Génesis [La voluntad de Caos]...

By CazKorlov

34.8K 3.3K 10.2K

"¿Serás capaz de ver al monstruo de tus sueños antes de que perturbe tu realidad para siempre?" ✨HISTORIA GAN... More

|Bienvenidos al Abismo|
|Advertencia de contenido y playlist|
|Introducción|
|Preludio: Un trato con la muerte|
|Primera parte|
|Capítulo 1: No mires a tu sombra |
|Capítulo 2: Escapa de su guadaña |
|Capítulo 3: Un cadáver más|
|Capítulo 4: La cara de un mentiroso|
|Capítulo 5: No respires su aroma |
|Capítulo 6: El día en el que mueras |
|Capítulo 7: La paciencia de un hermano mayor|
|Capítulo 8: El tiempo se acaba|
|Capítulo 9: El llanto de Caos|
|Capítulo 10: Nadie puede dejar la casa|
|Capítulo especial: El primer regalo|
|Capítulo 11: Los ojos de la bestia|
|Capítulo 12: Los milagros no mienten|
|Capítulo 13: Recuerdos del vacío|
|Capítulo 14: La ciudad de los monstruos|
|Capítulo 15: El camino al Sin Rostro|
|Segunda parte|
|Capítulo 16: La reliquia viviente|
|Capítulo 17: Él te está observando|
|Capítulo 18: La mujer con ojos de conejo |
|Capítulo 19: El controlador de las masas|
|Capítulo 20: Cuentos para niños|
|Capítulo 21: Tras las puertas de Void|
|Capítulo 23: El ideal de la muerte|
|Capítulo 24: Designio divino del creador|
|Capítulo 25: Amalgama de desgracias|
|Capítulo 26: Como un rompecabezas|
|Capítulo 27: Un favor, una deuda pendiente|
|Capítulo 28 I: El castigo de la inmortalidad |
|Capítulo 28 II: El castigo de la inmortalidad |
|Capítulo 29: Criatura del infierno|
|Tercera parte|
|Capítulo 30: El ángel de las estrellas|
|Capítulo 31: El toque de la muerte|
|Capítulo 32: Donde reinan las pesadillas|
|Capítulo 33: Requiescant in pace|
|Capítulo 34: Parásito infernal|
|Capítulo 35: Capricho divino |
|Capítulo 36: El filo de la esperanza|
|Capítulo 37: Verdugo de la humanidad|
|Capítulo 38: Cambiaformas original|
|Capítulo 39: Ella puede verlo todo|
|Capítulo 40: La voluntad perdida|
|Capítulo 41: Extirpar a la sombra|
|Capítulo 42: El sueño del impostor|
|Capítulo 43: Los muertos no tienen perdón|
|Capítulo 44: El milagro del creador|
|Capítulo 45: La amenaza de los Sin Rostro|
|Capítulo 46: El reflejo de la humanidad|
|Capítulo 47: Los fragmentos de su memoria|
|Capítulo 48: En los brazos de la muerte|
|Capítulo 49: De vuelta al infierno|
|Epílogo: Estrella errante|
|Agradecimientos|
|Capítulo especial: La última cena|

|Capítulo 22: La jaula de una estrella|

189 22 151
By CazKorlov


—¿Cómo algo de ese tamaño puede brillar tan impúdicamente?

Siempre había estado junto a mis pasos.

Me atrajo con su peligrosa calidez,

era una estrella.

—Estamos tratando con el mismo monstruo después de todo.

Luego de escuchar con atención las palabras de la niña sin nombre, la observó vaciar la taza de té de un sorbo, y dirigir su rostro apático hacia ella. Reina estaba acostumbrada a tratar con cadáveres en peor estado que ella, los veía moverse en las escenas del crimen para señalar de alguna forma su manera de morir. Esa era su habilidad, la que ocultaba con ahínco, tanto que ni siquiera Mare la conocía. Sin embargo, ahora que la obligaba a actuar, empezaba a cuestionarse si todo lo anterior no había sido solo un fuerte delirio.

Había pasado un día entero tratando de asimilar las palabras de esa niña. Ni siquiera sabía si los fantasmas podían tomar el té. ¿Qué cosa era en realidad?

La voz llamó su atención, no tenía tiempo para cuestionarse nada a sí misma en ese momento, ya lo había decidido, no tenía nada que perder.

—Y bueno. ¿Vamos? —En un parpadeo ella estuvo junto a la puerta de la entrada, la expectativa tensaba las cejas de la pequeña, por lo demás, no había ni un solo músculo fuera de lugar—. Sé dónde va a estar hoy.

—¿Cómo...? —comenzó, pero ella la interrumpió impaciente.

—Tuve tiempo para espiarlo —dijo sin más—, mientras vos me ignorabas.

«Mhmmm, un poco resentida la pendeja.»

Reina terminó de colocarse su abrigo y alcanzó el cajón donde guardaba las bolsas para la basura, sacó el arma reglamentaria, la mayoría de sus compañeros tenía una igual. Al entrar en contacto con el frío material del que estaba hecha, recordó cómo le había desfigurado el rostro a Mare y la sangre. El hombre solo había tardado un minuto en regenerarse, frunció el ceño antes de devolverla a su lugar. No le había puesto más balas por una razón, ese monstruo podía ser herido. Sin embargo, no podía usarla hasta asegurarse de que iba ser el tiro de gracia.

Tampoco quería creerle a esa niña todo lo que decía, como si fuera alguna clase de milagro, primero tenía que verlo.

Suspiró, tomó sus llaves, y salió del departamento una vez que se aseguró de cerrarlo bien. El cielo sobre su cabeza presentaba una noche joven limpia de estrellas, la humedad le tensaba los músculos y la luna estaba oculta bajo un manto de nubes, no esperaba más que una ligera llovizna. No se dignó a llevar paraguas ni nada que pudiera molestarla en el caso de tener que escapar del peligro.

«Salir corriendo jamás nos salvó, así lo hicimos antes y mirá como estamos ahora.»

Callate.

—¿A dónde vamos? —preguntó, tras seguirla unas cuantas cuadras, no las había contado, pero habían sido más de quince, su aliento le quemó en los pulmones, su brazo empezaba a punzar por la lluvia que se acumulaba encima de ellas.

—¿Ya estás cansada?

«Te dijo vieja decrépita.»

La rubia se limitó a mirarla con fastidio, no era ninguna anciana, pero tampoco estaba para esos trotes en medio de la noche. Su respiración se escapaba demasiado pronto, se sentía intranquila, le ardía la nuca con el peso de una mirada desconocida, observó sobre su hombro, a la espera de encontrar una sombra moverse en la oscuridad.

«Paranoica.»

—Estamos por llegar —anunció la niña, iba desclasa con las manos tras la espalda, su cabello negro seguía sus pausados movimientos, y tarareaba una canción desconocida, se tomó el tiempo de observarle el rostro—. ¿Qué? ¿Tengo algo en la cara?

—¿Cuál es tu nombre? —preguntó Reina por tercera vez.

La adolescente volvió los ojos negros hacia ella, estaban empañados por la muerte, sus labios violáceos se movían a destiempo, no seguían su voz, por un instante creyó escuchar un sonido multiplicado.

De varias personas.

—No lo recuerdo, mis memorias están... —Ella se detuvo de repente y la rubia frunció el ceño, la fría llovizna comenzaba a humedecer su ropa—. ¡Ahí es! ¡Mirá, yo tenía razón!

Observó la esquina que señalaba y después la zona que la rodeaba, su sexto sentido reconoció el peligro como un manto hormigueante posado sobre sus hombros. Estaba entre un edificio en mal estado y una fábrica de ropa, el enorme predio se abría entre ambos, y los portones de hierro dejaban pasar a las últimas personas de la fila, parecía una fiesta privada. Reina abrió la boca dubitativa, pero recibió la voz de la otra sin saber que se había convertido en su nuevo mantra, a la hora de realizar locuras como esa.

«¿Qué más podemos perder?»

Es de noche, y seguí a un cadáver para encontrar a un monstruo.

«Quizás después de esto nos deje de molestar.»

O puede que nos maten.

«No tenemos tanta suerte.»

Observó las puertas corredizas que comenzaban a cerrarse y apuró el paso.

✴ ✴ ✴

Comprobó lo errada que estaba luego de traspasar la entrada, en un patio interior repleto de personas vestidas con abrigos largos, las sombras de las luces de neón rojas se arrastraban por el empedrado, y nadie dejaba un centímetro de piel a la vista, solo lanzaban miradas furtivas alrededor. Buscaban algo más que un gramo de humanidad en la noche, la cena o un divertimento acorde.

Reina no podía discernir sus rostros con facilidad.

No existían, ya que todos llevaban máscaras.

La entrada doble del otro lado del cartel luminoso abría el paso a un largo túnel forrado con alfombras teñidas de rojo, se volvía violeta a medida que sus pies consumían el largo trayecto, después a un rosado intenso. Se paralizó al ver que el camino desaparecía de repente, estuvo a punto de chocar con alguien, una gran sombra le soltó un extraño gruñido en respuesta.

Tres túneles idénticos se alzaban ante ella, botas pesadas, risas y ligeros chasquidos de dientes tintineaban a sus espaldas.

«No tenés tiempo de arrepentirte.»

—¿Cuál elegís? —preguntó la niña deslumbrada, no había emitido palabra—. Vayamos por el de la derecha.

Reina negó.

«El de la izquierda, tonta.»

Quiso retroceder, pero observó a alguien que pasaba a su lado, tenía un antifaz en sus ojos, en los labios una expresión de satisfacción, y la piel de su nariz se arrugaba. Cerraba los párpados en dos direcciones diferentes.

Se decidió por el camino del centro, lejos de esa criatura, no tuvo que caminar demasiado, después de un par de metros llegó a una sala amplia repleta de vestidores, y compartimientos incrustados en las paredes. Un hombre vestido solo con pantalones, y un saco oscuro sobre su pecho repleto de cadenas brillantes le informó que allí debía guardar su ropa, tras notar en la mueca de Reina que no tenía nada para guardar, enganchó su brazo en el de ella y la llevó hacia uno de los cubículos.

—Ahí adentro siempre hay algo que puede servir —anunció el hombre, tenía un pequeño cartel en su pecho repleto de plumas blanquecinas, decía "Max"—. Dame tu abrigo.

Dudó.

—Lo voy a guardar —suspiró a través de su máscara de animal alado, le impedía ver sus ojos, y agradeció no hacerlo.

Finalmente, se lo entregó solo para que el tal Max se fuera, refunfuñaba entre dientes, Reina alcanzó a escuchar lo que decía.

—Si vienen a experimentar al menos podían leerse el reglamento.

El reglamento del que hablaba era un folleto cuidadosamente enlazado sobre el banco aterciopelado que le había señalado, en un subtítulo del mismo podía leerse "código de vestimenta". No estaba en una fiesta privada, era un bar con una temática demasiado particular. Le dedicó una mirada desencajada a la niña, que rebuscaba en el compartimiento dentro del sillón, sacó de su interior una máscara simple forrada en látex, un conjunto de correas y se lo entregó.

—Es lo más básico que encontré.

—¿Cómo es que vos sabés sobre este lugar? —inquirió, más incómoda de lo que esperaba.

La muchacha se encogió de hombros.

—Existe internet, foros, blogs, duh. —Hizo una mueca ante el desconcierto de Reina. —Solo había escuchado hablar de él, pensaba que era una leyenda.

—Más bien, parece el infierno —se quejó.

La niña sonrió.

—Es mejor que eso, le dicen el vacío.

El enorme espejo las reflejaba a ambas, un ligero camisón mortuorio manchado de suciedad, junto a la camisa arrugada de Reina, luego de que se colocó todo lo que le había entregado, las luces rojizas acentuaron los espacios oscuros que presionaban los bordes de su cuerpo. Su rostro se había transformado en una mancha difusa de ojos entreabiertos con curiosidad, representaba sin escrúpulos su propio abismo.

«A mí me iría de maravilla en este lugar.»

Al atravesar las gruesas cortinas llegó al salón principal, los hilos de luces se deslizaban entre los jirones de humo blanquecino, y no fue capaz de observar nada más allá de la imberbe figura de un hombre alto, subido en una plataforma circular, cuyo cabello trenzado conformaba una cresta salvaje y la máscara de protuberancia grotesca acrecentaba la idea de que era alguien importante. Sus movimientos sinuosos, acompañados de una profunda voz en los altavoces, le daba la sensación de que esa criatura no pertenecía a su mundo.

—Bienvenidos a Void, el único lugar donde sus fantasías pueden hacerse realidad. —Apenas alcanzó a ver las largas raíces cruzadas sobre su estómago.

Cicatrices.

Nadie en ese lugar parecía pertenecer a ese mundo.

No era ninguna ilusa, jamás le creyó a la muchacha que efectivamente fueran a encontrar al monstruo de sus pesadillas, solo esperaba darle el gusto para que pudiera asumir su lugar, y así encontrar el camino hacia la paz. Ella estaba muerta, no había nada que hacer.

Sin embargo, jamás esperó que, en vez de llevarla con Mare, la hiciera meterse en una cueva repleta de monstruos como él. Intentó guardar su posición cerca de la salida, pero la niña la empujó hacia el centro neurálgico del movimiento. Donde las luces le daban de lleno en el rostro, y el humo se volvía tan denso que le constaba discernir las sombras, tuvo que esquivar más de una vez las enormes columnas de criaturas con rasgos salvajes. Sentía el hormigueo insoportable del peligro presente en su nuca. Sabía que perderse significaba el fin.

Hasta que lo escuchó.

Un susurro furioso bajo el sonido ensordecedor de la música, podía reconocerlo en cualquier parte, siempre había formado parte de sus pesadillas.

—Espero una satisfacción acorde por el terrible momento que me hiciste pasar, amo.

La niña todavía la empujaba hacia algún lugar desconocido, Reina no podía dejar que la tocara, porque si lo hacía iba a volver a internarse en sus recuerdos, como el instante en que se quebró en la morgue, sin embargo, una figura alta con una máscara de conejo sobre el cabello azul atravesó su espacio personal, mientras llevaba una bandeja con bebidas, rozó por accidente su brazo y escuchó las voces ensordecedoras de su memoria.

«—Acércate a mi niña, gánate su confianza.

—¿Padre?

—¿Quién más podría ser?

—¿Por qué no puedo decirle que has vuelto?

—Porque no es el momento, no te atrevas a cuestionarme.»

—¿Reina? ¡Reina! —Se alejó crispada, la niña se le había acercado demasiado, y la mesera solo volteó a verla durante una décima de segundo antes de desaparecer entre el humo.

—¡No me toques! —bramó, la sensación del recuerdo ajeno hacía estragos en su cuerpo, empezó a retroceder—. ¿A dónde me trajiste?

—Tenemos que irnos —susurró la niña con urgencia—. Creo que él me vio.

—Alejate de mí. —Intentaba respirar, pero el humo en sus pulmones la asfixiaba, su espalda chocó contra algo. —¿Disculpa? —La nueva sombra enmascarada le gruñó bajo su máscara de perro rabioso.

La pequeña se quedó paralizada frente a la figura furiosa que la vio un instante y se perdió entre las luces.

—Por favor, por favor —comenzó a rogar un segundo después, su voz compungida le decía que había empezado a llorar, pero no había ni una sola lágrima en su rostro mortuorio—. Fue una mala idea, vamos.

Antes de que la rubia abriera la boca, una sombra masculina se lanzó sobre ella, cazó su brazo sano sobre la camisa y tiró de su cuerpo con violencia hacia la salida de emergencia, se mordió el labio al escuchar su voz. Terminó de arrancarse el antifaz de un tirón para enfrentarlo, pero antes de que hablara el hombre se volteó, y colocó la mano enguantada contra su rostro.

—Callate. No vas a querer morirte en este lugar ¿verdad?

Al abandonar por completo el establecimiento se zafó de su agarre, a costa de una punzada de su brazo enyesado, y lo miró quitarse la máscara bajo las luces del exterior.

—¿Qué mierda, Lorenzo? —juró furiosa, a su compañero de trabajo—. ¿Qué carajo estás haciendo?

—Te voy a explicar, ¿podrías dejar de gritar? —El hombre se rascó la barba blanquecina con frustración.

«Casi nos hace morir del susto.»

La indignación hizo que Reina se acercara para darle un golpe en la cara, pero él predijo su movimiento y lo desvió. La mujer no retrocedió ante la diferencia de altura, clavó un dedo en su pecho, y le gritó de igual manera.

—¿Así que ahora te convertiste en un acosador? Estoy hasta el cuello de mierda, Lorenzo, no puedo lidiar con vos ahora, así que si no me explicás lo que acaba de pasar te juro por todos los santos que te voy a denunciar.

«¿Qué denuncia? Hay que pegarle.»

—No te pongas histérica, dejame...

«Pegale.»

La rubia estampó la palma contra su mejilla descolorida, una marca roja lució sobre la piel.

—Te di una orden —rezongó.

—¿Hacía falta el golpe? —Lorenzo hizo una mueca de enfado.

«Obvio.»

—Si hacía —murmuró la niña curiosa, que observaba la extraña escena.

✴ ✴ ✴

No supo en qué momento exacto había accedido a subir al auto de su ex pareja para que la llevara a su casa, los rescoldos hirientes del recuerdo la sumían en un denso estupor, y el hormigueo del peligro se había trasladado a todo su cuerpo, temblaba con ligereza y lanzaba miradas cargadas de fastidio al hombre con cabello canoso, sus pupilas grises volteaban a verla de vez en cuando, profundas ojeras hundían sus ojos.

Se arriesgaba a pensar que una sombra se cernía sobre su presencia.

—Lo estaba siguiendo a él, no a vos —murmuró Lorenzo, al ver su gesto desganado, con la marca roja de su mano en la mejilla sintió culpa, él la había sacado de ese infierno después de todo—. Recolecto información.

—¿Para quién trabajás? ¿Vos sabías lo que él hace? —preguntó ella, empezó a dolerle la cabeza, necesitaba asimilar todo aquello con un té de por medio.

—Todos lo saben —suspiró el hombre, su silencio se prolongó durante todo el trayecto.

Una vez en el ascensor del edificio Reina masajeaba la sien con su mano buena, su ex se las había arreglado para subir con ella, con la excusa de que iba a explicarle con lujo de detalle lo que hacía en aquel bar. De manera sorpresiva, las tensiones entre ambos se habían calmado un poco luego de que ella le pegó la cachetada. Avanzaron a través del pasillo, sin embargo, sus músculos se negaban a deshacerse de la hormigueante sensación del peligro.

«Dioses ¿y ahora qué?»

—Esto no puede seguir así —afirmaba él, en lo que la rubia abría la puerta—. No quería tener que meterte en esto, pero él lo hizo primero.

La niña que había hecho silencio durante todo el viaje despegó los labios solo para advertirle.

—Hay alguien adentro.

«Te persigue la desgracia.»

Sus ojos no llegaron a adaptarse a la oscuridad, la única silla de su sala se proyectaba frente a la puerta y una silueta alta se movió convulsa contra la iluminación de las cortinas, no alcanzó a encender la luz cuando escuchó el chasquido de su arma apuntar directo a la cabeza de su acompañante.

—Por el santísimo, me asustas... —No alcanzó a murmurar, Lorenzo le produjo una llave que acabó con su adormilada estabilidad, y Reina encendió la luz.

Parpadeó para adaptarse al escenario frente a sus ojos. Lucio se hallaba arrodillado en el suelo, con Lorenzo tomándolo de los brazos, el primero tenía el pelo revuelto y una manta descansaba alrededor de su cuerpo en tensión, delataba que había estado durmiendo. Tras verle el rostro el hombre lo soltó con un gruñido parecido a una disculpa, su arma descansaba en el suelo.

Reina emitió un grito contenido entre dientes apretados, de la frustración alzó el dedo al mismo tiempo que los dos abrían la boca para intentar explicarle.

—¡Ah! ¡Si no van a explicar esto, se callan! —bramó, para luego agarrar el arma, sus pisadas tronaron hasta la cocina, volvió a guardarla en su lugar con un estallido del cajón y puso a calentar agua para hacerse su preciado té.

El que le iba a devolver la tranquilidad necesaria para enfrentar esa clase de situación.

Escuchó un ruido a sus espaldas, sin pensar agarró un gran cuchillo dentado que solía usar para cortar el pan, y lo colocó contra la garganta de Lucio, apenas lo encontró asomándose a la cocina, la manta que lo rodeaba volvió a caerse al suelo.

—Reina...—El muchacho la observó con gesto desencajado.

—Te invito a que permanezcas en la sala hasta que termine de hacerme el puto té, o te rajo la garganta, bestia. Vos elegís.

«Después decís que yo soy la loca.»

El mensaje de la rubia pareció llegar con claridad, porque al volver con ellos la taza en su mano humeaba, y había un gesto más tranquilo en sus facciones. Se sentó en la silla libre, tomó un sorbo y soltó un largo suspiro que no logró liberar la tensión presente en su cuerpo. Su cabeza estaba a punto de estallar, eran los intentos de la otra de invadir su realidad.

—Hablen, ahora —ordenó—. No tengo mucho tiempo.

El rostro de Lorenzo se había puesto pálido cual papel, no emitió palabra. Lucio se removió incómodo con su presencia, no había rastro del sueño anterior.

—Me estuvieron siguiendo, la gente de Mare —anunció él, se levantó de repente y comenzó a correr el mueble sobre la ventana, para taparla. Varios libros cayeron al suelo—. Saben dónde escondía mi hermano su investigación, tuve que buscar un lugar seguro...

«¿No se le ocurrió otra cosa más que autoinvitarse a tu casa?»

—¿Y vos? —inquirió Reina a Lorenzo—. ¿Sabías de él? ¿Sabías lo que él es?

—Tenemos que hacer que se detenga. —Fue todo lo que el hombre murmuró con gesto de dolor, se cruzaba de brazos mientras observaba a su compañero mover otro mueble sobre la puerta.

—¿Lo sabías todo? —susurró furiosa—. ¡Dios! ¿Qué mierda estás haciendo, Lucio? —cuestionó, tras otro sorbo, por cada segundo de su espalda erguida un rayo de dolor le atravesaba el cráneo—. ¿Por dónde pensás que vamos a salir?

—No vamos a salir —anunció Lucio—. Al menos hasta que averigüemos cómo matarlo a él, y a los de su tipo.

El rubio agarró una mochila y la volcó sobre la mesa, las fotos, los hilos y las inscripciones se desplegaron en todas direcciones, la sombra envejecida de Lorenzo depositó en el suelo un bolso con una cantidad mortal de armas reglamentarias de todo tipo, encimadas una sobre otra. Las había sacado de su auto, pero jamás pensó que se trataba de eso. Reina aferró la taza en su mano para no soltar un grito por la impresión.

Hasta a la niña que había permanecido relegada a un costado, mientras se abrazaba a sí misma, le llamó la atención la última foto que cayó sobre la pila.

Lo vio

«Otra vez vos.»

Señaló temblorosa los ojos infernales del muchacho en la imagen.

—Fue él, el monstruo que...

«Qué remedio, voy a tener que intervenir.»

Y allí, frente a tres pares de ojos, Reina se fragmentó.

✴ ✴ ✴

Buenas noches, estrellitas, la tierra de muerte y destrucción les dice hola. ¿Cómo están?

No quiero entretenerlxs por mucho tiempo, porque sé que en este capítulo pasaron muchas cosas (y me pone nerviosa, porque sinceramente jamás me plantee escribir una historia con una trama así de compleja ¿intrincada? También, espero que todo salga como planeo uwu) Amo los focos narrativos, aunque a veces son un dolor de cabeza. Le rezo a la escaleta, en fin.

Las preguntas.

¿Pueden discernir a la cantidad de personas que Reina vio/escuchó en Void?

Ella se encontró con muchas personas, pero ¿quiénes la vieron a ella?

¿Esperaban la revelación de Lorenzo?

Sin mentir. ¿Loren se merecía el golpe?

¿Qué hubieran hecho en la situación de Reina? (En la que se prepara el merecido tecito)

¿Y en la que se encuentra de la nada con un tipo durmiendo en su casa?

¿Saldrá algo productivo de este grupo? Lo averiguaremos
(Aunque saben que siempre pueden decirme sus teorías ¡Hay un concurso de teorías!)

¿Dudas? ¿Amenazas? Estoy para todo.

Mientras tanto, muchísimas gracias por leer, y de antemano me disculpo si encontraron algún error.

PD: Edit del código de vestimenta que hay en Void. (En multimedia la canción perfercta que habla sobre el ambiente de ese lugar uwu)

Nos leemos en un rato si las estrellas me bendicen, hay doble actualización.

—Caz.

Continue Reading

You'll Also Like

1.5K 56 18
Perdida y dolor, es lo que llamamos duelo. Un duelo que nos marca y nos destruye dejándonos vacíos al perder a un ser querido. El duelo lo llevas den...
4.3K 284 52
Está es la continuación de secreto al fandom,está es otra cuenta ya que la otra la perdí,espero que les guste.
31.7K 1.3K 44
"Todo lo puedes resolver con ironía y sarcasmo". Una verdadera ironía es la frase: "No juzguen un libro por su portada". Pues aunque la persona diga...
53.4K 13.9K 160
⚠️Solo a partir del capítulo 401, primera y segunda parte en mi perfil.⚠️ En un giro del destino, Jun Hao, un despiadado matón callejero conocido por...