El día en el que Dazai y yo nos conocimos, estabamos en preescolar. Recuerdo que ese día mi hermana mayor, Kouyou, me había vestido con un lindo trajecito negro y un sombrerito que a día de hoy me daba ternura.
Estaba muy emocionado. La noche anterior había llovido, por lo que me la pasaba saltando para no pisar charcos y ensuciar mis zapatos.
Al llegar a la puerta de la escuela me despedí de Kouyou y salí corriendo al salón mariposa para enseñarle a todos el maravilloso retrato que había hecho de la maestra. Justo a unos pasos del salón, me encontre a la maestra de cunclillas hablando con un niño que no había visto antes, era castaño, con una camisa blanca con tirantes cafés sujetos a un pequeño short, estaba cubierto de banditas de personajes de caricatura, pero lo que más me gusto de él fue su mochila de dinosaurio.
Me acerque con curiosidad pero, según yo, cauteloso.
-¡Oh! Chuuya, buenos días.-se levanto.
-Buenos días, maestra-dije un poco avergonzado de verme descubierto.
-Él es Osamu Dazai, eh- ¿cómo quisieras que te llamaran?- Se dirigió al otro niño.
-Dazai está bien.-respondió, demasiado serio para mi gusto.
-Muy bien, Dazai, el es Chuuya, serán compañeros desde hoy, así que llevense bien, ¿okay?-Asenti emocionado, Dazai no hizo nada.
La maestra nos hizo una seña para entrar al salón, obedecimos casi al instante. Al igual que yo al principio, todos se le quedaron viendo al nuevo como si fuera algún animal que acababan de descubrir. Se tuvo que quedar parado enfrente de todos unos segundos para que la maestra lo presentara, después de eso lo mando a sentarse detrás de mi.
Ese día teniamos que dibujar a nuestras familias y después hacerles una tarjeta. Dibuje a Kouyou lo mejor que pude. Me giré a pedirle a Dazai un color rosa para el cabello de mi hermana. Él me dijo que no. Le saque la lengua.
-¿Por qué solo dibujaste a tu hermana?-Pregunto cuando vio mi dibujo.
-¿Por qué no me prestaste tu color rosa?-Le reclame.
-¿Dónde están tus padres?
-No están, mi hermana dice que no volverán.-Me volteé de nuevo, a seguir pintando.
-Entonces... Están muertos.
-No, están fallecidos.
-Es lo mismo, tonto.- Tomé aire indignado.
Me paré, le saqué la lengua, y me fui hacia la maestra a contarle lo que me había dicho.
-Dazai, ven un momento por favor-el vino al escritorio de la maestra-.Por favor no le andes diciendo tonto a tus compañeros tienen qu-
-Él me sacó la lengua.-La interrumpió.
-¡Eso fue porque me dijiste tonto!
-Me la sacaste antes-empezó a alzar la voz.
-¡Porque no me prestaste tu color rosa!
-¡Exacto es mi color rosa! ¡Yo decido a quien se lo presto y a quien no!
-Niños, niños.
-¿¡No te enseñaron a compartir?!
Esa fue nuestra primera discusión.
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-¡Rompió la hoja de mi libro!
-Fue- por- acciiddenteeeee-me solté llorando.
-Tranquilo, Chuuya, te creo. A ver el libro, Dazai.- el mencionado le dio libro abierto en la pagina donde se habia roto.-Dazai, es apenas un pequeño corte, ni siquiera llega a la parte del texto.
-¿Y? Ni siquiera se disculpo, solo se echo a llorar.- la maestra suspiro cansada.
-Chuuya, discúlpate-sin embargo no pude hacerlo, no era por orgullo, era por mi llanto. Dazai no se fue satisfecho.
A la hora del recreo, Dazai me empujo a uno de los charcos haciendo que manchara mi ropa y mi sombrero.
-Bueno, ahora estamos a mano.-lo vi sonreir orgulloso mientras me aguantaba el llanto.
-¿A mano? ¡Bueno, ahora te daré razones para usar tantos curitas, caballa!-le salte encima y di inicio a una salvaje pelea, o tan salvaje como podría ser la pelea de niños de kinder.
Oí como otros niños llamaban a la maestra y lo siguiente que recuerdo es como nos regañaba el director.
Y esa fue nuestra primera pelea.