NARCISSIST ⌠Omegaverse⌡

By marasehm

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Henry es como cualquier alfa de la realeza, malcriado y prepotente. Hasta que un día su padre decide darle un... More

Prefacio.
1. El hormigón lastima más que la espada.
2. En mi tierra la bondad vale tanto como el oro.
3. Varias luces para acostumbrarme a la idea de que te necesito.
4. En el pasado serías un milagro.
5. Escucho con atención porque ha empezado a importarme.
6. El cielo está bajo sus manos.
7. Bonito como las flores, o la música.
8. El hombre desafortunado toma malas decisiones.
9. Me quedaría contigo aunque tuviera que irme.
10. Lo imposible trae consigo un tul negro.
11. La fantasiosa verdad y el sabor a sal.
12. La valentía que se ha robado todo el tiempo.
13. El pequeño segundo que separa el amor del dolor.
14. Una señal de las mentes perdidas.
15. Lo que hemos dejado atrás.
16. Si mi voluntad se va, me quedas tú.
18. El visitante.
19. Te apuesto que cruzar el mundo duele.
20. Perdido en un océano de sangre.
21. El nacimiento de un dragón.
23. La ultima esperanza.
23. Un vinculo inquebrantable.
24. Mil veces el sol y las flores.
25. Volveremos a ser.
26. La guerra hace monstruos de los hombres.
27. Mariposas de fuego.
28. Gracias, mamá.
29. Querer, y que te quieran de vuelta. ¿Es verdad que eso te salva la vida?
30. Batalla final.
Epílogo.

17. En todos los mundos el llanto es igual.

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By marasehm


Louis se despertó de un solo brinco por el sonido aturdidor de un grito debajo de él. El capitán parecía removerse en su cama bajo la sombra de una pesadilla de nuevo.

No era la primera vez que pasaba y Louis estaba seguro de que no sería la última, sea lo que fuese que atormentara al alfa en las noches húmedas como aquellas, no parecía dejarlo en paz. Louis se bajo de la litera y se dedicó a mirarlo por un momento. Quizá se debía a que estaba incomodo en un catre tan pequeño para un hombre tan grande. Los pies le quedaban por fuera, las manos se iban a los lados. Dormía con un pantalón y sin camisa.

Se removía un poco y estaba sudando. Quizá, si Louis tenía un poco de suerte se enfermaría y se muriera. Suspiró y se quedo parado un segundo, si la pesadilla no acababa en un par de minutos, lo despertaría para enfrentarse a su mal humor.

Archer se quitaba el parche del ojo para dormir, y aunque Louis nunca había podido verlo con ambos ojos abiertos, en ocasiones la curiosidad lo golpeaba momentáneamente. Habría querido tocarle la cicatriz de la cara y preguntarle que le había pasado, el alfa, de seguro, se reiría de él y lo mandaría a dormir a la cubierta. Hasta ahora nunca había cumplido aquella amenaza y Louis no tenía intenciones de que lo hiciera. Quizá adentro fuera húmedo y desagradable, pero afuera el frio lo consumiría.

Archer siguió jadeando en su sueño, en ocasiones murmuraba pedazos de frases que Louis no alcanzaba a comprender. De repente lo recorrió un espasmo y el camarote tembló, bien, quizá era momento de despertarlo.

Louis se agachó frente a él e intento tocarle el pecho con un dedo. Su mano se encontró con el tacto duro de sus pectorales y de los leves vellos negros que le crecían en el pecho.

Nada, no reaccionaba.

¿Y si le lanzaba agua? No, eso sería un poco salvaje.

Se decidió por acercarse un poco más y ponerle ambas manos en el pecho para sacudirlo. Al principio le pareció inútil, aquel alfa tenía un sueño profundo y seguramente, espantoso, y quizá lo más inteligente de parte de Louis habría sido dejarlo sufrir en sus sueños, total ¿Qué le importaba? Él tenía sus propias pesadillas, pero por alguna razón no fue capaz de dejarlo sufrir.

Que desagradable era ser omega. Que horrible era no tener una corona. Que indefenso se sentía.

A la tercera sacudida, el alfa reaccionó, fue un movimiento rápido y preciso, primero abrió los ojos ambos ojos, y en un solo segundo lo tomó de la cadera y lo montó a su catre, encima de él.

Luego le tomó el cuello y empezó a ahorcarlo.

Louis palideció y empezó a removerse, trató de golpearlo, pero fallo en el intento. El alfa lo miraba como enceguecido, apretó su mano enorme contra su cuello hasta que Louis empezó a perder el aire que le llegaba al cerebro.

"Detente..." alcanzó a murmurar.

El alfa enarcó las cejas, pero la voz de Louis pareció calmarlo levemente. Le soltó el cuello y entrecerró los ojos, se quedó mirando un momento hacia el vacío de sus manos mientras Louis se agarraba el cuello y tosía con violencia.

"¿Louis?" murmuró.

El omega continúo tosiendo.

"Por supuesto que soy yo, imbécil"

"¿Cómo te atreves a...?" había comenzado a decir el alfa, pero al enfocarlo un poco, se acercó a él. Louis seguía acurrucado en el otro lado de la cama, tosiendo.

"¿Qué creías que estabas haciendo?"

Louis lo miró. A pesar de que estaba oscuro, su rostro fue perfectamente reconocible, al igual que sus ojos.

Sus ojos...

Tenía el ojo izquierdo de una tonalidad miel, y bajo la luz fantasmagórica de un simple farol viejo de gasolina se veía aún más oscuro...pero su ojo derecho, era blanco, completamente blanco. Como si no tuviera pupila en absoluto.

La combinación, al principio, le resulto extraña. Siempre había visto a Archer con el parche en el ojo ocultando una parte de su rostro y haciéndolo ver aún más amenazante, pero en ese momento, frente a él, con el pelo negro revuelto y sin camisa, parecía un hombre cualquiera.

La cicatriz que recorría su mejilla se terminaba delicadamente en su ceja, era evidente que había perdido el ojo con lo que fuera que hubiese causado esa cicatriz. Pero lejos de desentonar, parecía extrañamente adecuado, no le restaba atractivo en absoluto y Louis quiso golpearlo por ello.

Louis apartó la mirada, si el capitán se daba cuenta de que estaba mirando su ojo con curiosidad quizá se molestaría y ya había tenido demasiado con que intentará ahorcarlo.

"Solo intenté despertarlo" murmuró.

"¿Para qué?"

"Estaba teniendo una pesadilla"

"¿Y eso a ti que te importa?"

Louis alzó las cejas ofendido.

"En realidad no me importa, pero no me deja dormir con sus quejidos"

"Eres bienvenido a irte si tanto te molesta" respondió el alfa con el ceño fruncido.

"Eres increíble, Archer"

El alfa alzó las cejas, curioso.

"¿Ahora me tuteas?"

"¿Y eso que importa? Ya aprendí que preocuparse por usted es una perdida de tiempo" dijo, mientras se movía para bajarse de aquel catre estrecho para bajarse.

Sin embargo, el alfa se lo impidió, lo tomó de la cintura y volvió a acercarlo a él.

"¿Tú? ¿preocupado por mí? No me hagas reír, no dudo que estuvieras aprovechando mis estúpidas pesadillas para clavarme un cuchillo" respondió el capitán.

"¡Pues debería haberlo hecho!" gritó Louis "pero me puede revisar si quiere, no tengo ninguno encima"

"¿Ah sí? Muy bien" dijo el alfa, y luego empezó a pasarle las manos por todo el cuerpo, Louis, que vestía para dormir unos simples pantalones de algodón y una camisa casi transparente de vieja, se removió incomodo cuando el alfa empezó a tocarlo.

Primero le metió las manos por debajo de la camisa y su tacto hizo que se removiera. Era brusco, instintivo, pero Louis no lograba comprender que intentaba con aquel estúpido juego.

Le pasó las manos grandes por las piernas y cuando estaba subiendo por sus muslos Louis no lo soportó más y se apartó, rojo de la rabia y la vergüenza.

"Deténgase" dijo.

Archer lo miró con una sonrisa suficiente.

"Fuiste tú el que dijo que te revisara"

"Pues ya vio que no tengo nada interesante"

"Yo no diría eso, menos teniendo ese cuerpo"

Esta vez, el omega sintió que su cabeza iba a explotar. Pataleó para apartarse y aunque intento bajarse de la cama, el alfa le puso un pie en el medio y lo impidió.

"¿Qué? ¿Por qué te sonrojas, Louis? Somos hombres, ¿no?"

Louis lo asesinó con la mirada.

"Déjeme bajar" dijo simplemente. "Usted no entiende nada"

Archer se permitió reír.

"Eres tú el que no tiene una puñetera idea, Louis, sobre mí"

"Pues me estoy haciendo una imagen muy clara ¿sabe?" dijo, y se maldijo a si mismo por el tono llorón y triste de su voz.

Incluso Archer volteó la mirada y apartó la pierna. De nuevo, ninguna expresión fue legible en su rostro, no parecía recordar que no llevaba su parce, al verlo así con el ceño fruncido y los brazos cruzados volvía a ser el capitán de aquel barco de pesadilla que parecía navegar directo al infierno.

Louis se bajó de la cama y se subió en su litera. Por unos cuantos minutos, se permitió llorar sin saber por qué.

Al principio era porque sentía rabia, con el mundo, con la vida, con el barco y con el mar. Después, porque se sentía extrañamente ofendido cada vez que discutía con Archer, aunque había intentado de buena voluntad llevarse bien con el capitán, siempre parecía salírsele de las manos. Quizá solo necesitaba dedicarse a odiarlo, pero había algo extraño que parecía juntarlos. Y Louis detestaba la sensación.

Lloró porque había rumores horribles sobre su reino.

Decían que su madre y su hermano habían tomado el control, pero que algo estaba extrañamente fuera de lugar. La gente no confiaba, se estaban haciendo alianzas con reinos vecinos que no parecían convenientes.

La gente murmuraba que su madre era una bruja.

Y se había extendido por todo el reino la noticia de su muerte. Y sin embargo, no habían coronado a Henry y por el contrario, este era como el súbdito principal de su madre. La reina blanca habían empezado a llamarla.

Al principio Louis no quiso creer nada de eso cuando Joel regresó de tierra firme para contarle a todos lo que se decía en los pueblos sobre Vassilia. La gente estaba inquieta y aunque los ataques habían parado por el momento, las cosas no se iban a calmar de manera fácil.

La duda carcomía lentamente a Louis. ¿Qué estaba sucediendo con su madre y con su hermano? ¿Habrían sido capaces realmente de incitar un levantamiento de aquella magnitud?

¿Tendría aquello algo que ver con su desaparición?

Y si así era, ¿Por qué su madre había necesitado a Henry y a él lo había mandado a morirse en el mar?

Las preguntas inundaron su mente y por varias horas, todo lo que pudo hacer fue morder la vieja almohada que tenía para que Archer no lo escuchara llorar. No planeaba darle el gusto de verlo derrotado.

Antes, se encargaría de cortarle la garganta y hundir su maldito barco.

***

Bram se despertó por dos noches consecutivas a vomitar.

'Llevaba semanas con un malestar espantoso en el cuerpo y en el alma. Dormía poco, comía mal y todo le parecía extrañamente gris. Sin Henry, casi todo su mundo había perdido el color.

Se paró del inodoro y se limpió la cara. Las ojeras en sus ojos eran terriblemente grises y llevaba días sin peinarse. Parecía un desahuciado.

Abby correteaba de repente por la casa con un ímpetu extraño. A veces, ella también lloraba por Henry.

Bram caminó hasta su cama y en el camino volvió a marearse. Ya había perdido la cuenta de todas las veces que eso le había sucedido y aunque no quería comenzar a pensar en la remota posibilidad, se lo preguntó a si mismo cuando se recostó en la cama.

¿Era posible que estuviese esperando un bebé? ¿Un bebé de Henry?

La posibilidad existía. Después de lo que había pasado entre ellos no era una idea descabellada pensarlo, pero se negaba a darle rienda suelta. ¿Qué iba a hacer él con un bebé en ese momento de su vida? Tan solo, tan roto y tan perdido. Y aunque tener una parte de Henry con él lo hacia sentir acompañado, sería un mentiroso si dijera que se alegraba. La idea solo le producía desolación y tristeza.

Esa noche se dedicó a dormir y se prometió a si mismo que en la mañana saldría de dudas de una vez por todas.

Durmió profundamente y sin pesadillas y para cuando llegó el amanecer, el cansancio emocional lo mantuvo atado a su cama casi hasta el mediodía. Se dio un baño largo y salió de su casa hasta la farmacia. En el segundo piso, la señora Nola lo saludó con efusividad y por un momento pareció terriblemente triste, como si supiera algo de lo que le sucedía a Bram.

El omega continuo hasta la farmacia y compró varias pruebas de embarazo, según las cajetillas, todas tenían una probabilidad muy mínima de error.

Al regresar a su casa tenía la cara roja y estaba muerto de nervios. ¿Qué haría con el resultado? ¿Cómo continuaría su vida después de todo aquello?

Solo pensar en Henry lo ponía excesivamente triste y tener un hijo suyo sin él se sentía como una mala broma del destino, una pantalla de humo para cubrirle el rostro y no dejar que llorara en libertad.

Pero no podía huir más de la verdad.

Se metió al baño y utilizó la prueba que le dio más confianza, luego intentaría con otro par para salir completamente de dudas.

Se sentó a esperar con las lágrimas recorriéndole los ojos. Aquellos fueron los cinco minutos más angustiantes y largos de su vida, se dio un momento para levantarse, para respirar, los segundos transcurrieron extremadamente lento y la vida pareció detenerse entre el cambio en una prueba de vida o muerte.

Pasados cinco minutos, el resultado ya era visible en el pequeño pedazo de plástico que sujetaba en la mano.

Miró el aparato con curiosidad y después comenzó a llorar. 

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