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بواسطة MariaAparcio

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Serie Las Dos Caras de la Luna: Libro III "Nadie es dueño de tu vida. Tú decides quien quieres ser y como viv... المزيد

Introductorio
Prólogo
Capítulo 1: Regresión
Capítulo 2: Choque de intereses
Capítulo 3: Punto muerto
Capítulo 4: Advertencias
Capítulo 5: La manada
Capítulo 6: Cara a Cara
Capítulo 7: La confrontación
Capítulo 8: Desolación
Capítulo 9: La feria
Capítulo 10: La confesión
Capitulo 11: La historia
Capítulo 12: En la mira
Capítulo 13: La telaraña
Capítulo 14: El vecino
Capítulo 15: Amigo sorpresa
Capítulo 16: La oveja
Capítulo 17: El regreso
Capítulo 18: Punto y cierre
Capítulo 19: Catarsis
Capítulo 20: El espejo
Capítulo 21: Un paseo animado
Capítulo 22: Noctámbula
Capítulo 23: Lo bueno y lo malo
Capítulo 25: Las motivaciones
Capítulo 26: El tormento
Capítulo 27: Heridas abiertas
Capítulo 28: Las sospechas
Capítulo 29: Punto de partida
Capítulo 30: Clase y práctica
Capítulo 31: Realidad y fantasía
Capítulo 32: Posibilidades
Capítulo 33: El gato y el ratón
Capítulo 34: La caja de Pandora
Capítulo 35: Bertram
Capítulo 36: El monstruo
Capítulo 37: Luchar y sobrevivir
Capítulo 38: Renacimiento
Capítulo 39: El despertar
Capítulo 40: Única
Capítulo 41: Hija de la Luna
Capítulo 42: Mis chicos, mi familia
Capítulo 43: Una nueva realidad
Capítulo 44: Resiliente
Epílogo
Capítulo Extra (Rick)
Playlist- Renacimiento
Curiosidades sobre Renacimiento
Cosas Extras
Agradecimiento y nota de la autora

Capítulo 24: La declaración

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بواسطة MariaAparcio

Acepté ver al padre de mi ex novio vampiro, y lo irónico de todo, era que él era un cura. Era un sacerdote y él no me juzgaría por mis errores; aunque estaba jugando con fuego, porque el Padre Jack no solo era un sacerdote, era el padre de Rick. Touché, era perder o ganar ante todo lo que estaba pasando, pero de verdad necesitaba hablar con alguien neutral.

>>> Quizás un buen sermón me ayude <<<, pensé

El Padre Shepard parecía entender cómo me encontraba, así que aceptó verme el viernes; una hora antes de la misa de las seis de la tarde, de ese día. No puse objeciones, (no quería ponerme a pelear con él) aunque no quería que nadie me viera ahí, especialmente, mi papá. Al final fue así. La vieja a la iglesia era dentro del pueblo, en sí. Pero al final le pedí a Joel que me hiciera el favor, de llevar allá. Yo tenía licencia para conducir, y había conducido anteriormente, pero era obvio que mi padre y mi familia, me tenían muy mimada y muy pocas veces lo había hecho. Antes habían conducido pero habían sido en el Lexus de Rick, un par de veces y unas cuantas en la Jeep Cherokee; solo me limitaba al necesario. Joel no tuvo objeciones en llevarme hasta allá y solo me dijo "Claro, reina"

***

Miré el cielo, mientras íbamos a la iglesia. Según el reporte del clima, habría algo de nubosidad en el cielo pero luego estaría despejado. Sentía que iba a tener un colapsó y ni siquiera habíamos llegado. Empecé a mover las piernas y las manos me sudaban. Murmuré una maldición y suspiré, tocando un mechón de mi algo corto cabello; me lo había dejado suelto y solo tenía una cinta para el cabello color morado. Mi cabello todavía estaba algo corto en las puntas, así que estaba bien. Respiré y miré a Joel. Era extraño que Joel estuviera silencioso, siempre estaba cantando o buscando hacer conversación, todos tenían cosas en la cabeza, y él no era la excepción. A pesar del tráfico y la gente, me fijé, de nuevo en Joel y era obvio, que estaba pensando, pero también había algo más; tenía una mirada pensativa pero triste. ¿Acaso le pasaba algo malo? ¿Se había metido en un problema? Pensé otras ideas más sobre eso, dure unos minutos más pero al final no me aguante. Aclaré la garganta, dije su nombre y le pregunté, qué le pasaba.

Joel me echó una pequeña mirada, y me dijo con un suspiró:

—No es nada, Liz. No es nada...

Hice una mueca y fruncí el ceño, extrañada. A Joel le pasaba algo, y a pesar de su corta respuesta, incentivo más curiosidad. No me gustaba ver a mi familia sufrir.

— ¿Joel?—murmuré— Cualquier cosa que te esté pasando...—suspiré. — Puedes contar conmigo, lo sabes, ¿verdad?

De reojo él me miró, y respiró continuo como si nada. Al final, me rendí. Miré mis uñas; estaban recortadas y bien pintadas, gracias a Lacey.

—Es sobre una chica, Lizzie—murmuró Joel, de repente.

Lo observé curiosa

— ¿En serio? — pregunté

—Sí—contestó y apretó el volante. Frenó en el semáforo rojo y me miró. Hizo una mueca. —Pero es complicado para los dos—comentó

— ¿Y sobre qué? —pregunté.

—Mmm, me gusta y tiene muchas cosas que las demás no tienen—me explicó, con una ligera sonrisa. — Antes era algo informal, casi ocasional e intento que sea algo más serio, pero ella tiene miedo —comentó

Fruncí el ceño

— ¿A qué?

Joel iba a responderme, cuando escuchamos una molesta bocina detrás de nosotros. Joel estaba saliendo con alguien, me llamó la atención. La vida amorosa de los chicos, era algo ajeno en ciertas cosas, claro, estaba algunos con las suyas propias. Estaba tan perdida en mis pensamientos, que no sentí cuando Joel se detuvo. Dijo mi nombre y me sacudió. Gemí y lo miré, Joel me señaló para afuera, y finalmente, habíamos llegado a nuestro destino; la iglesia de White Rose.

Era un hecho. Iba a ver al papá de mi ex.

***

Joel fue muy insistente y no logré que se fuera. Él quería esperarme, y dado que todavía no tenía teléfono, no iba a poner llamarlo. Suspiré mientras bajaba.

—No soy una niña —le recordé mientras él apagaba la camioneta negra y Joel frunció el ceño

—Lo sé, nena —me dijo guiñándome un ojo. —Pero eres cómo mi hermanita. —carcajeó

Le lancé un beso, y yo respiré con fuerza para poder entrar. A simple vista era una iglesia de color blanco, todavía tenía un aspecto de antaño pero le había restaurado hacia casi dos años. Era de pura madera y hasta tenía un campanario en la torre. Respiré y caminé hacia las escaleras que daban hacia la entrada con las dos puertas y estás estaban abiertas. Eché una mirada, a mí alrededor. Vegetación cerca del lugar, las nubes en el cielo y algunos autos pasaban. Fui hacia el interior, todo estaba iluminado con los vitrales de afuera con imágenes de ángeles, palomas y otras más. Había algunas personas estaban rezando, dispersas en los bancos de color marrón. Otros encendían velas o estaban sentados, ocupados con sus plegarias. Hasta uno reviso su teléfono. 

>>> Lo normal en una iglesia <<<, pensé

Nunca fui una persona religiosa, pero mi madre nos enseñó un poco sobre la religión, cuando Axel y yo éramos más jóvenes. Luego de que ella falleciera, intenté tener algo de la religión en mi vida. Intentaba ser una buena creyente, al menos venía a la iglesia y rezaba. Suspiré, mientras caminaba hacia el frente de la iglesia, vi al Padre Jack salir de una habitación, a mi izquierda. Estaba en el altar, con algunas flores cómo decoración y luego fue hacia una mujer algo anciana, que estaba sentada en un banquillo cerco del en el órgano. Respiré y fui hasta ellos. Sabía que era lo correcto, tenía que hacerlo porque realmente necesitaba desahogarme, pero no sabía hasta qué punto estaría el Padre. Era el padre de Rick y yo era su ex novia. Me había acercado hasta ellos, pero estaban concentrados, así que esperé un momento y aclaré la garganta.

El Padre Jack levantó la mirada y me sonrió.

— ¡Oh, Elizabeth! Llegaste antes —dijo algo apenado

Me moví incómoda

—Usted me dijo a las cuatro —respondí

— ¡Oh, sí! Perdóname —comentó sorprendido. Se rió. — He estado ocupado con algunas reuniones y los horarios del fin de semana.

Suspiré y el Padre Jack miró a la mujer. Ella se había puesto sus anteojos y miraba algunos papeles, creo que eran partituras y luego, se puso a tocar el órgano. Hizo un sonido estridente. Hice una mueca y el Padre Jack, le dio una palmadita en su hombro.

—Ya estas mejorando, Lorraine —comentó el Padre Jack con una ligera sonrisa

Lorraine asintió y volvió con las teclas. El Padre suspiró y puso su atención en mí. Me dio una sonrisa amable y respiré.

— ¿Cómo estás, querida? — me preguntó

Suspiré y contesté que había tenido mejores días. El Padre Jack hizo una mueca y me preguntó, si nos sentábamos para hablar. Acepté y nos fuimos para los bancos, cerca del vitral. Nos sentamos y miré a mi alrededor, no había cambiado el numeró de personas, pero estaba un poco desolado. Suspiré y de nuevo miré al Padre.

—Bueno, me sorprendió que me llamaras ayer, Elizabeth — admitió el Padre. —Por un momento creí que era Ethan...—repuso con un risa

— ¿Qué? ¿Ethan habla con usted? — inquirí. — ¿Viene a la iglesia?

El Padre Jack hizo una mueca y asintió

—Sí, a veces viene en sus ratos libres, para hablar conmigo y buscar consuelo. Ese muchacho sufre mucho, Lizzie —me explicó

Eso me sorprendió. Podía contar con los dedos, las veces en las que Ethan había venido con nosotros a alguna misa. No era algo obligatorio venir a escuchar sermones, pero asistíamos para estar entre la comunidad.

>>> Tal vez eso expliqué sus ausencias...<<<, pensé y entrelacé mis dedos

—En fin...—dijo el Padre con un suspiró — De verdad, me sorprendió que me llamarás , Lizzie. ¡Oh! ¿Y qué le pasó a tu celular? —preguntó extrañado

No quería mentirle, así que le expliqué algo más fácil.

—Mi papá va a comprarme otro y él lo tiene—repuse

El Padre Jack me miró interesado.

— ¿Padre?

Él miró con atención y respiré

—Lo llamé ayer porqué necesitaba hablar con alguien y me di cuenta, de que tenía que ser con usted — le expliqué. — Y usted, ya debe saber del porqué estoy aquí

El Padre Jack respiró

— Sí, lo sé, Liz—contestó con un suspiró. Cerró y abrió los ojos — Y sé que es por mi hijo

Me humedecí los labios

—Y entonces, sabe por qué...rompí con él. —murmuré

Él asintió con una expresión cansada y tosió. Se aclaró la garganta.

—Sí, eso también lo sé —repuso. —Es mi hijo y lo entiendo. Entiendo por qué sufría o sufre tanto por ti —suspiró. —Pero también, te entiendo, Liz y cada uno debe buscar su camino hacia dónde el Señor te guíe.

—Nunca quise herir a Rick, Padre — admití. — De ninguna forma, pero...era demasiado para mí y yo tuve que tomar una decisión.

—Mmm, eso lo sé, Liz —reconoció. — Y aunque me dolía ver a mi hijo así, lo único que pude hacer fue darle consuelo y ayuda. Él un sufría un tormento, pero también estaba haciendo mal...—murmuró

Levanté las cejas, sorprendida

—Rick antes tenía mucha furia —repuso. — Y fue complicado que dejara esos sentimientos de ira, pero luego se calmó. —suspiró. —Hasta empezó a tener muchos ataques de furia.

— ¿Tanto así? — pregunté sorprendida

—Sí, destrozó su habitación —admitió dolido. Me miró. — La última vez que fuiste a la casa de mis hijos, viste su habitación, ¿cierto? — inquirió.

Dude un momento, pero asentí. Ahora, tenía sentido; paredes de otro color, otra computadora, los taburetes nuevos y otras cosas nuevas. Rick debió haber destrozado toda su habitación. Y por mi culpa. Quería vomitar. Tragué un poco de saliva. El Padre Jack volvió a toser y tenía una expresión cansada. ¿Estaría enfermo?

—Fueron unos duros meses atrás y eso nos preocupó a todos, especialmente a Cleo —comentó el Padre. —Cleo y Sofía técnicamente son las madres de Richard, Elizabeth. Ellas lo criaron, pero poco a poco y gracias al yoga y algo de meditación, Rick se calmó. Y hablamos con él, todos nos unimos en familia.

Entonces, un problema apareció en mi mente. No quise dejarlo, así que lo solté. Respiré y mostré una expresión tranquila inquirí:

— ¿Mi padre sabía?

El Padre suspiró

—Sí —admitió. —Pero se mantuvo callado para protegerte...

Golpeé el banco con la palma de mi mano. Hizo un golpe seco. El Padre Jack reaccionó y con voz serena pero preocupada, me pidió que me calmara.

>>> ¡No me joda! <<<, pensé

Michael lo sabía desde hace meses que Rick estaba muy mal. Realmente mal y ni siquiera se atrevió a decirme. Sí, era mi padre (aunque también estaba el término de padre adoptivo o padrastro), pero él no tenía derecho hacerme eso. Fruncí los labios por el enojo. Me puse molesta y el Padre Jack debió darse cuenta, porque me tocó el hombro y con tranquilidad, me pidió que me calmara. Apreté el puño, cerré los ojos y conté hasta cinco. Luego, exhalé y lo miré.

Debió habérmelo contado—señalé con dureza. — Es mi vida

—Te estábamos protegiendo, hija—replicó. Hizo una pausa y añadió: — Mis hijos no querían pero al final Michael nos convenció de no decirte nada, hasta que estuviera mejor y los pudieran hablar.

— ¡No soy una niña! —siseé. Me toqué la frente, cerré los ojos disgustada y susurré: —Mierda...

El Padre Jack hizo un gemido y lo miré. ¡Oh! Había maldecido frente a un sacerdote. Hice una mueca y me disculpé con el Padre. Suspiré.

—Sé que querían protegerme, y pesar de todo, ya no sé pensar de Rick —musité. —Siento mucho remordimiento y culpa, porque la manera en la que estaba Rick y necesitó que alguien no me juzgue o me critiqué, por eso vino con usted, Padre. — expliqué. — Siento que es mi culpa. Yo...—titubeé y sentía que iba a llorar

El Padre me miró, quizás con lástima y comprensión. Tomó mi mano y me dio una palmada con suavidad.

—No es tu culpa —repuso. — "Nuestro Dios es cómo un castillo que nos brinda protección. Dios siempre nos ayuda cuando estamos en problemas": Salmos 46:1 —dijo. —El Señor siempre estará ahí para ti, Lizzie.

Respiré

—Lo sé, pero yo provoqué algo en Rick —admití. —Verlo en la forma en la que está, me atormenta y fue por rechazar su propuesta de matrimonio —dije algo inquieta

El Padre Jack tosió.

—No es tu culpa —repitió. —Y bueno, por Rick, él creo que ha sufrido una etapa de "descontrol" adolescente, y le ha tocado superarlo —comentó y suspiró. — Y es cómo es, por cómo nació y lo que él es.

—Sí, pero no puedo. —murmuré. —Yo he cambiado pero él no...—

—Lo sé, Lizzie—repuso el Padre. —Él te ama a su manera, pero creo que es porque siempre ha visto a los demás con parejas, él no y contigo tuvo esos sentimientos y creo que en su mente imaginaba, que ustedes estarían juntos para siempre. Y juntos...—

Apreté mis manos

—Sí. Juntos —dije apretando los dientes y añadí: — ¿Cree que Rick está hecho para el matrimonio?

El viejo Padre se rio.

"El amor nunca acaba":Corintios13:8 —recitó algo decaído. — Cómo su papá, siempre me preocupo por él, pero también, le deseo la mayor felicidad a mi hijo. —suspiró. —Aunque yo no soy un muy buen ejemplo sobre eso.

— ¿Sobre qué? — le pregunté. — ¿Sobre casarse? ¿Formar una familia?

—Sí—respondió y tosió. — Con mi primer matrimonio, me casé muy joven y terminó muy rápido. Después, conocí a Esthela y sus hijos, pero no todo fue felicidad—dijo con tristeza y se aclaró la garganta para hablar. — Y claro, conocí a Ilusion...bueno, mi vida cambió para siempre. Ilusion Lombardi me amó y fue tanto su amor por mí, que las últimas fuerzas que tuvo fueron para dar a luz a nuestro hijo. Y a pesar, de que mi esposa sabía los riesgos de tener otro hijo, y al final ella lo hizo—añadió con melancolía

Escuché sus palabras y pensé en Ilusion Lombardi. Ella sabía los riesgos y que provocaría a su propia vida, pero dio su vida por su hijo. A pesar de las personas que había, dispersas a nuestro alrededor, me sentía tensa. Yo debía salir de esto, pero al final tendría que resolverlo sola. Hubo otro segundo de silencio hasta que pregunté:

— ¿Alguna vez les ha tenido miedo a su familia, Padre? ¿Les teme por lo que son? ¿O a mi padre, por lo que es?

Lo miré y él levantó una ceja, extrañado.

— ¿Por qué preguntas eso? —contradijo

Me encogí de hombros

—Curiosidad —respondí. —Usted es un nombre de Dios, por lo que yo sé sobre la religión, y por todo lo que he vivido estos años, entiendo que mucho más de lo que las personas ordinarias creen que hay —repuse. —Sé que existe el mal y la bondad. Qué siempre hay luz y oscuridad. Qué hay más...—suspiré y miré hacia el altar. Había flores hermosas, y hasta claveles.

>>> Me gustan los claveles <<<, pensé

—Ya respondiste esa pregunta, Elizabeth—comentó. — Pero hay días, en que me doy cuenta, de lo que realmente son capaces de hacer mis hijos. Son mis hijos, y los quiero por eso. Hay historias en la Biblia que cuenta sobre los demonios que viven en el Infierno y vienen a hacernos daño—reconoció. — Ellos no son monstruos, aunque en el fondo lo sean.

—Dios es el único que puede juzgarnos y por quienes somos y por nuestros actos en vida —añadí. —Si fuimos buenas o malas personas.

—Así es, hija —comentó. — La maldad tiene muchos rostros, hija. Hasta puedo estar frente a nosotros, y no lo sabemos, porque tiene puesto la máscara de algún hombre, mujer, joven o viejo y está siendo el mal en este momento. — me advirtió y volvió a toser. Hizo una pausa y añadió: — No renuncies a tu vida, hija

Reflexioné lo que había dicho

— ¿Entonces usted cree...?

Iba a preguntarle otra cosa, cuando el Padre Jack volvió a toser, con mucha fuerza y se tocó el pecho. Lo miré con atención, mientras intentaba levantarse y le pregunté si estaba bien. Volvió a toser y noté que no estaba bien, estaba sudando y estaba algo pálido. El Padre Jack tosió de nuevo y parecía que no podía respirar. Se levantó apoyándose del respaldo del largo banco, hizo un gemido seco y se empezó a caer.

—Lizzie... —susurró

Me moví rápido y la agarré entre mis brazos, antes que él se cayera al suelo. Grité su nombre y algunas personas nos miraron. Le grité a alguien que llamará a Emergencias y otros vieron a ayudarme.

—Está teniendo un ataqué al corazón—dijo una mujer

— ¡Oh, Padre! —exclamó otro hombre

Una mujer de piel morena y una trenza, vino a socorrerme y tener al Padre, entre mis brazos. El Padre Jack tenía la piel pálida y sudaba; la mujer de la trenza, le estaba tomando el pulso y yo presa del pánico, empecé a llorar.

***

Sostuve al Padre hasta que la ambulancia llegó con los paramédicos. Ellos me apartaron de él, y lo revisaban. Pudieron estabilizarlo mientras veía cómo lo llevaban en la camilla al hospital, alguien dijo que debían llamar a sus hijos. Me quede en la entrada de la iglesia, mientras miraba la ambulancia con el sonido, de las sirenas, me hizo volver a la realidad.

¿Por qué? ¿Por qué tenía que pasar todo eso? ¡¿POR QUÉ?! Y ahora, el Padre, se estaba muriendo.

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