Happy Valentine's Day (Shin S...

killuaxroses tarafından

717 86 42

Era 14 de febrero, un día donde Atsushi intentaba cocinar un pastel, mientras recordaba cómo fue que su histo... Daha Fazla

Parte única.

717 86 42
killuaxroses tarafından

                                                                                                        ⇢♡⇠

14 de febrero.




Atsushi Nakajima era un joven romántico en todos los aspectos posibles, celebraba su amor y el de otros. La simple palabra "romance" lo llevaba a imaginarse miles de escenarios, y crear en su mente una nueva película de amor. Le gustaba mucho el catorce de febrero, haciendo el perfecto contraste con su novio, el cual aborrecía ese día y todo lo romántico en lo que se veía involucrado.

Sin embargo, el joven de cabellos blancos sabía reconocer que Akutagawa se esforzaba. Sabía que su novio no era romántico y que le costaba mucho expresarle su cariño, pero lo hacía.
En su primer mes de novios, había llegado con un ramo improvisado de flores.

"Le robé las flores a mi vecina, tómalas". Le había dicho. Aunque, se había percatado que tenía una pequeña notita que decía que lo quería, y que deseaba que aquél mes fuera el primero de muchos.
Akutagawa solía escribirle sus sentimientos en pequeñas notitas o mensajes de texto, nunca se los decía personalmente, porque, a pesar de tener aquella aura intimidante, era extremadamente tímido.

Recordaba cómo se habían conocido. Había sido en el último año de secundaria.

Akutagawa intimidaba a todos los de su salón, nadie quería acercarse a él. Se sentaba al fondo, para no ser molestado, y siempre que alguien le daba un mirada, éste se la devolvía más intensamente, procurando transmitir que si se metían con él, podrían pasarla muy mal. Sin embargo, había un eslabón pérdido, al cual no le importaba aquél manto negro de maldad, el cual quería acercarse a él.

Atsushi era el único en saludarlo, en la entrada siempre le decía un enérgico: "buenos días" y en salida procuraba decirle un: "hasta mañana", cuando se sentía más valiente solía agregarle el "nos vemos, cuídate". Pero, nunca recibía respuesta.

Aquello no lo había desanimado. Por eso, el primer día de primavera, y luego de descubrir dónde pasaba Akutagawa la hora del almuerzo, decidió acercarse a él.

El pelinegro nunca iba a la cafetería a almorzar, le molestaba el mar de gente que rondaba, prefería comer afuera, mientras leía aquella novela policial que tanto lo atrapaba, tampoco se molestaba en hacer fila por la comida, traía de su casa, simplemente porque aquella comida le parecía una bazofia.

—Hola, Akutagawa.— saludó, bastante enérgico. Tenía la bandeja de comida en sus manos, la cual aferraba con firmeza dándose ánimos.—¿Puedo sentarme aquí?— señaló el pasto con la cabeza. Tenía la mirada atenta, pero sin ninguna expresión. No sabía si estaba molesto, disgustado, si se alegraba o si en cualquier momento lo mandaría por donde vino.—Prometo no molestarte, ni tampoco hablarte.

Pareció dudar, pero le terminó dando un asentimiento, para volver a posar su mirada en aquél libro. Atsushi le dio la mayor sonrisa que encontró, aunque sus ojos no lo miraran a él, estaba feliz. Había desbloqueado un nivel que creyó imposible.

Comenzó a recordar como fue cayendo poco a poco en los peculiares encantos de su novio.

Ryūnosuke no le hablaba demasiado, sin embargo, siempre que lo hacía, su corazón parecía querer salir enloquecido.
Tardó mucho en establecer aquella relación de confianza, a veces, solía hacerle preguntas tan estúpidas sólo para que se las respondiera, y así poder escuchar su voz. Como aquella vez...

—¿Crees que corten el pasto todos los días? Siempre se ve muy bien.— le había preguntado, y ni siquiera supo por qué aquello había salido de sus labios, los nervios le carcomían por dentro. Solamente quería escuchar aquella voz de terciopelo hablarle. No pensaba con claridad sus actos de estupidez.

—¿Cómo diablos voy a saber eso?— contestó, bastante perplejo. Aunque su cara seguía siendo la típica de póker, su mirada parecía indescifrable, pero, juraba que tenía brillos de diversión.

Habían quedado en silencio, hasta que Atsushi comenzó a reírse. Se reía tanto por la pregunta, como por la respuesta del contrario; quizás también por los nervios que hacían ebullición en su sistema. Lo miró aún riendo, dándose cuenta que tenía una expresión de confusión y la piel pálida de sus mejillas teñidas con un ligero color carmesí. Su corazón comenzó a latir, aún más nervioso, era la primera vez que lo veía sonrojado, y no podía dejar de verlo.
Porque otro de los encantos de su novio, además de sus cortas palabras, eran los sonrojos.
Akutagawa se sonrojaba muy fácil, y Atsushi comenzó a darse cuenta de aquél gesto, aunque él tampoco se quedaba atrás.

Se sonrojaba cuando el peliblanco le hacía un cumplido, cuando sus manos rozaban apenas, al escucharlo reír, también cuando el contrario sonría, su pálida piel delataba todo, y Nakajima no podría sentirse más dichoso de presenciarlo, de ser parte de aquello.

Otro encanto bastante peculiar que tenía era escribirle todo en pequeñas notitas, que solamente le daba cuando estaba por irse.

La primera fue cuando estaban sentados en la banca del patio. Habían hablado bastante, más bien, Nakajima hablaba y Akutagawa intentaba no responder monosílabos. Antes de irse, había dejado un pequeño papel entre sus manos, y lo único que le había dicho fue un "ábrelo cuando me vaya"

Atsushi así lo hizo. Un visible sonrojo se hizo presente, con una tímida sonrisa que acompañaba su rostro.

"No me gustan las cosas cursis pero, ¿crees que podamos salir algún día?"

Aceptó sin dudar, aunque la cita no fue lo que esperaban. Resultó ser bastante desastrosa...

Ninguno hablaba. Akutagawa porque ya era de pocas palabras, y el contrario, a pesar de ser el más charlatán y que adoraba hablar con él, sus nervios le estaban jugando una muy mala pasada.
Su cerebro no conseguía formular nada concreto, hasta había tartamudeado cuando la mesera se acercó para saber qué iban a pedir.

Ninguno habló, solamente se dedicaron a decir monosílabos, Atsushi un poco también a tartamudear, no creyó que los nervios iban a traicionarlo tanto, hasta el punto de no encontrar su propia voz.

Fue entonces que todo detonó con ellos.
Akutagawa creyó que Atsushi se había sentido incómodo con la cita, que no lo veía de la misma forma, por lo que, comenzó a ignorarlo, hasta el día de hoy recordaba aquello, y quería ahorcar a su novio con sus propias manos.

El de cabellos negros lo había ignorado dos semanas completas.

No sabía cómo tomar el rechazo, realmente había creído que Nakajima además de querer acercarse a él como compañero, también tenía sentimientos hacía su persona, pero no parecía ser así. Era bastante orgulloso, y no podía permitir que el muro de frialdad que había construido se desplomara por tan poco. Estaba siendo infantil, y en el fondo lo sabía, pero su ego estaba herido. No quería sufrir por ese sentimiento de amor y cariño.

Las cartas del asunto tomaron otro rumbo cuando, luego de completar las tres semanas sin hablarse, un furioso Atsushi se acercó a él en el pasillo, se lo había llevado a rastras hacía el patio, sin importar todas las miradas de los presentes, ni los murmullos, estaba cegado, quería dejar de ser ignorado por el chico que hacía sus sentimientos revolotear, aquél chico que con unas simples palabras ocasionaba un torbellino de emociones en él. El chico que desde el primer día que llegó, había despertado curiosidad en él, emociones inimaginables.

Atsushi rió, buscando la harina y los huevos. Suspiró con clara nostalgia, ese día que había llevado a Akutagawa a rastras por todo el pasillo, ese día...se había declarado.

Apenas habían llegado y antes de que el pelinegro dijera algo, comenzó a reclamarle. Era la primera vez que el enojo, la frustración y sus propios sentimientos de adoración lo habían llevado a no poder parar de hablar, ni de mover las manos con exasperación.

—...Y ahora no sé por qué rayos me ignoras, idiota. ¡Creí que todo iba bien entre nosotros!— lo miró a los ojos, después de gritar aquellas palabras. Akutagawa no sólo estaba parado allí, frente a él, con los ojos muy abiertos, sino que, tampoco se movía. Estaba completamente quieto, como si se hubiera congelado.—Akutagawa…yo, yo realmente me estoy esforzando porque…—de nuevo comenzó a recordar como el contrario lo había ignorado tan descarnadamente estas últimas semanas, como pasaba por su lado sin siquiera devolverle el saludo, ni mucho menos la mirada. Como sus sentimientos flaqueaban, y el corazón comenzaba a dolerle. La ira estaba haciendo ebullición nuevamente, como un volcán que no podía parar.—¡Me gustas! Me gustas mucho, no sé qué hacer con estos sentimientos, no sé si seguir esforzándome. Solamente... ¡dime si te he estado incomodando y dejaré de hacerlo!—. Lo gritó, y luego de ver que Akutagawa pestañaba, confundido, se dio cuenta de su error. Se le declaró, se le había declarado a Ryūnosuke, y no de la forma romántica que había planeado. Se había declarado en pleno patio principal de la secundaria, y a los gritos eufóricos. Lo había dicho tan libremente, que no lo creyó propio de él. Su corazón comenzó a latir desbocado, sus mejillas ardían, sus manos temblaban tanto, y lo peor de todo, el contrario no daba señal de vida. 

A ambos los abordaba el cruel silencio, junto con la acelerada respiración de Atsushi, que era un manojo de nervios.

—L-lo lamento. P-por favor no me odies.—le dijo, ahora bajando la mirada, incapaz de controlar la vergüenza que sentía, ni la desesperación al no recibir ningún tipo de respuesta, prefería que el chico le dijera que era un idiota antes de aquel sonido sepulcral.

Es…es muto.

Aquellas palabras le devolvieron la vitalidad al cuerpo tan rápido como se la habían quitado. Parpadeó, realmente confundido. Su mirada se dirigió a Akutagawa sin pensar en las consecuencias, sin medirse de nada, el cual estaba con un muy visible sonrojo, hasta sus orejas se habían puesto rojas. Tembloroso, había extendido su mano, esperando que Nakajima la tomara, y así lo hizo.

Fue el momento, en el que a pesar de estar tan nerviosos, confundidos y adorados, se dieron cuenta que el calor de Atsushi envolvía la fría mano de Akutagawa, que en sus manos entrelazadas habían encontrado la paz anhelada, que sus manos encajaban tan bien, era como un lienzo bien hecho. Un lienzo perfecto. Se sentían completos, con vida.

Tenía los huevos, la harina, azúcar, leche. Miró la lista una vez, cerciorándose de que nada más le faltaba. Había decidido darle un pastel por el día de San Valentín.

Sacó el bowl comenzando a partir los huevos y batirlos.

Después de la confesión, ambos se habían quedado tomados de la mano, sin dirigirse la mirada, ni palabras. Completamente rojos como unos tomates, el tiempo pareció haberse parado para ellos. Hasta que el sonido de la campana, indicando que debían ingresar a clase, los separó.

Mientras agregaba la azúcar, siguió recordando.

Akutagawa y él no se habían dado ningún beso hasta ser oficiales. Es decir, se daban la mano en los recesos, y el pelinegro hasta acompañaba a Atsushi a la puerta de su casa, pero ninguno había pedido formalizar todavía.

Realmente pensaba que él también debería dar ese paso, puesto que, su compañero era tan tímido y malo expresando sus palabras, que francamente no creía que fuera capaz de pedírselo. Pero, las cosas no fueron como éste había creído, quien realmente le había pedido noviazgo fue ni nada más, ni nada menos que Akutagawa.

Lo había citado frente al parque por medio de un mensaje de texto.

Atsushi se encontraba allí sentado, moviendo su pierna nerviosamente porque la razón de sus desvelos y sonrojos no había aparecido aún.

Luego de un par de minutos, y de haber esperado tanto, estaba a punto de irse, cuando en su campo visual apareció su singular compañero. Tenía dos globos, uno en forma de corazón y otro con la cara de un tigre, con un sobre rojo que estaba atado a ambos.

Se sentó junto a él, aún con su cara inexpresiva, dándole los globos y la carta.

—Léela.— le había dicho, firme pero bajo. Su mirada se encontraba fija en los árboles, viendo como las hojas secas caían, evitando a toda costa el contacto visual con el de cabellos blancos.

El contrario aceptó, con una sonrisa que no abandonaba su rostro, por el bello detalle de los globos, pero sus manos seguían picando con nerviosismo.

"No me atrevo, ni tampoco se muy bien la manera de decirte esto en voz alta. Estos meses a tu lado han sido la calma para la tempestad.
Logras sacarme una sonrisa con el simple hecho de suspirar. Atsushi Nakajima, me gustas, y me gustaría ser algo más que amigos. Me gustaría que podamos intentar unirnos de otra forma, quisiera que me mires diferente, como yo te miro."

La carta finalizaba ahí. Antes de que pudiera hilvanar las ideas, Akutagawa tomó una de sus muñecas, con su fría piel haciendo contraste con la suya que estaba hirviendo.

—Me gustaría…me gustaría que fueras mi novio, pero tú…—pausó, ahora con la atenta mirada de Atsushi frente a él. Sus ojos tenían algo distinto, un brillo indescriptible, parecían fuegos artificiales estallando, sin dejar de brillar.—tú…¿me aceptarías?

Dejó la mezcla ahora en un bowl apto para horno. Su mente era una nube de recuerdos. Luego de aquella pregunta, no fueron necesarias las palabras, había sacado la valentía que no sabía que tenía, y lo besó. Le había regalado su primer beso a Ryūnosuke, dejando más que obvia su respuesta. Aunque, luego de semanas, se había enterado, que aquél torpe e inexperto beso también había sido el primero para su novio.

Dejando los recuerdos de lado, comenzó a buscar el colorante negro que había comprado.
Luego de meses de estar juntos, se había dado cuenta que a Akutagawa no le gustaban, más bien, le incomodaban los regalos muy caros y excéntricos. Prefería mil veces algo simple.

Hasta Gin le había dicho que Akutagawa era mucho más feliz con regalos hechos por él mismo, como aquella vez que le regaló una desastrosa bufanda que tejió, de color negro y blanco, y Ryūnosuke no había dejado de usarla en todo el invierno.

Por eso, en esta ocasión había decido que le regalaría un pastel en forma de corazón, con el color favorito de su novio, que claramente y como toda su ropa lo indicaba: era el negro.
Decidió aquello luego de que su pareja le dijera que él llevaría la cena, porque su deseo era que aquél San Valentín lo pasaran en casa, y lo entendía.
Akutagawa odiaba los tumultos de gente, odiaba ver parejas empalagosas los catorce de febrero, lo hacía sentir incómodo. Atsushi bien sabía que, solamente celebraban aquellas fechas porque a él le gustaban.

Hacía relativamente poco que se habían mudado juntos, a pesar de llevar dos años de relación, y que dentro de muy poco cumplirían tres; intentaba tomarse las cosas con calma, para no agobiar a Ryūnosuke, él cual no estaba acostumbrado a todo el agobiante mundo de las parejas.

El olor a quemado entró por sus fosas nasales, despertando y sacando a su novio por completo de sus pensamientos, corrió hacía el horno, apagándolo velozmente, y sacando el pastel, por consecuencia, ligando algunas quemaduras.

Se pondría a rezar en todos los idiomas para que el pastel no estuviera tan quemado, ya que, no tenía tiempo de hornear otro y tener todo listo para cuando su novio volviera del trabajo.

Luego de minutos de frustración, rabia por su horno, y regañándose mentalmente por no saber cocinar, se había encargado de cortar las partes quemadas. Intentó darle forma de corazón, pero lo único que consiguió fue un forma triangular algo deformada. Comenzó a batir el colorante junto con la crema, esparciéndolo por los alrededores; y ahora había conseguido: un triangulo deformado, con crema de color negra, sin olvidar una carita feliz con confites de colores, que más que feliz, parecía constipada. Había conseguido: una abominación.

No podía darle esto a su novio. Era realmente horrible, y no era digno.
Llevó ambas manos hacía su rostro en señal de frustración. Debía conseguir otro, tenía que comprarlo porque no haría tiempo de hacerle uno nuevo.

—La panadería aún está abierta, podría ir y comprarle u…

—Huele a humo.—aquella voz ronca lo sobresaltó, dejando caer al suelo la espátula que lo había ayudado a decorar. Se dio vuelta, cubriendo con su cuerpo a la abominación. Petrificado de la sorpresa. Ni siquiera se había sacado el delantal de cocina aún.

—Tú...¿¡Qué haces aquí?!

—Vivo aquí.—respondió con simpleza, dándole una media sonrisa, a su vez dejando el maletín en el mueble. Hasta se había sacado su saco ya, ¿hacía cuánto que estaba allí? Lo maldecía por ser tan silencioso, o también a él mismo, por estar tan ensimismado en sus pensamientos, que no lo había escuchado llegar.

No tenía otra opción, tendría que darle aquél pastel. El cual, esperaba con todas sus fuerzas que a pesar de tener un aspecto horrible y estar mal hecho, tuviera un buen sabor, o se le caerían los pelos del estrés.

                            <⁂>

La cena transcurrió y fue más placentera de lo que imaginó. Había sobornado a Akutagawa para poner música romántica mientras cenaban y charlaban, la lasaña que había traído fue todo un manjar, acompañado con el fino vino que Chūya les había mandado de regalo, las luces tenues que Atsushi había colgado, y los pétalos de rosas que también había esparcido alrededor de la mesa y la sala (porque sí, su romántico empedernido siempre salía a luz) fue el resultado de una cena perfecta y completamente mágica para él.

Atsushi se levantó a regadientes para ir por su pequeño desastre, mientras la divertida mirada de Akutagawa lo acompañaba.

—S-sorpresa…—estaba apenado por su regalo. Akutagawa le había regalado una cena perfecta y él bueno…esta cosa.

—¿Mi regalo es un pastel en forma de triángulo? Qué lindo.— no había maldad, ni una pizca de humor en sus palabras, realmente parecía encantado. Atsushi quedó sin habla: ¿le había gustado? Ni siquiera parecía estar fingiendo. No cabía de su asombro.

—S-sí—era un corazón antes del accidente—quiso decirle, pero se mordió la lengua—Ta-da..

—¿Me cortas un pedazo?—le preguntó, con una fiel sonrisa de niño pequeño. Era una faceta de él que juraba, Atsushi solamente conocía.

—Claro, cariño. No hay problema— tomó el cuchillo, cortando el pedazo menos desastroso, rezando el ave María.—Provecho.

También cortó un pedazo para él, no quería que Akutagawa fuera el único envenenado. Apenas mordió un pedazo y casi escupe todo. ¡Estaba horrible! ¿Cómo rayos el pastel ahora tenía un sabor salado, chicloso y crudo? ¡se quería enterrar vivo! ¡había seguido la receta fielmente!

Se giró para mirar a su pareja, el cual se encontraba comiendo y probando el sabor, el sabor del mal...
Puso una cara, la cual Atsushi no sabía descifrar. ¿Era de constipación?

—Oye…¿qué tal está?—preguntó, nervioso. Su novio dio un trago seco y lo miró.

—Está…está muy...rico—le sonrió con dulzura. Tomó de manera veloz el vino a su lado, bebiendo todo el contenido de un trago.

—¿¡En serio!?—. Exclamó, realmente emocionado.—¿Quieres más?

Akutagawa tosió, nervioso. Le entregó una pequeña caja que tenía en su bolsillo trasero.

—Primero, abre tu regalo— dijo, y le entregó la caja. Atsushi emocionado, porque a él sí le encantaban los regalos, más si eran de su novio, lo abrió sin dudar.

Era un collar, el cual tenía un baño en oro. Poseía como colgante una "A" y un pequeño tigre en conjunto, que era su animal favorito.

—Ryu…es…—lo miró, con unas fugaces lágrimas que prometían escaparse de sus ojos. Le había encantado, valoraba tanto el regalo, como el hecho de que su novio, a pesar de odiar aquellas fechas, todo lo romántico, se esmeraba en buscar cosas que le gustaban, en recordar todos sus gustos, y sorprenderlo día a día. Él realmente…se esforzaba cada día, cada hora, para hacerlo feliz.—es maravilloso. ¡Eres el mejor novio!

Dicho aquello, lo envolvió en sus brazos, regalándole su calor.
Cuando se separaron, ambos se miraron con una sonrisa boba y su mirada llena de sentimientos tan puros como cuando eran adolescentes, nada había cambiado, es más, se había intensificado.

Akutagawa puso su mano en la mejilla del contrario, atrayendólo hacía él. Posó sus labios en los suyos, en un compás lento y suave, había querido besarlo durante toda la velada. Sus lenguas luchaban aquella danza de pasión; de amor, con un pequeño toque de salvajismo, pero sin quitar la ternura del momento.

Se separaron, y Nakajima de nuevo lo envolvió en sus brazos, completamente sonrojado. Completamente feliz.

—Te amo, Ryu.—le susurró, muy cerca de su oído. Enviando corrientes eléctricas al pelinegro.—Feliz San Valentín.

—Te amo también, pequeño tigre. Gracias por hacerme feliz este asqueroso día de San Valentín.

Significó más de lo que creyó. Con los años, y poco a poco, Akutagawa había conseguido decirle te amo y experesar sus sentimientos sin necesidad de los mensajes de textos, ni las notas. No pasaba tan seguido, puesto que aunque hubiera confianza, éste seguía siendo el chico tímido de siempre. Pero, lograba soltarse en ocasiones especiales como esa.

Se quedaron allí, aún con las luces tenues, aún con la música baja que acompañaba perfecto a la situación. Envueltos en calor y romance.

—¿Entonces si quieres más pastel?

—Atsushi…—respondió, dejando un pequeño beso en su cuello.—Por favor, tíralo.

                

























(...)


El 14 de febrero fue ayer, y realmente no sé qué escribí. Eran las seis de la mañana, sin poder dormir dije: bueno, me pongo a escribir un one-shot del shin soukoku en San Valentín, y salió esto.

Si alguien lo leyó, muchas gracias por tomarse el tiempo de hacerlo ♡




Okumaya devam et

Bunları da Beğeneceksin

325K 25.8K 10
Cuando Chuya le dio la inesperada noticia solo lo hizo con animo de informarlo ¡No para que el bastardo vendado se colase de nuevo sin permiso en su...
24.8K 1.1K 26
One shots entre famosas y Tn aclaro que en todos Tn será Hombre
124K 6.8K 89
Los cómics no me pertenecen. Fueron elegidos para su deleite ヘ⁠(⁠ ̄⁠ω⁠ ̄⁠ヘ⁠) Créditos a todos los creadores de los cómics Y créditos al creador o cread...
8.7K 424 18
Una, amante de la música, medio inglesa y camino a alcanzar sus sueños, estudiar la ESMUC, la escuela superior de música de Cataluña. Otra, deseosa p...