Louis siempre se había considerado alguien con poca paciencia. Desde el momento en que puso un pie en una tripulación, su carácter se había formado, pasando de ser un chiquillo miedoso que se escondía cada vez que alzaban la voz, a quien era hoy en día.
Porque tenía sus problemas, lo sabía, no lo dejaban menos arrepentido de cómo era, porque con ellos, había luchado contra todos los demás.
Había escapado de los horrores de su hogar, dejando atrás a una madre cobarde y sin valentía que se hundía lentamente frente a sus ojos en una tristeza y sumisión sin igual. Sin embargo, nunca pudo escapar de lo que lo perseguía: la violencia.
Escapó de las garras de un hombre violento para ser puestos en el mismo lugar, pero a mano de otra persona. Era en su primer barco quienes lo obligaban a hacer cosas de las que no estaba orgulloso, sin embargo, tuvo que hacerlo para poder seguir con su vida.
Conocía a las personas corrompidas y dañadas, conocía la manera en que éstas agachaban la mirada ante la presencia de una voz alzada, del más mínimo atisbo de agresión y cómo sus ojos se apagaban lentamente como una vela en una tormenta, sin defensas. Porque él estuvo en su lugar.
Él estuvo en el lugar de Harry y eso parecía hacerlo dar pasos hacia atrás. En situaciones en las que atacaría sin pelo en la lengua, se veía incapaz de hacerlo.
—Capitán—. Un golpe en su puerta lo sacó de sus pensamientos, su mano soltó el lápiz atenazado con fuerza entre sus dedos, volviendo a alzar la vista fuera de la bitácora en su mesa.
—Pasa—. Habló con la voz un poco ahogada, aclarándose la garganta. Liam Payne, la pareja de su primer oficial, asomó la cabeza desde la puerta y Louis le alzó una ceja. —¿Qué quieres?
—Mi guardia ha terminado—. Su cuerpo robusto se hizo presente. Louis había contratado a este artillero hace unos meses, lo encontró golpeado como un cachorro sin hogar. —Todos los hombres están bajo cubierta, durmiendo y no he visto nada alarmante, capitán.
Louis asintió pensativo, tirándose hacia atrás en su silla. —Puedes retirarte, yo me encargo desde ahora.
Liam le asintió, retirándose con respeto.
Y hablando de personas dañadas.
Soltó un suspiro cuando su vista bajó hacia el mapa destrozado, una de sus manos masajeando su sien. Sabía que, si no conseguía ese mapa, iba a observar morir a una de las personas más importantes en su vida.
Y si Harry le estaba mintiendo, realmente iba a sentir pesar al ver sus ojos de ciervo marchar.
Con un último vistazo hacia su mesa, tomó la chaqueta colgada en el respaldo de la silla, deslizándola por sus hombros y saliendo a la oscuridad de la noche.
Estaba despejada, más brillante que nunca y el mar parecía calmado, el movimiento bajo sus pies leve. Dio un rápido vistazo a su alrededor, agradeciendo que fuera así. Con la luz de la luna, su trabajo se hacía mucho más fácil.
La primera hora se mantuvo tranquila, Louis simplemente jugando con el filo de su espada y acompañado simplemente del sonido de las olas.
Sin embargo, la segunda hora, algo cambió.
Louis alzó la cabeza con el ceño fruncido, el aire sintiéndose más pesado en sus pulmones. Guardó la espada en su funda lentamente, parándose erguido y con su mente un poco mareada.
Un susurro en sus oídos.
Se dirigió a la borda con pies acelerados, sus manos se apoyaron en esta e inclinó la cabeza hacia delante buscando la procedencia del sonido calentando lentamente sus entrañas. Pero no había nada.
Sin embargo, no paró de buscar, un instinto obligándolo a no retirarse.
Hasta que un chapoteo le llamó la atención.
Entrecerró los ojos con curiosidad hacia el mar, como si esto lo ayudara a ver mejor en la oscuridad, su cuerpo sumiéndose lentamente en una inconsciencia que luchaba por salir. Louis soltó un gruñido cuando parecía que sus manos empezaban a temblar con anhelo.
Cuando una voz empezó a tararear y se sintió como su perdición.
Porque Harry sentía la libertad entre sus dedos cuando nadaba, un estado primitivo tomando las riendas de él. El agua a su alrededor parecía querer hacerlo cautivo de su oleaje y cuando alguien como él se dejaba llevar, los suaves tarareos de una canción lo aliviaban.
Y sin querer, estaba hechizando a Louis con los anhelos enterrados en su pecho.
Y cuando miró el barco, hacia la borda, lo vio asomado y con los ojos cerrados hacia la luna, la mitad de su cara siendo levemente iluminada por la luz y sus labios se movían suavemente como una canción de cuna, sus pestañas revolotearon con satisfacción.
Porque el hombre que estaba viendo, era lo que quería y no podía tener.
Harry se quitó el pelo mojado de sus ojos y siguió cantando con curiosidad, su cola moviéndose para mantenerse a flote. Louis estaba tan sumido en su canto, que cuando paró, sintió un vacío en sus oídos.
Y esa mañana amaneció con el borroso recuerdo de rizos y ojos verdes en la parte trasera de su mente mirándolo con ojos húmedos y suplicantes. Se sintió como un sueño.
En su segundo día, Harry sonreía.
Louis se encontró mirándolo un poco más, con un poco de curiosidad. Parte por su sueño, parte no. La noche anterior parecía borrosa en su mente, suponía que se había quedado dormido a mitad de la noche, siendo despertado solo por el sonido de las gaviotas que habían aterrizado a un lado de su cabeza al amanecer.
Su cuello y cabeza dolían horrible.
Y Harry solo podía aumentar ese dolor de cabeza al verse tan dentro de su foco.
Sus rizos caían suaves y limpios hasta sus hombros, su piel porcelana tenía ese sonrojo por el beso del sol y sus ojos verdes brillaban cada vez que reía por las bromas de Liam Payne. Entrecerró los ojos, apoyado en la pared exterior, escuchando en segundo plano a Zayn conversarle sobre las ganancias líquidas del último abordaje.
La mitad de su cara estaba siendo protegida por su sombrero y su expresión en blanco.
—¿No crees que los pisos están sucios? — Interrumpió a Zayn, quien seguía parloteando y parloteando, sus nervios un poco crispados cuando Harry reía con más fuerza.
—¿Capitán? —Preguntó Zayn, su labio superior fruncido.
—Hace un tiempo que no los limpian, — Louis seguía divagando, sus ojos sin despegarse de la risueña expresión que parecía aplastar su pecho. —Los quiero limpios, ya.
—Oh—. Zayn frunció el ceño. —Si no estoy mal, hace solo dos días que...
—Manda a Harry y Payne a limpiarlos, ahora—. Louis despegó su vista de Harry, para clavarla en su segundo al mando. Zayn le estaba mirando un poco perdido, el libro con tinta manchada aún abierto en sus manos llenas de tatuajes.
Sin embargo, su expresión se endureció un poco cuando oyó hablar sobre su matelot.
—¿Por qué? —Preguntó. —Y lo más importante de todo, ¿desde cuándo te importa una mierda los pisos?
Louis sonrió de lado. —Si no me equivoco, yo soy el capitán aquí—. Se sacó el sombrero para arreglarse su flequillo que caía sobre su ojo derecho y lamió sus labios, levantando las cejas. —Y no dejes que tu capricho con Payne te nuble.
Le dio una palmada sobre su hombro con un poco de fuerza, yéndose directo hacia su recámara sin realmente importarle el cosquilleo de la mirada ofendida de Zayn sobre su nuca.
Solo así, sabía que lo obedecería.
Así mismo, Harry ahora estaba a cuatro patas sobre el piso, una esponja entre sus dos manos y algunos rizos pegados en la parte trasera de su nuca.
Soltó un bufido, enderezándose sobre sus rodillas y pasándose el dorso de su mano sobre la frente. Hacía un calor abrasador ese día y él estaba aquí cocinándose lentamente en su propio sudor por culpa del jodido capitán.
—Comúnmente me gusta esta posición—. Escuchó hablar a Liam, sus manos fregando el piso con fuerza y el balde lleno de agua a su derecha. —Pero desnudo, mierda.
Harry lo miró con los ojos como platos, una risa incrédula escapando de sus labios entreabiertos y jadeando por el calor.
—¿Te gusta ser...? ¿Te gusta eso?— Dijo, ladeando la cabeza y tratando de ser discreto. Sin embargo, sus palabras saliendo un poco bruscas en sus labios por la incredulidad. Esperando también, que dijera que solo era una broma.
Liam lo miró de reojo. —¿Algún problema con eso, compañero?
Harry lo miró con los ojos como platos.
No estaba acostumbrado a esto.
Su vida entera se la pasó escondiendo y saliendo con hombres clandestinamente, la homosexualidad siendo claramente reprimida entre los hombres. Considerado un delito, por eso, sus palabras no paraban de ser las equivocadas.
—¿Los demás lo saben?— Frunció el ceño, su mano apretando la esponja en su mano. Liam paró de fregar el piso, esta vez mirándolo directamente con las esquinas de su boca hacia abajo.
—Sí.
—¿Y están bien con eso? —Harry abrió sus ojos, mordiéndose los labios. Liam lo tomó de la manera equivocada.
—Sí—. Liam se puso en la misma posición que él, sus rodillas contra la madera, pero él con su mandíbula apretada. —Los piratas pasamos meses sin contacto femenino, algunos acostumbrados a follar con hombres en el mar, después con mujeres en tierra.
—¿En serio?
—Mira, Harry, realmente no tengo ganas de lidiar con cualquier mierda prejuiciosa—. Liam alzó su barbilla.
—¡No! —Chilló un poco demasiado rápido. —No, no, no. Solo estoy... sorprendido. Lamento si sonó como un reproche.
Liam alzó sus cejas, su expresión suavizándose de a poco y volviéndose a mirar al piso.
Harry al ver que el silencio se prolongaba lo suficiente para saber que no iba a dirigirle la palabra de nuevo, se inclinó a seguir limpiando la porción de piso entre sus manos.
Lo único que pudo preguntarse era si Louis se sentía de la misma manera que Liam. Quizá tenía una oportunidad, quizá podía intentar llegar algún lado y seducirlo para sacarse la frustración que sentía de a poco.
O quizá no.
No.
Definitivamente no.
—Y estoy con el Primer Oficial— Harry casi se atraganta con su propia saliva, sus movimientos parando súbitamente y girando a verlo con la boca colgando.
—Mierda, ¿él? —Preguntó, su mente volando hacia el único momento en que lo ha visto. Ojos como avellanas y labios perfectos, presencia intimidante— Bueno, feo no es.
Liam soltó una risita, su cuerpo en tensión siendo reemplazado por esos suaves espasmos. Harry sintió su pecho más suave cuando se dio cuenta que ya no estaba enojado con él.
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