Le gustas
Furia.
Ese es el único sentimiento que siento en este instante. Mi sangre hierve de la impotencia que estoy reteniendo para no cometer una locura.
Aveces me planteo si los hombres son pendejos de naturaleza o solo les encanta estar en ese modo siempre.
Siempre les gusta acercarse a una mujer, ser un caballero o un imbecil (cualquiera de los dos que le gusta a una mujer) cometen un error y nosotras los mandamos al carajos y ellos te dicen palabras que hieren en lo más profundo. Pero de repente hacen algo que inexplicablemente te encuentras envuelta y luego te convencen que cometió el error y quiere que lo perdonen.
Simplemente no me explico el porqué hacen eso. Son unos jugadores de sentimientos que te provoca cortar su cuello y dejar que sufran desangrándose poco a poco.
—Tus pensamientos asesinos me perturban— Una voz masculina bastante aterrada me saca de mis pensamientos.
Eric recién llega del trabajo y trae una cara de tenerme miedo en estos momentos. Ups, creo que pensaba en voz alta.
—Tu cuello está a salvo de mis planes querido cuñado— El suelta un suspiro de alivio.
—Que bien, ya decía que no hice nada malo para que quisieras matarme— Deja su maletín en la entrada de la sala y se sienta a mi lado — ¿Qué te ocurre?
—Estoy bien Eric, nada de que preocuparse— Toco su cabello alborotandolo un poco.
—Entonces explica tus pensamientos sanguíneos — Eleva una ceja esperando que le responda, suspiro mientras me acomodo en el sofá
—Keyra cubrirá un evento privado, Sebastien Abans y dos empresarios más son los anfitriones — Eric asiente.
—Keyra me llamó en medio de una reunión, me contó todo y estaba emocionada—
—El caso es que Sebastien la contactó para que me convenciera de ir al evento y ser su acompañante — muestra una sonrisa pícara y mueve sus hombros.
—Tendrás una noche fogosa — Ruedo los ojos. Como si eso fuera emocionante.
—No digas tonterías — Me levanto tomando mi chaqueta verde militar .
—Acepta que el hombre te atrae, tu le atraes a él. Son imánes cuñada y deja de huir ¡cobarde! — Eso último lo grita cuando salgo de la casa.
Rio ante las bobadas que dice Eric, ese témpano de hielo engreído no le gusto. Ni en sus mejores años podría hacerlo.
Sus acciones dicen mucho y eso me deja claro que no está dispuesto a sentir algo más que atracción física por mi.
Como si de una ladrona fuera, entro al auto de Eric con las llaves que le robé sin que se diera cuenta y conduzco hasta la casa del Señor Caliente.
Un estúpido apodo, pero le queda perfecto con la cara tan sensual que tiene el muy patán.
Al llegar los guardias me reconocen y me dan acceso a la casa. Sonrio al saber que estos hombres serán regañados por señor caliente cuando sepa que no le avisaron de mi llegada.
Pero esa sonrisa se esfuma cuando recuerdo a que vine. Dejarlo en su lugar.
El mayordomo abre la puerta y antes de que pueda anunciarme, ya estoy caminando hasta el despacho de Sebastien. Sin ninguna pizca de educación abro la puerta muy fuerte y tres pares de ojos voltean a verme.
Parece que tenemos público demás.
—Utilizar a mi hermana para tus tontos recados es irrelevante y en cuando a tu invitación la respuesta es un gran y rotundo NO—
Sebastien apoya su espalda del respaldo de la silla y deja el bolígrafo en el escritorio juntando dos manos en su regazo.
Zeus y Killien se miran entre si antes de volver a verme y dedicarme una mirada que puedo adivinar que es de miedo por mi comportamiento.
—Lauro—El mayordomo se acerca fulminandome con la mirada— ¿Porqué no me avisaron de la llegada de la señorita?
—Los guardias no avisaron señor y cuando quise comunicarle la señorita ya estaba irrumpiendo el lugar—El mayordomo que ahora se que se llama Lauro me señala acusadoramente y solo me cruzo de brazos mirando a Sebastien.
—Luego hablare con ellos, retírense todos—
Cuando la puerta se cierra detrás de mi, me permito soltar un suspiro pasando la mano por mi cabello.
—Solo diré que eres un grandisimo idiota al pensar que yo aceptaría ir contigo a ese evento cuando rompimos cualquier lazo que tuvieramos—
Se levanta acercándose pero me alejo un hacia atrás evitando que nuestros cuerpos se junten.
—Nunca firmastes el documento que demuestra que en definitivo renunciastes —.
Y por primera vez, Sebastien me muestra una sonrisa. Pero esta viene con malicia.
Él está disfrutando esto.
—Te odio—. Le hago saber con toda la rabia que cargo.
—Lastima que el sentimiento no es mutuo—. Vuelve a su asiento y me mira —Al no firmar seguimos con el acuerdo, te guste o no irás conmigo a ese evento.
Como quisiera romperte el cuello en estos momentos y cortar todas tus extremidades.
Ya entiendo a Eric, das miedo querida.
Tu callate, no es momento para tus opiniones.
—Eres confuso Sebastien—. El mencionado frunce el ceño sin entender— hace cuatro días me dijistes que no soy nada para ti y ahora me pides que asista contigo a uno de los eventos más importantes de tu vida.
—Solo es una fiesta, las pocas en las que he asistido tengo una acompañante diferente. La prensa no estará encima de ti si es lo que te preocupa —.
—El problema aquí es que no me puedes decir esas cosas hirientes y luego forzarme a ir a un evento contigo. No soy ni seré tu marioneta — El suelta una risa amarga.
— No te pediré disculpas si es lo que esperas ni me arrepentiré de lo que dije. Asiste conmigo al evento y luego renuncias al contrato en definitivo —.
Me quedo en silencio por minutos pensando en sus palabras. Si es como el dice, iré a ese evento con él y luego seré libre.
Lo menos que quiero es seguir viendo a un hombre que no me quiere ni de cerca.
—Bien pero este será el último encuentro que tu y yo tendremos antes de terminar el contrato—. Noto como aparta la mirada y sin decir más nada, asiente con la cabeza estando de acuerdo.
—Te haré llegar el vestido y el antifaz — Lo miro sin entender— El evento tendrá la temática de máscaras.
—Seguro no elegiste ese tema — Me burlo y el rueda los ojos.
—Stephen Miller quiere hacerlo "menos Black y Abans" — hace comillas en lo último y trato de no reírme al entender a que se refiere.
El empresario no quiere una fiesta insípida y aburrida.
—Bien, nos vemos el jueves Sebastien—
—Nos vemos el jueves Malika—
Cuando salgo del despacho suelto un suspiro de alivio, estar en la misma habitación que ese hombre se siente como si estuvieras con un salvaje león listo para atacar.
Estoy por salir de la casa cuando un silbido detrás de mi me hace voltear.
—De aquí no te vas hasta que tu y yo tengamos una conversación querida cuñada —. Hay no.
Lidiar con un Abans no es fácil y con dos es trabajo pesado.
—No hice nada malo— pongo mi mejor cara de inocencia pero Killien no le presta atención.
—No te comeré, vamos al jardín para hablar mejor— su seriedad me desconcierta, él es un chico bastante alegre.
Cuando estamos en el jardín caminamos por unos minutos hasta que él decide romper el silencio.
—Cuando tenía trece años mi madre murió, tenía un tumor en el cerebro y no se trató a tiempo—Empieza, presto mi atención a sus palabras— Sebastien ya era lo bastante maduro para cuidarme, papá estaba devastado así que decidió que era mejor buscar como llenar el vacío de la ausencia de su esposa que terminar de criar a su hijo menor aunque no se fue de mi lado por tanto tiempo.
—¿Te quedaste con Sebastien definitivo?— Negó
—Cuando entré a la universidad, Sebastien creó una cuenta a mi nombre y cada mes coloca una buena suma de dinero, compré un departamento y desde hace cuatro años vivo independiente — suspira mirando los pinos alfrente de nosotros— Sebastien estuvo conmigo siempre, fue un padre para mi cuando el nuestro nos abandono por un año. Fue el único que se quedó a mi lado y el que me hizo saber que siempre estaría orgulloso de mi.
—Lo siento, también perdí a mi madre y no fue fácil de llevar — me sonrie con melancolía.
—Era la mejor, Sebastien y ella tenían tantas cosas en común que era normal verlos juntos la mayoría del tiempo —él voltea a verme — Tu especialmente tienes cosas iguales a ella, como el gusto por la ropa y la sencillez que desprendes.
—Me hubiera gustado conocerla—.
—Y le hubieras encantado —
El tono en como dice todo eso me hace saber que Killien ama a su hermano sin importar que este no se lo diga a menudo, que podrá ser un hombre difícil de tratar pero que eso no le importa para quererlo como solo los hermanos saben hacerlo.
—Killien ¿Porqué me dices todo esto?— me gusta que me hable de estas cosas pero no entiendo a donde quiero llegar.
—Se de el contrato, los escuché en el despacho — Trato de hablar pero me interrumpe —Créeme cuando te digo que Sebastien nunca tuvo esta actitud en el pasado, siempre fue más abierto a sus sentimientos y se que tu lograrás que sus murallas caigan.
—¿Qué quieres decir?—
—No renuncies al contrato, si lo haces tanto tu como el sufrirán. Pude ver en tus ojos que te gusta y aunque el no lo diga tu le gustas a él, lo veo en sus ojos —Killien se acerca y me abraza —Solo tu podrás traer de vuelta al verdadero Sebastien Abans.
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Cuando llego a casa me encuentro con la sorpresa de que Miranda montó una fiesta con alrededor de treinta personas y muchas cervezas.
¿Donde están Eric y Keyra?
La música a todo volumen llega a molestarme, me adentro a la sala donde se encuentra la música y estoy por llegar al exterior cuando un alto chico, castaño de ojos verdes me intercepta regalándome una sonrisa juguetona.
—¿Pero que ven mis ojos? — arrugo el entrecejo —¿Como te llamas lindura?
—¿Te puedes mover de mi camino por favor?— El chico sigue sonriendo sin quitarse.
—Chica dificil, así me gustan—
Odio estos momentos, sin ninguna delicadeza empujo al chico y desconecto el cable del estereo, automáticamente todos me insultan pero poco me importa.
—¡Tienen diez segundos para irse de mi casa y Miranda será mejor que aparezcas antes de que yo te encuentre! — Las personas aún se encuentran en la casa— ¡largo ahora!.
Como si les estuviera hablando una profesora de deportes, todos empiezan a correr a la salida y ahí, con la casa vacia me encuentro que este está desordenada y con un montón de vasos y botellas esparcidos por todos lados.
—¡Miranda!—
Molesta, subo las escaleras hasta su habitación y ruedo los ojos al encontrarla con una botella de Vodka en su mano y bailando al ritmo de Dua Lipa .
Río cuando trata de dar la vuelta pero tropieza con sus pies. De repente Eric y Keyra aparecen.
—¿Porqué la casa está como si hubieran hecho una fiesta?— Pregunta Eric.
—Porque la hubo pero ya me encargué — Miro a Miranda — alguien quiso pasarse de lista en hacer una fiesta en casa ajena.
—Juro que la mataré en la mañana—Comenta Keyra.
—Bien, ahora vamos y dejemos que se divierta— con cuidado cierro la puerta de la habitación.
Al entrar a la mía suspiro quitándome la chaqueta y sin pensarlo me lanzo a mi cómoda y esponjosa cama dejando que el sueño arrase conmigo.
Fueron muchos sentimientos por hoy.