Miserable Matrimonio (Saga #1...

Galing kay _EJBlack_

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Disponible en Amazon Kindle (otra versión) Liviana Johnson, hija del conde de Hamilton, lleva enamorada de M... Higit pa

Capítulos de muestra
🍂《Booktrailer》🍂
Capítulo 1®
Capítulo 2©
Capítulo 3©
Capítulo 4©
Capítulo 5©
Capítulo 6©
Capítulo 7©
Capítulo 8©
Capítulo 9©
Capitulo 10©
Capítulo 11©
Capítulo 12©
Capítulo 13©
Capítulo 14©
Capítulo 15©
Capítulo 16©
Capítulo 17©
Capítulo 18©
Capítulo 20©
Capítulo 21©
Capítulo 22©
Capítulo 23©
Capítulo 24©
Capítulo 25©
Capítulo 26©
Capítulo 27©
Capítulo 28©
Capítulo 29©
Capítulo 30©
Capítulo 31©
Capítulo 32©
Capítulo 33©
Capítulo 34©
Capítulo 35©
Capítulo 36©
Capítulo 37©
Capítulo 38©
Capítulo 39©
Capítulo 40©
Capítulo 41©
Capítulo 42©
Capítulo 43©
Capítulo 44©
Capítulo 45©
Capítulo Final©
Epílogo
Agradecimeientos©

Capítulo 19©

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Galing kay _EJBlack_

Pss Pss Pss

Todos se preparan para el evento más esperado de la temporada, el baile de los nuevos Duques de Agnes. Todas las madres ambiciosas esperan el tan deseado baile para correr detrás de los solteros más codiciados de la temporada, y aún más ansiosas están al saber que en el baile de los duques, estarán sus amigos más cercanos.

Y me complace comunicarles que a mis oídos han llegados los rumores de que uno de los solteros más deseado de Londres, Lord Anthony Ross, duque de Beaufort, no tenía ninguna intención de casarse en esta temporada. Pero si lo que pretendía el duque era desanimar a las madres casamenteras, estaba muy equivocado. Ellas únicamente verán en esas palabras un reto aún mayor.

Revista de sociedad de Lady Kennt.

Marcus no salió de su despacho en todo el día, no quería tropezar con su esposa y recordar lo que sucedió la pasada noche. Sabía que había sido un error, pero también sabía que lo había disfrutado como nunca, se había sentido completo. No podía negar que tenía la tentación de ir a la habitación de Liviana, besarla, desnudarla y volverle a hacer el amor.

Hacer el amor.

Recordó cómo le había negado el derecho de pensar que eso era lo que había pasado entre ellos, por primera vez había sentido lo que era hacer el amor con una mujer de verdad, a comparación de lo que hacía con Emma, lo que sucedió con Liviana superó todas sus expectativas. Pero no podía volver a suceder. Su orgullo no lo dejaría.

Después del baile que darían hablaría con ella claramente, tenían que separase ya, él pediría el divorcio y todo quedaría solucionado, al menos para él así sería.

Liviana pensaba sola en su habitación lo que había sucedido, se lo tenía merecido, por supuesto que sí, ¿cómo se le ocurría confesarse así? Tenía que haberse callado y haber disfrutado del momento que podía obtener de él. No podía negar que estaba dolida por el rechazo de Marcus. En todo el día no había logrado cruzarse con él, y siendo sincera, en lo más profundo de su alma lo extrañaba, quería verlo. Pero tenía que tener un poco de orgullo, Marcus la había lastimado con sus palabras, no quería acercarse más a él en plan de seducción, y menos sabiendo su opinión en cuanto a lo que pasó entre ellos, y sí, su primera vez con Marcus había sido perfecta, pero solo era «sexo», como lo había nombrado él.

Pero ahora estaba preocupada, ¿y si había quedado embarazada? Porque si no era así tendría que volver a acercarse a él para tener «sexo», y no sabía cómo lo haría, él no la volvería a tocar voluntariamente. Y siendo sincera, ahora más que nunca quería un hijo, porque estaba segura de que él seguiría adelante con la idea de romper el matrimonio, y más ahora que lo habían consumado. Ya estaba arruinada para otros hombres, y sabía que no tendría oportunidad de volverse a casar, por lo que obtendría un hijo de Marcus. Una compañía para la solitaria vida que le esperaba.

Así que esa noche se había preparado para salir de su habitación y cruzarse con Marcus, daba gracias a Dios de que Jayne había decidido pasar unos días en la residencia de uno de sus hermanos, estaban solos en la casa aparte de los empleados, pero siempre se retiraban a dormir temprano después de serviles.

Caminó rumbo a la biblioteca lentamente, esperando cruzarse con él, sabía que no había salido, lo habría visto desde su habitación si fuese el caso, siguió caminando hasta que la puerta del despacho de Marcus llamó su atención, se debatió en si tocar o no, ¿pero qué le diría si decidía entrar? ¿Cuál sería su escusa cuando él no se había dignado ni a dar la cara? Quería encontrarlo, pero al menos quería que fuese casual y no que ella se arrastrase ante él. Decidió seguir su camino hasta la biblioteca, al entrar no había nadie, así que se sentó en uno de los sillones con uno de los libros que le había prestado Jayne, se sonrojaba cada vez que leía las explicaciones sexuales que traía el libro, ahora que había dejado de ser virgen, podía entender un poco más lo que leía.

Estaba tan sumergida en su lectura que no había escuchado la puerta abrirse, Marcus la observó por un momento, tenía sus piernas levantadas haciendo que su camisón se subiese y dejase expuesta parte se sus piernas, su cabello oscuro iba suelto alrededor de sus hombros y el resto caía como cascada en su espalda, sus ojos mataban por ver si su camisón era tan generoso para dejar a la vista sus pechos, pero la posición de Liviana no revelaba nada más a menos que se acercara.

Liviana levantó la mirada al sentir otra presencia en la habitación, su corazón latió al ver a Marcus parado cerca de la puerta con los brazos cruzados y sus intensos ojos azules mirándola fríamente, pudo ver como su camisa estaba remangada hasta los codos, algunos botones estaban desbrochados dejando ver parte de su duro pecho, y su cabello castaño hecho un desastre, era tan guapo que podía tirar el poco orgullo que tenía y tirársele arriba y comérselo a besos. Pero no, tenía que darse su lugar, así que se contuvo y tranquilizó, pero podía sentir su mirada, el fuego empezaba a quemarla y de pronto el calor la estaba sofocando.

-Solo vine por un libro que necesito, puedes continuar - dijo Marcus pasando por su lado para acercarse a los estantes llenos de libros, Liviana observó cada movimiento que él hacía con el entrecejo ligeramente fruncido.

Cuando notó que Marcus iba a abandonar la habitación decidió levantarse dejando su libro a un lado, donde no fuera visible ante los ojos de Marcus, y entonces habló.

-Estoy de acuerdo contigo - indicó y Marcus detuvo su paso y frunció el ceño sin entender a qué se refería -. Lo que ocurrió anoche fue un error.

Marcus no sabía por qué, pero sintió como la ira recorría su cuerpo, no por Liviana, sino por él.

-No debí de haber ir ido a tu habitación y mucho menos decir... aquello. Sé que tú no correspondes mis... sentimientos, lo entiendo, como también sé que no volverá a pasar si no quieres, pero podemos llevarnos bien - dijo lenta y pausadamente.

Él solo la miraba sin decir nada, tratando de aligerar su ira mientras recorría el cuerpo de Liviana con la mirada, sabía que su cuerpo había reaccionado al de ella, ya sentía la necesidad de volverla a tener entre sus brazos. Se acercó un poco a ella mirándola más detalladamente, inconscientemente se humedeció los labios y respiró profundamente.

-Está bien, si eso quieres. Pero antes hablaremos de algo.

-¿De qué?

-Sobre nuestro divorcio - respondió y Liviana ya sabía que eso pasaría -. Ahora no podemos pedir la anulación porque ya lo hemos consumado - Liviana solo lo miraba y escuchaba atentamente -, así que lo que haremos será pedir el divorcio, podemos negociar una cantidad de dinero anual que solo será tuya. Y con esto quiero decir, que no me importa en qué te lo gastes ni que hagas con él. Tendrás la libertad de hacer lo que quieras con tu vida. Y nosotros podemos ser solo amigos.

-Bien - dijo Liviana, ella estaba tratando de estar tranquila, solo quería un hijo y así lo haría, después se iría a vivir al campo y criaría a su hijo, si Marcus no lo quería reconocer, bien, lo tendría para ella solamente. Su nana y su amiga la ayudarían a criarlo y sabía que podía ser feliz en el campo con su hijo, ya que no lo fue con el hombre que amaba. Además, tendría la ayuda económica que Marcus le daría por el divorcio, no tenía que preocuparse -. Si así lo quieres, no me opondré, solo quiero vivir en el campo como los últimos tres años. Con paz y tranquilidad.

-Ya que estamos de acuerdo, podemos seguir llevándonos bien - Liviana sonrió porque al fin y al cabo consiguió lo que quería, la confianza de Marcus, solo era cuestión de tiempo que volvieran a tener «sexo» y cuando estuviese segura de que estaba embarazada se iría de una buena vez y dejaría a Marcus atrás, para siempre.

Con sus pensamientos no se había dado cuenta de lo cerca que estaba Marcus de ella, sin evitarlo retrocedió dos pasos chocando con la mesa que había dentro de la habitación, pero Marcus se acercó más, hasta tenerla atrapada entre él y la mesa.

-¿Qué haces? - preguntó aturdida por la cercanía de Marcus.

-¿No es obvio? - susurró cerca de sus labios.

-Dijiste que no volvería a pasar.

-Mentí - respondió para luego lanzarse a sus labios y besarla, sus labios en vez de calmar su fuego interior lo avivó aún más, deseándola a tal punto de querer hacerla suya ahí mismo.

Liviana respondió igual de ansiosa que Marcus, sus manos se enredaron en su cuello y sus dedos tocaron su sedoso cabello. Marcus no podía dejar de tocarla, recorría su cuerpo de arriba abajo, apretaba sus nalgas a la vez que varios gruñidos salían y se mezclaban con el beso, el aire empezó faltar y sus respiraciones se aceleraron. Marcus detuvo el beso para mirarla unos segundos, sus labios ya estaban algo rojos he hinchados, sus ojos cerrados esperando el próximo contacto, y su respiración agitada hicieron que su miembro empezara a molestarle en los pantalones, llevó sus manos a los oscuros risos de Liviana apartándolos de su cuello, luego fue al cordón que desataría el nudo de su camisón, este rápidamente cayó al suelo dejándola completamente desnuda.

¡Joder! No llevaba calzones.

Parecía una hermosa figura de arte, la iluminación de la habitación, ella desnuda y con sus cabellos que caían por su hombro, sus labios rojos... tenía que poseerla ya y volver a sentir su calidez, su estrecha vagina era algo que lo volvía loco.

-No te muevas cariño - susurró él bajando y dejando un camino de besos por sus pechos, abdomen, hasta llegar a su monte de venus protegido por una manta de vello oscuro.

-¿Qué piensas hacer? - preguntó ella con voz entrecortada.

-Solo disfruta - respondió Marcus haciendo que su aliento chocara con su intimidad, lo que provocó que ella se estremeciera de placer y su entrepierna se humedeciera aún más.

Él la miró desde su altura y viéndola así, no entendía cómo era posible que no se hubiese fijado en ella antes. Casi le parecía imposible que la hubiese visto en los tantos eventos familiares que su madre organizaba, las tantas veces que la había tenido tan cerca y que nunca posase sus azules ojos sobre los turquesa de ella, esos tan vivaces y llenos de deseo, pero sabía muy bien por qué no se había fijado en ella mucho antes, y porque no podía corresponder a sus sentimientos, pero eso no significaba que no podía pasar un buen rato juntos y disfrutar de los placeres de la vida.

¿Realmente amo a Emma? - se preguntó Marcus, pero su nombre desapareció rápidamente de su cabeza al escuchar el gemido que salió de los labios de su mujer.

Separó sus piernas y la acarició con la boca justo ahí, en ese punto que sabía que la haría temblar. Tal como había imaginado, Liviana gimió con fuerza y apoyó las manos en su cabeza. A Marcus le gustó que no intentase apartarlo, sino todo lo contrario. La vio morderse el labio inferior de una manera que lo volvió loco mientras la devoraba sin descanso, deslizando su lengua entre sus piernas hasta que notó que temblaba de placer. Recordó que ese acto a Emma le desagradaba, por lo que no podía disfrutar como lo hacía con Liviana, sabía que ella estaba a punto de llegar, sus piernas temblaban y eso le gustaba, escucharla gemir hasta casi gritar lo llevaba a la cima. Hundió un dedo en su interior y ella se dejó ir con un grito que seguramente habría despertado a la mitad de los empleados. Marcus no pudo evitar sonreír mientras ella respiraba agitada, aún con los ojos cerrados y las mejillas rojas. Nunca imaginó que fuese tan entregada al placer. Y nunca imaginó desear tanto a la mujer que juró hacer miserable.

Se puso de pie y la besó intensamente para luego subirla a la mesa, le abrió las piernas y se metió en medio de estas aún con sus labios unidos a los de ella.

Liviana queriendo tocarlo, sentirlo, llevo sus manos a su camisa desabrochando los restantes botones, deslizó su camisa por sus hombros hasta quitársela, se deleitó con su duro y fuerte pecho, su abdomen, hasta llegar a sus pantalones, por un momento dudó en si quitárselos o no.

-Hazlo - susurró Marcus y eso bastó para por fin dejarlo desnudo, ahora estaban iguales, sus pieles desnudas se rosaban y ella no puedo evitar mirar hacia abajo y ver su virilidad, al igual que la noche pasada, estaba duro e hinchado, quería tocarlo y sentir como era tenerlo entre sus manos, ella lo miró como pidiendo permiso y él sonrió con malicia -. Puedes tocarlo si quieres -Marcus tomó sus manos y la guió hasta su virilidad y la hizo rodearlo, soltó un gruñido al sentir su tacto, poco a poco le fue enseñando como darle el placer que necesitaba con sus manos, ella subía y bajaba acariciando todo su pene, cada vez más rápido, como decía el libro que estaba leyendo unos minutos atrás -. Mejor detente, sino, me correré antes de tiempo - Liviana lo hizo y al instante sintió como él se acomodaba en su entrada abriéndole más las piernas -. ¿Ya no te duele? - ella negó y él la penetró profundamente, Liviana no puedo evitar hacer una mueca de dolor, aún le ardía un poco, pero no tanto, y no permitiría que un simple ardor le quitase el pacer que estaba recibiendo - Dijiste que...

-Solo sigue - lo interrumpió ella con voz ronca.

Él siguió embistiéndola, pero más suave y lento, Liviana lo abrazó por la cintura con sus piernas mientras él se hundía en su interior cada vez más deprisa, la miraba con los ojos dilatados por el ardiente placer. Sus manos la sujetaban fuertemente de la cintura, las penetraciones se hacían cada vez más fuertes y más profundas, su espalda se arqueaba por el placer y escucharla pronunciar su nombre en varias ocasiones lo hacía sentir en el paraíso, ella gemía y le susurra en el oído lo mucho que le encantaba aquello, los gemidos llenaron la habitación. Sus cuerpos estaban sudorosos y podían sentir que ya casi llegaban a la cima. Para cuando el clímax los inundó ambos cayeron cansados, pero Marcus permanecía aún dentro de ella dejando que las últimas gotas de su liberación la llenaran por completo.

-¡Joder! - la besó en el hombro, aún conectados, y ella se estremeció por su caricia.

-Estuvo aún mejor...

-Eso es porque ya no te duele, y cada vez será mejor - dijo él acariciando sus pechos y ella no puedo evitar que un gemido se le escapara, y pudo sentir como su virilidad volvía a endurecerse en su interior.

-¿Otra vez? - preguntó ella con una ceja arqueada mirándolo con diversión.

-Cariño, esto apenas empieza - respondió para luego besarla y volver a hacerle el amor ahí mismo, en la biblioteca.

En varias posiciones, en diferentes lugares de la biblioteca, para cuando uno de los dos entrara a esa habitación, recordara la mejor noche de pasión de sus vidas.

E.J. Black

XIX

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