JULLS.
Después de todo ese caos en la escuela, por fin estábamos en casa. Aunque en este momento me encontraba en la de Liam.
Él estaba el baño, curando la herida que Quinn le había causado en el rostro debido al golpe, que por una extraña razón, esta aún no había sanado.
Yo me encontraba sentada en la orilla de su cama esperándolo, estaba viendo mi cuaderno de dibujos. Recordando mis primeros y más recientes dibujos, no era una artista en ello, pero de verdad que se notaba que había mejorado con el tiempo.
Pasé una de las páginas con los dibujos que había hecho en el verano, y sonreí al ver ese dibujo que había hecho de Lydia, Malia y Scott. Actualmente era una foto que yo había tomado, pero era tan bonita, que esa misma tarde terminé por dibujarla en mi cuaderno.
Y sin poder evitarlo recordé ese día en el que todos habíamos ido de día de campo en vacaciones de verano. Lo cual al principio estuvo fluyendo bien, hasta que empezó a llover y todo se fue a la mierda. Stiles resbaló en un charco y cayó por una montaña, no sé ni como pasó pero Malia terminó enganchada a un árbol y Liam en un agujero. Scott empapado por ir tras Stiles y yo con un hueso roto por ayudar a Liam a salir del tonto agujero, y para empeorar todo, cuando íbamos de regreso el Jeep se descompuso y Lydia y yo tuvimos que caminar en busca de alguna ayuda.
Reí por mis adentros al recordar los gritos que daba Stiles al caer por la pequeña montaña.
Como adolescentes normales no servíamos, algo siempre salía mal. Pero hey, al menos las risas no faltaron.
Alcé la mirada saliendo de mis pensamientos y miré hacia la puerta del baño, donde Liam aún seguía frente el espejo limpiando su herida.
Cerré el cuaderno y lo dejé un lado, luego me levanté de la cama y caminé al baño junto con él. Al ponerme a su lado frente al lavabo el rubio me miró. Tomé otro algodón que él estaba usando y lo moje con un poco alcohol, lo acerqué a su rostro y accedió a que le terminara de ayudar. Luego de pasar el algodón una última vez por su herida, esta sanó por completo. Liam se miró una vez más en el espejo y torció los labios.
—Deberías ser enfermera, ¿sabías?, –mencionó mientras cerraba el alcohol y lo ponía en su lugar. Sonreí.
—Esa es mi segunda opción, –asentí terminandole de pasar las cosas que había utilizado para que las guardara. El rubio terminó de guardar todo y se puso otra vez a mi lado frente el lavabo.
—¿Estás bien?, –preguntó él luego de unos segundos en silencio. Lo miré enseguida apoyando mi espalda sobre el mueble del lavabo.
—Si... ¿por qué?
—Por nada, es solo... todo lo que pasó hoy en la escuela, –torció los labios.
Suspiré, —Oh eso, si estoy bien, solo que me preocupa que no podamos pelear con esa cosa cuando ni siquiera la podemos mirar.
—Encontraremos la forma de detenerlo, –me aseguró el rubio, mientras jugaba con los mechones sueltos que caían sobre mi rostro, —Estaremos bien.
—¿Y si algo sale mal?, –pregunté de nuevo. No tan convencida de todo esto.
—No lo hará. Mira estaré siempre contigo, no dejaré que nada malo te pase o nos pase, lo prometo.
Sonreí, —Amo cuando tratas de protegerme así.
—¿De que más serviría yo si no es para cuidar y proteger a mi novia?
"A mi novia". Sonaba tan lindo que hizo que sonriera aún más y sintiera una linda sensación en mi estómago.
—Nunca lo pregunté, y creo que después de todo lo que ha pasado entre nosotros es algo obvio, –soltó una risita divertido, —Me gustas Julls, demasiado... ¿Recuerdas la vez que te dije que quería saber lo que sentía hacia ti?, ahora lo sé, sé que estoy enamorado de ti y que quiero estar junto a ti... solo quiero saber si quieres ser mi novia.
Sonreí de lado y lo único que hice fue tomar sus mejillas con mis manos y acercarlo a mi lo suficiente hasta poder unir mis labios con suyos en un suave beso. Luego de unos segundos, él se detuvo y juntó su frente con la mía. Haciendo que nuestras respiraciones llegaran a chocar.
—Supongo que eso es un si, –dijo Liam, y pude ver como una sonrisa se formaba en sus labios. Levanté mi cabeza un poco y lo miré soltando una pequeña risita.
—Si, si quiero, –Liam sonrió y no tardó en volver a unir sus labios con los míos, pero esta vez con profundidad.
Cuando le devolví el beso, sus manos bajaron hasta mi cintura, y me acercó mas a su cuerpo. De pronto el beso se empezó a volver acalorado y apasionado, dándome esa sensación que solamente Liam Dunbar causaba en mi. Nuestros labios se siguieron moviendo ansiosos uno sobre el otro, tomé una de las manos de Liam que estaba en mi cintura y la corrí hasta llevarla a mi trasero. El rubio se inclinó un poco para así poder tomar mis muslos con firmeza y así hacer que enrollara mis piernas alrededor de su cintura.
Sin dejar de besar mis labios, él empezó a caminar fuera del baño hasta que ambos llegamos a su cama, se dio la vuelta y tomó asiento sobre esta, haciendo que yo quedara sentada sobre sus regazos, con mis piernas en ambos lados y mis manos en su cuello.
Empecé a bajar mis manos, acaricie sus brazos hasta llegar al dobladillo de su camisa, metí mis manos por debajo de esta y empecé a subirla. Liam se separó de mis labios, permitiéndome quitarla por completo.
Mi mano viajó a su pecho, apreciando la obra de arte que era el cuerpo de Liam. Un maldito Dios Griego.
Él llevó su manos al inicio de mi camisa y sin despegar sus ojos de los míos, empezó a subirla hasta dejar mi dorso al descubierto. Pasó sus manos por cintura dejando pequeñas caricias, luego llevó su boca a mi cuello y dejó besos húmedos por este mismo, dedicándose a besar, morder y lamer.
El rubio levantó su cabeza y sus labios volvieron a caer sobre los míos, volviendo a moverlos más acaloradamente. De pronto, Liam tomó el control absoluto de la situación y sujetó mis muslos levantándome junto con él para luego reposar mi espalda sobre la cama. Dejó de besar mis labios y empezó a dejar besos húmedos desde mi barbilla hasta llegar a mi estómago.
Cuando la ropa nos empezó a estorbar Liam llevó sus manos al broche de mi pantalón y lo desabrocho. Me miró unos segundos y sin esperar más empezó a bajar éste, llevándose consigo mis bragas. Las dejó a un lado y se dispuso a quitar el pantalón que él llevaba puesto. Cuando fue así, y el rubio quitó la última prenda que lo cubría, caí en cuenta que de verdad iba a pasar.
Volvió a ponerse encima mío sin llegar a aplastarme, besó mi cuello mientras jugaba con los tirantes de mi brasier, hasta que finalmente se decidió y empezó a subirlo hasta quitarlo totalmente.
—¿Estas segura sobre esto?, –dijo él suavemente entre jadeos sobre mis labios, asentí levemente y besé sus labios como respuesta, el rubio siguió el beso de inmediato.
Y antes de que me diera cuenta. Liam no esperó más, y se deslizó dentro de mi con suavidad, provocandonos a los dos gemir ante tal acción.
Mantuve mis ojos cerrados, con mi boca ligeramente abierta, gimiendo con confianza en cada movimiento que Liam hacía. Una presión y satisfacción invadió mi cuerpo de pies a cabeza. Él volvió a besarme y un gemido jadeante escapó de sus labios.
Arquee mi espalda aferrando mis brazos a su espalda. Liam llevó su boca a mi cuello, dejando más besos húmedos. Llevé una de mis manos a su cabello y empecé a jalarlo suavemente, perdiéndome en la oleadas de placer que esto me causaba.
Pronto las embestidas empezaron a aumentar su velocidad, provocando que de ambos salieran gemidos que eran callados por nuestros besos.
No habían palabras para describir lo bien que me hacia sentir Liam. Era una sensación increíble, una que nadie mas me había hecho sentir antes.
Me gustaba que el momento mágico fuera con Liam, porque créanme, esto era mágico.
Los minutos siguieron pasando. Un nudo en mi vientre se hizo presente, y cuando sus empujes empezaron a disminuir, entendí que casi estaba por terminar. Pero en el fondo, ninguno de los dos quería. Ya que tanto para él como para mi, esto era lo mejor del mundo.
Mordí mi labio inferior intentando contenerme, hasta que Liam dio un último empuje profundo que nos llevó al límite. Ambos nos venimos al mismo tiempo mientras un último gemido escapó de nuestros labios.
El rubio jadeo sobre mis labios y finalmente se desplomó a mi lado, mientras ambos recuperamos el aliento.
Suspiré una vez más y lo miré. ¿Cómo es que puede ser un Dios Griego y también ser tierno al mismo tiempo?
Sus mejillas estaban sonrojadas de un color carmesí que lo hacía ver hermoso, su pecho subía y bajaba, mientras acariciaba mi mejilla. Ni siquiera quiero saber que tan sonrojada me encontraba yo.
Liam se levantó un poco hasta posicionar su pecho sobre el mío sin aplastarme y cortó la cercanía entre ambos uniendo nuestros labios en otro beso. Uno lento y lleno de amor.
Puse mi mano sobre su cuello reforzando lo mas posible el beso, mientras que su mano seguía en mi mejilla. Por falta de aire tuvimos que separarnos lentamente.
Sonreí. Sus ojos azules se iluminaban por la poca luz de la luna llena que entraba por la ventana de su habitación. Admire su rostro, su mandíbula marcada, su desordenado cabello, sus labios, todo de él era hermoso. Siguió acariciando mi mejilla mientras yo perdía mis mieles en sus ojos, hasta que las palabras salieron por si solas.
—Te amo, –dije rozando nuestros labios, una pequeña sonrisa se formó en sus labios y se alejó un poco para mirarme mejor.
—Te amo, sin dura eres lo más hermoso de mi vida, –acarició mi mejilla con su mano, y sonreí aún más. Se acercó lentamente hasta llegar a besarnos, pero esta vez nuestras bocas se movían con lentitud.
El rubio se acostó a mi lado y pasó su brazo por debajo de mi cabeza mientras me apegaba a su pecho, nuestras piernas se entrelazaron y él empezó a hacer pequeñas caricias con su mano libre en mi cintura.
Y esa noche, después de todo el caos y todo lo que estaba pasando, había encontrado al amor de mi vida.