Luego de unos segundos, Jungkook abrió y se quedó tieso al ver a Jimin frente a la puerta. Seguramente no se imaginaba que sería él.
—Jungkook, ¿podemos hablar? —pronunció Jimin en voz baja.
Jungkook lo escaneó de arriba a abajo. Jimin miró su propio pijama y miró a Jungkook nuevamente.
—¿Que quieres? —preguntó Jungkook, al parecer ansioso por cerrar la puerta.
—Quiero hablar. ¿Puedo pasar?
—No.
—Vamos... —insistió Jimin. Le parecía estúpido seguir peleando por estupideces luego de lo que había sucedido.
Jungkook tragó duro y miró al suelo. Se movió para darle pasó a la habitación y dejó la puerta abierta. Tomó rápidamente una campera y se la puso sobre su camiseta.
Jimin se paró incómodo en medio de la habitación, pensando como darle las gracias.
Lo vió apretando los puños de la campera con las manos, y recordó el gran moretón que le había visto en el brazo el día anterior. Pensó que quizas por eso se había puesto una campera, para cubrirse.
Lo miró a la cara y habló:
—Yo solo quería darte las gracias por... salvarme la... vida.
Jungkook chasqueó la lengua y puso los ojos en blanco. Se sentó a los pies de su cama como si Jimin no existiera, y tomó un joystick para comenzar a jugar un juego de disparos.
—¿Para eso necesitabas pasar a la habitación? —preguntó mirando la pantalla de la televisión.
Jimin se sintió incómodo y miró al suelo. Estaba claro que lo había salvado solamente porque, de no haberlo hecho, su muerte hubiera quedado en su conciencia.
—¿Por qué me odias? —preguntó Jimin de repente, frunciendo el ceño.
Jungkook volteó y lo miró de arriba a abajo.
—Sabes donde está la puerta.
—No, enserio. No me iré hasta que me digas por qué me odias —se sentó a su lado en la cama.
—Toma asiento... —dijo Jungkook sarcásticamente.
—No puedes odiarme porque te robé a Samuel... —dijo pensativo—. Tiene que ser algo más.
Jungkook le lanzó una mirada despectiva.
—¿Viniste solo a jactarte de que me robaste a Samuel? Mejor vete antes de que te ahogue de nuevo. Y esta vez no te salvaré...
—Me odias desde el primer instante en que pisé la casa, antes de lo de Samuel.
—Pues ahora te odio más. Ahora vete.
—No...
—¡Vete!
—Dime por qué me odias.
—¡Fuera! —se levantó de la cama enojado y le señaló la puerta.
Jimin se paró frente a él para hacerle frente.
—¿Que te sucedió en el brazo? —preguntó Jimin en un tono firme.
—¿A ti que te importa?
—Solo quiero saber...
—Me caí. Ahora vete.
Jimin suspiró mirando el suelo.
—Escucha... —pensó un momento—. Hay unos masajes drenantes, que si los haces bien, quitan los moretones.
Jungkook lo miró confundido.
—Mejor vete Jimin —dijo en un tono amenazante.
—No, en serio. Sé hacer esos masajes... quiero devolverte el favor por haberme salvado. Prometo no preguntar de donde salieron.
Jungkook empujó su mejilla con su lengua y puso los ojos en blanco. Pensó por al menos diez segundos antes de hablar.
—Que sea rápido. Y solo porque quiero que desaparezcan los estúpidos moretones —explicó.
—Si, será rápido —dijo Jimin—. Enseguida regreso.
Salió de la habitación y caminó hacia la suya. Tomó su bolso donde guardaba las cosas para hacer masajes y regresó a la habitación de Jungkook.
—Traje mis cosas —entró despacio.
—Cierra la puerta —ordenó Jungkook sentado en el borde de la cama.
—¿Por qué?
—No quiero que mis hermanos vean mis moretones.
Jimin hizo caso y cerró la puerta. Se sentó a su lado en la cama con algo de incomodidad. El ambiente era algo tenso, y lo ponía nervioso estar en su habitación.
—Quítate la camiseta —dijo en voz baja, sumamente nervioso.
—¿Por qué? —Jungkook se hizo hacia atrás rechazando por completo la idea.
—Si mis aceites tocan tu ropa, se manchará —explicó.
Jungkook bufó y vaciló al quitarse la camiseta. La tiró a un lado de la cama y suspiró agachando la cabeza.
Jimin lo observó con confusión: su cuerpo estaba lleno de hematomas, algunos más grandes y otros más pequeños, dispersos por todo su cuerpo.
Tuvo que morderse la lengua al recordar que le había prometido no pregutarle de dónde salieron.
—No me mires así —dijo Jungkook haciéndose el rudo. Pero Jimin pudo notar que su voz se cortó al hablar.
—No te preocupes, he visto cosas peores —mintió. Jamas, en sus años estudiando sobre hematomas y masajes drenantes, había visto una cosa parecida.
Abrió su bolso, tomó el aceite de romero y lo esparció por sus manos, frotándolas para calentar el aceite antes de tocar su cuerpo.
—Este aceite es un relajante muscular —explicó, y con mucho cuidado tomó el brazo de Jungkook, lo extendió y lentamente apoyó una de sus manos sobre él.
Suspiró y comenzó a hacerle el masaje, pasando sus dedos suavemente sobre su piel azul y morada. Se preguntaba con curiosidad que le podía haber pasado, pero creyó que era mejor no saber.
Le practicó el masaje en silencio. Escuchando cada tanto los jadeos de Jungkook al pasar sobre sus heridas, y mirando de reojo las expresiones de dolor que hacía. En algún punto, le dió lástima imaginar el dolor que debía soportar todos los días con esos hematomas.
Estaba claro que había algo raro en eso, no era para nada normal tener el cuerpo así.
Masajeó su brazo con delicadeza mientras inevitablemente sentía su perfume; ya lo tenía grabado en el fondo de sus fosas nasales.
Jungkook se dejó hacer el masaje, aunque duró casi veinte minutos y el ambiente era tenso. Al parecer, su dolor y sus ganas de quitar los moretones eran más fuertes que su odio hacia Jimin.
Jimin quitó la vista de su brazo y mientras lo masajeaba observó su torso desnudo.
Jungkook lo notó y se cubrió con su brazo libre.
—¿Qué miras? —preguntó sintiéndose algo vulnerable.
—Ya terminé —contestó Jimin estirando los labios en algo parecido a una sonrisa—. El color del hematoma desaparecerá en cuestión de días.
Jungkook quitó rápidamente su brazo y lo observó con pesadumbre por unos segundos.
—Bien —dijo tomando su camiseta para ponérsela.
—Mañana seguiré con el resto.
—¿Que?
—El resto de los hematomas...
—No, con el brazo fué suficiente.
—No, olvídalo, se ven... —iba a utilizar la palabra "horribles", pero se arrepintió—, graves... —dijo en voz baja—. No puedes dejarlos así. Mañana seguiré con el resto.
No le dió tiempo a responder, porque sabía que diría que no, pero viendo como lucia su cuerpo, no pudo simplemente ignorarlo.
Salió de la habitación con su bolso y caminó a su habitación sintiendo algo de dolor en el pecho. Sus costillas dolían y se le dificultaba un poco respirar con normalidad.
Esa noche se durmió con una pregunta revoloteando en su cabeza: ¿Que demonios le habia sucedido a Jungkook?