—¡¿Vas a decirme que rayos fue eso?!— Le gritó Arin alterada.
El chico abrazó de ambas, asustado, a lo cual, Rosé le miró extrañada y Arin molesta, esperando una explicación.
—Quítate— Dijo Rosé empujando a Jungkook.
—¿Me vas a explicar ya?— Preguntó Arin.
—Es que- —el pobre seguía algo exaltado. Suspiró profundamente y llenó sus pulmones de aire, —Había un chico en tu cocina y yo al verlo le pregunté ''¡¿QUÉ HACES AQUÍ?!'' y él no dijo nada. Y de la nada me dijo ''¡Vine a robarles!''. Intentó escapar, y luego yo fui y le di una golpiza al hijo de su mamá, casi se muere pero sobrevivió— Jeon soltaba palabras con una velocidad enorme, siendo difíciles de entender. Él contaba en un tono exagerado, como si estuviese contando la escena de un cómic de superhéroes, —y luego- —
—Eso no pasó, Jungkook— Se quejó la pelinegra interrumpiéndolo.
—La verdad, Jeon— Pidió Rosé posando su mano en su cadera.
—Pero si me lancé encima de él...— Susurró en un tono de queja. Arin suspiró estresada por todo el alboroto y miró a sus amigos.
—Entremos a casa, ¿sí?—Entraron todos y fueron directo a la cocina a dejar las bolsas, y allí estaba el gatito, viéndolos desde una esquina.
—¡Ow! ¿Quién esh la coshita másh adorable?— Decía Rosé en un tono tierno, acercándose al gato, quien ladeaba su cabeza sin entender nada.
—Pero... ¿en mi cocina?— Volvió a dudar Arin, mirando a su amigo.
—¡Sí! No estoy jugando, Arin, créeme—
—Pero... si yo le puse seguro a la puerta, y tú no la abriste— Arin frunció sus cejas, intentando encontrar algo de sentido a la situación.
—Ni idea, lo que sé es que yo vi a un chico en tu cocina— Dijo insistente.
—¿Sabes quién pudo ser? ¿Cómo se veía?— Preguntó sentándose junto al chico en el la mesa principal.
—Pues...— Pensó Jungkook —Los nervios me controlaron, no lo vi tan bien—
—¿Algo, una pista al menos?— Cuestionó ansiosa por su respuesta.
—Era un chico y- —
—¿Enserio? No manches yo pensé que era mujer— Interrumpió Rosé en un tono de sarcasmo fingiendo estar sorprendida, a lo que Arin rió junto con ella.
—¡¿En serio?! Wow— Dijo sarcásticamente Rosé —Jungkook, ya repetiste eso como mil veces—
—Si van a ser así no les diré nada— Se molestó Jeon, fastidiado, dándoles la espalda.
—Es que, Kook, no lo sabemos ya. Eres muy ocurrente a veces, demasiado diría yo— Dijo Arin.
—¡Pero es cierto, lo vi!—
—Entonces estás alucinando. No hay nada fuera de lo normal. Solo estaban tú y el gato.—
—No me vas a creer, ¿verdad?—
—¿Tienes pruebas?—
—¡No! Ya sé que todo se ve igual desde que te fuiste pero te juro que lo vi, ¡Lo toqué! Era de carne y hueso—
La cocina se mantuvo en un silencio sepulcral. Los tres amigos estaban pensando qué hacer o decir. Ambas chicas querían creerle a su mejor amigo pero simplemente no podían.
—Veamos... una película para calmarnos— Dijo Rosé, tomando al mínimo en sus brazos y abrazándolo con cariño. —Estamos alterados, ¿tienen hambre? Yo digo que es el hambre—
—Bien, ¿qué película veremos?— Preguntó Jeon a regañadientes, inseguro aún.
Arin soltó un suspiro, sacando las compras de la bolsa de plástico y poniendo todo en la barra.
—¿Hacemos palomitas? ¿Quieres palomitas? ¿Sí? ¡¿Sí?!— Preguntó Rosé, besando al gato y dándole mimos.
Arin río burlona y Jungkook pintó una cara de desprecio.
—Guácala, Rosé.— Dijo Jeon
—Guácala tú— Respondió, volviendo a abrazar al gato y yendo en busca de un paquete de palomitas.
—Hablaremos después, ¿sí?— Dijo Choi, procurando no hacer sentir mal a su amigo por la desconfianza.
Él negó, comenzando a cuestionarse si era solo su imaginación, si él se había imaginado todo eso y fue tan intenso que lo sintió real.
—Solo veamos una buena película de terror y olvidemos esto—
(...)
—¡AHHHHHHH!—gritó el chico con todas sus fuerzas, asustando a sus amigas. Las dos femeninas saltaron en el sofá mientras gritaban a la par.
Pronto Jungkook comenzó a reír y a burlarse de ellas, ya que con éxito las había espantado.
—¡Ya ni porque somos tus mejores amigas, zopenco!— Se quejó Park. Jungkook sostenía su estómago y arrugaba sus ojos, riendo con fuerza.
—Oigan... ¿y las palomitas?— Preguntó Arin viendo el bowl confundida. Habían hecho dos paquetes de palomitas y estaba completamente vacío, incluso se veía limpio.
—Uh...— Murmuró Jungkook, sentándose con una postura correcta en el sillón —¿ups?—
—Tenías que ser tú—
—¡Bruto!— Se quejó Arin, dándole un zape a Jungkook en la cabeza. Él río mientras sobada la parte golpeada.
—Eres un tragón— Dijo Rosé, molesta.
—¡Ustedes dejaron las palomitas ahí!—
—¡Sí, pero eso no significa que no nos la vayamos a comer!—
—Comida que veo, comida que como— Dijo él en un intento de que sus amigas rieran y olvidaran su acto. No recibió más que miradas con recelo y levantó sus manos en son de paz. —¡Ya, pues, hagan más!—
—¡¿Nosotras?! ¡Ve tú, tú te las acabaste!—
—Yo ya estoy satisfecho, no pienso moverme.—
—Ni yo—
—Yo menos—
—Ah, bueno—
—Ok—
—Ajá—
El trío de mejores amigos volvió a poner su atención en la pantalla grande, cruzados de brazos. Rosé estaba indignada, pues tenía demasiado antojo de palomitas y no se dio cuenta cuando Jungkook se las comió sin dejar rastro, ¡Fue muy silencioso!
—Como castras, Jungkook, como castras— Gruñó la rubia levantándose para hacer más comida. Jungkook soltó una carcajada que terminó contagiando a Arin.
Al llegar a la cocina, empezó a buscar en el mandando más paquetes. Sintió una presencia detrás de su espalda y se volteó asustada.
—¡Uff! Eres tú. Me espantaste, pequeño— Sonrió la chica, observando como el gato ladeaba su cabeza.
—¿Sabes dónde están las palomitas? ¿No?— El animalito ladeó su cabeza de nuevo, moviéndola al lado contrario. Rosé chilló con ternura.
—Es cierto, apenas llegaste ayer— Dijo, volviendo a buscar en la alacena. Vio un paquete que estaba al fondo y con esfuerzo lo tomó.
El pequeño gato comenzó a sentirse extraño, el animalito no entendía lo que estaba sucediéndole, ¡De nuevo se transformó! Volvió a ser alto, muy alto. Ahora tenía unas extremidades más largas que otras y su abundante pelaje ahora solo lo sentía en su cabeza, ¿a qué se debía aquello?
—¡Las encontré! ¿Me ayudas a- — La chica detuvo sus palabras, asustada. Dejó caer el paquete de maíz y el chico frente a ella se exaltó por el impacto, mirándola interrogante. El mismo chico del incidente con Jungkook se veía a sí mismo confundido, alzó sus manos y las giró asombrado.
—¡AHHHHHHH!— El castaño retrocedió con temor, tapando sus oídos. La chica había gritado tan fuerte que probablemente se habría escuchado hasta el otro lado del mundo, ¿el intruso se había quedado sin oídos?
El chico se acercó a Rosé nervioso por la situación, tal vez si se acercaba a ella podría ponerla menos nerviosa, al menos así pensaba el inocente humano. Ella volvió a gritar aún más fuerte, causando que el chico caminara en reversa, tropezándose y cayendo al suelo.
—¡Ah!— Se quejó el castaño en un tono delicado y bajo.
La rubia, al ver al desconocido, aprovechó la oportunidad y salió corriendo hacia la sala, donde se encontraban sus amigos. Jungkook había parado la película desde el primer grito de su amiga, nervioso. Miró a Arin y comenzaron una batalla de miradas, con pánico. El grito que soltó Rosé les había puesto la piel de gallina.
—¿Estará bromeando?— Susurró Arin, comenzando a respirar anormalmente. Rápido, ambos se fueron detrás del sofá, tomando la mano del otro y apretándola fuerte. Arin nunca debió ver películas de terror teniendo amigos como Rosé y Jungkook.
—Tal vez— Dijo el otro.
—Ve a ver—
—¡¿Yo?! ¡Es tu casa, ve tú!—
—¡Ja! ¿Ahora si es mi casa?— Preguntó sarcástica, recordando todas las veces que Jungkook había ido a su departamento y lo trataba como su segundo hogar.—Siempre lo fue, Choi —respondió y Arin rodó los ojos.
—¡CHICOS, OIGAN, MAMÁ!— Gritaba la jóven, volviendo a la sala asustada. Por impulso, estaba por esconderse detrás del sofá pero volvió a gritar cuando vio a sus amigos ahí. —¡AHHHHHH!—
—¡AHHHHHHH!— Gritaron Arin y Jungkook, abrazándose. Al ver a Rosé, se relajaron. Ella se unió al abrazo, buscando protección.
—¡Ha-Hay alguien, a-ahí e-en la esa co-cosa de a-ahí!—
—¿En la qué?— Dijo Arin confundida.
—¡En la cocina! ¡Un chico! ¡Había alguien ahí!—
—¡¿Tenía suéter blanco de lana?!— Preguntó alterado Jungkook y Rosé asintió con rapidez. Todos se levantaron de golpe y la víctima, temblando los guío.
—¡Ahí está!— Señaló el lugar, cerrando sus ojos. Jungkook, al no ver nada, comenzó a buscar enojado, decicído a encontrar al ladrón. Park abrió sus ojos y cuando no vio la anatomía del chico, se confundió y su cara fue un poema. —P-Pero estaba ahí, lo vi—
—¡¿Ven?! ¡Estaba hablando en serio! ¡Era el chico, Rosé, el que yo vi!—
—Arin, creo que Jungkook no está jugando está vez— Dijo Rosé. Arin negó divertida, a nada de soltar carcajadas.
—Ya veo lo que intentan hacer y no va funcionar, no voy a caer en su jueguito—
—¿Jueguito?— Dijo Park.
—Sí, la broma, la que piensan hacerme—
—¡No es ninguna broma, Arin!— Insistió Jungkook.
—¿Por qué siguen insistiendo? Ya lo sé, ¡Suerte para la próxima!—
—Arin— Rogó Rosé, tomando los hombros de su amiga—
—Dejen de actuar, por favor, se ven ridículos—
—¡Pero estaban ahí hace unos segundos!— Se desesperó la chica, señalando el lugar. El felino estaba en medio de todo, mirando con atención.
—Ahí solo está el pobre gatito, Rosé. ¿O qué? ¿Me van a decir que él es quien se "transforma"? Absurdo— Rió ella. Cargó al peludo, pensando tenerlo cerca al ver la película.
—Volvamos a terminar de ver eso, que me está dando sueño— Rosé y Jungkook se miraban intensamente, estaban seguros de haber visto algo, no era su imaginación está vez. Arin hizo las palomitas y volvieron a la sala. A excepción de Choi, los dos amigos restantes seguían sumidos en sus pensamientos, aterrados. La única que veía la película era Arin.
—¡Bah! Me acabé las palomas. Ve a buscar más— Ordenó Arin poniéndole el tazón en la cara a Jeon.
El gato saltó de los brazos de la femenina, yéndose y perdiéndose por ahí.
—Ve tú, yo no quiero— Se queja él, intentando ver el televisor mientras que movía su cabeza.
—Ándale, por favor, Kookie— Pidió en un tono tierno aún cubriéndole la vista de la película con el tazón.
—Ay, ya— Cedió él, tomando el tazón molesto. Buscando con la mirada por la cocina, encontró la bolsa de palomitas y las comenzó a abrir, pero se detuvo al escuchar un sonido proveniente del pasillo del apartamento. Igualmente no le dio importancia al sonido y siguió rompiendo el plástico, hasta que su cuerpo reaccionó al sonido de un jarrón quebrarse.
—¡¿Qué tiraste, Jeon Jungkook?!—
El chico dejo las palomitas y lentamente salió de la cocina, entrando al pasillo. Abrió los ojos alterado al ver al mismo chico de hace unas horas en el suelo, agachado. Él estaba mirando el jarrón hecho pedazos en el suelo, mientras que con su mano, cerrada en un puño, tocaba delicadamente un pedazo de cerámica, curioso, como si nunca hubiese visto tal cosa.
Jeon comenzó a acercarse al chico anteriormente mencionado, éste no se dio cuenta por lo concentrado que estaba tocando el pedacito de cerámica en el suelo.
—¡Te tengo!— Gritó Jeon lanzándose groseramente encima del chico.
Ambos cayeron junto a las filosas partes del jarrón ahora roto. Jeon lo mira enfadado pero se extraño al ver al lindo chico hacer una cara extraña.
Una expresión de ¿dolor?
—¿Qué sucede?— Pregunta Jeon confundido, aún sentado encima del intruso. Arin y Rosé entran a los pasillos por el escándalo, y se sorprenden al ver a ambos chicos en el suelo.
—¡Lo tengo!— Anunció Jeon al ver a ambas chicas, victorioso.
—¡¿Q-Qué?!— Rosé se quedó congelada, sin palabras, al ver al chico de hacía unos minutos.
—¡¿Quién es él y por qué- ¡ESTÁ SANGRANDO!— Se acercó Arin alterada por la sangre. No era mucho, tal vez y la chica era algo paranoica al igual que sus amigos.—¿Sangre?—
—¡Quítate de encima, mira lo que le hiciste!— Gruñó Arin señalando la mano del otro chico, quien se encontraba en este momento inmovilizado por Jungkook. Él se quitó lentamente, alerta aún.
El otro chico al poder moverse de nuevo, se sentó inmediatamente y tomó su mano cortada, se lastimó con la caída, su mano cayó contra un trozo del jarrón.
—¿E-estás bien?— Preguntó Arin algo nerviosa, acercándose despacio al desconocido, el cual al verla acercarse se alejó encontrándose con la pared. El chico sostenía su mano lastimada cerca de su pecho, mientras que miraba a los demás aterrado.
Volvió su vista a Arin, pensando qué decir y lo más importante, cómo decirlo. —Y-Yo...—
—No te haremos daño en cuanto tú tampoco lo hagas— Dijo ella, tratando de calmarlo. El chico siguió apretando su mano contra su cuerpo, manchando su ropa.
—¿Me dejas curarte y nos explicas lo que sucede?— El chico no quería, estaba indeciso pero, por alguna razón, asintió.