Al día siguiente luego del almuerzo, Nathan y yo decidimos volver al loft de Bastian, porque ya habíamos estado mucho en casa de Bernarda, y a pesar de que ella decía que era nuestra casa, nos daba un poco de pena invadirla de pronto todos juntos. Así que pasaríamos dos noches lejos para distraernos un poco.
Nathan dijo que se iría a tomar un baño mientras yo solo me desplomé en el sofá. Respirando pesadamente, pensando en cómo iba a lograr distraerme estos dos días hasta que nos pusiéramos en marcha otra vez. No le había dicho a Nathan sobre la visión que tuve la noche anterior, porque creía que ya tenía suficiente para pensar. Pero si volvía a tener una visión que probablemente, no sucedería, se lo diría. Porque estaba segura de que esa visión estaba equivocada, yo ya no quería golpear a Nathan ni seguía guardándole rencor cómo antes.
Eran probablemente las cuatro de la tarde y no tenía muchos ánimos de hacer nada. Sabía que tenía que ponerme a estudiar, o al menos leer, porque cómo Nathan había dicho, iba a descuidar mis calificaciones si me alejaba por completo de mis estudios. No quería saber nada de exámenes, al menos, no mientras estuviese en Hills Town. No mientras otra cosa ocupara mi mente.
Observé el techo, buscando distraerme allí y esperar que el tiempo pase más rápido. Como si la solución pudiese aparecer por si sola. La televisión apagada, pensando si debería encenderla o me sentiría aún más aburrida al ver cualquier cosa en la pantalla. Observé el florero junto a la pared, la ventana abierta y mis libros sobre la mesa junto a mi.
¿La ventana abierta? Yo no la dejé abierta.
Me levanté rápidamente luego de abrir los ojos como un búho y caminé hacia ella. Me sostuve de la barandilla y miré hacia la calle, donde el café de Stan tenía gente entrando y saliendo mientras los autos pasaban. Me alejé pensando que tal vez Nathan la podría haber dejado abierta sin querer pero él solía cerrar todo. Mi rostro demostraba lo pensativa que estaba y así era, estaba pensando en mil cosas al mismo segundo.
Ninguna persona podría abrir una ventana de un piso tan alto, no había posibilidad. Un ladrón no subiría hasta ese piso, no si tenía muchos pisos más abajo. Fue entonces que recordé la vez que lo vi en el cuarto. La primera noche que volvimos a Hills Town. Él ya había dejado abierta la ventana la primera vez que me vio y esta no fue la excepción. Vino al loft cuando yo no estaba, así que dejó la ventana abierta para hacerme saber que estuvo aquí.
—Estuvo aquí —susurré para mi misma, esperando tener la razón. Queriendo que eso sea cierto. Queriendo que fuese verdad.
Rápidamente, comencé a buscar algo en todo el lugar. Una pista, un indicio, algo que me dijera si él estuvo allí. Oí la lluvia de la ducha y fue cuando supe que Nathan ya estaba dentro mientras yo me desesperaba. Entonces un libro que no conocía, que no era mío y jamás había visto estaba entre mis libros de estudio.
Tiré la pila sobre el sofá y lo tomé entre mis dedos. "Línea del tiempo" decían las letras doradas en la tapa negra. Parecía un libro muy antiguo, no fue difícil adivinarlo. Las páginas amarillentas y el polvo que tenía dentro me lo hizo saber al instante. Lo abrí al instante para encontrarme con muchos textos y algunas fotografías. Me detuve a ver las fotos junto a algunos títulos para leerlo detalladamente después.
Vi imágenes de gráficos de remolinos o tornados, como el que se presentaba debajo de nosotros cuando viajábamos. En otras páginas vi varios cristales, y entre ellos, el que nosotros teníamos. Afilé mis ojos en él, como si pudiese darme cuenta si era el mismo o no, pero era un libro mágico. Debía ser el mismo.
Más adelante, vi el título "muertos a la vida", junto a una espeluznante foto de personas muertas. Mi estómago se revolvió un poco y mi ceño se frunció con asco, jamás entendería a quién se le había ocurrido la idea de sacarle fotos a los muertos vestidos como si estuviesen posando. Pero necesitaba seguir viendo más, no importaba que tanta repulsión me diera.
"Agujero negro" era el título de otra pagina. Una foto de un espacio totalmente oscuro y personas flotando en el, como si no tuviesen gravedad. Pude recordar que sentí que estuve en ese lugar cuando salimos rebotados de ese presente alternativo a nuestro presente real, ese día en el que creí que los Clarke y yo desapareceríamos para siempre.
"Alma viva sin cuerpo", otro de los títulos junto a una fotografía que no pude descifrar. Veía un cuerpo muerto y a su lado una especie de humo. Automáticamente, pensé en lo que Bernarda nos dijo en el presente alternativo en el que estuvimos. Leí un poco del párrafo para entender la fotografía.
"Las almas con magia insuficiente para determinar su paradero, son destinadas al agujero del tiempo. Permanecen allí durante cien años hasta que el resto de su magia se desvanece si no han conseguido la suficiente para volver a la vida". Parpadeé intentando entender algo de eso. Di vuelta la pagina para seguir leyendo más sobre lo mismo.
"Cuando un ser sobrenatural antes de morir, le cede su magia a otro, la poca magia en sí mismo queda débil y no se le puede determinar ni el cielo ni el infierno, sino al agujero del tiempo. La magia no es suficientemente fuerte para determinar un destino."
Seguí pasando más y más hojas, con antiguas imágenes. Vi jarrones con arabescos en ellos, cristales, collares e incluso anillos con pedrería. Todo parecía tener magia. También vi un pequeño reloj de arena que llamó mi atención. Más adelante, vi portadas de libros que parecían hablar sobre magia. Como si uno de estos no bastara, y necesitaran muchos más para explicar todo lo que se sabía sobre la magia. Y sí que había mucho de que hablar con tantas ediciones. Más las cosas que nunca se contaron, porque nadie vivió para contarlas. Quizá sucedieron muchas cosas más de las que nadie se imagina, pero no están escritas porque jamás nadie pudo hablar sobre ellas.
Jamás habría creído que el mundo mágico viniese acompañado de objetos. Ni siquiera sabía que un objeto podía tener magia, pero luego de que los Clarke me explicaran como funcionaba el cristal, supe que sí.
Mi mente había cambiado mucho respecto a la magia luego del primer año. Cuando me mudé a California con Nathan, le dije que quería saber más cosas. Porque no sabía demasiado cuando me enteré que tenía magia, solo sabía sobre mis propios poderes y un poco de esto y aquello, nada muy profundo. Fue cuando quise saber más, cuando Nathan y yo estuvimos en paz en San Francisco. Cosas cómo que fue lo que hizo Elías para pasarme su magia, cómo era posible que mis poderes jamás se hayan presentado si Renzo siempre tuvo su sangre junto a la mía y muchas otras dudas más. Claro que él me contestó todas las que tuvieron respuesta, más la mayoría de mis dudas no parecían tenerla.
Nathan también me confesó que no me había contado antes sobre el cristal del tiempo porque nunca estuvieron seguros de que existiera, los Clarke creían que era un mito y supe que era cierto porque recordaba sus expresiones la primera vez que Renata habló sobre él.
La lluvia de la ducha se detuvo y oí la puerta del baño junto a Nathan caminar hacia la habitación. Me preguntó algo mientras se pasaba una toalla por el cabello que apenas pude notar de reojo, pero estaba tan inmersa en el libro que ni siquiera le presté atención. En mi cabeza sonó puro balbuceo. Así que solo respondí un "si, claro", esperando que tuviese sentido para él. Continué pasando hojas y luego de un minuto, él apareció.
Se apoyó en el marco que unía la sala con el pasillo del cuarto y me observó, mientras yo seguía leyendo y observando imágenes desconocidas para mi.
—Así que esa es tu respuesta a un "¿qué quieres cenar?". ¿"Si, claro"? —preguntó divertido y cuando subí mi mirada hacia él, noté que llevaba solo unos jeans puestos. Hice una mueca al notar la poca atención que le di, un poco apenada.
—Lo siento, no te estaba escuchando —confesé sin vergüenza—. Mira esto —respondí seria, totalmente inmersa en el libro y él se acercó hacia mi, algo preocupado de la poca diversión que me causó mi propia torpeza.
Me levanté de mi lugar y cuando él llegó a mi lado después de dos zancadas, puse el libro sobre sus manos. Comencé a pasar las hojas para que observara todo, tal vez y el libro era de Nathan. Observé hacia arriba, porque mi mejilla estaba casi pegada a su hombro, mirando el libro.
—¿No es tu libro, cierto? —pregunté, confiando en que Elías había entrado y no estaba sacando conclusiones.
—No, no lo es. Jamás lo había visto —respondió serio negando con la cabeza, pasando las hojas mientras yo le daba una sonrisa espeluznante a pesar de que no me estaba mirando.
—Fue Elías, él lo dejó aquí. Estoy segura —comenté mientras él leía un poco—. Muertos a la vida, agujero del tiempo —enumeré los títulos, señalándoselos en las páginas—. Él lo dejó para decirnos qué hacer.
Nathan pasó unas páginas más y cuando quiso sostener el libro con más firmeza, se tambaleó un poco. Las páginas se abrieron y un papel cayó al suelo de entre ellas. Me tiré al instante a tomarlo y leerlo cuando él lo observó a unos cuantos centímetros de sus zapatillas.
—¿Qué dice? —me preguntó Nathan, observando mis ojos.
Leí lo más de prisa y abrí mis ojos cuando comprendí todo. Mi cabeza unió varios puntos, pensando que todo siempre me llevaba de vuelta a ese escalofriante lugar en el que ya había estado varias veces. Más de las que habría querido.
—No creo que quieras saber —respondí y volteé el papel hacia él.
—Albans Bay St. 5310, Greenwood, Anticuario Mary Rose —leyó y soltó un suspiro tirando la cabeza hacia atrás.
Seguramente, imágenes de la ciudad de Greenwood se presentaron en su mente. Quizá cuando apareció allí con Noel, sin entender por qué vivían juntos. Tal vez de cuando lo perseguí a ese almacen abandonado donde Luca murió ahorcado y enterré un martillo en la cabeza de Jaden. Quizá... A ese día en el que tuvo que rescatar a Thais.
No hizo falta que lo dijera, mis ojos hablaban. Y cuando los suyos observaron los míos, solo necesitó un segundo para adivinar mis intenciones. Nathan me conocía más que nadie y sabía que era muy obstinada.
—¿Me estás diciendo que quieres volver a Greenwood, a la calle más apartada del pueblo, a un anticuario llamado Mary Rose? —preguntó con las cejas levantadas—. Es más escalofriante que ir a un cementerio de noche, si me lo preguntas —agregó con una sonrisa divertida y lo miré mal, porque solo intentaba ponerse en mi contra. Pero una parte de mi, se alegró de que tomara esto con humor.
—Tú no le tienes miedo a los cementerios. Además no quiero, tengo qué —lo corregí—. Y si no vienes conmigo, iré sin ti —dije cruzándome de brazos, sonriéndole y lo vi resoplar, haciendo un movimiento gracioso con sus labios.
—¿Nunca dejarás de ser tan terca, verdad? —preguntó con los ojos afilados en mi.
Miles de momentos en los que él me preguntó lo mismo pasaron por mi cabeza. No era una secreto para nadie que yo no me rendía fácil. Quise reírme de su pregunta, pero lo reprimí sonriendo apenas.
—Sobre mi cadaver —respondí subiendo aún más las comisuras de mi boca, firme en mi posición.
Él se lamió los labios y luego se mordió, sin creer mi necedad. Cerró el libro, lo cual me hizo dar un pequeño respingo y me lo extendió. Observé sus brazos desnudos moverse hacia mi y tomé el libro, esperando que dijera algo. Me quitó la dirección de las manos para guardársela en el bolsillo y darme una última mirada cómplice.
—En una hora salimos —dijo volviendo hacia el cuarto y corrí detrás de él sonriéndole, feliz de que me acompañara en mis locuras.
Estaba segura de que Elías había dejado ese libro allí. ¿Quién más lo haría?
**
Nota de la autora: Holaaaaa!!!! Actualización aquí!!!! Que les pareció el capítulo? Creen que fue Elías? Y si no, quien fue?👀
Gracias por leer, votar y comentar❤️
Besos sobrenaturales,
Sofi Garrido✨