Un Amor ¿De Verdad O Mentira...

Od MJ-Frost

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• COMPLETA • Algún sabio dijo una vez: "Del odio al amor, hay un solo paso." ¿Cuántos hay entre la verdad y l... Více

Prólogo
Mónica...
Dave...
01 • Un jugo no le puede hacer daño a nadie
02 • Si mueves tu trasero, te explicaré todo
03 • Cambia tus técnicas de seducción, el disco está un poco rayado
04 • Nos estamos volviendo locos
05 • Con un cerebro así, deberías estudiar leyes
06 • ¡No empieces a devorar sin mí!
07 • ¿Por qué tenemos un amigo como Cooper?
08 • Tu secreto está a salvo conmigo
09 • Frankenstein en versión helado de vainilla y chocolate
10 • ¡Soy humana, no me juzguen!
11 • ¡Excusas! Fuiste estúpido, admítelo.
12 • A qué estoy muy bueno, ¿Verdad?
13 • Oh, vaya, disculpa por arruinar tu noche de sexo, amigo
14 • Oye, sé que quieres tocarme, pero al menos no muy fuerte, por favor
15 • Mi mirada de «vete o sufrirás»
16 • Estás más enredada que mis auriculares
17 • Eso es lo que un degenerado diría, negaría que lo es
18 • Un plan estúpido
19 • Recordemos no meternos con la alemana nunca en nuestras vidas
20 • El peor juego de escondite que he jugado en mi vida
22 • ¡Ni se te ocurra abrir la boca!
23 • ¡Sales con mi maestra! ¿Acaso eso es legal?
24 • Cuando amas a alguien, permanece dentro de tu corazón siempre
25 • Es mi mejor amiga
26 • En mi vida me han dado tantas gracias como hoy
27 • Todos estamos locos aquí
28 • Los Wyle son tan tercos cuando se lo proponen
29 • Muffins con «sabor a nube»
30 • La gracia de parecer perros detrás de un balón
31 • Eso no es lindo, es un arma matadora
32 • El hábitat de un hombre
33 • Es así como se vive
34 • Quizá esté un poco loco y aún así, seguiré confiando en ti
35 • El tiempo es efímero
36 • «tu lógica es ilógica, Nica»
37 • Un engendro del mal
38 • Mejor amigocidio
39 • Menos acomplejado que ayer pero no más que mañana
40 • Soy un camaleón y trato de pasar por tomate
41 • Que afortunados ustedes los Wyle
42 • El remplazo de alguien más
43 • En general son muy raros
44 • Ni siquiera puedes decirle cuánto lo extrañas
45 • Me importa más saber si estás realmente bien
46 • Los gatos y yo no nos llevamos bien
47 • Aunque no me va a agradar, solo lo dejaría ir
48 • «Ay, no» de «Demonios, otra vez esto no»
49 • Claro, es que tengo el cerebro lleno de puré de papa
50 • «You're the soul who understands»
51 • Luke desenreda cabellos 3000
52 • Yo siento muchísimo por él
53 • Me encanta locamente
54 • Niveles altos de oxitocina
55 • Aw, Dave, eso es... estúpido, pero tierno
56 • ¿Sabes cosas vergonzosas de ella?
57 • Tips para conseguir trabajo de Cooper Parker
58 • Mi lado dulce pronto volverá al lugar oscuro donde siempre está
59 • Siempre estaré aquí contigo
60 • Tu bonita mirada
61 • Eres mi bonita, Mónica
62 • No quieres conocer al Kraken que vive dentro de ella
63 • Tu increíble curiosidad por saber de todo
64 • Soy una Wyle, nada puede conmigo
65 • Todo cobra un nuevo sentido gracias a ti
Epílogo • I lava you
• Agradecimientos
• Playlist
• Curiosidades
• Ilustración
Extra I • Te mato, Dave Wyle
Extra II • Querías que fuéramos fuertes, pero sobretodo, felices
Extra III • ¡La gran revelación!
Extra IV • Lindos aportes, bonita
Extra V • Una familia de cinco para un apellido de cuatro letras
Especial • Porque eres mi soul sister, y sé que yo soy la tuya

21 • ¿Qué tal si pasa el típico cliché?

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Od MJ-Frost

Mónica

—No, no vayas ahí... —murmuro.

Claramente fue ahí.

Arg, ¿Por qué los personajes de películas de terror hacen las cosas que claramente no deben de hacer? ¿O van a lugares que gritan a todo pulmón «¡No vengas aquí!»?

Son tan cabezas huecas.

—Creo que voy a vomitar —murmura Dave, asqueado, viendo con una mueca la explícita escena de asesinato en la televisión.

—Ay no, no, no, no —murmuré cubriendo mi vista con mis manos, aunque claro que veía por la separación de mis dedos.

—Dioses, no puedo seguir con esto —admite Cooper, pero aún sin quitar su mirada de la película.

Y sí, él se nos sumó hace un rato con Sal.

Dave miró a su mejor amigo.

—Sé valiente, hombre.

Cooper vuelve la cabeza tan rápido hacia Dave que por poco pensé que se había torcido el cuello.

—¡¿Valiente?! ¡Pero si tú no tienes moral para juzgar! Estás igual de asustado —contraataca el rubio.

—Más que asustado, estoy asqueado —aclara Dave con tranquilidad.

Aunque yo sabía que sí estaba asustado.

Entramos en una escena de suspenso donde solo veíamos fijamente el televisor sin poder apartar la mirada, todo se mantenía en silencio en la sala y solo escuchábamos los pasos del personaje caminando por un oscuro pasillo.

—¡¡AAAAAAAAAHHHHHH!! —gritan Cooper y Dave cuando el asesino mata de un hachazo al personaje secundario.

—¡No griten! —me quejo.

—Chicos, por Dios, ¡Esto casi ni da miedo! —exclama Sal, todos la miramos con cara incrédula.

Hasta yo estaba más cagada que nunca.

Ella nota que la veíamos.

—¿Qué? ¡Vamos! Hasta las bubbies de mi tía Margaret se ven mas reales y eso que son patéticas.

—¿He escuchado la palabra «bubbies»? —fruncí el entrecejo.

—Todos escuchamos la palabra «bubbies» —me confirma Dave.

Y fue entonces que nos echamos a reír por las ocurrencias de esa chica.

¿Quién en estos días usa el sinónimo «bubbies»?

—Además, Dave, ¿Cómo puedes temerle más a una película que a una maldita casa encantada? ¡No lo entiendo! —agrega ella después de que dejamos de reírnos.

Punto a su favor, Dave era raro.

—Oye sí —conviene Cooper—, pero aún así, estoy a nada de hacerme encima. Así que quita esa película.

Sal suspira como si su amigo no tuviera remedio y toma el control remoto que estaba en la mesa de madera a su lado en el sofá.

Busca entre los canales una buena película hasta que encuentra Una Esposa De Mentira, todos estuvimos bien con la elección de Sal ya que necesitábamos pasar el susto de la otra película.

Y como que estábamos un poco grandecitos para poner caricaturas.

Cuando terminó empezó Son Como Niños y fue ahí que nos dimos cuenta de que era un maratón de las películas de Adam Sandler.

Aún no entiendo por que elegiste la película de terror, ¡Si te causa pesadillas todas las noches!

Yo tampoco sé con certeza por qué la elegí.

—Rayos, se acabaron los snacks —se queja Sal, viendo el tazón vacío dónde antes había ruffles.

—Podemos ir a comprar helado —sugiere Dave.

—¿Helado simple? —se vuelve a quejar ella—. Aburrido —resopla.

Dave me mira de soslayo con una pequeña sonrisa.

—Bueno, que sepas que conozco a alguien que hace una buena preparación de helado.

Sal nota la mirada que su mejor amigo me dedicaba.

—¿Mónica?

Sonreí de labios cerrados.

—Sí, digamos que me sale bien combinar sabores.

—No solo «bien», te sale de maravilla —admite Dave—. Aún no supero al Frankenjunior.

—¿Frankenjunior? —repite Cooper, confundido.

—Larga historia.

Arquea una ceja.

—Vaalee —encoge los hombros—. Yo quiero helado.

—Yo también, se me apeteció probar las mezclas de Mónica —Sal se levanta del suelo—. ¿Vamos a la tienda, Coop?

—Okey —él también se levanta del suelo—. Iremos en tu coche, Dave.

—¿En qué momento les he dado el permiso?

—¡En ninguno, pero ya qué! —exclama Cooper, caminando hacia la salida, tomando las llaves en el camino.

Sal se ríe.

—Tranquilo, Agente D, yo me encargo de él. ¡Nos vemos al rato!

Y sigue a su amigo hacia la salida.

Quedamos Dave y yo.

Él se recuesta del espaldar del sofá, estirando las pierna.

—¿Cómo está tu cabeza? —pregunta, extendiendo la mano para dar una rápida caricia a mi cabello.

—Ya no duele, así que supongo que estoy mejor.

—Aún no me creo que hayas recibido semejante pelotazo en primer día, que icónico.

Negué con la cabeza, sonriendo.

—Quedará para la historia de la Hastings University Of Boston, «Mónica Reynolds, la chica que en su primer día de segundo semestre recibió un pelotazo a medio campo de fútbol y la desmayó por completo»

Dave ya se reía.

—Al menos no fue grave.

—Pero dolió —sobé un lado de mi cabeza con un puchero—. Idiota el que pateó ese balón.

—Yo luego me las cobro, tranquila.

Vuelvo a dejar mi mano en mi regazo.

—Eso me dará paz, gracias.

—Que alma tan vengativa, Reynolds.

—Ya sabes lo que dicen, la venganza es dulce como la miel.

Dave se vuelve a reír de mis tonterías.

—Tú no tienes remedio, Mónica.

Sonrío orgullosa de ello.

Estaba a punto de decir algo pero el teléfono de Dave suena, interrumpiendo lo que le iba a contar. Se levanta del sofá donde estábamos y toma su celular de la mesa de centro. Escucho como murmura un «Oh, demonios» y se va a contestar a la cocina. Desde aquí puedo ver cómo se pasa la manos por el pelo, camina de un lado a otro y ríe nervioso. No sabía con quién estaría hablando para ponerlo así de ansioso.

—Hey, ¿Todo bien? —le pregunto cuando vuelve a su asiento junto a mí, mantiene la vista baja y jugaba con sus dedos.

Suspira al final.

—Sí, sí, todo está bien —trata de sonreír, pero no le sale realmente una sonrisa convincente.

Le doy mi mirada de «no mientas, no sabes hacerlo»

Dave parece entenderla porque, una vez más, suspira en derrota.

—Bueno, no todo está «bien»

—¿Qué es lo que pasa? —él duda en decirme—. Sabes que puedes confiar en mí, Dave.

—Bueno, es que... mis padres se enteraron de sue estoy "saliendo" contigo —hizo comillas.

—¿Y eso qué tiene de malo? —pregunto, aún sin entender.

—Que... bueno... quieren verte —murmura pero logré oírle—, en una cena... —cierra los ojos, como si esperara un golpe—, hoy en la noche.

Abrí los ojos en sorpresa.

Vale, eso no me lo esperaba.

—Eh... bien, eso no lo ví venir —admití—. ¿A qué hora es la cena?

Dave me mira confundido.

—Mónica, no tienes que ir, en serio. Que me estés ayudando con todo este rollo de Emily no significa que debas de involucrarte mucho.

Auch.

Eso dolió.

Pero hizo como si no me importaba, porque, en el fondo, Dave tenía razón.

—Hey, tranquilo, está bien. No tengo problema en asistir, igual me gustaría ver a tus padres, y, lo más importante: ¡Comida gratis!

Dave sonríe.

—No puedo quedar mal con mis suegros, ¿No crees? —menea la cabeza, aún viéndome como si yo no tuviera remedio—. No hay problema, Dave, quiero ayudarte, en serio —digo, tranquila, estirando la mano para tomar la suya—. Igual todos salimos ganando aquí. Fue un trato justo.

Le da un apretón amigable a mi mano.

—Eres la mejor, Mónica.

—Sí, lo sé.

Nos reímos.

—Pasaré por ti a las 07:30, ¿Vale?

—Vale, ¿La cena es algo formal?

Se lo piensa bien.

—Ve casi formal. Es un punto intermedio.

¿Un punto intermedio?

—¿Okey?

Dave nota mi confusión.

—No vayas formal, solo ve como quieras.

—¿Sudaderas, converse y vaqueros rasgados? —sugiero con sonrisa de niña.

Dave menea la cabeza.

—Me estás robando el estilo.

—Yo lo pensé primero.

—¿Quién dijo que yo no?

—Bueno... yo lo he dicho en voz alta primero, así que, ¡Ja!

—Definitivamente esto será una travesía interesante contigo.

Y supe que no solo se refería a la cena, si no a todo lo que se nos venía.

Cooper y Sal volvieron diez minutos después con un par de bolsas plásticas en mano. Fuimos a la cocina y el trío se convirtieron en mis asistentes. Era raro dar órdenes a gente mayor que yo, pero no mentiré de que se sintió genial.

—Muy bien, ¿Opiniones? —me recuesto de la barra con los antebrazos, observando a los chicos atenta de sus reacciones.

Los tres compartieron una mirada y tomaron una cucharada de helado de sus tazas.

La primera cara que dijo «Pruebo el paraíso» fue la de Cooper, quién tras saborear su helado, fue cucharada tras otra sin importar que su cerebro podría congelarse.

—Madre mía, esto sabe increíble —dice Sal, tomando una gran cucharada de mezcla de helado de chocolate y fresa que tenía un poco de sirope de chocolate.

Sonreí.

—Gracias, para contrataciones, ya saben a quien preguntar.

—Oh, no dudes que te llamaré.

Miré a Dave, quién no había dicho nada al respecto.

—¿Y?

—Frankenjunior a quedado en el pasado —come de su taza de helado.

Y con su afirmación no pude evitar sonreír.

-

Luego de pasar la tarde comiendo helado y viendo algunas películas, Dave por fin me llevó a mi casa casi a las cuatro de la tarde. Me recordó que vendría por mí a las siete treinta y que el estilo de la cena no era algo completamente formal, pero tampoco quería que a su madre le diera un infarto por ir como vagos.

Aún seguía sin entender eso de «punto intermedio»

¿Qué persona sí lograría entenderlo?

Lo haz adivinado: Amapola.

—Entonces, ¿Conocerás a sus padres? —pregunta ella, buscando entre la ropa de mi armario.

—No exactamente —respondo, sacando una dona de la caja que había traído cuando llegó—. Ya los conozco, sería como... reencontrarnos otra vez.

—Pero ellos piensan que sales con su hijo —refuta, aún buscando en mi ropa.

—¿Y? —muerdo la dona de chocolate, sin darle tanta importancia al tema.

La dona me parecía más importante.

—Pensé que lo que había entre ustedes era... una broma, no sé —se vuelve con un vestido azul en su mano, entrecierra los ojos en mi dirección, como si me imaginara con el vestido puesto.

Esperaba que no.

—Y lo es —doy otra mordida a mi dona—, solo que sus padres se enteraron lo que supuestamente hay entre nosotros, entonces le insistieron en verme —le explico aún masticando de mi dona.

Amapola me mira con reprobación y una mueca en los labios. Ella odiaba que hablara con la boca llena.

—Número uno: ¡No hables con la boca llena! Es tan asqueroso.

—Eres tan dramática —murmuré rodando los ojos.

—Número dos: no creo que todo este rollo termine bien —dice, volviendo a buscar entre mi ropa un buen atuendo.

Eso último me dejó confundida.

—¿A qué te refieres? —pregunté con lentitud, levantándome de la cama y yendo con ella, también comiendo del resto de mi dona.

Amaba las donas.

Tú amas todo lo que tenga azúcar, Mónica.

Puede ser que sí.

—Bueno, no lo sé, ¿Qué tal si pasa el típico cliché de «uno de los dos se enamora»? Pasa mucho en las película, y... —sale de mi armario con otra prenda de ropa que prueba por encima de la que traigo puesta—. ¿Qué tal si la que se enamora eres tú?

Me gustaría decir que me eché a reír, bueno, ganas no me faltaron, la verdad.

Pero... no podía porque, número uno: ella me golpearía, y no me apetece ser golpeada. Número dos: solo se estaba preocupando.

Digamos que Amapola es... muy protectora, énfasis en el «muy», yo puedo ser así, pero ella es... intensa en todo su esplendoroso significado. Después de la muerte de mi madre muchas cosas cambiaron en nuestras vidas, siempre tuve un círculo de amigos muy pequeños, ¿Socializar? Eso no iba conmigo.

Eh...

Bueno, sí era algo que iba conmigo, me agradaba conocer gente, pero luego de cierto incidente en la preparatoria, (estúpida Mónica de dieciséis años) esa yo extrovertida se fue por haber querido conocer a la persona equivocada.

Maldito idiota.

¿Qué con lo del vocabulario?

Eso va para ti, a mí nadie me escucha, solo me leen.

Luego vino la muerte de mamá. Así que cosas que hacía una yo de hace tres años no las hace una actual.

Te haz... perdido.

Y tampoco me he encontrado.

Suspirando, le doy el último mordisco a mi dona.

Tragué antes de responderle a mi amiga:

—Eso no pasará, Pola, ¿Okey? —le sonrío, tranquilizante.

—¿Es por lo de...?

Meneo la cabeza, interrumpiendo lo que iba a decir.

—El idiota está en el pasado. Y pasado pisado —doy un pisotón—. Solo no va a pasar y ya.

—Que afirmación con tremendos fundamentos —sonreí—. No lo sé, Moni, ¿Qué tal si de verdad pasa? ¿Que harás?

Fui hacia la cama para sentarme, ella se sienta a mi lado, dejando la ropa que por fin había escogido para mí en la esquina de la cama. Me quedé viendo un punto del suelo frente a mí unos quince segundos.

Terminé suspirando y encogiendo los hombros. Era una buena pregunta.

Aunque yo no tenía respuesta, salvo:

—No sé, ¿Superarlo con helado y películas? —Amapola se ríe—. Yo sé que Dave no es como el idiota de Devalk, pero yo sé que esto que está pasando entre nosotros es solo una ayuda. Él necesita librarse de Emily y yo necesito ayuda con mi tarea de mates.

Nos reímos como tontas.

—Nada malo va a pasar, te lo prometo.

Amapola pasa su brazo por encima de mis hombros.

Ella daba ligeras caricias con su pulgar a mi hombro, hacía eso como un gesto de inseguridad a los palabras que no terminaban de convencerla.

—Vale, te creeré —dice después de un rato—. Pero recuerda, eh, que si te hace daño yo iré personalmente y le daré una patada en los bajos.

—¿Qué tienes con darle patadas a los hombres en los bajos?

—He visto que es donde más les duele.

¿Ves? Chica observadora.

—Tampoco olvides esto, Moni, no dejes que malas decisiones del pasado te persigan siempre —agrega con suavidad en su voz—. Si tienes una oportunidad, aprovéchala. Dave es un tipo bueno, algo egocéntrico, pero bueno. Me gusta para ti.

Agrega a sus palabras un apretón a mis hombros con su medio abrazo y una sonrisa.

—Veremos, Amapola, veremos...

Charlamos un rato de otras cosas hasta que dieron las cinco treinta, hora dónde mi mejor amiga me ordenó darme una ducha mientras ella arreglaba todo lo que necesitaría para maquillarme.

¿Por qué demonios se me ocurrió pedirle ayuda?

Porque sí fuera por ti, hubieras ido como adolescente floja.

Ah, sí cierto que fue por eso.

En fin, hice caso a las órdenes de Amapola porque no quería molestarla. Cuando ya estuve duchada, ella me tendió la ropa que me pondría esta noche para la cena.

¿En qué momento yo había comprado estas prendas?

A veces yo no sabía lo que había allí adentro, cuando tenía que salir buscaba lo que mejor combinara, un par de zapatillas y listo, ya nos podemos ir. Casi nunca me ponía a buscar a fondo como lo hace Amapola.

En serio agradecía la existencia de esa chica.

Claro que su elección de ropa no me agradó en un inicio, era un vestido, ¡Un vestido! La parte superior era color rojo, siendo solo un poco escotado y la falda, que me llegaba tres dedos más arriba de la cintura era color negra. No era de mangas, así que dejaba parte de mi espalda y hombros al aire libre, pero que de igual forma estarían cubiertos por una chaquetilla negra.

Que manía la tuya con las chaquetas, chaquetillas y sudaderas.

De zapatos solo serían unas zapatillas cerradas también de color negro.

—Muy bien, hora de hacer, ¡Magia! —dice Amapola, sentándome en la silla de mi escritorio que había atraído hacia el tocador.

—Trata de no tardar mucho, por favor —le pido, como si lo que me esperara fuera una tortura.

Espera, ¡Sí que era una tortura!

Amapola me sonríe mostrando los dientes, alza y baja las cejas.

—Oh, Moni, no prometo nada.

Y empezó a hacer de las suyas.

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