Prohibido Enamorarse de Dulce...

By _BrisaVf_

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Trilogía: "Prohibido" Libro 1 ¿Qué harías si un día tu vida cambia bruscamente por la presencia exacta de una... More

Advertencias
Capítulo 0| Prólogo
Capitulo 1 | Mi vida era un caos.
Capitulo 2 | Espera lo inesperado
Capitulo 3| Extrañas sensaciones
Capítulo 4 | Un juego de dos.
Capítulo 5 | Un cambio de vida
Capítulo 6 | Jamás faltar a una regla
Capítulo 7 | Secretos escondidos.
Capítulo 8 | La sonrisa de Damon
Capítulo 9 | La traición de mi enemigo
Capítulo 10 | Malas decisiones
Capítulo 11 | La expectativa de mis planes
Capítulo 12 | El cumpleaños de Sam
Capítulo 13 | Una dulzura y el demonio
Capítulo 14 | ¿Quién es el dorado?
Capítulo 15 | Coincidencias
Capítulo 16 | ¡¿Que Rayos?!
Capitulo 17| Impulsos
Capítulo 18| Besar a un demonio
Capítulo 19| Desaparecido
Capítulo 20| Con ella
Capítulo 21| Problemas
Capítulo 22 | Quiero intentarlo
Capítulo 23 | El cumpleaños de Ada
Capítulo 24 | Una intrusa
Capitulo 25 | El chico Inmune
Capítulo 26 | La culpa
Capítulo 27 | Fuego con Fuego
Capítulo 28| El dilema de Damon
Capítulo 29| Quiero intentarlo
Capítulo 30 | ¿Y ahora?
Capítulo 31 | Cosas extrañas
Capítulo 32 | En un segundo
Capítulo 33 | Maldito Karma
Capítulo 34 | Sola
Capítulo 35| Un idiota desesperado.
Capítulo 36| En la oscuridad de un recuerdo
Capítulo 37 | Noche de tatuajes (I)
Capítulo 38 | Noche de Tatuajes (II)
Capítulo 40 | Sombras
Capítulo 41 | Una vieja ilusión
Capítulo 42 | Confesiones del Pasado
Capítulo 43 | Memorias
Capítulo 44 | Julie
Capítulo 45| La sorpresa de Dulce
Capítulo 46| Te odio.
Capítulo 47| Adiós.
Capítulo 48| Adiós Culpa
Capítulo 49| La Propuesta
Capítulo 50| La respuesta
Capítulo 51| New York
Capítulo 52| Londres
Capítulo 53| Seattle
Capítulo 54| Las Vegas
Capítulo 55| Mamá
Capítulo 56| No me sueltes
Capítulo 57| Promesas rotas.
Capítulo 58|El fin de una historia
Extra I | Un padre ausente-presente
Extra II | Un ángel bajó al infierno
NOTA FINAL

Capítulo 39 | Error

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By _BrisaVf_

Dulce

San Valentín

Un día muy especial para la gente que tenía con quien compartir aquel sentimiento tan famoso llamado amor y un día común para las personas que no ponían su dependencia emocional en cualquier persona además de quizá tener problemas con su responsabilidad afectiva.

Este era mi caso, hoy iba a ser un día o muy bueno o muy malo, tenía un extraño presentimiento que me lo confirmaba.

—Señorita.

Un joven bien vestido además de portar un extraño pero curioso sombrero negro se acercó a mí para tomar las llaves de mi auto que había acabado de estacionar segundos antes frente a la gran casa blanca que deslumbraba por tener una iluminación que alcanzaba a iluminar las casas vecinas.

—Gracias. —le tendí la llave para finalmente verlo llevarse mi auto.

Caminé unos pasos más mientras mi corazón se agitaba de la emoción, entonces esta era aquella sorpresa de la que hablaba Damon. Habían organizado toda una fiesta de San Valentín.

Negué sonriente aun sin poder creérmelo mientras entraba a la gran casa ¿A quién se le habrá ocurrido esta grandiosa idea?

— ¡Dulce! —un chillido se escuchó frente a mí, no tardé en ubicar a la persona.

Era Brooklyn, llevaba un vestido hermoso color dorado que se pegaba a sus curvas, estaba preciosa y a su lado, debo confesar que el iceberg no se veía para nada mal, si omitíamos esa mirada de "Muéranse todos", sería perfecto.

— ¡Hey...!—me acerqué sonriente. — ¿Cómo están?

Ella me abrazó y me besó ambos cachetes emocionada.

—Bien, bien ¿Cómo has estado tú?

—Pues bien en lo que cabe, creo que estos días de vacaciones me vinieron de maravilla. —sonreí con tranquilidad.

—Me alegra oír tanto eso. —envolvió su mano con la de Sam quien solo asintió en mi dirección en forma de saludo. — ¿Estas emocionada por lo de hoy?

La mire confundida.

— ¿Hoy? ¿Qué pasará hoy?

Sonrió nerviosa.

—Me refiero a que es San Valentín y pues eso...

— ¡Oh, cierto! —Asentí lentamente —Por cierto, ¿vieron a Damon?

—Si digo no... —se contradijo Brooklyn.

Confirmado, estaba nerviosa pero ¿por qué?

—Vendrá en unos minutos. —informó Samuel de lo más tranquilo. —Está arreglando algunas cosas.

¿Está arreglando?

— ¡Oh, espera ¿Él fue quien organizó esta fiesta?!

—En teoría. — se encogió de hombros Samuel. —Él hizo todo esto para ti.

—No puedo creerlo ¿Cómo fue que...?

Mis palabras quedaron suspendidas en el aire ya que unos brazos me obligaron a girar para corresponder aquel abrazo en el que me vi envuelta.

— ¡Prima! —Me apachurró más a su pecho —Te he extrañado como no tienes idea.

—Yo también —le di palmaditas en la espalda, estaba feliz pero tampoco lo iba a gritar a los cuatro vientos, aunque a decir verdad, quería hacerlo, me sentía muy alegre.

—Me alegra verte, Dulce. —saludó Ada quien se encontraba justo a su lado.

Llevaba un vestido corto de un dorado brillante, este le caía muy bien, reflejaba su adolescencia avanzada, se veía simplemente linda, como siempre.

—Ada, que gusto verte de nuevo. —la abracé arrugando sin querer un poco su vestido para terminar susurrando a su oído — ¿Has visto al tonto de tu hermano?

Ella sonrió y miró hacia otro lado.

—No pero lo veras muy pronto, no te preocupes.

— ¿Y tú? —miré a mi primo sospechosamente, en respuesta el negó con la cabeza mientras miraba hacia otro lado.

—Nada de nada primita.

Mmh, algo tramaban.

—Con que aquí estaba mi compañera de armas. —un largo y pesado brazo se posó en mis hombros —Me alegra verte de nuevo.

Sonreí y me aparté de golpe, dando un paso hacia delante dejando caer su brazo.

—Eres un borracho, Zed. —lo acusé mientras negaba con la cabeza.

—Que soy perfecto, captado. —respondió guiñándome un ojo.

—Ustedes sí que tienen el ego hasta los cielos. —se burló mi primo.

—No sé si hasta el cielo pero puedo mandarte allí cuando quieras. —soltó sin pensar Zed quien no tardó en arrepentirse mientras reía y buscaba retractarse. —Perdón, perdón, la costumbre.

— ¿Están acostumbrados a mandar a gente al cielo? —preguntó con incredulidad mi primo.

—No seas tonto, mocoso. —lo cortó Samuel con indiferencia. —No todos van al cielo.

Darren solo los miró como si estuvieran locos.

—Bueno, bueno, a divertirse. —declaró Brooklyn llena de ánimos mientras todos nos introducíamos en la gran fiesta que se había armado.

Damon aparecería en cualquier momento, de eso no tenía dudas.

Horas después...

—Mocosa. — Samuel me arrebató el vaso de la mano. —No bebas eso.

— ¿No es limonada? —pregunté incrédula.

—Que no te engañe su sabor dulce, mocosa, es una bebida leve pero sirve lo suficiente para emborracharte y por lo que veo este no es tu primer vaso.

Y no lo era, iba por el quinto vaso ya que cierto idiota no se aparecía, sin embargo jamás creí que se tratara de una bebida alcohólica siendo tan dulce y refrescante.

— Déjame. —respondí indiferente.

— ¿Qué?

—Que no es tu problema.

De un momento a otro, me comenzaba a sentir molesta.

— ¿Qué no lo es? —soltó con ironía. —Si te llega a pasar algo, a mi es a quien ese demonio va a joder así que dejas de beber o...

— ¿O qué? —alcé un poco la voz mientras reía con amargura. —Estoy en una fiesta, en una maldita fiesta de San Valentín y estoy sin pareja así que no vengas a controlarme cuando no eres nada mío ¿Escuchaste?

— ¿Y acaso tú no me escuchaste? —me alzó la voz de igual forma. —Recuerda que aun eres menor de edad, mocosa sin cerebro, así que o dejas de beber o te saco a rastras de esta maldita fiesta.

Le saqué la lengua y vi cómo se alejó igual de molesto que yo, se fue caminando en dirección a Brooklyn quien lo recibiría con los brazos abiertos, que... incondicional.

—Tranquila. —Zed me tendió un vaso nuevo mientras se recostaba en el asiento de al lado —Es suave, no creo que te emborraches con eso pero ten cuidado, no recibas nada de desconocidos.

—Tú eres un desconocido.

—Auch ¿Por qué esa agresividad? —se tocó el pecho mientras señalaba el vaso que me había tendido segundos antes y agregaba. —Si preguntan quién te lo dio, yo ni te conozco.

Solté una carcajada y bebí un sorbo del vaso mientras lo elevaba en su dirección.

— ¿Y tú quién eres?

—Exacto. —me guiñó un ojo y se perdió entre la multitud.

Después de terminar el vaso de Zed, decidí que debía de calmarme, no tenía por qué comportarme como una inmadura, en realidad era momento oportuno para demostrar que tan responsable podía ser.

De repente comenzó a sonar una canción lenta, todos sin excepción comenzaron a bailar en parejas justo frente a mis narices. Comenzaba a sentirme melancólica.

Chasquee la lengua. Maldición, me sentía mal y no era por el alcohol.

¿Dónde demonios te metiste, Damon?

— ¡Vaya, Vaya! —una voz irritante se acercó a mi oído —Pero si es Dulce, la bailarina exótica.

Sonreí con disgusto.

—También es un disgusto verte, Ellie.

La mencionada llevaba un vestido plateado corto, con corte V dejando ver un poco más de sus pechos, estaba bonita, no lo podía negar. Ella se sentó a mi lado ganándose mi mirada confusa ¿Qué es lo que quería además de amargarme la noche?

—Recuerda que si quieres paz no debemos estar cerca. —le recordé lo que se supone que quedé con su padre.

Ella rodó los ojos, claramente no le importaba.

—Es que ese es el problema. —Alcé una ceja mientras ella se acercaba más y susurraba a mi oído —No quiero que estés tan tranquila.

Me aleje de golpe. Esa chica estaba loca.

—Como te gusta joderme la vida. —Agarré mi vaso de limonada casi vacía— ¿Qué es lo que quieres?

—Aún no te das cuenta ¿cierto? —se burló. —Estas apuntando al lado equivocado.

— ¿De qué hablas?

—Nada. —me quitó el vaso de entre mis dedos y se tomó lo que quedaba, maldita, luego señaló a las parejas que bailaban frente a nosotras — Que felicidad la de ellos, me pregunto ¿Qué habrá pasado con tu príncipe azul?

Sonreí y me cruce de piernas.

—No necesito de un príncipe azul para disfrutar mi noche, así que si te apartas de mi maldita vista, estaría perfecto.

—Qué pena que no hare eso.

—Es que de verdad eres como un grano en el culo ¿Qué te he hecho yo? —mi paciencia se comenzaba a agotar.

—Es que no entiendes, niña —resaltó la última palabra haciéndola sonar a burla. —Tú no eres el problema.

La miré con cara de loca ¿De que hablaba?

—Estás loca. —Cambie de postura, ahora me encontraba de pie

— ¿Y la novedad?

— Fuiste tú ¿verdad?

Ella me miró y sonrió abiertamente

— ¿De qué me hablas? ¿De las fotos que te mande a tomar con tu amigo? O ¿De la vez que subí tu video a internet? O, espera quizá me hablas de aquella foto de Damon en mi cama.

Maldición.

Uno, dos, tres, cuatro, cinco...Dulce, respira.

—Sí que estas demente, esa obsesión con Damon te está volviendo loca, acéptalo de una vez —la sujete por los hombros —Él no te quiere.

Una carcajada. De su boca venenosa tan solo salió una maldita carcajada

¿Acaso había dicho un chiste?

De repente sus uñas se clavaron en mi brazo, ella me sostenía con malicia mientras comenzaba a lanzar veneno a mis oídos.

—Eres tan tonta, después de todo eres una mocosa, no me sorprende que Damon te utilizara hasta este punto.

¿Utilizar?

— ¿De qué mierda ha...?

— ¿Sabes dónde está Damon justo ahora?

Un escalofrió recorrió mi cuerpo.

—No.

— ¿Sabes lo que hizo apenas regresó a casa? —Inquirió con malicia —Corrió a mis brazos...

—Mientes. —forceje en vano, sus uñas continuaron en mi brazo. —Estas enferma.

— ¿Qué tal vas con tus ataques de pánico?

Sus palabras hicieron que mi piel palideciera ¿Cómo sabia sobre aquello?

— ¿Cómo...?

—Sabes que es lo más gracioso —ironizó —Que una niña piense que un hombre puede llegar a quererla.

— ¿Qué?

—Es tan tonto que creyeras que Damon te quiere, él solo buscaba consuelo de lo que le pasó con su ex y como yo no estaba y tu si, tu apareciste en el momento perfecto.

—Cállate.

—Aún hay más querida —me acercó más a ella — ¿Quieres que te cuente las veces que Damon me contó sobre tus niñadas? O ¿las veces que se metió a mi cama? Oh, espera, ¿Quieres saber de las veces que Damon me dijo que estaba cansado de tus problemas, de ti? Digo, él también tiene sus problemas familiares pero según dijo, estaba tan cansado con los suyos como para aguantar los tuyos.

Suficiente, forceje una vez más, logrando soltarme pero aun no me aleje, algo muy en el fondo de mi corazón quería oír lo que tenía para decirme.

—Te lo estas inventado. Damon no sería capaz de decir eso, él y yo somos amigos, nos entendemos...

—Pues claro que lo hacen, que mejor manera de entenderse, si las dos personas están tan rotas ¿no? —Sonrió con amargura —Es que eres tan estúpida que no te das cuenta de lo que pasa frente a tus ojos...

—Basta, ya no quiero escucharte.

—No quieres escuchar la verdad pero bien que la piensas. —esta vez, me tomó de la mano para que yo no retrocediera —Te preguntarás ¿Cómo es que está loca sabe tanto de mí? ¿Verdad?

— ¿De qué hablas? ¿Qué mierda quieres?

— ¿Recuerdas la primera vez que nos vimos y te dije aquello? —Soltó una carcajada burlona — Date cuenta ¿Quién sabia eso? ¿Quién pudo ser capaz de contarme tales cosas?

Un pinchazo en mi corazón me puso alerta, no, no quería creerlo.

—Pudiste haberlo descubierto por tu cuenta...

—No hay peor ciego que el que no quiere ver, joder, Dulce es que acaso no te das cuenta que Damon fue quien me contó sobre ti, que cansado de ti corrió a mis brazos...

—No, él no...

— ¿Quieres que te diga donde está justo ahora?

Fruncí el ceño y comencé a impacientarme, algo dentro de mí me decía que esto no iba a terminar bien.

—No quiero escucharte. —comencé a alejarme, retrocediendo algunos pasos.

—Está justo arriba, descansando luego de follarme. —Sus palabras me detuvieron por completo — ¿No me crees? Sube, habitación doce, velo por ti misma, ve y acepta que no eres nada especial para él, que después de buscarte, regresó a mí, que me prefiere a mi antes que pasar la noche contigo digo ¿Dónde más podría estar si se perdía toda la noche?

—Él...

—Él quería terminar contigo hoy, quería cortar todo lazo que los uniera... —me aseguró — ¿Porque crees que fue a buscarte? Quería invitarte hoy y terminar contigo, con todo lo que tenga que ver contigo, él me lo dijo justo antes de que me besara abiertamente y me quitara este vestido...

Mi mano no tardó en aterrizar en su cachete, solo quería que se callara. Unas lágrimas amenazaban con salir, temía que lo que dijera fuera cierto.

—No te creo. —solté, tratando de mentirme.

— ¿No? Bueno entonces te diré la palabra clave para que veas que todo lo que te digo es cierto —ella se acercó amenazante y me jalo a su altura para poder susúrrame al oído.

Una palabra, una palabra que confirmaría todo. El nombre de la persona que nadie conocía, salvo mi padre y yo, además de claramente el demonio.

—Melissa.

Cerré los ojos con fuerza al comprender todo para cuando los abrí mis ojos se llenaron de lágrimas. Odiaba llevar este sentimiento de culpa, pero esa era la realidad, Todo era mi culpa, nunca debí confiar en él, jamás debí acercarme a él, nunca debí abrirme de tal manera, me sentía tan tonta mientras algo se rompía dentro de mí.

Abandoné el lugar en cuestión de segundos y comencé a subir, segura, hacia donde estaba él.

Que maldita costumbre de negarme a creer lo que mi mente ya sabía que era verdad, creo que en el fondo, muy en el fondo anhelaba que todo lo que acababa de pasar fuera una mentira, pero no, este no era un sueño.

Esta era la maldita realidad.

Cada paso que daba me acercaba al momento que me rompería por completo.

Cuando llegue a la habitación 12, la que indicó Ellie, gire lentamente la manija deseando en lo más profundo que no haya nadie en la habitación.

Mi error.

Al abrir lo primero que se podía observar fue el cuerpo de Damon que descansaba plácidamente en la cama y lo peor era que estaba desnudo, si no fueran por las sabanas arrugadas que tapaban lo necesario. El sonido de la puerta abrirse pareció despertarlo.

Me vio confundido y después comenzó a ver a su alrededor.

— ¿Por qué? —pregunté mientras las lágrimas bajaban con rapidez.

— ¿Dulce...? —Al ver las condiciones en las que se encontraba se cubrió más con las sabanas — ¡¿Que mierda...?!

— ¿Por qué me hiciste esto? —susurré mientras mi corazón se agrietaba más y más. — ¿Por qué me fallaste?

—No es lo que parece...—comenzó a hablar pero lo corte de inmediato.

— ¿Qué no es lo que parece?

—No, yo no sé cómo...

—Joder, pero como pude ser tan estúpida para confiar en ti.

— ¿De qué habas?

—Que lo sé todo —me limpie las lágrimas una vez más —Fuiste tú, maldita sea, fuiste tú quien le dio esos detalles a Ellie para que me pudiera lastimar.

—Dulce eso no...

— ¿Acaso lo vas a negar? Mierda, ¡Damon! ¡Ella sabe el nombre de mi madre! Nadie lo sabía, solo nosotros tres, mi papa y nosotros...

—Sí, lo hice.

— ¿Lo ves? Maldito mentiroso.

—Lo lamento, falté a tu confianza pero todo esto no es lo que piensas, ella comenzó a inventar historias tuyas y yo solo quise desmentirle contándole la verdad, fui un imbécil lo admito, creí que diciendo lo que pasó realmente contigo dejaría de actuar como lo hacía, creí que ella te comprendiera porque ella...

—Le contaste sobre mí, sobre mi vida, no tenías derecho.

—Dulzura, cometí un error al contarle pero lo que estás viendo no es lo que piensas, te lo puedo jurar.

Sonreí incrédula.

—Me quieres ver la cara de estúpida una vez más, se todo, se lo que acaba de pasar contigo y Ellie, maldición, estoy harta de que me veas la cara, si no me querías pudimos habernos evitado toda esta mierda.

— ¿Pero de qué demonios hablas? —Gritó irritado —Yo te quiero, no miento al decir eso y con Ellie no pasó ni una mierda.

— ¿Por qué estas desnudo?

—No lo sé, demonios, no recuerdo, solo sé que estaba arreglando algunas cosas con Ellie, ella dijo que me ayudaría con esta fiesta porque...

—Porque querías terminar conmigo hoy ¿verdad? Es que soy una niña para ti —repetí con enojo mientras soltaba una carcajada amarga —Era obvio que no me ibas a tomar en serio, pero que ciega fui.

—Dulce...

Todo lo que había pasado fue mi culpa, debí continuar sola, jamás debí de ilusionarme, no debí confiar después de todo en eso se basaba este mundo, en aprovecharse de los demás, de lastimar, de engañar, el mundo era una completa mierda y yo pertenecía a él.

De nuevo, mis ojos se comenzaron a empapar, algo se rompía y dolía, dolía sentir esta decepción.

— ¿Qué me hiciste? —Lloré — ¿Por qué tuviste que lastimarme de esta manera?

—Joder, dulce, solo escúchame.

—Me decepcionaste por completo. —un nudo en mi garganta me impedía respirar —No quiero oírte, ni verte.

—Por favor, déjame que te...

—No quiero, no quiero verte, no quiero escucharte, quiero que te alejes de mí, de mi vida.

—Dulce.

Esto debía acabar, yo ya no quería sentir esto por nadie, porque todo terminaría lastimándome, no quería volver a sentirme así...tan decepcionada.

—Jamás terminamos aquel estúpido juego. —Comencé a hablar —Es hora de acabarlo, las reglas eran simples, el que ganaba se llevaba el millón y la oportunidad de que la otra persona desaparezca de su vida.

— ¿De qué hablas?

—Que vamos a terminar lo que comenzamos. —Hable firme —Que voy a descubrir tu secreto y que vas a tener que desaparecer de mi vida o utilizaré ese secreto para destruirte.

—Dulce, yo no quiero hacerlo.

—Pero yo sí, no quiero volver a verte.

—No estoy de acuerdo, no jugaré.

—Lo harás, ganaré el juego y desaparecerás de mi vida.

Dicho eso, salí de la habitación hecha un lio, las emociones y sentimientos me carcomían ¿Cómo es que fui tan ilusa? Una vez más me sentía perdida, tan destruida y esta vez no había nadie que pudiera aliviar mi dolor.

Solo sabía que había cometido un grave error y que ahora o en el futuro siempre me arrepentiría de aquello.

Nunca debí confiar en él.

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