Insania (Pausada hasta julio)

By Ariana_Godoy

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Todos cargamos con un poco de locura dentro de nosotros. Y es esa irracionalidad la que lo alimenta, la que d... More

0. Praedictionem
1. NATALIS
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19. BASIUM
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21. ANTEBELLUM
22. MORTEM
23. PRETIUM

10. POSSIDERE

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By Ariana_Godoy

Cerré los ojos con fuerza mientras levantaba los brazos para tratar de protegerme. Lo último que vi fue a Dagon saltar sobre mí, estaba segura de que me iba a atacar. Al instante me congelé de miedo. Esperaba el golpe o lo que fuera que me iba a hacer.

Había sido tan estúpida, ¿por qué le pregunté por su nombre? Culpé mi estúpida curiosidad, ciertamente necesitaba saber sobre todas estas reglas que los demonios que parecían tener. Pasaron segundos que se sintieron como una eternidad y nada pasó. El dulce olor a chicle de cereza me invadió la nariz. Fue entonces cuando me di cuenta de que había estado esperando las represalias de Dagon por un tiempo. Me atreví a abrir los ojos y lo vi; su cara estaba a sólo unos centímetros de la mía; sus ojos rojos brillaban de diversión.

—¡Bu! —susurró, juguetón.

—¿Estabas bromeando? —pregunté con incredulidad. Dagon hizo una gran burbuja rosa con su chicle, la hizo estallar y luego me sonrió.

—Te ves fea cuando estás asustada —bromeó y dio un paso atrás. Aprecié el hecho de que ya no estuviera invadiendo mi espacio personal.

—¡Me asustaste! —acusé.

—Lo sé —respondió casualmente y caminó hacia el sofá.

—Eso no fue gracioso, pensé que iba a morir —simplemente me ignoró y se tiró al sofá—. ¡Sal de mi casa ahora mismo!

—No.

—¿No? ¡¿Por qué estás aquí?! ¿No tienes algo demoniaco que hacer?

<<Oh, estoy segura de que luzco como una loca>>.

Era bizarro que no estuviera asustada, ni me sintiera amenazada al tener a un demonio en mi sala de estar. ¿Por qué no estaba enloqueciendo? ¿Ya me había acostumbrado a esta situación surrealista? Tal vez, ya estaba loca y Madness había logrado su propósito. O era el hecho de que Dagon parecía tan humano. Sus gestos eran casuales y no había casi nada sobrenatural respecto a él, excepto por sus ojos rojos inhumanos. Esos eran únicos. Me quedé muy quieta y lo observé, él podría darme respuestas, era mucho más relajado que Madness.

Dagon descansaba sobre el sofá con el antebrazo sobres sus ojos, solo podía ver su boca mientras hacia esa ridícula burbuja con su chicle y lo explotaba.

—¿Es cierto? —pregunté, manteniendo mi distancia.

—¿Qué?

—Si un humano dice tu nombre, ¿te da el derecho de tocarlos y alimentarte de ellos? —Su silencio fue una respuesta clara—. ¿De qué se alimentan exactamente?

—Nuestras necesidades no son de tu incumbencia, Ángeles.

Suspiré en frustración y no tuve otra opción que sentarme en el sofá individual al otro lado. Me pasé la mano por la cara y me sentí observada. Al levantar la vista, me encontré a Dagon mirándome, ya no se cubría con su brazo y su cara estaba ligeramente girada en mi dirección.

—¿Qué?

—Nada —respondió y sonrió.

—¿Por qué sonríes así todo el tiempo? Es espeluznante.

—Tus expresiones son divertidas —arrugué mis cejas—. Él debe divertirse mucho contigo.

—¿De verdad lo disfrutas?

—¿Qué?

—Atormentar a los demás.

Dagon se quedó en silencio unos segundos, y su mirada se oscureció.

—Quiero un té con mucha azúcar.

—¿Ah?

—Me escuchaste —él se empujó con los codos, y bajó sus piernas del sofá hasta quedar sentado—. Ahora.

Debí ver el cambio en su semblante, debí aprender mi lección, debí recordar que era un demonio porque estúpidamente me reí:

—No.

Todo rastro de sonrisa dejó su semblante, el rojo de sus ojos se oscureció tanto que podría jurar que se había vuelto negro.

—No estoy jugando —su voz abandonó todo rastro de diversión.

—No soy tu sirviente, no—

La luz parpadeó y dejé de hablar, toda sensación de relajación y de que estaba a salvo dejó mi cuerpo. Nunca debí bajar la guardia. Dagon ladeó su cabeza y me llevé la mano a la boca cuando noté pequeñas grietas abriéndose paso en su cuello, subiendo hasta sus mejillas, era como líneas minúsculas oscuras que abrían su piel, sin embargo, no salía nada de sangre.

El aire se volvió pesado y sentí que era difícil respirar, sombras empezaron a rodearlo mientras una línea que salía de sus pies serpenteaba hacia mí. Chillé y me puse de pie cuando me di cuenta de que esa línea se había materializado en una serpiente negra que destilaba un líquido oscuro que manchaba el piso.

—¡Para! ¡Para! —encontré mi voz—. ¡Por favor!

Le di la vuelta al sofá y me quedé del otro lado. Dagon seguía sentado con las manos entrelazadas, sus codos sobre las rodillas. Corrí a la puerta del apartamento, pero a mitad de camino la serpiente se enroscó alrededor de mi tobillo y caí hacia adelante, apenas pude meter mis manos para proteger mi cara, pero mi estómago recibió el impacto contra el piso y me quedé sin aire.

Luchando por recuperar el aliento, la serpiente me arrastró de vuelta a la sala, me agarré de una esquina y levanté la mirada a la puerta del apartamento que parecía tan lejos ahora. Me congelé al ver al niño sin ojos parado ahí, él se llevó su dedo índice a los labios y caminó hacia mí. Me aterraba, y no supe que hacer, soltarme de la esquina me llevaría a un demonio, pero quedarme aquí era dejar que ese niño se me acercara.

Por alguna razón, no me solté y él se detuvo a una distancia, se arrodilló y puso algo en el suelo, me tomó unos segundos darme cuenta de que era una taza de té, él se desvaneció y lo entendí y me solté.

Mientras la serpiente me arrastraba hacia Dagon, comencé a gritarlo:

—¡Lo tengo! ¡Lo tengo! ¡Tengo tu té!

Quedé a los pies de Dagon y la serpiente se enroscó por todo mi cuerpo, levantándome y suspendiéndome en el aire como una ofrenda para él. Gemí en dolor cuando la serpiente enrolló su parte final alrededor de mi cuello y apretó. Dagon seguía sentado y cuando levantó la mirada, jadeé horrorizada, la mitad de su cara estaba completamente quebrada, dejando ver oscuridad infinita y esquelética.

Traté de emitir palabra con esa cosa en mi cuello y apenas pude decirlo.

—Tengo tu té.

Ninguna reacción. Ya estaba entrando en pánico, me estaba mareando.

—¡Dagon! —grité y él parpadeó para mirarme directamente a los ojos así que aproveché—: Lo tengo, tu... té.

Él ladeó la cabeza y se puso de pie. Él se elevó en el aire para quedar a mi altura como si quisiera revisar si decía la verdad. El agarre en mi cuello se aflojó.

—¡Está en el piso del pasillo! ¡Está listo! —aseguré.

Él salió de mi vista por unos segundos y volvió con la taza en mano, se la llevó a la boca y todo desapareció de golpe.

Caí al suelo con un fuerte crujido de mi tobillo, mis rodillas también recibieron el impacto de la caída repentina. Gemí adolorida y tosí con desesperación mientras me sostenía el pecho.

Al recuperarme, me di cuenta de que estaba de rodillas frente a Dagon quien había vuelto a la normalidad y tomaba un sorbo del té. Él bajó la taza y me sonrió como un puto loco, como sino acabara de intentar matarme y fuera la causa de que mi tobillo palpitara con dolor.

—Estás... loco —murmuré. Mi voz estaba carrasposa por lo que había ocurrido. Dagon puso la taza a un lado y se inclinó sobre mí.

—Es una lástima.

—¿Qué?

Él estiró la mano hacia mi rostro, y se detuvo antes de que sus dedos tocaran mi mejilla.

—Que no pueda tocarte directamente.

Arrugué mis cejas y entonces, el ruido nos interrumpió:

—Sí, eso es lo que le dije —la voz de Raven sonaba preocupada—, pero ella insistió con que quería ir a trabajar, ve a la sala, haré algo de comer.

—De acuerdo.

Esa voz...

Mi corazón se aceleró al igual que mi respiración. Me apoyé en el reposabrazos del sofá para ponerme de pie, cojeé un poco, pero alcancé a enderezarme cuando lo vi entrar en la sala.

Llevaba pantalones vaqueros de color, una camiseta blanca casual y una chaqueta oscura. Su pelo oscuro pelo estaba desordenado. Era él: Corbin, ¿o debería decir Madness? Sus ojos se encontraron con los míos antes de enfocarse en Dagon.

—Dagon —su voz tenía esa frialdad recurrente.

Estaba empezando a notar los cambios de humor de Madness.

—Señor —saludó Dagon serio. Todo signo de diversión se había evaporado de su rostro. Corbin me dio una sonrisa retorcida.

—Hola, Ángeles —me quedé callada—. ¿Dónde están tus modales?

Estaba a punto de decir algo cuando Raven asomó la cabeza desde la cocina.

—Oh, Ann, no sabía que —ella paró al ver a Dagon—. ¡Oh, Daniel! —exclamó feliz y corrió hacia él para abrazarlo. Fruncí el ceño, totalmente confundida.

<<Qué demonios...>>

—¿Daniel? —Le pregunté—: Pensé que tu nombre era—

—¿Cómo lo conoces? —Raven me interrumpió al separarse de Dagon.

—Yo... nosotros...— Tartamudeé, sentí la mirada pesada de Madness sobre mí.

—Nos conocimos abajo —respondió Dagon casualmente—, venía a visitarte y me la encontré en el ascensor.

—¿Por qué no me llamaste?

—Sólo quería sorprenderte —dijo Dagon con una sonrisa encantadora.

—¿Cómo lo conoces? —me atreví a preguntarle a mi hermana.

—Es el hermano de Corbin —respondió fácilmente mientras continuaba hablando con Dagon.

Me quedé viendo cómo charlaban de una manera muy relajada.

<<Esto tiene que ser una broma>>, Pensé.

Todo era demasiado, de pronto, me sentí abrumada. Mi cabeza empezó a doler un poco. No me sorprendió encontrar a Madness observándome desde la pared contra la que se apoyaba, con los brazos cruzados sobre su pecho.

Me sonrió mientras susurraba:

—Ven aquí.

Miré a Raven para ver si lo había visto, pero estaba demasiado ocupada hablando con Dagon. Sacudí la cabeza, Madness se agarró la mandíbula como si se estuviese impacientando. En un momento, todo se quedó en silencio. Vi a Raven y había dejado de hablar por completo, sus manos cayeron flácidas a sus lados y su expresión quedó en blanco.

—¿Raven? —llamé y no recibí reacción alguna.

—Ah, esta humana habla mucho —se quejó Dagon.

—¿Raven? —la llamé de nuevo y di un paso hacia ella, mi tobillo me hizo hacer una mueca adolorida y cojeé mientras caminaba hacia ella—. ¿Qué le hiciste? —Le pregunté a Madness cuando me enfrenté a mi hermana y la sacudí de los hombros:

—¿Raven? —No hubo respuesta.

—¿Qué te pasó? —Madness cuestionó, ojeando mi tobillo. Dagon y yo intercambiamos una mirada, pero no dije nada y me enfoqué en mi hermana.

—¿Raven? ¿Puedes oírme? —Su rostro no tenía expresión, sus ojos ni siquiera se movían. Al menos ella todavía respiraba—. ¿Qué le hiciste?

—Nada peligroso, ven conmigo —Madness ordenó.

—No la lastimes —supliqué.

—Entonces ven aquí —me extendió la mano.

—¿Por qué?

Él me dio la espalda y se fue por el pequeño pasillo, y dudé. Sin embargo, ya había visto lo que pasaba cuando no obedecía, aún me dolía el cuello por lo de Dagon. Así que seguí a Madness en silencio. Entramos a mi habitación y cerré la puerta detrás de mí para volverme hacia él.

—¿Qué quieres?

—Regla número uno: Nunca digas el nombre de un demonio en voz alta. Dos, nunca lo mires a los ojos. Tres, nunca lo provoques. Cuatro, no te burles de un demonio, y no les muestres tu miedo. Disfrutamos del miedo y el dolor de los humanos —se lamió los labios—. Ahora mismo, estoy disfrutando la forma en la que tu corazón late frenéticamente. Estoy disfrutando del miedo en tus ojos y del sudor frío que se desliza por la parte de atrás de tu cuello —yo estaba sin palabras—. Y siempre recuerda, tú eres mía, Ángeles, completamente mía. Soy el único que puede tocarte. Soy el único que puede alimentarse de ti —afirmó y se arrodilló frente a mí.

No tuve tiempo de reaccionar cuando su fría mano se envolvió alrededor de mi tobillo herido, jadeé adolorida mientras él lo apretaba y levantaba su mano libre para estirarla a un lado hacia la pared, del otro lado de esa pared estaba la sala. Me sorprendió cuando Dagon atravesó la pared como si nada y apareció a un lado de nosotros como si Madness lo hubiese atraído como un imán.

Dagon permaneció serio y firme. Incluso cuando Madness cerró su mano en el aire y el crujido de huesos rotos viniendo de Dagon me hizo hacer una mueca. Observé en horror como el tobillo de Dagon se doblaba a un lado de forma inhumana. Dagon ni siquiera se inmutó. Una línea carmesí emergió del lugar donde Madness estaba arrodillado y se deslizó hacia arriba en el cuerpo de Dagon hasta que apretó su cuello. Dagon escupió sangre y yo estaba paralizada.

Madness me soltó, se puso de pie y me di cuenta de que mi tobillo ya no dolía, que mi cuello tampoco. Su rostro estaba contraído por completo en una expresión feroz, su mirada nunca dejó la mía y era como si su silencio y sus acciones fueran entendidas claramente por Dagon quien habló al ser liberado:

—Entendido, señor. 


---

NOTA DE LA AUTORA: Uh, se oscurecieron las aguas. 

El humor de Dagon y Madness está más inestable que mi Wi-fi cuando vivía en Venezuela. Ah, ¿qué les puedo decir? 

Pido perdón por los sábados pasados, he estado muy full, pronto sabrán porque, bolitxs.

Aquí hablemos de ese silencio de Madness, ¿Qué le habrá querido decir al Dagon, wey? 

No hay meme time, pido perdón de nuevo, pero tengo sueño. SE LES QUISO. 

Muakatela,

Ariana G.  

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