Un Secreto En Otoño [#1]

By _Artemixa_

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Las hojas de la copa más alta de un árbol se preparan para caer, solo faltan unos minutos cuando todo a su al... More

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35. Final
Epílogo
Nota Final.

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By _Artemixa_

Día 16: Ashley.

8 de octubre.

-Es desesperante -digo en medio de un suspiro-, apenas empieza octubre y ya están sacando todas las decoraciones baratas -ella se ríe sin apartar la vista de sus cartas.

-¿No te emociona Halloween? A mi siempre me encantó -hace su siguiente movimiento y me mira con una ligera sonrisa de satisfacción, observo mi juego por última vez antes de mostrarle lo que tengo, hago cuentas con sus números y suspiro al notar que una vez más me ganó.

-Mierda -su sonrisa se borra de manera instantánea y me mira con enfado.

-Señorita, cuida ese lenguaje frente a tu madre, frente a cualquier persona -evito poner los ojos en blanco ante su reclamo ya que sé que no le va a gustar.

-Lo siento -murmuro acomodándome mejor sobre la silla, ella reúne las cartas y vuelve a mezclar el mazo.

Luego de la escuela vine directamente a la residencia para poder ver a mi madre, los domingos y martes son los únicos días que tengo fijos para poder visitarla, aunque trato de hacerlo más seguido durante la semana, la mayoría de las veces no me lo permiten. Ahora mismo llevaba perdiendo tres partidas de un juego de cartas, al parecer en su tiempo libre se dedica por completo a perfeccionar sus estrategias.

-¿Estás bien? -le pregunto notando la mueca en su rostro, asiente al instante pero sigue luciendo incómoda-, ¿te duele algo? Espera, voy a llamar a la enfermera -niega al mismo tiempo en que intenta moverse hacia adelante.

-Hay un cable en mi espalda -me acerco hasta poder inclinarme detrás de ella, levanto solo un poco la parte trasera de su camisón tratando de tensar el estómago y evitar una reacción al ver sus moretones.

Cualquiera diría que siendo su rutina estar diariamente en la camilla no podría tener golpe alguno, pero tanto su espalda como su pecho están llenos de moretones, en la espalda tiene conectados varios cables que controlan su respiración, aunque la mayoría están en la parte delantera.

Han pasado ya siete años del accidente pero todavía no logran encontrar una solución a su problema, cosa que me parece absurdo, no entiendo como es posible que luego de tanto tiempo no puedan hacerle el maldito trasplante, mi madre no es una persona que merezca perder su tiempo en la camilla de una residencia, rodeada de cables.

No es que ella no haga nada, las enfermeras no dejan que los pacientes tengan una vida inactiva porque dicen que eso solo empeora su estado. Mi madre tampoco se dejaría estar tanto tiempo, un hábito que herede de ella es el amor por los libros y la literatura, en su caso se dedica a la corrección de manuscritos de una editorial. Pero sé que ese no era su sueño.

Ella anhelaba poder convertirse en escritora, tenía un mundo de imaginación enorme en su cabeza. De hecho la mayoría de los cuentos que solía contarme cuando era niña no eran menos que sus propias creaciones, incluso llegó a publicar algunas novelas juveniles, las cuales aunque no tuvieron tanto éxito para mi siempre serán mis favoritas. Tenía una facilidad increíble para escribir, simplemente magia.

Sé que dejó de escribir tan seguido cuando nací yo, aunque mi padre fue quien más le insistió en que no lo deje de lado ella solía decir que no podía imaginar algo mejor cuando ya nos tenía a nosotros. Personalmente creo que era una excusa para el posible bloqueo de escritor.

Ella siguió escribiendo cuando yo me hice un poco más grande y no necesitaba atención constante. Pero toda la imaginación y capacidad de crear una situación perfecta se perdió tras el accidente, más específicamente luego de la muerte de mi padre. Creo que quien la ayudaba en parte a desatar esa parte creativa era él, quien más la apoyó y la ayudó.

Supongo que al momento de perder al amor de tu vida y tu musa, pierdes también la inspiración para crear finales felices o cuentos de hadas.

Por suerte la editorial con la que había sacado sus libros supieron ver algo más allá que el dinero y la contrataron como correctora, supongo que en realidad rinde sus frutos porque al tener tanto tiempo libre puede dedicarle más que el resto a perderse entre las páginas.

-¿Ocurre algo? -cuestiona al ver que me quedé en silencio, sacudo la cabeza saliendo de mis pensamientos y le doy una sonrisa luego de suspirar.

-Me cansé de perder -murmuro haciéndola reír.

-¿Qué quieres hacer entonces? -junto las cartas para guardarlas en su lugar, luego acerco más la silla a la camilla y suspiro-. ¿Por qué mejor no me cuentas que sucede con el hijo de los Meyer? -me enderezo de golpe viéndola con el ceño fruncido, ella me mira con una sonrisa apartando un mechón de cabello de mi rostro- Así que di en el clavo.

-¿Cómo sabes de él? -prefiero mentir y decir que estaba pensando en él a arruinarle el día aceptando que pensaba en el pasado.

-A veces simplemente lo sabes -se encoge de hombros y me da una sonrisa de suficiencia, pero el gesto es reemplazado por uno mucho más dulce- ¿Quieres hablarlo? -me quedo quieta observando un punto fijo en su mano.

En realidad no hay nada que hablar, decidí que Zack no merece ser una preocupación en mi vida, no sería la primer persona que me decepciona y tampoco va a ser la última, no tiene que ser el fin del mundo porque un chico en el que hayas confiado resulte ser alguien sin cerebro.

Finalmente sonrío descansando el mentón sobre mi mano.

-Solo dramas adolescentes -se ríe negando con la cabeza viéndome de manera dulce.

Su sonrisa se borra lentamente hasta tener una expresión mucho más melancólica, me acaricia la mejilla con los nudillos examinando mi rostro. Sus ojos comienzan a llenarse de lágrimas y su nariz se pone completamente roja, cosa que sucede siempre que está por empezar a llorar. Comienzo a asustarme pensando que tal vez algo la hizo sentirse mal.

Examino su alrededor, dudo mucho que un cable mal colocado la haga ponerse al borde del llanto.

Sujeta mi mano cuando entiende que busco alguna alerta de algo incorrecto, niega tratando de borrar la tristeza de su rostro.

-Lo siento es que... -se le corta la voz así que le lleva varias respiraciones poder expresarse-, eres tan parecida a él -las primeras lágrimas comienzan a caer de sus ojos aunque intenta retenerlas. Por mi parte me quedo detenida en el tiempo al escucharla decir eso, no es algo que no sepa, pero es extraño viniendo de ella.

Por lo general suele evitar mencionarlo o hacer referencias a él. Sé que es un tema que le duele demasiado, ella verdaderamente perdió al amor de su vida, su alma gemela. Uno nunca va a estar preparado para eso.

Nunca me habló muy a profundidad de su historia ya que la recuerda con mucho resentimiento pero por lo poco que pude ir recolectando a lo largo de los años, pude llegar a deducir que el vínculo de mi madre con su familia se cortó en muy malos términos y fue mi padre quien la acompañó en todo ese proceso.

Por más de doce años mi padre estuvo con ella acompañándola en sus momentos más tristes y oscuros, todo para finalmente darle la despedida más triste y dolorosa de su vida.

-Lo siento -pasándose ambas manos por el rostro borra cualquier rastro de lágrimas de hace unos minutos atrás. Se sigue viendo ligeramente perturbada pero poco a poco va recobrando la compostura.

-Yo... -se me contrae el pecho cuando siento las palabras cortarme las respiración. Ella sujeta mi mano cuando empiezo a temblar y niega muy lentamente, entiendo que no es un buen momento para hablar sobre eso así que hago un intento para regular mi respiración.

Creo que en general jamás hemos tenido una conversación respecto del accidente, cuando ella despertó una enfermera ya me había dicho lo que sucedió con mi padre ahorrándole el dolor de tener que ponerlo en palabras. Si recuerdo haber pasado esa noche llorando junto a ella pero ninguna fue capaz de decir nada y así por los siguientes siete años.

No sé como sentirme respecto a eso. En parte entiendo que para ella es muy difícil, es comprensible que en su forma de afrontar el duelo decida evitar hablarlo, también es sencillo para mi simplemente evitar confrontar lo que ocurrió y continuar con los problemas ocultos en el armario. Otra parte en mi quisiera que tuviera el valor para ayudarme a sanar la herida también, ella perdió a su esposo, pero yo los perdí a ambos ese día.

De igual manera sé que jamás tendré la fuerza como para enfrentarla y decírselo, me aterra comunicarle algo que termine haciéndole daño.

Es por eso que pasamos el resto de la tarde sin hablar sobre el breve momento que tuvimos, volvemos a actuar como si nada hubiera ocurrido, solo somos una madre y su hija pasando el día juntas y haciendo actividades casi comunes. Hago mi tarea mientras ella teje y ve un programa de cocina que pasan por las tardes.

Si sacamos el olor a productos de hospital y el ruido de las máquinas que controlan su corazón, cualquiera diría que es una simple tarde de madre e hija.

El horario de visita termina cerca de las seis y media de la tarde, por lo que cuando salgo de la residencia el señor Meyer me espera en el auto afuera. Últimamente está anocheciendo muy tarde y no les gusta que vuelva en autobús sola, aunque tampoco tengo muy buenos recuerdos de la última vez que lo hice.

El auto es bastante más pequeño que la camioneta que solemos usar, pero el hombre lo requiere para movilizarse de ida y vuelta al trabajo. Además es mucho más fácil transportarse en este cuando no viajamos más de cinco.

-Los chicos están insistiendo en aprender a conducir -comenta observándome por el espejo retrovisor-. María y yo pensamos que tal vez a ti también te interesaría -agradezco que me tomen también en cuenta pero niego con la cabeza.

-Creo que todavía no estoy lista -asiente dándome una sonrisa comprensiva antes de volver la vista al frente.

No es mentira, realmente no me creo capaz de poder hacerlo, solo una vez me puse tras el volante y terminé en una crisis de ansiedad al recordar el accidente, incluso teniendo en cuenta que yo iba en la parte trasera, fue como si pudiera sentir en carne propia lo que mi padre tuvo que vivir. Pero creo que en parte también me niego ya que no lo veo necesario, en el hipotético caso de que pudiera aprender a conducir sin querer arrancarme la piel en el proceso tampoco serviría de nada, dudo mucho llegar a tener la posición económica como para poder tener un vehículo propio el cual manejar.

Gerard y yo conversamos solo un poco en el camino, me comenta algunas cosas sobre su trabajo en la parte económica de una empresa pero poco más, el silencio en realidad no se siente tenso, es como si pudiera darme también ese momento para aclarar mis ideas.

Me confunde un poco la ruta que toma ya que no es la forma más rápida de llegar hasta la casa, pero no tardo en reconocer el camino hasta el campo de deporte en el que entrena Zack.

No hemos hablado nada desde la otra noche y la verdad así lo prefiero. Intenté darle vueltas al asunto durante la madrugada sobre cual pudo haber sido el motivo para tenernos tanto rencor, supongo que jamás voy a entender lo que se siente estar en su lugar, pero eso no le da el derecho a hablar así de nosotros, tal vez no fue él directamente quien lo dijo, pero se rio de sus chistes y actuó como si nada.

Eso me da la suficiente ira como para conectar los auriculares y subirle la música en cuanto sube a la parte trasera del auto, solo a un asiento de distancia. Si Gerard se da cuenta o no de lo que ocurre no lo sé ya que me acurruco contra la puerta esperando a llegar lo antes posible como para hacer más larga la distancia entre ambos.

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