El destino de las estrellas

By PalomaCaballero

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(LGBT+) Donovan es un estudiante de arte que vive la vida como le place. James es un deportista encerrado en... More

Notas de autor
Dos años antes
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By PalomaCaballero


—No estoy de humor para salir hoy, es en serio —James se colocó la sábana sobre la cabeza. A penas eran las siete, pero él ya tenía el pijama puesta y no quería que nadie le molestara en un futuro próximo. Su día fue pésimo, de hecho, toda su semana fue un desastre tras otro y aunque ya debería estar acostumbrado, no conseguía mejorar su ánimo con nada.

—Vamos, levántate de una vez, no puedes abandonarme hoy, ya me habías prometido que saldríamos juntos —Vincent estaba sonriendo. Pero James sabía que el chico era como los ríos más peligrosos, esos que por encima presumían de sus aguas calmadas, pero con una corriente mortal debajo.

No iba a rendirse con facilidad.

—Me duele un poco la cabeza —se excusó, aunque no era la mentira más original del mundo, tampoco tenía muchas ganas de complicarse.

—No te duele nada, solo estás de mal humor, por eso tienes que salir conmigo —explicó el muchacho, dándole unas palmaditas por encima de la sabana, sin dejarse amedrentar por su tono quejumbroso.

Vincent era prácticamente su único amigo en todo el mundo y James lo apreciaba por eso. Ellos se habían vuelto cercanos gracias al equipo de básquet. El chico era un cabrón, así que no se llevaba con la mayoría de los jugadores, al final el único que estaba dispuesto a hablar con él era James y eso hizo que fuesen compañeros de soledad durante alguna temporada.

En la actualidad, el carácter de Vincent había mejorado, pero ya estaban tan acostumbrados al otro, que pasar tiempo juntos se volvió como respirar.

—No te vas a deshacer tan fácil de mí —espetó, sacudiéndole con fuerza. Esa era una buena frase para definir a su amigo, era un bicho duro de matar y persistente como las plagas.

James adoraba a Vincent la mayor parte del tiempo, pero en ocasiones como esta, quería tomarlo de sus camisas perfectamente planchadas, lanzarlo por la ventana y dejarlo todo en manos de la gravedad. Vincent se preocupaba por él, cosa que agradecía, pero también le encantaba meterse en líos y James no era la clase de chico al que le gustaran los problemas, si podía evitarlos los dejaba de lado.

La amistad era algo muy complicado.

—Vamos James, tienes que despejarte un poco, vamos a divertirnos —insistía con un acento muy marcado. Hablaba como un niño de papi, lo cual, hasta cierto punto, era.

James suspiró, él no era ningún amargado, le gustaba corretear por la ciudad con su amigo, pero ese día no tenía energías para nada. Los imbéciles de sus compañeros le habían hecho la semana cansada, sobre todo los del grupo de Don, quienes parecían encontrarlo en cualquier lugar del mundo para avergonzarlo.

Ya habían pasado más de veinticuatro horas y no conseguía sacarse de la cabeza el recuerdo de lo que ocurrió en el comedor y cómo vivió una de las peores humillaciones de su vida. No sabía por qué, pero ver la cara de sorpresa en aquella pareja había sido peor que perder su cabello por culpa de un grupo de imbéciles.

—No quiero divertirme —espetó, apretando los labios y girándose para quedar boca arriba en la cama. Estaba cansado y sólo quería enrollarse en las sabanas para olvidarse del mundo.

—Vamos ¿Sabes que estás de pésimo humor? Sé que lo sabes ¿Y sabes cuál es la receta para la felicidad? Despejar tu mente de cualquier sentimiento negativo —Vincent asintió con su enorme sonrisa de folleto. El muchacho era cómo un muñeco Ken en apariencia y tenían también el carácter de uno. Después de sufrir por culpa de unos pequeños problemas por mala actitud, ahora parecía una especie de monje zen.

Por lo general era algo que le gustaba, pero en ese momento solo quería darle un puñetazo en la boca.

—Me duele la cabeza, no quiero ir a un lugar donde lo único que voy a hacer es inhalar humo de cigarro de segunda mano y ver a otros embriagarse mientras yo tengo que mantenerme sobrio para asegurarme de no hacer el ridículo —espetó, incorporándose y dejando ver la parte superior de su cuerpo. Sin darse cuenta se alisó el cabello, para caer en cuenta de inmediato que no había mucho que acomodar—. Además, sabes que no me llevo del todo bien con el resto del mundo, no quiero tener que pelearme con nadie hoy.

—No tienes que pelearte con nadie —aseguró—. La fiesta la organiza Nico, sabes que es buena gente y también es en su casa, no hay muchas ocasiones en las que puedas ir a la casa de ese —comentó moviendo el puño derecho para reforzar sus palabras—. Será muy divertido.

—No me voy a arriesgar a que los de grupo de Don me atrapen desprevenido —James le quitó importancia al asunto de manera simple y tajante. Él entendía el punto de Vincent, pero, aunque Nico fuera buena gente, muchos de sus amigos eran un montón de imbéciles. Aunque quizás esto último volvía a Nico un imbécil por extensión, no estaba seguro de eso.

—Vamos, te prometo que no va a pasarte nada, yo voy a cuidarte las espaldas, además va a ir mucha gente de otras facultades, estaremos nosotros, los de filosofía, medicina, artes, va a haber un montón de personas y si ellos están por ahí, se mantendrán a raya —comentó, tratando de emocionar a James y darle algo se seguridad. Sin embargo, su plan falló, porque de inmediato el chico se puso a la defensiva, abriendo los ojos de par en par y enderezando la espalda.

—¿Que dices? ¿Estás loco? ¿Que no te conté lo que me hicieron en las hamburguesas? ¡Enfrente de todo el mundo! A esos tipos no les importa que el resto sepa que son unos idiotas, solo buscan molestarme y de verdad que últimamente se están superando — gruñó, sin poder contener los sentimientos que se escapaban en sus palabras. La mayoría de la gente no lo entendía, pero James tenía que vivir su vida cómo si se encontrara en un campo minado, cuidando cada paso que daba.

Era agotador.

—¿Lo de las hamburguesas? ¿De qué estás hablado? —su amigo se le quedo mirando con cara de confusión y entonces James se dio cuenta que llevaba un tiempo sin verlo por culpa de la escuela, así que solo se habían comunicado por mensajes. Como resultado había muchas cosas que pensó que había dicho, pero en realidad solo estaban en su cabeza.

—¿No te conté? Hace unos días llegaron a molestarme a la hamburguesería donde estaba comiendo. Estaba todo lleno y una pareja se sentó enfrente y ellos le dijeron al chico que no fuera amable conmigo porque me enamoraría de él —James soltó un quejido de frustración. No quería entrar demasiado en detalles, por lo que ahorró la parte más sórdida del encuentro—. ¡No puedo creer que hayan hecho eso! ¡Ya no sé qué hacer con ellos! —espetó—. Trato de mantener el perfil bajo, pero parece que me encuentran en donde sea.

Vincent se le quedó viendo con la boca abierta por la sorpresa. Parecía entre molesto y estupefacto.

—¿En serio hicieron eso? —parecía que no se lo creía.

—Si —James suspiró—. Tampoco es que me interesara demasiado la opinión de la parejita, el novio parecía bastante imbécil, pero es demasiado estresante que no puedan dejarme en paz incluso cuando estoy fuera de la escuela —su voz había pasado de tener cierto nivel de ira, a sonar un poco triste.

Vincent se le quedó mirando, recargó el rostro en su mano derecha y se lo pensó un momento antes de hablar.

—Bien, entonces creo que con más razón tienes que ir a esa fiesta —él asintió con la cabeza, enderezándose para mirarlo con una sonrisa satisfecha en el rostro.

James soltó un suspiro.

—¿Acaso no escuchaste lo que te dije? —preguntó, sintiendo que tal vez hablar con su amigo era una pérdida de tiempo.

—Sí, te escuché y por eso mismo lo digo —inquirió, tomándole del rostro para que le viera a los ojos. James se soltó de un manotazo, sintiendo que su amigo tenía un talento especial para hacerle sentir cómo un tonto. Vincent no intentó tomarle de la cara otra vez, pero su expresión siguió siendo igual de intensa—. Sé que esos tipos son intimidantes, pero iremos con algunos amigos, vamos a demostrarles que no estás solo —comentó decidido a meterse en un gran problema esa noche—. Además, tal vez ni siquiera tengas que verlos y termines divirtiéndote un montón. Vamos, no puedes vivir escondido por su culpa —Vincent parecía tan convencido de sus palabras, que James se sintió un poco reconfortado. Sin embargo, todavía dudaba.

—No estoy seguro, ya no quiero más problemas —comentó, dejando caer los hombros en una pose de resignación.

—Si te diviertes los problemas valdrán la pena —aseguró, encogiéndose de hombros con una sonrisa divertida en el rostro.

—Eres demasiado simplista —espetó, pero no dijo nada más al respecto.

Vincent asintió con la cabeza, sabiendo que tenía la batalla ganada.

—Apúrate, piensa que tal vez puedas ligarte a un chico guapo, que buena falta te hace —lo apresuró, moviendo la palma de la mano.

James le sacó la lengua, pero de todas formas le hizo caso a su amigo, después de todo quizás si necesitaba despejarse. Estar solo y encerrado a veces volvía las cosas más siniestras de lo que en realidad eran. Esperaba que aquello le ayudara a olvidarse por un rato de sus problemas.

—Ponte guapo —le advirtió. A James se le escapó una sonrisa mientras le mostraba el dedo de en medio.

Vincent podía ser toda preocupación y madurez por él, pero la mayoría de las veces su mejor amigo era un estúpido buscapleitos.

"Al menos se preocupa por mí" pensó entre risas, mientras se metía a la ducha.

No esperaba nada de esa noche aparte de un momento de distracción.

Ya es domingo, así que les dejo este capítulo para que se despidan del día. Espero que lo hayan disfrutado ¡Nos leemos mañana! :D

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