Bambam despertó al día siguiente, sin rastro alguno de contagio, ni de heridas.
Jinyoung se había debatido, en esas horas en que había permanecido inconsciente, en si debía o no matarlo por haber sido mordido y expuesto a la saliva de aquel Alfa. Pero, los análisis no arrojaron ni un solo signo de enfermedad. Solo tuvo una fiebre cuya causa fue la mordida, donde ahora se apreciaba una cicatriz normal. Luego de eso, volvió a ser el sano Omega que conocieron en circunstancias adversas.
Cuando abrió sus ojos, Jinyoung seguía preguntándose por qué lo había dejado vivir, pese a que en lo profundo de su ser, estaba agradecido de que ese Aullador primerizo estuviera sano y salvo.
-Bienvenido al mundo de los vivos, Bambam
El joven se llevó una mano de inmediato a su cuello, recordando aquella dolorosa mordida que le dejó inconsciente y mirando alrededor en la sala médica donde se encontraba.
-¿Qué me pasó?
-Ese Alfa te noqueó. ¿Tienes hambre?
-Sí...
Las pocas muestras de material genético que pudieron recolectar del búnker fueron enviadas al Consejo para su análisis, omitiendo, por supuesto, lo sucedido con Bambam y ese tal Yugyeom.
Youngjae también fue de la idea de que hacerlo saber en los altos mandos solamente terminaría en una directiva de ejecutar al Omega y ambos habían discutido hasta el cansancio los pros y contras de aquello cuando, su nueva NORA, confirmó que estaba libre de todo contagio o enfermedad.
Simplemente, era como si no hubiera ocurrido nada con esa mordida, hasta donde pudieron investigar y luego verificar con sus propios ojos una vez que Bambam se sentó a comer con ellos con un apetito voraz. Esa experiencia como Aulladores les dijo que habían hecho lo correcto.
-El Consejo ha dado la orden de mantenernos libres. No hemos encontrado cadáver alguno, ni tampoco los rastreadores lo consiguieron; se sospecha que ese Alfa anda aún rondando por ahí -dijo Youngjae.
-No puede ir más al sur porque es terreno difícil incluso para él, seguro se moverá más al Norte
-¿Usaremos tu refugio del centro?
-Es la mejor posición
-¿Yo iré con ustedes? -preguntó Bambam al escucharlos. Ambos hombres se miraron y Jinyoung fue quien asintió. -Gracias... por todo
-Solo mantén la boca cerrada respecto a lo ocurrido -pidió Youngjae.
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El refugio, en el centro del territorio, era una cabaña de piedra maciza con techos de madera reforzados y protecciones para la lluvia y la nieve. Estaba oculta en una zona de abundantes árboles que obligaban a ir a pie debido a la cercanía entre ellos. Además, poseía un sótano con salida lejana de la cabaña para una emergencia.
Llegaron cuando llovía sobre ellos, pasando al pasillo de esterilización igual que en los búnkeres, avisando a Seulgi de su estadía ahí en espera del llamado del Consejo, esto mientras arreglaban sus armas y se recuperaban.
Aunque tenían medicamentos y equipo médico que ayudaba con sus heridas, el cansancio era otro asunto, sobre todo porque seguían con preguntas sin responder.
Esperaban que el Alfa atacara una Comuna o algún otro Omega, pero en los siguientes días en que estuvieron ahí, no tuvieron noticias sobre él.
-¿Por qué te inscribiste a los Comandos Aulladores? -preguntó una tarde Youngjae a Bambam, preparando la comida.
-No tenía otro lugar a donde ir
Jinyoung arqueó una ceja, limpiando a NORA en su regazo. -¿Y tu comuna?
-Imposible -Bambam negó. -No ahí
-¿Sucedió algo malo?
-Yo no tuve padre criador, y mi madre estaba sola conmigo. Pero la comuna no tenía muchos habitantes y los Omegas no eran tan fértiles... muchos no daban cachorros, aunque trajeran nuevos Alfas. Mi mamá... fue obligada a tener otro cachorro más
-Tenía entendido que eso está prohibido. No se expone a ningún Omega a una segunda gestación
-Pues sucedió y mamá murió en el parto junto con mi hermanita
Youngjae se quedó quieto unos segundos, sirviendo la comida en los platos sobre la mesa, haciendo un gesto para que fuesen a sentarse.
-Lo siento
-No quise quedarme por eso, todos estaban esperando a que llegara mi edad fértil para inscribirme al programa... pero no quise. Entré a los Comandos Aulladores, me neutralizaron y jamás tuve que volver a preocuparme de servir en eso
-Un joven Omega entrando con los Aulladores, eso ya lo había escuchado antes -sonrió Youngjae.
Jinyoung lo pateó bajo la mesa, probando la comida.
-Lo siento mucho, Bammie, sabes que el Consejo presiona a las comunas para mantener cierto ritmo de crecimiento en la población, de no tenerlo...
-Los castigan con las raciones de comida, lo sé
-¿A qué división entraste?
-La 107, Señor Choi
-Youngjae
-Youngjae. Ellos me enseñaron muy bien, el líder de la división me recomendó para otras misiones y así fue como llegué al nivel élite -murmuró el joven, mirando de reojo a Jinyoung.
-Pues bienvenido. Sin duda tu primera misión ha sido memorable
-¿Qué... qué va a pasar conmigo?
-Bueno -Jinyoung tomó aire. -Si puedes mantener la boca cerrada, estarás bien. Te hemos revisado de pies a cabeza y luces sano. Estarás con nosotros un tiempo más para asegurarnos que no te brotará otra cabeza o algo, luego puedes hacer lo que te venga en gana
-Gracias... de nuevo
-Vamos a concentrarnos en encontrar al bastardo, ¿quieres?
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La estación otoñal comenzó, lo que significó más lluvias, estas frías y de mayor duración. Un obstáculo para rastrear al Alfa una vez que tuvieron el primer avistamiento de éste.
Seguían preguntándose cómo era que podía andar tan libre bajo la lluvia sin morir, uno de los tantos misterios que encerraba su persona. Sin embargo, Jinyoung no estaba muy preocupado por eso, sino por aquel joven Omega que los acompañaba. Más de una vez lo encontró mirando a la nada entre los árboles, quedándose quieto, de repente, como si alguien lo llamara; si notaba que él lo estaba observando, Bambam se excusaba diciendo que había creído ver algo.
Mitad verdad, mitad mentira.
Una corazonada le decía que algo más estaba pasando en la mente de ese joven Aullador, pero debía aceptar que era bueno para las misiones, tenía una puntería envidiable.
Su primera pista fue un día que perseguían el rastro de aquel Alfa, perdiéndose en las faldas de una montaña que decidieron rodear para cortarle el paso. Nunca lo encontraron, pero Jinyoung descubrió, por primera vez, a Bambam mirando algo en un tronco alto.
Le espió a lo lejos, observando como el Omega se acercaba al tronco para tomar un curioso objeto de color rojo oscuro sobre unas hojas, como si fuese una clase de ofrenda.
Bambam estaba tan desconcertado como él sobre la naturaleza de aquel objeto, pero algo debió tener, pues lo olfateó y, para sorpresa de Jinyoung, le dio una mordida. Sorpresa, mezclada con temor, se desprendió de aquel Omega que escondió esa cosa en uno de sus bolsillos. Jamás supo si lo comió todo o lo tiró.
No fue la única vez que vio a Bambam hacer eso cada vez que estaba solo; lo que dio por sentado que era alguna clase de alimento, el cual aparecía siempre sobre algún tronco o roca en hojas verdes para ese Omega.
Jinyoung no era ningún idiota para no darse cuenta de que cada vez que recibían una directiva de ir tras el Alfa, esas escenas se repetían. Y empeoró para su poca paciencia con ese ingenuo Aullador.
Un día, el aroma distintivo del cenizo les fue más que claro, dividiéndose para triangular su posición y atraparlo. De nuevo, quedaron frustrados al no encontrarle pese a todas las precauciones, sin embargo, Bambam tardó un poco más en reunirse con ellos. Cuando lo hizo, tenía sus mejillas rojas, jadeando demasiado para una simple carrera que no le agotaba.
Jinyoung no le dijo nada a Youngjae, conocía muy bien a su amigo para saber que, de enterarse, tomaría su arma para volarle los sesos al Omega. Él mismo se preguntaba por qué no lo hacía. Quizá era la mirada melancólica de Bambam o su amabilidad que rayaba en lo inocente, recordándole viejos tiempos perdidos en su memoria. Aún así, decidió vigilarlo de cerca, casi estaba seguro de que esas desapariciones llevaban un maldito nombre inscrito.
Sus pesquisas dieron fruto un día en que los vio juntos; Bambam murmurando algo con angustia a una figura vestida completamente de negro con bandas rojas en un uniforme desconocido para Jinyoung. Una mano enguantada acarició la mejilla del Omega, levantándole por sus caderas y estampándole en el árbol más próximo para unir sus bocas una vez más en ese gesto extraño y antihigiénico que no apagaron del todo los gemidos brotando de boca del joven Aullador, cuyas piernas se aferraron a la cintura del Alfa.
La rabia se apoderó de Jinyoung, queriendo tomar su arma y matarlos a ambos. Claro que lo intentó, pero sus manos no obedecieron a su mente. ¿Sería acaso porque Bambam se notaba tan feliz?
La Parca se enfrentó a una duda que no tuvo respuesta.
Cuando el joven Omega volvió a ellos, le preguntó sobre su retraso y una especie de moretón en su cuello, el cual Bambam cubrió enseguida, su rostro encendiéndose por su acusación. Sabía que estaba haciendo muy mal, pero no dejaba de hacerlo, como si hubiera algo que le empujara a verse con el jodido cenizo a sabiendas de que ello podía costarle la vida.
Youngjae le bromeó más de una vez, haciéndole ver su actitud cada vez que el joven se perdía de su vista, ya sea porque estaba gruñendo o estando de malas, como si fuese un cachorro desobedeciendo a su madre.
-Jódete, Youngjae
-Parece que alguien ya se encariñó con el chico
A veces observaba dormir a Bambam, preguntándose qué estaba pasando por su cabeza para comportarse así. Jinyoung hizo sus escenarios probables de lo que en un futuro iba a suceder. Todos fatalistas porque era claro que una situación así no iba a terminar bien.
La actitud evasiva del joven, su insistencia en tener siempre su equipo preparado trajo otra sospecha en Jinyoung. Bambam iba a escapar con el Alfa.
Las primeras nevadas comenzaron a caer cuando lo pensó. Ya tenían más de un mes corriendo por todos lados tras el estúpido fugitivo que se reía en sus caras. El que hubiera apagones en las comunas o caídas de la red en el Triskelion no ayudó a su mal humor.
🔹️💠🔹️
Los bosques tuvieron sus suelos blancos el día en que calculó que el estúpido Omega se escaparía; muy a propósito le había dicho a Bambam que Youngjae y él lo dejarían solo en el refugio para ir al Triskelion a entregar un reporte.
Youngjae sí había ido al Triskelion, pero él no.
Con su arma bien cargada, siguió el rastro que Bambam trató de esconder. Pero aún le faltaban años de experiencia para burlar a alguien como él.
Lo encontró cerca de un risco, debajo del cual pasaba un río con dificultad, pues sus aguas ya comenzaban a congelarse; los fragmentos de hielo chocando entre sí. Jinyoung preparó su arma, encaramado sobre unas rocas con troncos caídos que lo ocultaron, jurándose disparar esta vez.
Con su ojo en la mira, apuntó a la espalda del joven Omega, quien permaneció quieto, esperando como era obvio. Era mediodía, el sol colándose por las nubes bañaba la figura de Bambam, junto con los pocos árboles alrededor.
Jinyoung esperó, y esperó, y esperó. El sol ya desaparecía por el horizonte y una nevada comenzó a caer, pero el Alfa no apareció. Se obligó a estirar sus brazos y piernas, entumecidos por haber mantenido esa posición tantas horas. Cuando apuntó de nuevo, Bambam había caído de rodillas y sus hombros temblaban. Estaba llorando.
Jinyoung dejó su arma en su regazo, respirando hondo un par de veces. Luego se levantó, bajando de su escondite para caminar hasta el destrozado Omega, haciéndolo respingar cuando al fin se dio cuenta que estaba llegando a él.
Bambam no se movió de su lugar, sus ojos se clavaron en él, llenos de lágrimas amargas que corrían por sus ojos. Sus labios temblorosos se quedaron callados mientras Jinyoung le apuntó, su arma silbando al prepararse para disparar. No necesitaban palabras, uno sabía lo que el otro entendía.
El joven sollozó, apretando sus párpados cuando la punta del cañón estaba a la altura de su frente, aceptando entre gimoteos la sentencia no dicha. Bambam no llevaba arma alguna, apenas un morral con equipo para acampar, entre otras cosas.
Jinyoung apretó su mandíbula, su mano sobre el gatillo. Con un bufido, bajó el arma.
-Ahora seguirás mis reglas, la más importante es NUNCA volver a desobedecerme. NUNCA
Se giró, caminando de vuelta al refugio. Segundos más tarde, escuchó los pasos presurosos de Bambam, quedándose tras él como el cachorro castigado que era, conteniendo esos llantos al apretar sus labios.
Jinyoung dejó escapar un suspiro, girándose de golpe. Lo que fuese a decir se quedó en su boca, pues el joven Omega le abrazó, soltándose a llorar de nuevo. Por encima de su capucha, miró al cielo, rodando sus ojos. Sus manos lentamente subieron para abrazar a Bambam, palmeando su espalda.
-Ahora ya eres un Aullador
Permanecieron así unos minutos hasta que el llanto de Bambam cesó por completo, pero este no dejó de apretarlo con fuerza en ese abrazo desesperado.
-Lo siento... lo siento tanto...
-Bambam -Jinyoung le llamó, empujándole suavemente para verle. -Escúchame bien, eres un Omega, eres un Aullador. Por ambas cosas no puedes dejarte caer, mucho menos por Yugyeom. Ningún Omega jamás nunca derrama lágrima alguna por un Alfa, ¿me has entendido?
-Sí -el otro asintió, respirando hondo.
-Todo lo que pasó entre ustedes, jamás sucedió. ¿Comprendido?
-Sí
-Todo lo que te hizo sentir, ya no volverá. Lo vas a desechar
-Sí...
Con otro bufido, Jinyoung optó por pasar un brazo por encima de sus hombros.
-Vámonos, el trasero se me congela