Méreope en Hogwarts #1 ✔️

-idfpotter द्वारा

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[PRIMER LIBRO DE LA SAGA DE MÉREOPE EN HOGWARTS]. La amistad y valor es lo más importante para Méreope, la pe... अधिक

prologue
c a s t
soundtrack
First year
001. dreams
002. diagon alley
003. next stop, hogwarts
005. damn duel and damn malfoy
006. fire
007. first game of quidditch
008. oesed's mirror
009. nicolás flamel
010. norberto, the norwegian ridgeback
011. goodbye norberto
012. the forbidden forest
013. the thing that drank unicorn blood
014. through the trapdoor
015. the golden quartet
016. the ogre, the vision and the redhead
017. see you later hogwarts
Méreope y la Camara de los Secretos.

004. ¡gryffindor!

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-idfpotter द्वारा

CAPÍTULO CUATRO
▬  ❝ ¡gryffindor! ❞  ▬









































AL ESCUCHAR "GRYFFINDOR" MÉREOPE PUDO SUSPIRAR DE ALIVIO cuando abrió los ojos –sin saber en qué momento de su selección los había cerrado– se percató de que la mesa de colores dorados con escarlata aplaudía con ganas, mientras que los gemelos gritaban "Esa es mi hermana de otra madre recién adoptada". Con una sonrisa se levantó del taburete y comenzó a caminar hacia aquella mesa, donde al llegar Hermione la abrazo bastante entusiasmada, se separaron y juntas fueron a sentarse a la mesa para que la ceremonia prosiguiese.

Méreope giró su cabeza hacia Harry y Ron, quienes la miraban con una sonrisa, mientras alzaban sus pulgares en dirección a ella, dando una señal de que estaban felices por ella y su selección.

¡Potter Harry! gritó la profesora McGonagall.

Al escuchar todos ese nombre empezaron a susurrar entre ellos mismos, asombrados de estar frente al niño que sobrevivió.

Harry camino hacia el banquillo sintiendo que sus pies se enredaban entre ellos. En busca de tranquilidad, dirigió su mirada a la mesa de los leones, recorrió a cada uno de sus alumnos hasta que su mirada dio contra la de Méreope. La chica le dirigió una sonrisa tranquilizante, para la sorpresa de Harry, aquella sonrisa si que sirvió, ya que una porción de sus nervios desapareció mágicamente. Le devolvió la sonrisa, aunque esta se asemejaba más a una mueca.

El alumnado esperaron un poco, unos minutos después el sombrero gritó:

¡GRYFFINDOR!

Toda la mesa de Gryffindor se hecho en aplausos, incluyendo a Méreope, quien aplaudía con ganas.

¡Tenemos a Potter! gritaban los gemelos con notable alegría y regocijo.

Harry avanzó hacia la mesa, esta vez sin nerviosismo. Cuando noto que la pelirroja lo esperaba de pie no tardó en avanzar con más rapidez y sin poderlo evitar la abrazó, como si se tratase de un impulso que no podía contener. Al separarse de dicho abrazo, decidieron tomar asiento nuevamente en la enorme mesa de colores escarlata, ahora en espera del pelirrojo Weasley.

¡GRYFFINDOR! gritó el sombrero, haciendo que la mesa de color dorado y escarlata volviera a aplaudir.

Harry y Méreope aplaudieron con fuerza, mientras que Ron se desplomaba en la silla más próxima a ellos.

Bien hecho, Ron, excelente dijo pomposamente Percy Weasley, por encima de Méreope, mientras que Zabini Blaise era seleccionado para Slytherin.

La profesora McGonagall enrolló el pergamino y se llevó el sombrero Seleccionador.

Méreope miró su plato de oro vacío. Acababa de darse cuenta de lo hambrienta que estaba: ahora las gomitas en su estomago le parecían algo del pasado.

Albus Dumbledore se había puesto de pie. Miraba con expresión radiante a los alumnos, con los brazos muy abiertos, como si nada pudiera gustarle más de verlos allí.

¡Bienvenidos! dijo ¡Bienvenidos a un nuevo año en Hogwarts! Antes de comenzar nuestro banquete, quiero decirles unas pocas palabras. Y aquí están, ¡Papanatas! ¡Llorones! ¡Baratija! ¡Pellizcó...! ¡Muchas gracias!

Se volvió a sentar. Todos aplaudieron y vitorearon. Méreope no sabía si reír o no.

Está... un poquito loco, ¿no? escucho Méreope que Harry le preguntó a Percy.

¿Loco? dijo Percy con frivolidad. ¡Es un genio! ¡El mejor mago del mundo! Pero está un poco loco, si. ¿Patatas, Harry?

Los platos que estaban frente a ellos de pronto estuvieron llenos de comida. Méreope nunca había visto tantas cosas que le gustara comer sobre una mesa, no lo mal entiendan ella ama lo que su mamá le hacía para comer pero... esto era un buffet.

Méreope lleno su plato con un poco de todo y comenzó a comer. Todo estaba realmente delicioso.

Observo como Harry y Ron hablaban animadamente con un fantasma casi decapitado, quien contaba vagamente sobre la comida de sus platos, alegando que tenían buen aspecto. Su mente comenzó a desconectarse de la conversación, pensando en lo que sus padres y hermana debían de estar haciendo en aquellos momentos.

Quizás su padre esté dentro de la biblioteca familiar, adelantando algo de su trabajo. Su madre debía de estar frente al televisor –que su padre les había enseñado a usar– viendo alguna comedia romántica y su hermana... bueno, tendría suerte si no estuviera tirada en el suelo por lo torpe que solía ser.

Sonrió ligeramente ante aquella imagen mental, aunque rápidamente volvió al mundo real cuando escuchó su nombre a lo lejos.

Y tú eres Méreope Tonks, ¿no?

Ella asintió hacia ellos y así, comenzaron a presentarse uno a uno: descubrió que eran personas realmente agradables. Uno era el chico sapo que había conocido en el tren, su nombre era Neville. Otro de ellos era Dean Thomas y el último Seamus Finnigan.

Ejem... solo unas pocas palabras más, ahora que todos hemos comido y bebido. Tengo unos pocos anuncios que haceros para el comienzo del añoempezó a hablar Dumbledore

«Los de primer año deben tener en cuenta que los bosques del área del castillo están prohibidos para todos los alumnos. Y unos pocos de nuestros antiguos alumnos también deberán recordarlo»

Los ojos relucientes de Dumbledore apuntaron en dirección a los gemelos Weasley.

El señor Filch, el celador, me ha pedido que les recuerde que no deben hacer magia en los recesos ni en los pasillos

«Las pruebas de Quidditch tendrán lugar en la segunda semana del curso. Los que estén interesados en jugar para los equipos de sus casas, deben ponerse en contacto con la señora Hooch.»

«Y por último, quiero decirles que este año el pasillo del tercer piso, del lado derecho, está fuera de los límites permitidos para todos los que no deseen una muerte dolorosa.»

Méreope rió, pero fue una de las pocas que lo hizo.

¿Lo decía enserio? le preguntó Méreope a Percy.

Eso creo le respondió este.

¡Y ahora antes de que vayamos a acostarnos, cantemos la canción del colegio! Méreope observo cómo las sonrisas de los otros profesores se habían vuelto algo forzadas.

Dumbledore agitó su varita, como si tratara de atrapar una mosca, y una larga tira dorada apareció, se elevó sobre las mesas, se agito como una serpiente y se transformó en palabras.

¡Que cada uno elija su melodía favorita! dijo Dumbledore. ¡Y allá vamos!

Y todo el colegio vociferó:

Hogwarts, Hogwarts, Hogwarts,
enséñanos algo, por favor.

Aún que seamos viejos y calvos
o jóvenes con rodillas sucias,
nuestras mentes pueden ser llenadas con algunas materias interesantes.

Porque ahora están vacías y llenas de aire, pulgas muertas y un poco de pelusa.

Así que enséñanos cosas que valga la pena saber, haz que recordemos lo que olvidemos, hazlo lo mejor que puedas, nosotros haremos el resto, y aprenderemos hasta que nuestros cerebros se consuman.

Cada uno terminó la canción en tiempos diferentes. Al final, solo los gemelos Weasley seguían cantando, con la melodía de una lenta marcha fúnebre. Dumbledore los dirigió hasta las últimas palabras, con su varita y, cuando terminaron, fue uno de los que aplaudió con más entusiasmo.

¡Ah, la música! —dijo, enjugándose los ojos—. ¡Una magia más allá de todo lo que hacemos aquí! Y ahora, es hora de ir a la cama. ¡Salgan al trote!

Los de primer año de Gryffindor siguieron a Percy a través de grupos bullicios, salieron del Gran Comedor y subieron por la escalera de mármol. Las piernas de Méreope otra vez parecían de plomo, pero solo por el cansancio.

Harry, que veía a Méreope a lo lejos, sintió una pequeña necesidad de ir y ayudarle al verla tan cansada y con pocos ánimos de seguir andando. Por lo que sin dudarlo se dirigió a ella y se coloco a su lado, haciéndose notar.

Mér, ¿Estas bien? preguntó el de cabellos azabaches.

Ella asintió, dirigiéndole una ligera sonrisa por su preocupación. No te preocupes, Ry. Solo estoy algo cansada respondió ella. Él asintió, pero esta vez ya no se fue de su lado, queriendo asegurarse de que ella en realidad estaba bien y no terminaría cayéndose por lo cansada que se encontraba.

Era la primera vez que sentía aquella necesidad en toda su vida, por lo que no podía evitar que sus nervios surgieran. Además, nadie, en toda su corta vida, le había puesto un apodo hasta ahora.

Méreope no solo era su primera amiga, si no que también era la primera en ponerle un apodo de su nombre.

La Tonks se preguntaba internamente cuanto tardarían en llegar, ya que ella odiaba las escaleras y aquello sumándole que se estaba muriendo de cansancio: bien sabía ella que si seguían avanzando por más tiempo, iba a dormirse en mitad del pasillo.

Peeves susurro Percy a los de primer añoEs un duende, lo que en las películas llaman poltergeist Levanto la voz Peeves, aparece.

La respuesta fue un ruido y grosero, como si se desinflara un globo.

¿Quieres que vaya a buscar al Barón Sanguinario?

Se produjo un chasquido y un hombrecito, con ojos oscuros y perversos y una boca ancha, apareció, flotando en el aire con las piernas cruzadas y empuñando los bastones.

¡Oooooh! dijo, con un maligno cacareo. ¡Los horribles novatos! ¡Que divertido!

De pronto se abalanzó sobre ellos. Todos se agacharon.

Vete, Peeves, o el barón se enterará de esto. ¡Lo digo en serio! gritó enfadado Percy

Peeves hizo sonar su lengua y desapareció, dejando caer los bastones sobre la cabeza de Neville. Lo oyeron alejarse con un zumbido, haciendo resonar las armaduras al pasar.

Tienen que tener cuidado con Peeves dijo Percy, mientras seguían avanzando. El barón Sanguinario es el único que puede controlarlo, ni siquiera nos escucha a los prefectos. Ya llegamos

Al final del pasillo colgaba un retrato de una mujer muy gorda, con un vestido de seda rosa.

¿Santo y seña? —preguntó.

Caput draconis dijo Percy, y el retrato se balanceó hacia delante y dejó ver un agujero redondo en la pared. Todos se amontonaron para pasar –Neville necesito ayuda– y se encontraron en la sala común de Gryffindor; una habitación redonda y acogedora, llena de cómodos sillones.

Percy condujo a las niñas a través de una puerta, hacia sus dormitorios.

Ron y Harry le dieron una sonrisa a Méreope al ver que se separarían ya, ella les regresó la sonrisa y antes de que pudiese decirles que los vería a la mañana siguiente, fue jalada por Hermione, su nueva amiga, hacía sus habitaciones.

Ambas niñas subieron por una escalera de caracol y encontraron, por fin, sus camas, cinco camas con cuatro postes cada una y cortinas de terciopelo rojo oscuro. Sus baúles ya estaban allí y la jaula de Hera también.

Méreope caminó hacia donde estaba su mochila y la jaula de Hera, suponiendo que aquella se trataba de su cama. Le sonrió a Hera y introdujo un dedo entre los delgados barrotes de la jaula, para acariciar las plumas de la lechuza.

Demasiado cansada para conversar, Méreope se dirigió al baño para ponerse su pijama de la forma más perezosa que jamás creyó que existía. Al salir se encontró a Hermione ya acostada en su cama –que se encontraba junto a la de ella–.

Es increíble, ¿no? murmuro Hermione cuando ya se encontraba en su cama.

Méreope asintió de acuerdo con ella, sin poder abrir la boca para emitir palabra alguna: estaba demasiado cansada para ello.

La pelirroja deseaba seguir conociendo a Hermione tanto como la castaña deseaba hacerlo con ella, pero ambas se quedaron dormidas casi de inmediato.

[...]

A la mañana siguiente Méreope fue despertada por Hermione demasiado temprano para el gusto de la pelirroja, quien refunfuñó un par de minutos dando vueltas en su cama. Minutos suficientes para que Hermione terminara de bañarse y colocarse su uniforme.

—Tienes cara de querer lanzarme un hechizo —murmuró Hermione apenas vio que la chica se levantaba de su cama—. Pero... te esperare en la Sala Común para ir a dar una vuelta, ¿bien?

Eran poco más de las seis de la mañana y Méreope no entendía el por qué levantarse tan temprano para dar un paseo, claro, lo descubrió después.

Una vez termino de darse una larga ducha de agua fría para evitar que su cabello terminase dañado –batallaba mucho para mantenerlo tan sedoso y brilloso– comenzó a ordenar todo lo que usaría el resto del día. Metió todo lo necesario en su pequeña mochila menos su varita, está la llevaría en el bolsillo de su túnica por cualquier cosa.

Cuando estuvo completamente lista bajo a la Sala Común, donde encontró a Hermione leyendo sentada en uno de los sofás del lugar hasta que se percató de su llegada. Ambas fueron a dar un recorrido por el castillo, intentando no perderse –ahora Méreope comprendía a Hermione–.

Le sorprendió haber llegado puntual a la hora del almuerzo ya que en Hogwarts había 142 escaleras, algunas amplias y despejadas, otras estrechas y destartaladas. Algunas llevaban a un lugar diferente los viernes. Otras tenían un escalón que desaparecía a mitad de camino y había que recordarlo para saltar. Después, había puertas que no abrían, a menos que uno lo pudiera con amabilidad o les hiciera cosquillas en el lugar exacto, y puertas que, en realidad, no eran sino sólidas paredes que fingían ser puertas. También era muy difícil recordar dónde estaba todo, ya que parecía que las cosas cambiaban de lugar continuamente. Las personas de los retratos seguían visitándose unos a otros, y Méreope estaba segura de que las armaduras podían andar.

Hasta ahora su clase favorita era Encantamientos, el profesor Flitwick era el que impartía esa asignatura, era un brujo diminuto que tenía que subirse a unos cuantos libros para ver por encima de su escritorio. Al comenzar la primera clase, sacó la lista y, cuando llegó al nombre de Harry, dio un chillido de excitación y desapareció de la vista.

La profesora McGonagall era siempre diferente. Méreope había tenido razón al pensar que no era una profesora con quien se pudiera tener problemas. Estricta e inteligente, les hablo en el primer momento en que se sentaron, el día de su primera clase.

Transformaciones es una de las magias más complejas y peligrosas que aprenderán en Hogwarts dijo. Cualquiera que pierda el tiempo en mi clase tendrá que irse y no podrá volver. Ya están prevenidos.

Entonces transformó un escritorio en un cerdo y luego le devolvió su forma original. Todos estaban muy impresionados y no aguantaban las ganas de empezar, pero muy pronto se dieron cuenta de que pasaría mucho tiempo antes de que pudieran transformar muebles en animales. Después de hacer una cantidad de complicadas anotaciones, les dio a cada uno cerilla para que intentaran convertirla en una aguja. Al final de la clase, solamente Méreope Tonks y Hermione Granger habían hecho algún cambio en la cerilla.

La profesora McGonagall mostró a todos cómo se habían vuelto plateadas y puntiagudas, aparte de dedicarles a las chicas una excepcional sonrisa.

Méreope y Hermione chocaron sus puños entusiasmadas y se fueron a su siguiente clase, mientras Ron y Harry miraban mal a Hermione por robarles a la pequeña pelirroja.















━━━━AUTHOR'S NOTE. chicuelos, chicuelas, ¿cómo están? espero realmente que bien, ¿les ha gustado el capítulo de hoy?

recuerden, voten, comenten y compartan la historia para que así crezca esta pequeña gran familia💞.

eso es todo travesuritas, sooooo

-Travesura Realizada-




Majo P.

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