Tengo que admitir que durante toda la lectura –que me llevó cosa de unas diez horas leer el libro– me sentí atrapada. Una lectura que me dejó enamorada de cada personaje y cada situación que los protagonistas tenían que superar a medida que transcurría la novela. Al principio pensé que el libro sería algo cliché, que ambos se enamorarían de una forma tonta e infantil, sin embargo, mi pensamiento fue totalmente echado a la basura mientras leía.
Pongamos las cartas sobre la mesa, y veamos qué les puedo contar sin decir spoilers.
El claro nos presenta a Amy, una joven que escapó de su ciudad por cuestiones que rebalsaron su vida personal y terminó en el remolque de su tía abuela, Mae, por elección propia. Con el transcurso de un par de días –si no recuerdo mal–, Amy descubre un claro cerca del remolque de su pariente. Curiosa como cualquier ser humano, se acerca y entra entre la densa niebla para ver qué hay del otro lado. Ahí es cuando la autora nos presenta por primera vez a Henry, un muchacho que está varado en el tiempo junto a su madre y abuelo por un deseo personal que, a medida que transcurre la historia, un lector se entera.
Este amor de diferentes siglos hizo que me emocionará en más de una ocasión. Ambos jóvenes comparten ciertos miedos que nos harán desequilibrar nuestra balanza emocional y personal. Con un final que me dejó boquiabierta, tengo que admitir que esta pareja tocó mi corazón de una forma que no experimentaba desde Love Story de Erich Segal.
Recomiendo esta novela para una persona que le gusta el amor puro y enternecedor como a mí, con algunos toques dramáticos. Especial para una tarde de lluvia o sin internet –como en mí caso.
Evalúo esta novela con cuatro estrellas de cinco. Contiene algunos elementos que considero que fueron innecesarios, como por ejemplo que Amy pudo llegar a terminar en la casa de su tía a través de otros medios. Todo depende del punto de vista de cada lector.
Esta es mi apreciación, ojalá les haya gustado.
@LucilaMartinez