Entre tormentas y arcoíris (l...

By catarsissss_

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*disponible en librerías chilenas y buscalibre gracias a Editorial Planeta* A veces estás hecha para romperte... More

Entre tormentas y arcoíris
Ella
A casa
Nunca paran de doler
Egoísta
Normal
Nada
Te encontré
Pasado, recuerdos y tormentas
Pajarito asustado
Rota
Lo que tú quieras que sea
La esperanza es peligrosa
Quédate
Valiente
Interpretando un alma
Sigue mi voz
El camino correcto
Nada que perder
Una tormenta y un arcoíris
Cosas de adultos
Un comienzo
A un paso del abismo
Dejarse llevar
Miedo
Cicatrices
Es fácil decirlo
Pesadillas
Catarsis
Del miedo y otros sentimientos
La vida es una mierda
Batalla ganada
¡Sorpresa!
Inocencia
Seguridad
Seguir adelante
En picada
Secretos
Círculos
Fe
Cima
Cierre
Decisiones
Pedazos
Familia
Vacío
Un final a medias
Agradecimientos
Preventa y publicación
Tu y yo, nadie más
Sorteo aniversario⛈️🌈

Chica de pocas palabras

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By catarsissss_

🎶I'm In Here - Sia🎶

6 meses atrás

Fue un viaje un tanto silencioso. Estaba agotada, física y mentalmente. Las palabras de Lena se repetían una y otra vez en mi cabeza, solo quería llegar a casa y esconderme bajo las frazadas.

La chica que me ayudó —cuyo nombre dijo que era Leigh— estuvo la mayor parte del viaje callada. Me sorprendía que tratara de ayudarme cuando no nos conocíamos de nada, a veces me olvidaba de que en realidad había gente que se preocupaba del resto.

Leigh me daba algunas miradas de vez en cuando, como si quisiera comprobar que seguía respirando. En algún momento puso música y comenzó a golpear el volante con sus manos al ritmo de la canción.

Una persona musical, pensé, y por alguna razón eso me hizo esbozar una débil sonrisa.

—Hum... Sé que no te conozco, pero lo que dijo esa chica no estuvo bien —me tensé y desvié la mirada—. No fue mi intención escuchar, lo juro, pero fue imposible evitarlo —se excusó, su voz era dulce y calmada.

—Está bien —respondí en un susurro con la mirada puesta en el paisaje de afuera—. De todas maneras tenía razón.

Me comenzaron a sudar las manos.

—¡Claro que no! —exclamó como si fuera lo más obvio del mundo, lo que me hizo mirarla con curiosidad.

—Pero si no me conoces.

—Pues sí, tienes razón —murmuró—, pero da igual, nadie merece ser tratado así.

Me puse nerviosa. Me di cuenta de que era la primera vez que alguien se quedaba conmigo luego de tener una crisis. Usualmente evitaba estar rodeada de gente por miedo a que pasara algo y que me vieran, así que en muy pocas oportunidades alguien presenció alguno de mis ataques. En clases cuando sentía que estaba por perder el control pedía permiso para ir al baño, incluso cuando ella me ayudó años atrás logré huir antes de tener que dar explicaciones. Era terreno nuevo para mí, y no me gustaba lo nuevo.

—Da igual —dije finalmente.

—Claro que no. Necesitas amigos... mejores.

Decidí no responder porque sus palabras me pusieron ansiosa.

No, no quería más amigos. Y aunque los quisiera, no los obtendría. Seguramente ahora pasaría más tiempo en mi habitación, lo que provocaría más discusiones con mi mamá, Avery se preocuparía e intentaría presentarme personas y eso haría que la ansiedad creciera y las crisis aumentaran, probablemente me tocaría almorzar en algún lugar apartado en la escuela, triste y sola... De alguna manera, estaba dispuesta a soportar todo eso si significaba no tener que tratar de agradarle a la gente, era demasiado agotador, y el rechazo era aún más duro.

El GPS dio las últimas indicaciones y mi casa apareció en mi campo de visión. Leigh se estacionó afuera y se giró para mirarme.

—¿Te sientes mejor? —asentí, estaba mintiendo, pero ¿qué le importaba eso a una desconocida? —. ¿Segura?

—Sí —me obligué a responder con una sonrisa débil—. Gracias por traerme.

—No es nada —se encogió de hombros. Me dispuse a bajarme del coche, pero ella murmuró algo y me detuve. Lo dejé pasar, y entonces se aclaró la garganta—. Este... hum... Te recuerdo. Nunca olvidé tu rostro. ¿Tú me recuerdas?

Me puse rígida, seguía con la mano en la manilla y no me giré para mirarla.

—No —mentí—, lo siento.

Leigh emitió un suspiro de decepción, pero aun así no me giré, pues seguramente sabría que estaba mintiendo.

—Está bien, no pasa nada. Eh... antes de que te vayas, ¿me darías tu número? Para chequear que estés bien. Mi hermana pequeña ha tenido algunas crisis de ansiedad, sé que ese tipo de cosas pueden ser una mierda —dijo con nerviosismo, esta vez sí me giré—. Solo si quieres.

Aunque no había mucha iluminación, podía ver que sus ojos color miel me miraban con expectación.

Por alguna razón, se lo di, aunque probablemente nunca le respondería. Tener una conversación por mensaje era más fácil, pero Leigh no parecía de las personas que se limitaban a mensajearse con la gente.

—Por cierto, me gusta tu estilo —sonrió—. Nos vemos.

En respuesta le levanté la mano, era lo mejor que podía hacer sin parecer una estúpida.

¿Un cumplido por mi ropa? Eso era nuevo.

Ella no se marchó hasta que entré a mi casa. Una parte de mí esta un tanto eufórica, como si nada hubiera pasado y simplemente hubiese tenido una noche tranquila donde conocí a una linda chica que le gustó cómo me vestía, pero la otra parte de mí —la que siempre ganaba—, solo quería ir a mi cuarto a esconderse y dormir. Agradecía que fuera fin de semana. Tenía dos días para aparentar que nada había pasado.

Adentro estaba todo oscuro, así que prendí la luz de la sala de estar y quedó a la vista una habitación con decoración anticuada llena de fotografías de la familia y feos jarrones con flores que mamá compraba en una feria.

Procuré no hacer ruido porque no quería despertar a nadie, así que fui a la cocina para tomar agua —la botella que me dio Lena quedó olvidada en la fiesta— y subí las escaleras para ir a mi habitación. Pasé por fuera del dormitorio de mi madre y mi padrastro, la puerta estaba cerrada y la luz apagada. Al llegar a mi cuarto prendí la luz y cerré la puerta con cuidado.

Suspiré llena de alivio. Por fin me sentía completamente segura.

Como era el lugar donde pasaba la mayor cantidad de tiempo, mi cuarto estaba adaptado para tener todo lo que necesitaba sin llamar la atención. En las paredes celestes tenía pegado algunos posters que me había regalado mi hermano de una banda que me gustaba, junto a un viejo escritorio de madera tenía un pequeño estante blanco donde tenía algunos libros y un parlante donde ponía música cuando quería distraerme. Mi cama individual estaba perfectamente tenida —si no podía tener el control de mi cabeza, al menos debía controlar el orden de mi cuarto—, y debajo de ella tenía una caja llena de gomitas y otras golosinas que me gustaban, además de una pequeña libreta que usaba a veces para desahogarme.

Me agaché y saqué una bolsa de regaliz. Mientras comía me quité la ropa y me puse mi viejo y grueso pijama gris, no hacía frío pero quería sentirme arropada. Ni siquiera me preocupé de lavarme los dientes.

Estaba por acostarme cuando sentí pasos en el pasillo.

—¿Nita? —casi sonreí, a veces me molestaba que me llamara así, pero también me hacía sentir menos sola. Todos me decían June; sin embargo, Avery siempre me llamó como lo hacía cuando éramos niños y no hablaba lo suficientemente bien para decir «hermanita»—. ¿No se suponía que ibas a dormir donde Lena?

Entró a mi habitación con su pantalón habitual de chándal rojo y una camiseta gris vieja y llena de hoyos.

Avery era la persona que más se preocupaba de mí, y a veces sentía que era la única. Sabía que mamá también, pero entre nosotras habían demasiadas cosas que nos separaban y siempre terminábamos peleando. Así que mi refugio era Avery. Era a quien acudía cuando mamá dejaba dinero para comprar comida pero no podía salir de casa, era quien me llenaba de golosinas cuando me notaba ansiosa, era quien ser acercaba a mí y me preguntaba cómo había estado mi día aunque siempre le diera la misma respuesta. Y a pesar de todo, nunca había podido ser sincera con él sobre lo que me pasaba.

—Me aburrí y me vine, nada más —respondí mientras le daba un mordisco al regaliz, él se acercó y se sentó a mi lado.

—¿Estás bien? —preguntó, con su mano me quitó un mechón de cabello de la cara—. Tienes los ojos hinchados.

—Estoy bien, no fue nada.

—A veces me gustaría tener el poder de leerte la mente —me tocó la punta de la nariz—. Sé que no nos gusta hablar de nuestros problemas, pero sabes que puedes pedirme un abrazo cada vez que lo necesites.

Hice una pequeña mueca. En esta casa los problemas jamás se hablaban, aprendimos a fingir que nada pasaba y que todo estaba bien. Mi familia estaba casi tan rota como yo, y ni siquiera sabía por qué. Quizás era yo el problema... Pero al menos tenía a mi hermano.

—Lo sé —susurré—, pero estoy bien.

—De acuerdo, ¿necesitas algo? —negué con la cabeza y él besó mi frente—. Me iré a dormir, entonces. Mañana iré a acampar con unos amigos. ¿No quieres venir?

—No, gracias. No te preocupes, de todas maneras tengo tarea que hacer —mentí, apenas había terminado la primera semana de clases, ni siquiera habían aparecido todos los estudiantes nuevos—. Diviértete, buenas noches.

—Buenas noches, Nita.

Cuando se fue, una pequeña lágrima se deslizó por mi mejilla.

Sentía que no merecía tener un hermano como Avery, no cuando yo no podía estar a su lado como él lo hacía conmigo. Era injusto que le tocara una hermana como yo, pero jamás se quejaba, y eso, de alguna manera, lo hacía peor. Estaba incondicionalmente para mí, pero yo no podía estar para nadie, ni siquiera para mí.

Apagué la luz, dejé mis lentes en la mesita de noche y me acosté. No pude evitar volver a pensar en lo que me dijo Lena y comencé a llorar hecha un ovillo en mi cama.

Odiaba ser así. Odiaba no ser como el resto, no poder tener un mal momento y olvidarlo al día siguiente. Tenía la horrible habilidad de recordar a la perfección todo lo que había hecho mal. Lo único que no podía recordar era el comienzo de toda esta mierda, a veces sentía que había nacido defectuosa

Estaba quedándome dormida con ese pensamiento en la cabeza cuando mi celular vibró sobre mi mesita de noche. Me di la vuelta y lo tomé porque podía ser Lena, quizás se había arrepentido de todo y quería pedirme disculpas —já, sí, claro—, pero no, era un número desconocido.

Fruncí el ceño mientras me acomodaba, en un principio la luz me molestó y veía algo borroso al no tener mis anteojos puestos.

Entonces leí el mensaje y los nervios volvieron a mí.

Ey, soy Leigh.

Solo quería saber cómo estabas.

¿Te desperté?

Ay, mierda, debí haber esperado hasta mañanaL

Bueno, no importa. ¿Cómo te sientes?

Sonreí sin poder evitarlo. Me planteé responder, pero al final decidí no hacerlo. ¿Qué más podría decirle? Ya le había dicho que estaba bien.

El celular vibró otra vez.

Es de mala educación ver los mensajes y no responder.

Volví a ignorar el mensaje. Sin embargo, no se rindió.

¿Esa es una manera muy directa de decirme que quieres que te deje tranquila? Si es así, solo dímelo. No hay con problema con eso. No quiero ser insistente.

Me comencé a sentir culpable, solo estaba tratando de ser amable, no tenía idea de que en realidad no le respondía porque hacerlo implicaba demasiadas cosas para mí. Odiaba sentir que el resto esperaba algo de mí, porque siempre era algo que no les podía dar.

Lo siento.

Estoy bien, gracias por preguntar.

Esperé a ver si me respondía, y sucedió casi de inmediato.

Genial.

Oye, a propósito, nunca me dijiste tu nombre.

June, respondí de manera escueta.

Chica de pocas palabras. Me gusta:)

Bueno, de seguro solo quieres dormir y yo estoy aquí molestándote.

Espero que de verdad te sientas bien y no me estés mintiendo.

Y sigo manteniendo lo que dije antes, esa chica no debió tratarte así.

Si necesitas hablar con alguien, puedes hacerlo conmigo:p

Buenas noches <3

No supe qué hacer. ¿Qué se suponía que debía responderle?

Frustrada, apagué el celular y enterré la cabeza en la almohada, pero luego de unos minutos lo volví a tomar y escribí una respuesta rápida.

Gracias, buenas noches.

Eso era lo que una persona normal hubiese escrito, ¿verdad?

Esperé, pero no recibí una respuesta. Eso era todo, ¿no? La conversación por mensajes más larga que había tenido con alguien que no fuese Lena o alguien de mi familia se reducía a eso. Pero, por alguna razón, me sentía un poco mejor.

Le había gustado mi ropa. 

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