The firstborn | Jujutsu Kais...

Oleh daaisxke

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𝐓𝐅𝐁 (Pausada) | ❝ Un demonio en el útero de una mujer ❞ Por el corto tiempo que el grupillo de hechiceros... Lebih Banyak

Prólogo
I
II
III
IV
V
VI
VII
VIII
IX
X | 𝔪𝔢𝔪𝔬𝔯𝔶
XI
XII
XIII
XIV
XV
𝔈𝔰𝔭𝔢𝔠𝔦𝔞𝔩 𝔡𝔢 𝔖𝔞𝔫 𝔙𝔞𝔩𝔢𝔫𝔱𝔦𝔫
XVI | 𝔪𝔢𝔪𝔬𝔯𝔶
XVII
XVIII
XIX
XX
XXI
XXII
XXIII
XXIV | 𝔪𝔢𝔪𝔬𝔯𝔶
XXV | 𝔪𝔢𝔪𝔬𝔯𝔶
XXVII
XXVIII
XXIX
XXX
XXXI
XXXII
XXXIII
XXXIV
XXXV | 𝔪𝔢𝔪𝔬𝔯𝔶
XXXVI
XXXVII
XXXVIII
XXXIX
XL
XLI
XLII
XLIII
XLIV
XLV
XLVI
XLVII
XLVIII
XLIX
L
LI
LII | 𝔪𝔢𝔪𝔬𝔯𝔶
LIII | 𝔪𝔢𝔪𝔬𝔯𝔶
LIV

XXVI

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Oleh daaisxke

— ¿Sensei? —la sonrisa coqueta y burlona se ensanchó en su rostro, mientras daba dos pasos para acortar la distancia entre ambos e ingresar al apartamento—. Vaya, perdí la cuenta de hace cuantos años dejaste de llamarme "sensei" y me empezaste a tratar como "idiota" —aclaró, enarcando una ceja, su mirada baja fija en la muchacha frente a él, quien a su lado era lo suficientemente baja para mirar hacia abajo—. No estoy diciendo que me molesta, pero ¿por qué no cambias esa expresión?

— ¿¡Eh!? ¿¡Qué rayos haces acá!? —alzó ella, sintiendo como la gran y cálida mano del sujeto acariciaba su mejilla, pero la alejó de un manotazo y siguió con esa postura alerta y segura.

Sí, había dejado de llamarlo como "profesor" desde que dejó de verlo como tal y solo comenzó a verlo como un amigo, un conocido que de vez en cuando la acompañaba en asuntos. Pero en el momento se había sorprendido a tal punto, que había un nudo en su garganta y sus pensamientos se nublaron.

— Wuah ¿Por qué estas molesta? —rió él, esbozando nuevamente esa sonrisa burlona que solo provocó que la castaña girara sus ojos.

No estaba molesta, su ceño fruncido expresaba lo mucho que le estaba costando analizar la situación. ¿Cuánto había pasado? ¿Cómo rayos la encontró? (Ignoren eso, si es Ruther probablemente es capaz de encontrarla hasta en la abismante profundidad del mar) ¿Qué rayos hace aquí? Que está buscando? ¿Se metió en problemas? ¿Viene a joderle el día como a veces solía hacer?

Jaló el esculpido brazo del mayor, jalando este hacia adentro para que se quitara de la entrada y pudiera cerrar correctamente la puerta. Una vez ambos adentro, Yashiro apoyó ambas manos en sus caderas, y miró al hombre de sonrisa leve y postura tranquila de pies a cabeza.

Era alto, ¿Uno noventa? ¿Uno ochenta y pico?
Cuerpo fornido y esculpido, de hombros anchos, pectorales marcados, tronco marcado, brazos fuertes. Llevaba un físico atlético de un treintañero jodidamente atractivo, de todo el gusto para Yashiro, desde luego. Ruther había procurado tomar una figura lo suficientemente atractiva para tener la atención de la castaña, pero por mucho que lo intentara, la chica nunca iba a verlo con ojos lujuriosos como solía hacerlo con el resto del mundo.

— ¿Qué le hiciste a tu cabello? —espetó ella, dado que la usual imagen de un azabache con el cabello hasta los hombros era lo que solía ver.

Su rostro era atractivo, tenía facciones marcadas. Ojos color marrón, almendrados, cejas definidas y una mirada feroz, una mirada que era lo suficientemente directa para decir algo sin palabras. Su tez era pálida, y su cabello que anteriormente era azabache, ahora era rubio, un rubio muy claro, casi como el color del prado en el que solía vivir cuando pequeña. Era lago, pero sobre los hombros, como a la altura de la nuca; estaba tomado en un medio tomate, y algunos mechones inevitablemente caían a los costados de su frente.

— ¿No te gusta? Creí que si vendría a verte lo mejor sería hacerme un cambio de look —habló, ensanchando una sonrisa a la vez que sus ojos se achinaban, y una de sus grandes manos de delgados dedos tomaba un mechón de su rubia cabellera y jugaba despreocupadamente con él—. Sabes, allá afuera vi a muchos chicos con cabellos de todos los colores... No creí que eso fuera posible, pero la forma en la que el mundo a evolucionando es increíble.

— ¿Te teñiste? —resumió ella, mientras se cruzaba de brazos y alzaba una ceja incrédula.

— ¿No te gusta? —repitió, volviendo su mirada a ella y ladeando levemente su cabeza.

— ¿Si te digo que no, te lo volverás a cambiar? —preguntó, aunque ya sabía la respuesta.

— ¡Desde luego! Mi cambio físico es únicamente para tu atención —respondió, esbozando una sonrisa orgullosa como si eso fuera un mérito para aclarar al mundo, y Yashiro solo suspiro negando levemente.

— Se ve bien... —alargó, pues no le iba a mentir. Sí, tenía una imagen atractiva, pero no pasaba más allá de esa raya.

Llevaba unos pantalones de traje negro un tanto ceñidos, un cinturón también negro. Unos lustrados zapatos negros bastante elegantes, y una camisa blanca con las mangas arremangadas hasta el codo y los primeros botones del cuello desabrochados.

— Yendo al grano ¿Qué haces aquí? —suspiró, mientras sacudía su cabellera hacia atrás y provocaba que las mejillas del mayor se tornaran de rojo carmesí, mientras una sonrisa ladina se esbozaba en su rostro—. ¡Ruther! —alzó ella, esbozando un mohín e intentando hacer que el mayor se concentrara, y este se exaltó en su lugar.

— Claro, claro... —rió, apoyándose en la barra de la cocina para cruzarse de brazos—. La última vez que nos vimos fue en... ¿1800? Cuando estabas con ese doctor en... ¿Alemania? Aunque solo nos topamos por causalidad —estoy segura de que eso no fue "casualidad". Pensó ella, pero continuó escuchando su grave voz que siempre solía usar un tono burlón o gatuno—. ¡Ah! Visite al aquelarre de Europa hace unas semanas, te mandan saludos, las brujas te extrañan, además que-

— ¿Quién eres? —fue la voz masculina que interrumpió la conversación, y el azabache de mirada fulminante y rostro serio con ceño fruncido apareció desde la habitación de la castaña, quien se exaltó al notar que había olvidado por completo la existencia del otro chico.

Takeshi estaba allí, vestía los mismos pantalones cargo de esta tarde, solo que ahora llevaba su torso al descubierto, pues al escuchar una conversación lejana desde el baño, no se dió el tiempo para terminar de arreglarse.

— ¿Hah? —alargó el peli-rubio, irguiendo su cuerpo a la vez que guardaba sus dos manos en los bolsillos de su pantalón y caminaba hacia él—. "¿Quién eres tú?" Esa es mi línea —respondió él, y a pesar de que el azabache no fue muy amable, el otro tampoco se esforzó por mantener la calma.

Yashiro suspiró llevando una mano a su rostro frustrada, sabiendo lo irritante que podía ser tratar con aquel rubio.

— ¿Tu línea? ¿Qué te da el derecho de preguntar eso si es la primera vez que pisas este apartamento? —espetó él, con claridad y seguro de sus palabras, pues el tenía más que claro que Yashiro no llevaba a nadie a su hogar a menos que fuera él. Su departamento era algo así como un escondite secreto, su espacio personal, le gustaba mantener su ubicación en silencio.

Mientras tanto, Yashiro solo negó con desaprobación, pues la situación seguiría y aquello era algo claro. Nakerama terminaría lanzando puñetazos, ese chico no tenía la mejor paciencia, y Ruther no haría más que disfrutar los golpes (por lo cual sería un bucle infinito de violencia).

— ¿Qué seguridad tienes de eso? Soy la pareja de Yashiro ¿Sabes? —alargó él, alzando su barbilla levemente y esbozando una sonrisa de burla. Estaban cara a cara, puesto que eran de la misma altura.

Pero lo que sonrojo a la castaña no fueron las estúpidas palabras sin sentido del peli-rubio que nadie creía, sino el bufido que salió de la boca de Takeshi a la vez que una sonrisa ladina llena de burla se asomaba en su rostro, y los notorios colmillos de su blanca dentadura relucían en su sonrisa. Su ceño se mantenía fruncido y su mirada fulminante fija en los marrones ojos del mayor.

— Eso es solo tu imaginación ¿Por qué no te largas a casa de una vez? —espetó él, también alzando levemente su barbilla mientras la cercanía entre ambos era cada vez más escasa.

Takeshi estaba molesto, por alguna razón, la simple manera en la que el hombre miraba a la castaña era desagrada. La sonrisa despreocupada de su rostro lo hacía ver aún más golpeable. Su retador tono de voz te hacía entrar en molestia, se le tensaban los puños de solo resistirse lanzar un puñetazo. Pero, lo más importante ¿Quién rayos era ese idiota?

— El único yéndose eres tú, bastardo ¿Por qué no regresas con la perra de tu madre, cachorrito? —y la amplia sonrisa llena de burla junto aquellas palabras fue más que suficiente para que el azabache perdiera totalmente la mínima paciencia que cargaba su gran cuerpo.

— Repite esa mierda-

— ¡Bien, es suficiente! —interrumpió Yashiro, justo en el preciso momento en que las venas en los brazos del azabache de marcaron de furia y presión, para que luego sus manos agarraran firmemente el cuello de la camisa del mayor y lo hiciera tambalear un par de pasos hacia atrás—. ¿¡Cómo es que ninguno de los dos sabe como controlarse o socializar con alguien más que no sea yo!? —alzó, su ceño fruncido y sus brazos extendidos, su mano derecha tocaba el firme torso de Takeshi, y su mano izquierda el firme torso de Ruther.

— Vamos~ Estaba a punto de lanzarme un par de puñetazos ¿Por qué no lo dejaste seguir? —alargó el rubio con diversión, observando como el azabache gruñía y avanzaba otros pasos, pero nuevamente Yashiro los detenía por completo.

— Ruther, cierra la maldita boca —espetó ella, irritada por el comportamiento de ambos, cerrando sus ojos con fuerza y frunciendo su ceño con molestia—. Ve al sofá y siéntate como el perro que eres —aclaró, y el silencio invadió por unos largos segundos. La castaña giró su mirada hacia su izquierda, mirando con esa terrorífica y abismante mirada verdosa hacia el rubio, quien sintió un satisfactorio escalofríos y sonrió levemente sintiendo sus mejillas arder.

Cedió a sus palabras. Con sus manos guardadas en los bolsillos de su pantalón, giró sobre sus talones, y el taco de sus elegantes zapatos resonó por la silenciosa habitación por cada paso que daba, hasta finalmente llegar al sofá. Se sentó en silencio, cruzó una pierna sobre la otra, y luego apoyó sus brazos en el respaldo del sofá.

— Takeshi, ve a casa por el momento, si regresas a las once podrías quedarte a dormir —se dirigió esta vez hacia el azabache, quien con su respiración agitada y la mano de Yashiro sobre su pecho, mantenía su mirada fija en el rubio sentado en el sofá. Ella había usado un tono más gentil, sabía que Ruther solo sabía hacer enojar a los demás, así que no quería culpar completamente al muchacho.

— Volveré —respondió, mirando fijamente a la castaña. Su mirada profunda de ceño fruncido demostraba preocupación, pues el azabache podía ver claramente la energía maldita que desprendía desde cada rincón del cuerpo de aquel hombre. Y aunque no era tan fuerte como lo que había visto en Yashiro unas dos veces, seguía siendo preocupante.

Ella solo asintió. Takeshi suspiró girando sobre sus talones, se dirigió hacia la habitación donde agarró rápidamente una camisa y termino de vestirse, mientras la castaña giraba a fulminar con la mirada al peli-rubio que mantenía esa despreocupada sonrisa en su rostro.
Negó levemente, y para cuando volvió a girarse, Takeshi llevaba su banano cruzado en su espalda, y las bolsas de sus compras colgando en su mano derecha.

— ¿De verdad estará bien si me largo? —preguntó el azabache una vez fuera del apartamento. Justo la entrada daba directo hacia el sofá del salón de estar, donde el rubio permanecía relajado con su mirada fija en él.

— Si, si... Es solo un viejo amigo, puedo contarte cuando regreses —sonrió gatunamente, como de costumbre, como si nada de lo anterior hubiera ocurrido, por lo cual Takeshi solo supuso que estaría bien.

Suspiró desviando su mirada y la volvió a ella luego de unos segundos.

— ¿Quieres que traiga algo de comer cuando vuelva? —dejó de lado el tema, y bajó su mirada hacia ella para observar su despreocupado rostro.

— Contigo me basta —se limitó a responder, ese típico tono burlón y seductor que solía usar, a la vez que le regalaba una intensa mirada y esbozaba una sonrisa ladina. De alguna desagradable manera la imagen del rubio se proyectó en su mente, pero hizo lo posible para borrarla y volver a observar el rostro de la chica.

Takeshi bufó. Bufó desviando la mirada hacia su costado mientras pasaba su lengua por el interior de su mejilla con su boca entreabierta, y luego soltó un sonoro suspiro.

— Entonces... Supongo que no traeré nada —jodeeer, no me mires así. Pensó Yashiro, observando la intensa mirada el azabache que tensaba su mandíbula y mantenía una sonrisa ladina casi indivisible en su rostro. Pocas eran las veces en las que Nakerama Takeshi le seguía el coqueteo, pero la manera en la que ese hombre hablaba y actuaba era capaz de subirte la temperatura en cuestión de segundos de pies a cabeza.

El azabache se dió media vuelta dispuesto a retirarse. Yashiro permaneció de brazos cruzados apoyada en el marco de la entrada, observando la ancha espalda del chico que poco a poco regresaba.

— Ah —se escuchó de él, como si hubiera recordado algo, volvió a girar en su lugar, y trotó para volver a donde estaba la castaña. Agarró su rostro entre sus dos manos, y dejó un casto beso que a la vez se sintió eterno.

Efímero, un toque de labios efímero del cual no hubo movimiento, solo un toque. Pero ese "toque" fue más que suficiente para que las mejillas de la castaña se calentara, y sintiera "mariposas en el estómago" como si fuera la primera vez que recibía un beso.

El chico miró de reojo al rubio dentro del apartamento y sonrió satisfecho. Se volvió a largar sin decir nada más, sin dirigirle otra mira. Se fue en silencio, pero esta vez en definitiva, hasta desaparecer del campo visual de la castaña que quedó perpleja en su lugar.

Giró hacia adentro, cerró la puerta a sus espaldas mientras tragaba en seco y llevaba la yema de sus dedos a sus labios.

— Ah~ ¿Ese mocoso estaba intentando ponerme celoso? —espetó el peli-rubio, sus ojos parecían dos delgadas líneas y su amplia sonrisa forzada dejaba a la vista su perfecta dentadura de grandes colmillos—. No lo logró, comunícaselo.

— Ruther, se te está marcando una vena en la frente y vas a rasgar tus pantalones sigues enterrándote las uñas en las rodillas.

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