Chen Ge soltó a Xiao YuAn, se frotó las comisuras de los ojos y suspiró.
—Médico Xiao, no ha sido fácil para mí verlo. ¿Sabe que si alguien quiere encontrarse con usted, tiene que informar primero a Su Majestad?
Xiao YuAn: —...No, no lo sabía. Espera, todavía no puedo creer que ya seas un General. Entonces, ¿estuviste en la corte hoy?
Chen Ge se sirvió un vaso de agua fría de la mesa, y se lo bebió de un solo trago. Mientras se limpiaba la boca, y sin dejar que Xiao YuAn terminara su pregunta, exclamó:
—¡Sí! Esta vez, la corte estaba asesorando a Su Majestad, pero una cuestión resultaba más complicada que la otra. Una de ellas era que Su Majestad siempre ha respetado al viejo General Xue. Pero por alguna razón, después de su regreso, Su Majestad seguía siendo el mismo, sin embargo el respeto había desaparecido. Incluso se podía sentir una pizca de animosidad que chispeaba entre los dos.
Xiao YuAn parecía tranquilo en la superficie, pero su corazón estaba sacudido desde hace tiempo por una ola tormentosa. Curvó ligeramente sus dedos, obligándose a calmarse, y preguntó: —¿Cuál es la segunda cuestión?
Chen Ge respondió: —En segundo lugar, hoy casi todos los funcionarios civiles y militares de la corte se inclinaron y aconsejaron a Su Majestad sobre lo mismo; pero Su Majestad se apartó fríamente, dejándolos arrodillados en el mismo lugar. Médico Xiao, ¿Sabe usted a qué se debió eso?
Xiao YuAn sonrió.
—¿Qué otra cosa podría ser, sino más que por mí?
—Médico Xiao —Chen Ge contuvo una sonrisa, y dijo más seriamente—; hoy, yo estaba entre esas personas.
Xiao YuAn expresó un ligero «Hmmm».
Inesperadamente, a Xiao YuAn no le importó mucho. Chen Ge se quedó estupefacto al principio, pero luego se tocó la cabeza, y sonrió. Tras suspirar, dijo:
—Médico Xiao, espero sinceramente que usted pueda estar con Su Majestad, pero no quiero que el antiguo Emperador del Reino del Norte esté con mi Emperador. Por culpa de usted, toda la corte se conmocionó, y todos ellos están cuestionando la capacidad de Su Majestad. Lo más temible al establecer un estado, es que el corazón del pueblo no esté unido. Así, será difícil que el Emperador siga su propio camino en el futuro.
Xiao YuAn no tuvo la intención de contener su sonrisa, mientras decía: —Chen Ge, has dicho esas palabras tan duramente, como si quisieras obligarme a querer marcharme. ¿Fue el General Xue quien te enseñó este truco?
Chen Ge se rascó la cabeza, y susurró:
—Sí, sí. Debido a las instrucciones de Su Majestad, el general Xue no puede verlo, así que me pidió que lo intentara. Médico Xiao, no me culpe, el General Xue es mi salvador. Le admiro mucho, y... —Chen Ge hizo una larga pausa antes de continuar—; y, creo que todas las palabras del General Xue son muy razonables.
Xiao YuAn expresó otro «hmmm», y no dijo nada más.
Chen Ge sabía que este era el final de su conversación, así que se levantó, sacó una carta de su manga y la puso sobre la mesa.
—El general Xue me pidió que le pasara esta carta. No creo que haya ninguna palabra buena escrita en ella. Así que, médico Xiao, puede leerla si quiere, o quemarla si no quiere.
Después de decir eso, Chen Ge se levantó, cerró el puño y comenzó a alejarse. Después de dar dos pasos, escuchó al hombre detrás de él gritar de repente: —¡Chen Ge!
Los pasos de Chen Ge se detuvieron al escuchar a Xiao YuAn decir: —Gracias por llamarme 'Médico Xiao'.
Chen Ge se quedó en su sitio durante unos segundos, y respondió:
—Si tan solo no fuera el antiguo Emperador del Reino del Norte... —dicho esto, se marchó con grandes pasos.
—Si no hubiera transmigrado en su cuerpo, y si no me hubiera hecho pasar por él, en ese momento, no habría podido proteger a Yan-ge... —Xiao YuAn murmuró mientras extendía la mano para tomar la carta sobre la mesa. Tras dudar un segundo, la abrió.
Había una breve frase escrita en el fino papel de la carta: «Me pregunto si el antiguo Emperador del Reino del Norte es todavía capaz de recordar el juramento que hizo hace unos años».
¿Hmm? ¿Qué juramento hice?
¿Fue....?
¡¡¡Mierda!!!
Xiao YuAn se llevó de repente las manos a la cabeza.
En aquel momento, cuando abandonó el Reino del Norte, juró que si volvía a pisar la Ciudad Imperial, ¡tendría una muerte horrible!
Xiao YuAn ahora quería volver atrás en el tiempo, para abofetearse a sí mismo.
En aquel momento, cuando me fui, no esperaba que fuera a volver, ¡aah! Después de todo, en ese momento, entendía mal y pensaba que Yan HeQing me odiaba, ¡así que no creí firmemente que volvería corriendo a mi muerte!
La vida está realmente llena de sorpresas y emociones, tantas que incluso fue golpeado en la cara con ella.
Xiao YuAn quemó en silencio la carta de Xue Yan, y luego recitó el principio de la relación dialéctica entre la materia y la conciencia¹.
...
Una vez que Chen Ge salió de las puertas del Palacio Imperial, vio a un hombre de pie frente a él. Llevaba ropas y armaduras militares, con nieve acumulada sobre los hombros.
Chen Ge dio unos pasos hacia delante, cerró el puño y se arrodilló sobre una rodilla.
—General Xue.
Xue Yan lo ayudó a levantarse con una mano, y preguntó: —¿Cómo fue?
Chen Ge respondió: —Le he dicho todo lo que el general Xue quería que le dijera, pero... no parece tener ningún efecto.
Xue Yan frunció el ceño y exhaló una larga bocanada de neblina, rodeado de la fría noche nevada.
—Gracias por tu duro trabajo. No creo ni en lo más mínimo que el antiguo Emperador del Reino del Norte esté dispuesto a soportar la humillación de haber perdido su imperio, y simplemente se quede aquí en paz. Estoy seguro de que está tramando algo. Su Majestad está cegado por el amor, y no es capaz de ver la verdad, aunque la tenga delante. Debo enviar a alguien para que preste atención al antiguo Emperador del Reino del Norte.
Mientras Xue Yan hablaba, Chen Ge abrió y cerró la boca varias veces, como si quisiera justificar esas afirmaciones. Pero al final, no dijo nada. En su lugar, preguntó:
—Pero, General Xue, él está bien protegido por Su Majestad, ¿cómo podría usted...?
Xue Yan lo interrumpió.
—No voy a hacer un movimiento sobre él. No se me permite hacer un movimiento, y soy incapaz de hacerlo. Sin embargo, puedo enviar a gente para que se quede cerca de él, esperando la oportunidad adecuada para observar todos sus movimientos. Por cierto, Chen Ge, debido al reciente asunto relacionado con el antiguo Emperador, y aunque la gente no esté hablando de ello, me temo que algunas personas están dudando de la autoridad de Su Majestad en sus corazones. Creo que alguien aprovechará esto para reunir a los miembros del partido. Tendremos que ayudar a Su Majestad en este asunto prestando mucha atención.
Chen Ge asintió.
—Los arduos esfuerzos del General Xue, espero que Su Majestad los entienda.
Xue Yan miró las paredes rojas del Palacio Imperial Yan del Sur, no muy lejos, y un frío copo de nieve cayó en su mejilla.
¿Arduos esfuerzos? Puede que sí.
Él, Xue Yan, no tenía ningún remordimiento por el antiguo Emperador del Reino Yan del Sur, quien se suicidó cortándose el cuello en lo alto de las murallas de la ciudad. No se arrepentía de la promesa que hizo en aquel momento, de proteger el Reino Yan del Sur a toda costa, antes de que el antiguo Emperador saltara a la muralla. No se arrepentía de ser del Reino Yan del Sur, ni de haberlo gobernado durante un tiempo. Porque sabía que si Yan HeQing conquistaba los cuatro reinos, entonces podría traer un país próspero y unido, a cambio de todo lo sacrificado.
Por lo tanto, si había alguna espina por delante, mientras él no cayera, ¡la cortaría con su espada! Xue Yan estaba dispuesto a hacer lo que fuera necesario, a barrer todos los obstáculos que se interpusieran en su camino con tal de convertirse en el país más fuerte que el mundo haya visto jamás. Incluso si algunas de esas cosas harán que Yan HeQing, quien lo ha respetado desde la infancia, lo odie. Él, Xue Yan, no tiene ningún remordimiento en su corazón.
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Glosario
1. Teoría marxista de la materia y la conciencia.
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