Lobo Perdido Libro 2

By AlexKiaw

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Ranshaw Lennox, Mike Denner, Amatis Stevenson y Kris Larsson están dispuestos a dejarlo todo para vivir la vi... More

Notas
Las manadas
1
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3
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7
8
Parte 1 | DENNER
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Parte 2 | Dankala
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Parte 3 | Müller
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Parte 4 | Dankala
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Parte 5 | Lennander
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By AlexKiaw

Mike abrió la puerta a la última persona que quería ver en la tierra. Tenía sentimientos encontrados que debía aclarar antes de ver a su mejor amigo.

Por supuesto, Ranshaw era bastante incapaz de brindarle ese necesario espacio. No por egoísta o por malvado. Era que era puro corazón y lo extrañaba, con solo unos días de no verse. Mike lo sabía y lo entendía. Pero no estaba seguro de poder lidiar bien con ello. Al menos no todavía.

—Ran...

—¡Abre paso, hombre! No quiero que nos vean ahí. La gente habla. No tiene nada más interesante que hacer.

Hasta que se movió y le dejó pasar, se dio cuenta de la esbelta forma que se ocultaba detrás del masivo cuerpo de Ranshaw.

Amatis tenía la figura de un tallo. Era largo, elegante, muy esbelto y fino. Mantenía el rostro bajo y se le notaba avergonzado. El estupor impidió que Mike dijera nada y por eso Ranshaw entró. Por fortuna estaba solo; Ertan se mudó con la chica Alfa con la que le desposaron. Y su padre aún vivía en la casa principal hasta que Biel tomara posesión. Entonces Fénix volvería a su hogar.

Ranshaw tuvo el descaro de olisquearlo y sonreír. Pero a pesar del resentimiento, en realidad no sentía ira contra su amigo, sino con toda la situación.

—¿Puedo ofrecerles una bebida?

La voz temblorosa fue de Kris. Con las manos en la espalda y la mirada en el piso, a Ranshaw nunca le pareció más bonito y deseable ese Omega. Se acercó lo suficiente como para aspirar su aroma y comprobar lo que al pasar por la puerta supo; que Mike no le había reclamado.

—Hola, ¿por qué tan serio? ¿Ya no somos amigos?

Kris, alarmado, levantó los ojos a su Alfa para pedir ayuda.

—¿Ran? No creo que sea el momento de hacer visitas. Es decir, podemos vernos después, una vez que se calme...

—¿El rencor? ¡No, mi hermano! Ese no se va a ir. Es por culpa del resentimiento que nos trataron así. De manera que vine a arreglar las cosas, si ustedes están de acuerdo. Que espero que acepten, porque yo no me veo tolerando esto en el largo plazo.

—Pasa, por favor.

—Mike cerró la puerta y les indicó el camino por el corredor—. Permítanme ofrecerles algo de beber. Tengo vino y...

—¿Por qué no has reclamado a Kris?

Mike retuvo la respiración, cerró y abrió los puños. Ese era Ranshaw, parecía que lo habían educado monos en vez de lobos; hacía lo que quería, tomaba las cosas, luego sonreía y todo mundo lo perdonaba. Pero también era el Alfa que tenía a quien amaba. Y él no podía con eso. Mike no quería a Amatis por su condición, aunque eso potenciaba todos los sentimientos hasta llevarlo a la locura. Era un chico inteligente y sensible. Además, su belleza podía deslumbrar a cualquiera.

—Ranshaw...

—Mike —. Amatis tenía una voz suave, grave y hermosa que le partía el corazón. Además de lo inapropiado que era que un Omega tomado hablara a otro Alfa sin haber pedido permiso antes. Pero entonces Amatis se aproximó y le ofreció su muñeca. Mike no entendió hasta un momento después. Quería que acercara la nariz. Lo hizo. En la piel del Omega no había marca de reclamo. Amatis le mostró el cuello libre de mordidas.

—Ranshaw —. No "mi Alfa", notó Mike—, tiene bastante que decir. Escúchalo. Si no estás de acuerdo nos marcharemos y los dejaremos en paz. Nos iremos como Dirk y su Omega, porque nos duele mucho estar cerca de ustedes y tan lejos a la vez.

Él también está sufriendo y por más de una razón.

—De acuerdo. Pasen por favor.


☆~☆~☆~☆~☆~☆


—Entonces, ¿fue una venganza?

—Pero una muy tonta, ¿no crees? Es decir, me dan a uno de los Omegas más bellos —. Y le guiñó el ojo a Kris para hacerle saber que él era el otro más bonito del mundo. El chico rio, aunque seguía estando muy triste—. ¿Cómo en el infierno eso podría ser un castigo?

—Tal vez la penitencia era para Amatis. Estar contigo debe ser un tipo de condenación. Pero Mike sonreía. Sus palabras no contenían malicia.

—Amatis no hizo nada para enojar a Biel. Ni Kris ni tú. Él me lo dijo. Mi castigo es ver qué ustedes sufren y que sea culpa mía.

—Tu único error fue ser tan bobo de olvidar tu bufanda. Y eso no merece condena —. Mike se levantó para abrazar a Ranshaw—. Yo no te culpo. Y es cierto; recibir un Omega no es en lo absoluto un castigo. Mucho menos estos dos. No necesitas disculpar...

—¿Estás loco? ¡Yo no vine a eso! No es mi asunto lo que Biel sienta, allá él y su corazón. A mí me importas tú y ellos. Y creo que podemos decidir. Es decir, te lo juro Mike, no me cuesta nada obedecer. Y sé que tú tampoco vas a sufrir por hacer lo mismo con Kris. Pero ¿en serio somos eso? ¿Solo pie de cría, lo que dijo Biel?

—No concibo cómo pudo decir algo así.

—Al día siguiente se disculpó. Te digo que no tiene negro el corazón. Pero sí morado de rabia y de rencor porque... ¡Qué sé yo! Tú sabes que yo no le doy vueltas a las cosas. A veces me salen bien. Y si van mal tengo un Mike que sí piensa. Biel tiene que razonar por sí mismo.

—Eres incorregible y bobo —dijo Mike con una sonrisa. Era la primera vez que sonreía desde las asignaciones.

—Entonces, ya que yo no pienso mucho, pues pensé rápido ¿Y por qué tenemos que vivir de acuerdo a lo que él dice? Y todo se aclaró. Me di cuenta de que somos sus prisioneros porque lo permitimos. No hay cadenas ni paredes alrededor. Podemos dejarlo todo y vivir como queramos. Amatis y tú estarán juntos si quieren. ¡Se aman! No deberían estar separados.

—¿Y tú?

Ranshaw sonrió. Un hoyuelo se marcó en su mejilla. Parecía un chico tímido, pero Mike lo conocía mejor. Era esa coquetería natural que hacía que todo mundo le pasará cualquier cosa. Hasta él.

—Er, yo, bueno, no soy feo. Y ya habíamos hablado antes Kris y yo. Nos gustamos bastante. Si me acepta, yo estoy disponible.

—¿Estás proponiendo que intercambiemos Omegas? ¿Igual que si fueran cosas?

Ranshaw abrió los ojos y la boca. Pues sí, sonaba muy mal. Pero su ingenio agudo nunca lo dejaba mal parado.

—¡Claro que no! ¿Por quién me tomas? ¡Estoy diciendo que ellos van a intercambiar Alfas, como si fueran cosas!

Mike soltó una risotada. Y al terminar Amatis cruzó el espacio de la pequeña sala decorada en tonos amarillos y llena de macetones con plantas exuberantes. Se sentó a su lado.

—Mike, ¿qué no conoces a tu amigo? ¿Cuántas noches estuvimos los cuatro conversando sobre este tema? La desigualdad entre Alfas y Omegas. ¿No dijimos que nosotros íbamos a ser diferentes?

Mike asintió. Estaba tan absorto contemplando a Amatis que no le importó que Ranshaw se sentara junto a Kris, le tomara las manos y le besara el cuello. El chico se estremeció, pero sonrió por primera vez desde las asignaciones. "Te reclamaría ahora mismo" le susurró. Los otros no escucharon. Kris prefirió levantarse y buscar bebidas, frías, antes de cometer una locura.

Ranshaw sonrió satisfecho y volvió a poner atención a sus amigos.

—...y tiene razón. Podemos incluso comenzar nuestra propia manada.

—¡Qué! ¿Esa es tu idea?

—¿Es pésima? Te dije que no pensé mucho. Pero Amatis sí piensa y cuando estuvo de acuerdo en venir y hablar contigo, yo supuse que tal vez no era una idea tan tonta. Ve el panorama hermano. Los dos podemos ganarnos la vida en el mundo humano. Estar con quien amamos y que nos escoge.

Ser una familia, que nuestros hijos no sean dados como cosas o pies de cría.

¿Tú crees que Ertarn quería irse con la Alfa que desposó? Sí, volverá en diez o doce años. Traerá unos niños si tiene suerte y le darán un Omega. ¿Eso esperas para tus hijos? Yo no. Deseo que sean libres. Que escojan a quien amar. Que se casen por amor. Quiero que tú tengas eso.

—¿Y tú?

—Kris y yo no sentimos lo que ustedes sienten. Pero eso no significa que no podemos amarnos. Y me cae muy bien me hace reír como nadie.

¡Claro que quiero pasar mi vida con Kris, muerto de risa y no con Amatis, que siempre va a estar triste, porque no me ama!

—No digas eso. Yo ya había encontrado resignación en saber que eres mi amigo.

—Resignación no es sinónimo de felicidad. Tengo un libro de palabras y con gusto te lo puedo prestar para que veas que tienen significados distintos.

—Pero dejaremos la manada, ¿así? ¿Por siempre?

Ranshaw se levantó y ofreció la mano a Amatis. Al contrario de la gran tristeza que sentía la primera vez que hizo ese gesto, Amatis extendió la suya llena de confianza.

—Estamos dispuestos. Ayer comenzamos a empacar algunas cosas, porque como bien te dijo él —con un guiñó señaló al Omega a su lado—, nos iremos de aquí a lo más profundo del bosque y viviremos de cazar y pescar. Vendremos lo menos posible, si tú no aceptas. Algún día llevaremos a cabo el reclamo. No sé cuándo. Lo haremos hasta que nos sintamos bien con eso y no porque lo diga el tonto de mi hermano.

Tal vez nunca suceda. O tal vez sí, somos amigos. Pero si aceptas, apenas salgamos de Lennander y consigamos un buen alojamiento, pienso yacer entre las piernas de Kris un mes completo.

—Gracias por la imagen. Podía haber vivido sin ella para siempre.

—Lo siento. Hablo mucho.

—Lo sé, mi hermano. Pero tus ideas son buenas. Me duele alejarme de mi padre. Se quedaría solo en esta casa. No sé si puedo hacerle eso.

—Estamos en las mismas. Por eso debes pensarlo. Yo lo haré. Hoy hablaré con mi padre. No quiero estar bajo el yugo de mi hermano. Puedo vivir con uno, sin embargo, si es estúpido y lo acepto, entonces soy dos veces estúpido.

—Y tú no lo eres.

—Lo intento con fuerza. Dime cuándo tomes una decisión. Yo me iré de todas maneras con Amatis, pero preferiría que seas tú quien se lo lleve.

Mike asintió. Kris lo miraba desde la puerta. Lo que Ranshaw le hacía sentir era muy fuerte, no podía desear a otro que no fuera su Alfa. Y Mike era muy bueno. No lo forzó, aunque fue más por sus sentimientos que por los de Kris. Pero funcionaba para él y ahora, por ese mismo respeto, se abría la posibilidad de estar con el Alfa que siempre quiso.

Ranshaw le guiñó el ojo. Le dijo en silencio, para que le leyera los labios desde la puerta "convéncelo" y le mandó un beso. Era cierto, Ranshaw y Kris no se amaban como Mike y Amatis. Era diferente, pero no por eso inferior. Solo que Ranshaw se inclinaba menos a sensiblerías. Kris adoraba su sentido del humor. No le dijo que lo amaba, pero le subió el ánimo con apenas unas palabras.

Quería estar con él.

Ranshaw se fue y Kris, con las manos en jarras, miró a Mike.

—¿Qué?

—Debemos hablar. Mike estuvo de acuerdo. Aunque no era necesario convencerlo. Lo haría. Solamente necesitaba ser fuerte; despedirse de su padre, tal vez para siempre.

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