04.| desaparecida en acción
—¿Crees que tienes suficiente? —Steve pregunta mientras la enfermera le quita la aguja del brazo una vez más, después de recoger otro frasco de su sangre. Él se baja la manga y Charlotte mira a Peggy, antes de volver a su hermano.
—Toda esperanza de reproducir el programa está en tu código genético, hermano —Ella le explica—. Pero sin el Doctor Erskine, llevará años.
—Se merecía más que esto —Steve afirma.
—Si funcionara sólo una vez, estaría orgulloso de que fuera usted —Peggy dice mientras voltea algunos archivos, hasta que ella y Steven se miran el uno al otro.
—Coronel Phillips, mi comité exige respuestas —Dice un hombre y Steve echa un vistazo a la habitación debajo de ellos, viendo como el coronel Phillips se abre paso a través de la habitación.
—Bien. ¿Por qué no empezamos con cómo llegó un espía alemán a mi instalación secreta en su auto? —El coronel Phillips les dice mientras se acerca a Howard Stark, que estaba mirando por encima de la nave de los espías alemanes—. ¿Qué tenemos aquí?
—Modestia aparte, soy el mejor ingeniero mecánico de este país —Howard comienza—. Pero no sé qué hay dentro de esta cosa ni cómo funciona. No conocemos esta tecnología.
—¿Quién sí? —Pregunta el hombre.
—Hydra —Responde el coronel Phillips—. Seguro que leyó nuestros reportes.
—Dirijo varios comités, coronel —El hombre le recuerda.
—Hydra es la división científica nazi —afirma Charlotte mientras ella, Peggy y Steve entran en la habitación—. Dirigida por Johann Schmidt. Pero tiene ambiciones más grandes.
—Hydra es casi un culto —Afirma el coronel Phillips—. Veneran a Schmidt. Lo creen invencible.
—Entonces, ¿Qué va a hacer al respecto? —Pregunta el hombre.
—Hablé con el presidente esta mañana. Desde hoy, el SSR fue reasignado —Afirma el coronel Phillips.
—¿Coronel? —Le pregunta Peggy.
—Llevaremos la lucha a Hydra —El coronel dice mientras se acerca a las dos agentes—. Empaquen las maletas, agentes Carter y Rogers. Usted también, Stark. Nos vamos a Londres esta noche.
—¿Señor? —Steve le dice, haciéndolo mirarlo de frente—. Si va tras de Schmidt, quiero ir.
—Eres un experimento. Irás a Alamogordo —El coronel Phillips le responde.
—El suero funcionó —Steve les recuerda.
—Pedí un ejército y solo te tengo a ti —Afirma el coronel Phillips—. Tú no eres suficiente.
—Con todo respeto al Coronel, creo que olvidamos la meta. Te he visto en acción, Steve. Más importante, el país te vio. El diario —Dice el senador Brandt y un hombre se acerca a ellos con una hoja de papel que muestra los registros de los alistamientos—. Hay colas enormes para enlistarse desde que tu foto llegó a los puestos de periódicos. No tomas a un soldado, un símbolo así, y lo ocultas en un laboratorio. Hijo, ¿quieres servir a tu país en el campo de batalla más importante de la guerra?
—Señor, es todo lo que quiero —Steve le responde.
—Entonces, te felicito —Le dice el senador Brandt—. Ascendiste de puesto.
***
—¿Cuántos quieren ayudarme a darle al viejo Adolf una bofetada? —Steve dice en el micrófono en el escenario frente a los soldados. Hay un pesado velo de silencio, antes de que Steve intente hablar con los soldados de nuevo—. Está bien. Uh. Necesito un voluntario.
—¡¡Ya me ofrecí como voluntario!! ¿Qué crees que hago aquí? —Uno de los soldados le grita y todos los soldados se echan a reír—. ¡Que vuelvan las chicas!
—Creo que solo saben una canción, pero veré qué puedo hacer —Steve les dice.
—Haz eso, cariño —Otro soldado lo grita.
—¡Lindas botas, Campanita! —Hodge le grita.
—Vamos, muchachos, todos somos del mismo equipo —Steve les dice.
—¡Oye, Capitán! ¡Firma esto! —Grita un soldado, antes de bajarse los pantalones y burlarse de él. Entonces algunos de los soldados comienzan a arrojarle tomates, que bloquea con el escudo. Empiezan a reír y a gritar a las chicas que regresen, y Steve abandona el escenario.
—No te preocupes, amigo. Se encariñarán contigo. No te preocupes —Un hombre le dice y Steve sale del escenario.
***
—Hola Steve —Peggy lo saluda mientras él se sienta en el suelo mientras llueve, dibujando un mono en un monociclo. Él mira a su alrededor para verla y ella le sonríe.
—Hola —La saluda.
—Hola —ella repite.
—¿Qué hace aquí? —Pregunta Steve.
—Oficialmente, no estoy aquí —Peggy le responde mientras se sienta a su lado—. Fue una asombrosa función.
—Sí —Steve suspira—. Uh, tuve que improvisar un poco. Las multitudes a las que estoy acostumbrado suelen ser más, eh, infantil.
—Tengo entendido que eres 'la Nueva Esperanza de América' —Afirma Peggy.
—Los bonos se venden un 10% más en todos los estados que visito —Steve afirma.
—¿Estás citando al senador Brandt? —Peggy pregunta mientras se acerca a ellos.
—Al menos me tiene haciendo esto —Steve dice—. Phillips me habría dejado en el laboratorio.
—¿Y estas son tus únicas dos opciones? —Pregunta Peggy—. ¿Un conejillo de laboratorio o un mono bailarín? Podrías hacer más que eso, ¿sabes? ¿Qué?
—Durante mucho tiempo, había soñado con venir al extranjero y estar en primera línea, sirviendo a mi país —Steve afirma—. Finalmente tengo todo lo que quería y uso mallas —De repente, se oye el claxon de una bocina detrás de ellos y los dos miran hacia la tienda de campaña médica para ver a un hombre que es llevado a la tienda—. Parece que vivieron un infierno.
—Estos hombres más que muchos otros —Afirma Peggy—. Schmidt envió tropas a Azzano. Doscientos hombres se enfrentaron a él y menos de cincuenta regresaron. Tu audiencia contenía los restos de la 107. El resto fueron asesinados o capturados.
—¿La 107? —Pregunta Steve.
—¿Qué? —Pregunta Peggy.
—Venga —Steve le dice a Peggy mientras comienza a correr hacia la tienda, acercándose al coronel Phillips en su escritorio—. Coronel Phillips.
—Bueno, si no es el hombre de las estrellas y el plan —El coronel Phillips lo saluda—. ¿Cuál es tu plan hoy?
—Quiero la lista de bajas de Azzano —Steve afirma.
—Tú no me das órdenes a mí, hijo —Afirma el coronel Phillips.
—Solo necesito un nombre, Sargento James Barnes del 107 —Steve afirma.
El coronel Phillips mira a Peggy. —Usted y yo vamos a tener una conversación más tarde que no le gustará.
—Por favor, dígame si está vivo, señor. B-A-R ...
—Sé escribir —El Coronel lo interrumpe mientras le da a Steve una mirada, antes de que se levante y mire su bloc de papel—. He firmado más de estas cartas de condolencia hoy de las que puedo contar. Pero ese nombre me suena conocido. Lo siento.
—¿Y los demás? ¿Planea una misión de rescate? —Steve lo cuestiona.
—Sí, es 'ganar la guerra' —Responde el coronel.
—Pero si sabe dónde están, por qué no al menos...
—Están a 48 km tras las líneas en uno de los terrenos más fuertemente fortificados de Europa —El coronel lo interrumpe mientras señala el mapa—. Perderíamos más hombres de los que salvaríamos. Pero no espero que lo entiendas porque eres una corista.
—Creo que lo entiendo muy bien —Steve afirma.
—Bueno, entiéndelo en otra parte —Le dice el coronel—. Según el cartel, tienes un lugar al que estar en treinta minutos.
Steve mira el mapa, mirando por toda la superficie, antes de hablar de nuevo. —Sí, señor. Es cierto.
Peggy mira hacia Steve y lo ve salir de la tienda, antes de volver al mapa, sabiendo lo que estaba planeando hacer. Pero tenía un nudo en el estómago debido a una información de la que Steve ni el coronel Phillips se atrevieron a hablar. La ubicación de cierta Agente.
—Si tiene algo que decir, es el momento perfecto de callárselo —Le dice el coronel. Peggy lo mira, antes de salir corriendo de la carpa y dirigirse a la tienda de espectáculos, donde Steve estaba reuniendo suministros.
—¿Qué piensas hacer, caminar a Austria? —Le pregunta Peggy.
—Si es necesario —Steve afirma.
—Oíste al Coronel. Tu amigo probablemente esté muerto —Afirma Peggy.
—No es seguro. No era solo mi amigo, también es el novio de Charlotte —Steve le dice mientras continúa empacando. Se detiene por un momento y mira a Peggy—. ¿Dónde está ella por cierto?
—Aun así, está planeando una estrategia. Si detecta... —Peggy continúa, pero Steve la interrumpe.
—Para cuando haya hecho eso, podría ser demasiado tarde —Steve le dice, antes de salir de la tienda.
—¡Steve! —Peggy le dice mientras lo sigue fuera de la tienda. Camina hacia un jeep y arroja sus cosas dentro de él, antes de volverse hacia Peggy.
—Me dijo que tenía que hacer más que esto. ¿Fue en serio? —Steve le pregunta.
—Cada palabra —Peggy le responde.
—Entonces déjeme ir —Steve le dice mientras salta al asiento del conductor, pero Peggy camina hacia él.
—Haré más que eso, pero hay algo que debes saber sobre tu hermana —Peggy le dice y su rostro se cae.
—¿Qué es? —Le pregunta él.
—Se suponía que no debía ir, pero fue terca. El coronel Phillips iba a encomendar la misión a otra persona, pero ella la aceptó de todos modos. Acompañó a algunos soldados para intentar entrar en la base de Schmidt, pero no regresó con los demás.
—¿Se ha ido?
***
Gruñendo de dolor, hay una luz brillante colgando sobre ella y entrecierra los ojos. Intenta levantar la mano para evitar que le entre la luz en los ojos, pero se da cuenta de que no puede. Ella mira hacia abajo a sus brazos para ver que estaban atados a la mesa. Ella deja escapar un gemido mientras intenta apartarlos y romper el cuero, pero falló. Deja caer la cabeza hacia atrás contra la cama y mira hacia el techo, y pudo escuchar la puerta de la habitación abrirse y cerrarse.
Mira alrededor de sus pies para ver a un hombre muy bajo que se le acerca, con un frasco de algo en la mano. Sus ojos miran fijamente la sustancia brillante, antes de que ella comience a golpear la mesa. El hombre se apresura hacia la mesa, deja el frasco y corre hacia ella con una jeringa. Él intenta clavar la aguja en su brazo, pero lo golpea con la cabeza lejos de ella. El hombre maldice en alemán, antes de que dos hombres más grandes con armadura completa se acerquen a ella, sujetándola por los brazos.
—No hay necesidad de pelear, jovencita —El hombre le dice con su fuerte acento alemán. Ella lo mira con los ojos entrecerrados, evidente—. Estamos aquí para ayudarte.
—Eres de HYDRA. Son gente terrible —Ella le grita y el hombre bajo deja escapar una risita.
—No, no, no, no. Somos los buenos —El hombre le asegura—. Pero no te preocupes, pequeña. Después de un tiempo, no sentirás nada.
—¿Qué? —Ella lo interroga, pero luego él le clava la jeringa en el brazo y ella deja escapar un grito de dolor. Ella mira hacia su bíceps para ver un pequeño hematoma formándose y maldice en voz baja. Sus ojos se fijan en el hombre bajo, que estaba conectando el pequeño frasco de líquido brillante en otra jeringa, antes de acercarse a ella una vez más—. ¡Aleja eso de mí!
—Lo siento, cariño —El hombre le dice mientras hace un gesto con la cabeza a los guardias y ellos la sostienen contra la mesa, un poco más fuerte y menos gentil que antes—. Pero esperamos lograr lo único que el Doctor Erskine no pudo hacer.
—¿Y qué es eso? —Ella gruñe.
—Crear un arma más fuerte —Él responde, inyecta la sustancia brillante en su vena y ella deja escapar un grito de dolor cuando una poderosa sensación de ardor recorre sus venas. Sus gritos no se detienen cuando el hombre comienza a iniciar el procedimiento en ella, y es probable que todos los prisioneros en la base lo hayan escuchado.