Sin embargo, esta no era la ocasión. El joven universitario había decidido venir una semana entera a Okinawa por sus vacaciones de verano. Para ambos fue la oportunidad perfecta para tener todas las citas que les fueran humanamente posibles y esta era justamente una de las tantas.
Caminaron por la costa unos cuantos metros, admirando el lugar, era una buena vista. Xiao estaba algo nervioso, era la primera vez en meses que estaban juntos —solos— y no es como si pudiera pensar en qué decir. Estaba nervioso, quería que esta cita fuera perfecta, pero este silencio resultaba algo incómodo. Debía romperlo. El joven estudiante de preparatoria se armó de valor y decidió ser el primero en hablar.
—¿Quieres ir al agua? —fue lo primero que pensó y enseguida se arrepintió. ¿Qué más iban a hacer en la playa sino era entrar a darse un chapuzón?
— Seguro.
Y otra vez silencio. Ambos se sumieron en sus pensamientos y se sintieron avergonzados. Xiao quiso que la tierra lo tragara en ese preciso instante al darse cuenta de algo aún más alarmante. Había olvidado su traje de baño en casa.
—Querido Xiao —Zhongli tosió, su mirada viajaba de un lado al otro, tratando de evitar a toda costa a su pareja. El pelinegro se sobresaltó al escucharlo—. Me avergüenza decirte esto, pero he olvidado mi traje de baño.
Xiao lo miró atónito. Zhongli, el chico con la memoria casi perfecta, educado y responsable, amante del orden y de la etiqueta. Su novio, el hombre que sus únicos defectos era su cara de póker y su mala manera de administrar el dinero, había olvidado su bañador en su casa. Sus orejas estaban rojas de la vergüenza y sus ojos demostraban lo nervioso que se hallaba ante su declaración.
—Yo también —confesó.
Se miraron el uno al otro en silencio durante unos segundos, luego estallaron en carcajadas. No solo el error tan infantil que cometieron en sincronía les hizo reír, sino también la revelación sencilla y clara de que los nervios llevaron a que olvidaran algo tan importante.
No regresaron a casa a buscar sus bañadores. Simplemente se quitaron sus zapatos y calcetas, recogieron las botas de sus pantalones lo más alto que pudieron y se metieron al agua. Estaba fría, pero no les importó.
Cuando les dio hambre, salieron y fueron a alguno de los restaurantes que había en las cercanías. Almorzaron y luego tomaron té de jazmín. Cuando se sintieron preparados, partieron de regreso a la playa. Esta vez, terminaron empapados de pies a cabeza por la helada y refrescante agua del mar. No recordaba porqué terminaron así en primer lugar, sólo pasó y lo disfrutaron.
Al subir la marea, decidieron salir del agua y caminar por la orilla tomados de la mano. Los últimos rayos de sol los bañaban con su calidez. El atardecer se veía hermoso, pensaron. Xiao estaba feliz. Al principio, nada salió exactamente como lo planearon, pero ¿qué importaba? A fin de cuentas, fue la mejor cita que hayan tenido en meses.
Su teléfono sonó. Xiao detuvo la música y revisó quien lo llamaba. Era Zhongli. Contestó sin dudarlo.
—Estoy frente a la estación —informó la voz al otro lado de la línea.
—Hm —respondió. Tomó sus maletas y camino hacia la salida del lugar.
El aire estaba frío inclusive dentro del edificio. El invierno de Tokio parecía ser un poco más fuerte que en Okinawa. El aire frío le había enrojecido la punta de la nariz.
No cortaron la llamada. A través de los audífonos pudo escuchar el murmullo lejano de la gente fuera del edificio. Las vacaciones de invierno habían comenzado y muchas personas viajaban. Ya fuera para ver a sus familiares o por negocio, las razones eran variadas.
Arribó a las puertas de la estación. Recorrió todo el paisaje con rapidez, pero no encontró a la persona que anhelaba entre esta multitud. Se tentó por preguntarle, pero se abstuvo. Quería hallarlo por su propio pie.
Caminó unos metros más lejos de todo el tumulto. Allí lo vio. Vestía una gabardina color caqui, una camiseta de cuello alto negra, pantalones ajustados del mismo color que su camiseta. Por último, estaban unos mocasines de cuero oscuros. Zhongli tenía un porte elegante por nacimiento, pero este conjunto solo lo enmarcaba aún más.
Xiao se tragó un suspiro. Trotó a su encuentro. Se miraron el uno al otro por unos segundos antes de colgar por fin la llamada. Sonrieron. Zhongli tomó una de las maletas de Xiao y luego su mano ahora desocupada. Él guió el camino. Irían a una cita.
¡Y llegamos al final! No suelo escribir fluff y si lo hago tiende a ser comedia barata y combinado con algo de NSFW. Estaba vez, me siento orgullosa de haber logrado cumplir con el plazo de palabras establecido. Aunque me hubiera gusta agregar más cositas, fue muy amena la experiencia.
Prueba: