Miro fijamente ese papel que yace en mi cama, desde que llegue a casa no me he podido despegar del papelito ese, me tiene intrigada, pero a la vez tengo miedo. Miedo por que podría cambiar algo pero intriga por qué al fin sabría por qué mi madre me trata así.
La ventana de mi habitación se abre haciéndome sobresaltar, me levanto rápidamente y tomo lo primero que encuentro, estaba apunto de lanzar la lámpara pero la cortina de corre dejando ver a Ashton. Cuando me ve me mira asustado por lo que tengo en las manos.
—¿¡Qué te pasa!?
—¿¡Qué te pasa a ti!? —me dice señalando la lámpara entre mis manos.
—Pensé que era un ladrón.
—¿Un ladrón a las 4:30 de la tarde? —pregunta incrédulo
—Nunca sabes quien se puede meter por tu ventana. —me defiendo y dejo la lámpara en su lugar. —¿Qué haces aquí?
Se sienta en mi cama e imitó su acción.
—Me preocupe...¿te hicieron algo?
—No...
—¿Cómo que no?
—Solo me trajeron a mi casa...
—Bonita, dime la verdad...
—No lo sé —miento y miro hacia otra parte. —No se por que no hicieron nada, la oportunidad estaba...
Me abraza y se disculpa por no ir conmigo, pero niego. Él no tenía la culpa de nada.
—Mejor cambiemos de tema. —le digo y asiente un poco inseguro.
—¿No irás al baile? —pregunta con cautela
—No, tengo que ir a esa competencia
—Y yo que te iba a invitar. —hace un puchero y sonrío. —Tal vez en la noche yo llegue y tengamos nuestro baile.
—¿Un baile en una habitación?
—No, Morgan, en la cama.
Eso me tomo desprevenida haciendo que me sonroje, golpe su hombro y este ríe con fuerza.
—Eres un idiota.
—Un idiota al que quieres...
—Si.
—Pues yo te quiero a ti, Morgan.
—Lo se, Harrison. —sonrío.
Me dejo caer de espaldas y miro mi techo, ahora mismo quería ir a la casa de los abuelos para saber la jodida verdad que me atormenta, tal vez así pueda cambiar un poco para que mamá no me exija tanto.
Ashton se coloca sobre mi, su nariz acaricia mi mejilla con ternura, cierro mis ojos y disfruto de la sensación. Sus labios hacen contacto con mi mejilla y después en la comisura de mis labios.
—¿Puedes prometerme algo? —pregunta haciendo que abra los ojos.
—Claro.
—No te alejes de mi. —con su pulgar acaricia mi mejilla. —Pase lo que pase no lo hagas.
—No lo haré Ashton. —digo confundida por el cambio repentino de su actitud.
Me abraza y frunzo mas el ceño, algo le pasa, pero no insisto en que me diga, escucho como la puerta de la entrada se abre. Ashton se separa rápidamente.
—¡Morgan! ¡Ven a pesarte!
—Tienes que irte. —hago que se levante y lo empujo hacia la ventana
—No voy a dejarte sola. —me dice entre dientes
—No quiero tener problemas, Ashton, tienes que irte.
—¡MORGAN!
Le suplico con la mirada y termina accediendo, me roba un beso y sale al balcón, se hace a un lado y baja por la escalera que está pegada a la pared. Cierro la ventana junto con las cortinas, me coloco mi ropa deportiva y bajo corriendo las escaleras.
Mi madre señala la báscula y me quito los zapatos, 55 kg
—Al gimnasio Morgan, vamos a ver cuanta resistencia tienes.
Mierda
Bajar ahí es una tortura, bajo con cuidado las escaleras y voy a la caminadora, mamá se coloca a mi lado y pone el cronómetro, empiezo caminando, después subo la velocidad para empezar a trotar, mamá no me quita la mirada de encima hasta que le pica a un botón para aumentar la velocidad, doy todo lo que puedo para empezar a correr a una velocidad exagerada, siento como me quiere dar un calambre en la pierna, así que salto quedando en las equinas de la caminadora.
—Bien, descansa un poco y...
Veo como se desequilibra y bajo rápidamente para sostenerla.
—¿Estas bien? ¿Mamá?
—Solo es un pequeño mareo, acabo de tomar mis pastillas.
—¿Qué pastillas? ¿Te sientes mal? ¿Quieres que te lleve al hospital?
—Morgan, deja de hacer tantas preguntas. —se ríe
Frunzo mi ceño.
—¿Estas segura de que estas bien?
—Si, anda, sigue ejercitándote, tendré que salir.
—Puedo acompañarte, no puedes manejar y...
—Hija, estoy bien. —me acaricia la mejilla y me quedo helada. —Solo son las pastillas que me dan mucho sueño.
Mi corazón late con mucha fuerza al ver como me mira, esa mirada me la daba antes de que todo se fuera al carajo, esa mirada de calidez y diciéndome que todo va a estar bien me da una esperanza con ella.
—Mamá...
—¿Si?
Abro mi boca para hablar, pero la cierro y niego, sonríe y se gira para salir del sótano. Mi pecho se infla de felicidad, pese que fueron segundos, volví a sentir a la mujer que si me llegó a amar...
🏈📣
2 Horas después
Terminé hecha un asco, sudé demasiado, mis piernas tiemblan por el cansancio, mis brazos están débiles y por si fuera mucho mi respiración aún no se calma. Siento que hice el ejercicio de toda mi vida, pero no fue así, solo fueron dos horas.
Entro a la ducha y abro el agua fría, me deslizo por la pared hasta quedar sentada, me hago masajes en mis piernas. Hago mi cabeza hacia atrás descansando, cierro mis ojos y el silencio qué hay es increíble, por fin la casa en silencio.
Abro mis ojos cuando la temperatura cambia, me levanto y termino de ducharme, salgo envuelta en una toalla, me coloco la ropa interior y no me preocupo por combinarla. Me pongo una blusa color azul, unos pantalones ajustados y unos tenis blancos, tomo mi celular y lo guardo en las bolsas del pantalón.
Bajo las escaleras y me dirijo a la cocina, tomo los suplementos y una malteada de Apio, piña y nopal. Hago una mueca ante el sabor, realmente odio esa combinación.
—Iré con los abuelos, mamá. —le digo llegando a la sala
—Está bien, ¿te quedarás?
—Si.
—Cuídate, Morgan.
Salgo y le mando un mensaje a Liam de qué si me podría prestar su motocicleta y recibo un si por respuesta. Me dedico a caminar unas cuantas cuadras para llegar a su casa, lo veo afuera del garaje, apresuro mi paso hasta llegar hasta el.
—¡Bu! —gritó haciéndolo sobresaltar
—¡Carajo! ¿¡Estas loca!? —dice llevándose una mano al pecho. —Casi me da un infarto.
—No seas exagerado. —extiendo mi mano y el coloca las llaves en ella.
—Si la estrellas, te mato Morgan, ahí se fueron todos mis ahorros.
—No lo haré.
Asiente y antes de subirme me giro a verlo bien, me mira y después señala las sillas que están en el jardín de su casa, vamos hasta ellas y nos sentamos.
—¿Qué pasa?
—Se que tienes que irte y...
—Liam, tú eres más importante, cuéntame que te pasa.
Me mira y después mira sus manos.
—Últimamente me he sentido diferente, hablé con una amiga de esto y me dijo que...
—¿¡Lo hablaste con una "amiga" antes que conmigo!? —pregunto ofendida.
—Si, ahora déjame continuar.
—Eres un...
—Morgan, cargas muchas cosas como agregarte las mías, así que por eso no te conté antes.
—De acuerdo, prosigue.
—Hablé con ella en Las Vegas, fue mi cita en el baile de antifaces y ella antes realmente me gustaba, pero...
—Liam, es normal que una chica te guste y...
—Es prohibida, Morgan. Esta enamorada de otra persona y antes era novia de Ashton.
Si hubiese traído una bebida la hubiese escupido toda.
—¿¡Te gusta Zoé!?
—¿¡Qué!? No hablo de Zoé.
—¿¡Amy!?
—¡Mucho menos, loca!
—¿Ashton ha tenido más ex's?
—Alaska, su nombre es Alaska.
Ese nombre me suena tanto, si dice que la vio en Las Vegas, tuvo que haberla visto antes y si mi mente no me falla, el único día que los hombres estuvieron solos fue el día de compras.
—La del cabello casi blanco, Ashton nunca me contó de ella...
—Ashton y Alaska eran como uña y mugre, fueron su primer todo...
—Hubieras omitido eso, Liam, ¿pero Ashton que tiene que ver en esto?
—Ashton, Luca, Shawn y yo éramos mejores amigos y teníamos un código, nunca meternos con las chicas que nos gustaban o alguna ex.
Mi cabeza hace una explosión al atar cabos.
—Fuiste tú...te acostaste con Zoé.
—Si...
—Mierda...
—Si, el punto es que no puedo luchar por ella.
—Liam, no te debe de importar el pasado, vive el presente y si tienes oportunidad aprovéchala. —me sonríe y asiente.
—Debes aplicar tus propios consejos en tu persona, Morguie.
—Lo se. —susurro y me levanto, me abraza y me empuja suavemente para que avance hasta la motocicleta, me subo y dudo en poder equilibrarla, sé manejarla, pero aún se complica el arrancar.
—Gracias por escuchar...
—Para lo que necesites. —enciendo la motocicleta. —Gracias, Liam. —grito cuando pongo la pongo en marcha.
La casa de los abuelos estaba lejos, viven en Santa Mónica y yo en Hollywood. Lo que tengo calculado es que me tardare una hora y media si conduzco con rapidez, pero con cuidado.
🏈📣
Me tarde más de lo deseado, baje a comprar la cena para ellos y se tardo demasiado, me estaciono y bajo, tomo la comida y camino hasta la entrada, toco el timbre y se escuchan los gritos del abuelo y me rio al escuchar lo que dice.
—¿Quien mierda viene a...¿Morgan?
—Hola, abuelo. —sonrío
—Carla, ¡Morgan está aquí! —le grita a mi abuela que se asoma sorprendida.
—¿Me dejarás pasar viejo grosero?
—¿Carla escuchaste a tu nieta? ¡Es una grosera!
—De quien lo habría sacado. —dice irónica
—Eres mi orgullo niña, entra.
Le doy un beso en la mejilla y entro, voy a la cocina y noto que la abuela está haciendo galletas, meto el dedo a la mezcla, pero la quito cuando me da un golpe en ella.
—No se toca hasta que esté listo.
—Yo también te extrañe, abuela. —la abrazo.
—¿Me tengo que sentir ofendido por que Carla si consiguió un abrazo?
—Deberías. —le contesta la abuela.
Y esta era una de las razones por las cuales me gustaba venir a visitarlos, siempre estaba sonriendo y me olvidada de todo lo que pasaba en mi casa.
—¿No les molesta si me quedo?
—Claro que no mi niña, te puedes quedar en la habitación de tu madre. —dice la abuela señalando las escaleras.
Subo rápidamente y entro a la habitación de mamá y busco cualquier cosa que me diga o me de una pista de algo, indago sus cajones y el escritorio, pero no había ni un mísero papel. Busco debajo de la cama y veo una caja.
¡Bingo!
La abro, pero grito frustrada al ver que solo son fotos de ella, las veo y no esta sola, hay algunas con sus amigos, con los abuelos y con un hombre, supongo que era papá, pero veo una foto que me llamó mucho la atención, era mi madre cargándome y ella sonreía.
Trago en seco y vuelvo a dejarla en su lugar, meto la caja debajo de su cama y ahora levanto el colchón. Veo varias carpetas con el nombre de mi madre y míos, las tomo y antes de poder abrirlas la puerta de la habitación se abre dejando ver al abuelo.
—Y-yo...
Se acerca y me las quita, me ve y sonríe con tristeza.
—Ven, te vamos a explicar —veo a la abuela que tiene los ojos cristalizados.
Confundida salgo de la habitación y bajo las escaleras. Me dirijo a la sala y me siento en el sofá individual, los espero a que se sienten y se pongan cómodos para lo que sea que me tengan que decir.
—Sabemos que tú madre no es la mejor, pero créeme que tiene una explicación todo esto. —empieza a hablar la abuela.
—A tu madre hace años...
Se le entrecorta la voz y niega, miro a la abuela que deja salir sus lágrimas sin emitir ningún sonido.
—¿Abuelo?
—Le diagnosticaron trastorno obsesivo compulsivo.
—Al igual que a ti, cariño. —la miro confundida.
¿Qué, yo qué?
—Pensamientos excesivos que llevan a comportamientos repetitivos. El trastorno obsesivo compulsivo se caracteriza por los pensamientos irracionales y los temores que provocan comportamientos compulsivos. —mi abuelo lee en voz alta lo que dice la carpeta en sus manos.
—Hay muchos tipos de TOC's, está el de contaminación, Repetición, Acumulación, orden, ritualizadores mentales, etc.
Ahora entendía por qué siempre vivía con el miedo de ser rechazada de todo mundo, el miedo de no caerle bien a las personas...
El trastorno obsesivo compulsivo que yo padecía era el repetitivo y el de ritualizadores mentales a lo que les entendí y por como actuaba, supongo es ese TOC del que padezco. Investigué eso por un trabajo de la clase de psicología así que tenía una idea de que trataba ese trastorno y que ellos me explicaran un poco mis ideas ya eran más claras por eso.
Ahora lo entendía.
— ¿¡Qué tiene que ver eso con lo que me hace!?, yo también lo sufro y no estoy maltratando a las personas a mi al rededor... —les grito.
—Se lo detectaron cuando estaba embarazada de ti, como sabes, tú madre te tuvo muy joven y el trastorno empezó hacer de las suyas. —carraspea el abuelo para poder continuar. —Se cuestionaba por todo, empezó a ser muy perfeccionista con muchas cosas. —mira a la abuela. — Y tu abuela lo noto cuando empezó a aislarse y a cuestionarse todo.
—Por eso me exige en perfeccionar mi gimnasia. —murmuro. —Siempre quiere que sea mejor a grados de lograr la...perfección.
—Es por eso...
—No todo es por eso, Carla.
—No, Thomas —le toma del brazo mi abuela. —Ella no...
—Debe de saber la verdad, tu madre sufre de otro y...
—¡Thomas!
—¿Qué verdad? —los abuelos me miran y estoy apunto de tener un colapso. —¿¡Qué verdad abuelo!? ¿¡Cuál otro trastorno!?
—Eres producto de una violación...