Un Último Segundo. (Starker)

By Miriam_Stark

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Tony solo quiere ser alguien bueno, y Peter ama que Tony sea bueno. La vida puede acabarse... deberías disfru... More

Precauciones.
Parte I

Parte II

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By Miriam_Stark

Tiempo después, Tony y Peter volvieron a encontrarse por pura casualidad en un reconocido bar.
Tony había discutido con Steve y había salido por allí por aire fresco y un buen Whisky, entonces vio a Peter bebiendo en la barra, se miraba solo y muy cambiado.
Se sintió tan irresponsable, su chico estaba bebiendo. Y no había nadie con él. Él debía acompañarlo, tenía que hacerlo.

—Hola, ¿estás solo? —se acercó Tony con cuidado, quizás Peter lo odiaba. Quería que así fuera, y al mismo tiempo no lo quería. La mejor manera para regresar después de tanto tiempo. ¿No?

—Sí. 

—¿Puedo sentarme? —podía notar el enojo frustrado en el ahora alto y musculoso joven que tenía a su lado.

—Sí así desea, señor.

El "señor" le dolió como una fuerte patada en las bolas.

—¿Cómo estás? —Tony sabía que estaba siendo muy hipócrita. Y no sabía porqué se había acercado en primer lugar. Pero allí estaba.

—Muy bien —si los oídos de Tony no le fallaban, había sarcasmo en sus palabras. Lo entendía—. De maravilla. ¿Usted y el señor Rogers cómo están? 

Había mucho odio en Peter, y él era el único culpable. Pero había una parte de él que se alegraba por ello, porque así no habría modo alguno por el cual volvieran a estar juntos un solo segundo más aunque Tony lo quisiera.
Pero, ¿Debía mentir a cerca de su vida?

—Ah bien, excelente —quizá fue exagerado al hacer énfasis al "excelente". Porque de hecho así no estaba.

—¿En serio? Porque no lo parece —dijo Peter frívolo, Tony desconocía totalmente a Peter, pero quizás también fue solo culpa suya. Se sentía un maldito idiota, debía salir de allí.

—¿Cómo llegaste a esa conclusión? 

—Está usted aquí y él no.

El hecho de que lo tratara de usted lo hacía sentir kilómetros lejos de Peter, y siendo sincero, se sentía mucho más mayor. Como un maldito viejo sin escrúpulos. Quizá lo era.

—Es mi pareja, no mi guardaespaldas. 

Peter sonrió socarrón, meneó la cabeza con ironía y bebió otro trago.

—¿Desde cuándo bebes? —fue lo que Tony preguntó tratando de dar caso cerrado al tema anterior.

—Desde hace algunos años, ¿le molesta?

Sentía la furia de Peter en cada palabra, en cada pregunta, y en cada mirada. 

Peter lo odiaba, lo odiaba por amarlo tanto. Por amarlo incluso cuando debía odiarlo por dejarlo totalmente solo y llorando con el corazón hecho trizas.

—No. —dijo. A Tony le molestaba no haber estado allí y darle consejos de no beber a excesos para luego beber hasta quedar sin raciocinio para contradecir su consejo—. ¿Cómo te ha ido en la universidad?... —de hecho sabía que le iba de maravilla, pero quería oírlo de su voz, quizá se animaría.

Peter rió pesadamente.
—No va a decir nada, ¿no? Pff debí imaginarlo.

Tony no entendió, segundos después sabía que se refería a la tensión de sus vidas, a todo lo que había pasado entre ellos. A lo mejor de su vida y a su peor maldición.

—¿Qué quieres que te diga? ¿Que lo lamento? Porque no es así —dijo Tony fríamente. 

Lo lamentaba por haberlo dejado solo, pero no iba a decirlo. Eso volvería a lo mismo y alejarse lo serviría de nada.

—No, de hecho no esperaba una disculpa. Esperaba una explicación, una mejor excusa que mi edad.

Tony cerró los ojos y se pasó las manos por la cara, ¿otra vez? 

—¿Qué quieres que te explique, Peter? Tú y yo sabemos que tu edad es suficiente impedimento. ¡Mierda, tenía diecinueve años cuando tú naciste! 

Peter lo encaró, y Tony vio más madurez en sus rasgos, más hombría atravesaba su rostro y ya no era un niño asustadizo como antes.

—No me importa. ¿Por qué es un impedimento? ¿Cree que voy a tomarlo como un padre en la relación? Soy un hombre, no un niño. Lo sé, es gracias a usted, pero ahora quiero que sea usted el hombre de mi vida, quiero no solo dormir usted sino que me folle como lo hizo la otra noche. Ya no soy un jodido niño, no va a violarme, sé cuando quiero algo y soy lo suficientemente inteligente como para saber que no va a abusar de mí y mi inexistente inocencia; mierda, lo deseo desde que tenía dieciséis. 

Tony bebió rápidamente otro trago para que le raspara la garganta y no sentirse de ese modo tan insensato. La distancia no había hecho efecto en ninguno de los dos.

—Yo… yo también quisiera estar contigo. —susurró—. Pero es imposible, entiendelo. Te amo, y no como un niño. Pero lo nuestro no puede ser, no quiero sentirme culpable por el resto de mi vida.

Peter atravesó una serie de sentimientos extraños que los azotaron como convulsiones internas.
¿En serio lo amaba? Era obvio que si, pero oírlo por primera vez fue increíble. Se sintió más animado y con más esperanzas.

—No va a sentirlo, porque no es culpable de nada, Tony yo lo amo…

La mano temblorosa de Peter tomó la gran mano de Tony y la apretó para verlo a los ojos.

—Usted me ama, ¿en serio va a dejar que algo tan estupido como nuestras edades nos separen? Quiero estar con usted, déjeme estar con usted y amarlo, por favor.

Las súplicas de Peter estaban dándole de golpes al corazón de Tony, ablandandolo en el proceso. 
Podía hacerlo, amaba a Peter pero eso no sería bueno, Peter fue como su hijo.
No podía hacer eso, no podía engañarse, no podría.

Recordó todo lo que habían vivido, las risas, las cosquillas, las sesiones de masaje, la yoga juntos, las mascarillas, las guerras de confeti, la vida juntos era lo mejor siendo un solo niño.
Pero ahora sería muy diferente, estaría durmiendo con un chico diecinueve años menor que él. 
Mierda, era una cantidad muy grande, casi veinte años, veinte malditos años, seis mil novecientos días.

Era un maldito degenerado, no quería eso en su subconsciente. Podría morir con el corazón roto pero no con la cabeza llena de odio a sí mismo.
Era una batalla de no acabar.

—Vamos a casa esta noche; si después no quiere estar conmigo yo voy a dejar de insistir. Por favor, solo quiero estar con usted una última vez, dormir con usted… —Peter pudo haber cambiado, pero los ojos llorosos y su carita de suplica no cambiaban, Tony sabía que como cuando niño iba a terminar cediendo. Y no solo por Peter, él también quería una última noche. Un último segundo.

Tony cabeceó, dubitativo, con su subconsciente gritándole que era una mala idea, con su corazón latiendo muy rápido.

Sin tardar más, salieron de allí y Tony manejó a toda prisa a la casa de Peter.
No había nada de que perderse esa noche, por ello mientras manejaban se tomaban de las manos y se tocaban con esmero.

Tony estaba tan ansioso por besar cada rincón de Peter, que optó por la opción de hacerlo en el auto, de hacerle el amor como deseaba en los asientos traseros.
Pero no, quería hacerlo bien; quería complacer a Peter porque sería la última vez, no habría nada después de eso. 
Como cuando despides a un ser querido y sabes que jamás volverás a verlo. Así se sentían.

Besos erráticos y desesperados abarrotaban la unión de sus bocas, se acercaban y se musitaban cosas bonitas. Tony se sentía en un infierno de bonitas sensaciones, uno en el que sabía que tarde o temprano todo terminaría mal. Pero estaba dispuesto a disfrutar de eso y recibir su castigo valientemente. 

Esa boca que le dijo tantas veces "Te amo, papi". Sabía tan bien.

¡Pero no era su hijo, no lo era!

Cortó el beso.

—¿Está bien? — preguntó Peter curioso, sabía que era difícil para Peter. 

—Si solo…, solo quiero entrar y hacerlo adentro.

Salieron del auto, Tony sumido en pensamientos de culpabilidad y Peter yendo despacio para no apurar el proceso.

Entraron, y sin decirse nada se fueron directo a la habitación.

—Desnudate —le pidió Tony, no sería capaz de hacerlo él. Lo vistió tantas veces y no podía quitarle la ropa de su cuerpo a Peter para follarlo. 

Peter obedeció; y se quitó los zapatos con sus calcetines, su pantalón cayó después y por último pasó la tela de su camiseta por la cabeza dejándolo semidesnudo y con el pelo revuelto.
La erección de Peter era notoria, la cabeza de Tony estaba en un complicado dilema, jamás había visto más allá, la única vez que habían hecho el amor estaba oscuro, no hubo tanta culpa, solo sintió una entrada caliente volviéndolo loco, nada más. Pero ahora presenciar el cuerpo del niño que cuidó como su hijo desde los nueve años era complicado.

Era hermoso, no había rastro del chico debilucho igual de hermoso que antes, ahora, muchos músculos reinaban su cuerpo, no eran enormes, sino más bien sutiles y sensuales.

¿Por qué a Tony? ¿Por qué tanta tentación?

—Es su turno —dijo Peter acercándose—. Puedo ayudarle.

Tony no quería que Peter lo desnudara, sería mucho peor así, muchísimo peor. Así que alejó al chico.

—Yo puedo hacerlo —dijo.

—Tiene que dejar de actuar así, no somos padre e hijo, no es ningún pecado. 

Ojalá fuera así de fácil para Tony. 
Lentamente se deshizo de sus vaqueros, y sacó sus zapatos para que éstos salieran fácilmente, y luego se eliminó la camisa. 

Al demonio, iba a hacerlo.

Iba fingir que no se sentía un asqueroso.

Se acercó a Peter con fuerza, quería parecer seguro y nada preocupado, pero era difícil. Besó a Peter cómo había querido hacer y dejó que el chico también moviera sus labios a su total antojo. Se tomaban las caras, y del cabello y respiraban entrecortadamente.

Con suavidad cayeron a la cama y Tony tomó valor para no pensar en nada más que en lo enamorado que estaba y seguir con esa locura. La boca de Peter sabía a alcohol y a lo más dulce que jamás había probado. Jadeaban tan bajo que solo ellos se escuchaban.

Tony, luchando contra su subconsciente, besó a Peter desde el cuello, hasta la punta de los pies, haciendo paradas en el medio del cuerpo para chupar el miembro erecto que el castaño tenía y sacarle de una vez por todas la ropa interior. Tony repitió el proceso, esta vez atacando con sus dedos la entrada de Peter. 
Besó con cuidado el agujero de Peter y lo mojó con su saliva, Peter abría las piernas y sentía vergüenza tanto como satisfacción.
Un dedo entró en él, uno de los gruesos dedos de Tony entró en su apretado agujero y sus sentidos se dispararon. 
El segundo entró después, haciendo que Peter arquera la espalda y Tony comenzara a jugar con la erección de Peter. 
Y cuando sintió que era conveniente, Tony metió el tercer dedo, era una tortura, y un dolor placentero.
Los dedos de Tony se movían lentos y con sabiduría, ardía y se sentía bien, aún más cuando era Tony quien lo hacía.
Tony lo poseía, bombeaba la erección de Peter para que los dedos adentro no le molestaran y lo hacía lento para que su chico no se corriera tan rápido.
Peter estaba jadeante, sudoroso y ansioso porque Tony lo follara… o le hiciera el amor.

—Quiero sentirlo adentro —pidió Peter en súplica—. Quiero chuparle el pene.

Los dedos de Tony salieron del agujero de Peter y éste aún fallando comenzó a tocar el cuerpo de Tony el cual era su adoración. Era hermoso y amaba cada uno de sus vellos en el pecho, o sus pezones rosas.
Se frotó contra esos vellos y chupó cada pezón hasta erectarlo. Entonces con cuidado bajó hasta los músculos de su abdomen para bajar a su ombligo el cual besó con suma atención; y guió su nariz por el sendero de vello hasta llegar al elástico de la ropa interior la cual rápidamente bajó; dejando a Tony completamente desnudo. Tony gruñó y Peter tomó la dura erección entre sus manos.

Tanto tiempo queriendo hacer eso, tanto tiempo deseando poder estar en ese preciso momento.
El pene de Tony era grande, más que el suyo y rosado, muy rosado, estaba afeitado por lo cual imaginó que debía de follar seguido con Rogers.
Estaba enojado por eso, y con la gran cantidad de saliva en su boca; hambriento y furioso la introdujo en su boca.
Tony, que de rodillas en la cama recibía la felación de Peter cerró los ojos imaginando que no era Peter pero su fantasía duró poco cuando los abrió otra vez, las manos de Tony se colaron en el cabello castaño de Peter y lo empujaban lentamente al ritmo que le apetecía. 

Peter cubría sus dientes con sus labios y metía gran parte del pene de Tony en su boca saboreando cada centímetro y masturbando el tronco.
Jamás podrá expresar la sensación de placer que sentía al tener a Tony hasta la garganta.
Sintió que las piernas de Tony querían ceder, entonces Tony lo alejó de su pene con cuidado.

—¿Tienes protección? —preguntó Tony con voz ronca. 

—No.

—Creo que tengo en la cartera.

Tony bajó de la cama, así desnudo y Peter se permitió ver como metía la mano en el bolsillo de sus vaqueros, sacó la reluciente cartera negra de piel y de ella sacó un condón de envoltura dorada.
Observó cómo la abrió hábilmente y extendió el condón para luego deslizarlo por su gran erección, también vio cómo llevó otro en su mano para dejarlo en la cama. Peter sintió que su pene despidió mucho presemen y se saboreó, aún tenía el sabor de la polla de Tony en su boca y era realmente excelente.

—¿Quieres hacerlo ya?

—Quiero hacerlo ya —repitió Peter sin el tono de pregunta. Tony asintió.

—Abre las piernas —le ordenó, Peter pudo sentir ternura y dulzura en el hablar demandante de Tony.

Peter acató la orden tirado en la cama, Tony pasó las manos por la cadera del chico y las alzó para que su erección entrara con facilidad. Peter separó sus muslos todo lo que pudo para que Tony entrara fácilmente y de pronto sintió que su miembro ya estaba entrando, se sintió feliz y jadeante.

Tony se encargaba de hacer todo con delicadeza, por ello cuando entró por completo, aún sufriendo de placer, solo movió las caderas en círculos, evitando moverse bruscamente, entraba y salía de Peter a una velocidad muy baja. Tony gruñia tratando de no ceder al impulso de follar a Peter sin cesar. 
Repitió sus movimientos hasta que ya no pudo más y gracias al cielo, Peter ya se había acostumbrado. 
Entonces se dejó caer contra Peter, mientras seguía moviéndose, para poder mirarlo de cerca y besarlo. Movía las caderas con suavidad y rapidez, sintiendo en cada penetración más placer. 
El miembro de Peter era masturbado por sus pieles moviéndose en contra del otro.

Tony tomó el rostro de Peter jadeante y lo miró a los ojos.

—¿Me echó de menos? —preguntó Peter lloriqueando de placer. 

—No uses el usted otra vez por favor. —pidió Tony enloqueciendo. 

Los dedos de Peter apretaron con fuerza la sudorosa y ancha espalda de Tony—¿Me echaste de menos? ¡Dime!

—Te eché mucho de menos —le susurró Tony en un gemido.

—Dime que no te arrepientes de nada de lo que hemos vivido juntos —le pidió Peter ahora. Quería escucharlo.

Tony estaba follando el lugar correcto, por lo cual Peter casi fallecía de placer. Los pies de Peter se apretaron y su espalda se arqueó para que las bolas de Tony chocarán contra sus nalgas.

Las caderas de Tony habían tomado más velocidad.

—No. No me arrepiento de nada.

La semilla de Peter los llenó a ambos acompañado de sus gemidos fuertes. Varias penetraciones más y Tony también rellenó el condón de su semilla y Peter lo sintió y cayó rendido feliz y complacido. 
Ambos estaban desorientados de tanto placer.

Pasaron minutos en los cuales solos respiraban y entonces Peter habló.
—¿Quieres hacerlo otra vez?

Tony estaba indeciso. Una vez, solo una vez más.
Peter se tiró ahora encima de Tony y bastó de una serie de besos y roces de sus mismas pollas para estar excitados otra vez. 
El móvil de Tony sonaba, era el capitán América llamándolo pero ninguno de los dos le tomó importancia, porque rozar sus penes flácidos hasta que estuvieran erectos era muy placentero y entretenido.

—Hazmelo otra vez, por favor.

—Lo haré, lo haré. —Tony quería hacerlo.

Tony hubiera querido decirle algún apodo bonito como cuando era pequeño, pero no pudo porque se sentiría aún más culpable. Entonces abrió el otro condón y se lo puso, esta vez Peter lo galopaba, hicieron el amor por segunda vez hasta que cayeron rendidos, llenos de sudor y muy juntos. Extremadamente juntos.

A la mañana siguiente, Tony despertó antes, y estaba a punto de marcharse como de costumbre cuando Peter lo interrumpió.

—Me dijiste que me extrañaste que no te arrepentias de nada, tú me amas Tony, por favor no me dejes solo, sabes que yo te amo. Tú no amas al capitán, me amas a mí, deja de creer que nuestro amor es algo malo.

Era tan difícil, pero a la mierda.
Si toda la gente creía que Tony Stark era un egoísta que solo pensaba en él mismo, ¿por qué no hacerlo de verdad?
Amaba a Peter, ansiaba estar con él cada noche y hacerle el amor como la noche anterior. Y no se merecía ser infeliz. Quería pensar en él por una vez en su vida.

¿Por qué iba a importarle lo que la gente diga de ellos? Era Tony Stark. Y defendería a Peter con uñas y dientes.

—¿Estás realmente dispuesto a enfrentar lo que sea conmigo? ¿Estás seguro de que quieres esto para ti? ¿Estás seguro que podrás con la crítica y los paparazzis? 

Peter sonrió, aún estaba desnudo bajo las sábanas. Ser su "hijo" ameritó lo mismo.

—Estoy dispuesto a eso y más contigo, Tony. Porque realmente te amo. Quiero estar contigo por toda mi vida.

"Por toda mi vida" Dios, si Tony moriría primero por ser el más viejo, pensaba.

—¿Qué hay cuando sea viejo? Ya no me vas a querer, seré solo una carga y tú tendrás que cuidar de mí, no quiero eso para ti.

—No pienses en el futuro, solo en el presente, en el cual tú y yo nos amamos. Y si tengo que cuidarte por el resto de mi vida lo haré, porque estoy seguro que jamás voy a dejar de amarte como lo hago. Imagina hacernos viejitos juntos...



Ese día, Tony regresó a su casa, para terminar con Steve. Al menos debía hacer algo bien.

—¿Dónde dormiste? Te estuve llamando —el rubio estaba enojado.

—Estuve con alguien, y no quiero ser mentiroso, me acosté con esa persona, y la amo, Steve. Creo que lo que sea que tenemos tiene que terminar ahora.

El Capitán suspiró y permaneció tranquilo.

—No me molesta que te hayas acostado con alguien más, me molesta que me tuvieras aquí como tu recompensa, porque eso era. Jamás hacíamos el amor y cuando lo hacíamos solo lo hacías por compromiso. Créeme que me duele, pero no puedo obligarte a que te quedes conmigo.

—Yo lo lamento, Steve. Estaba muy confundido, no sabía qué hacer y estaba perdido. Lamento mucho haberte lastimado, eres un buen hombre.

Steve se dio la vuelta dándole la espalda a Tony.
—Espero que seas muy feliz Tony. Tan feliz como intenté hacerte yo.

Quizá si le dolió haberle hecho eso a Steve. Pero no podía seguir mintiendose a sí mismo. Amaba a Peter.
Regresó con él sonriente y le dijo lo que Peter había querido escuchar hace tanto tiempo.

—¿Quisieras ser mi novio entonces?

Peter no se esperaba eso, abrió los ojos y la boca anonadado. Entonces así se sentía...
Tony disfrutaba de ver el espectáculo de Peter nervioso y emocionado.
Se sentía como caer desde el cielo.
Tarde o temprano tocarían el suelo, y estaban a punto de hacerlo.

—Por supuesto que sí, te amo, te amo, te amo, te amo, te amo… —decía Peter emocionado y eufórico. 

Con cada "te amo" un beso se asestaba en los labios de Tony quien sonriente y complacido los recibía.

No importaba que tuvieran diecinueve años de diferencia. Porque se amaban. 

Fue cuando los problemas que Tony visualizó comenzaron a llegar.
Las revistas de chismes baratos llenas de amarillismo.

"¿Tony Stark pederasta?"

"¿Iron Man incestuoso?"

"¿Amor o dinero?"

"¿Tony Stark en una relación con su hijo?"

"Peter Parker, un pequeño gran cazafortunas"

"Los ciudadanos no aceptan a un pedófilo como un vengador…"

Aunque Tony trataba, era imposible ver esas noticias y no sentirse sucio.
Si tan solo esa gente que lo criticaba supiera que lo que sentía por Peter era real, si tan solo estuvieran en su posición lo entenderían.

Pero, con ayuda de Peter, comenzó a ignorar esa parte de su vida como había ignorado toda la demás.

El chico había aprendido mucho de él y mientras los paparazzis lo seguían él declaraba que estaba muy enamorado del multimillonario y que jamás iba a dejarlo por habladurías tontas que se decían por allí.
Tony se sentía apoyado y amado de una forma tan buena que sentía que no existía todo esa crítica hacia él.

—No importa lo que ellos digan, importa lo que sentimos y lo que crees que eres —le decía Peter—. Y eres el mejor hombre de la tierra, el más hermoso.

Tony solo estaba enamorado, quizá no fue la mejor persona en su vida. Pero en serio estaba enamorado. No podía ser alguien malo por querer compartir su vida con alguien más. Con alguien como Peter.

Entonces su culpa desapareció.
Los vengadores también lo apoyaron y todo estaba bien. Incluso habían pensado en casarse.

A los cuarenta y cuatro años de Tony se lo pidió.

Jamás había estado tan nervioso, ni siquiera en su primera Stark Expo.

—Aquí está mi regalo, mi amor —le dijo Peter, dándole una caja de regalo roja con moña amarilla. Sus colores favoritos.

Tony presa de los nervios la tomó y la dejó en una mesa. Peter ofendido miró a Tony confundido.

—Ahora toca el mío —dijo Tony. Peter confundido rió. 

—¿Qué? Es tu cumpleaños, no navidad, Tony…

Tony sacó de su bolsillo una caja color vino de terciopelo, se puso de cuclillas ante Peter con sudor en la frente y sonrió. 

Peter estaba ahora, oficialmente más nervioso que Tony. 

—Después de tanto tiempo y tantas cosas que hemos pasado, quiero lo que me dijiste, quiero estar contigo por el resto de mi vida. ¿Quieres casarte con éste anciano y soportarlo por el resto de sus días? 

Peter tenía la sonrisa de oreja a oreja y los ojos llorosos porque quería llorar de alegría, pero no lo haría. Quería gritar de emoción.

—Déjame pensarlo..., ¡Sííííí!

Peter como un loco desesperado, se lanzó contra los brazos de Tony los cuales le tomaron y lo apretaron con fuerza para luego cargarlo y darle vueltas y darle muchos besos en todos lados. Ambos estaban emocionados por su nueva vida y nerviosos.

Jamás pensaron que todo llegaría tan lejos, que ese amor que se tenían podría ser profesado.

Estaban en un hotel previamente reservado por Tony, solos los dos, nadie más. Amsterdam era testigo de tan real compromiso y de tan sincero amor.

—¿Cuando quieres hacerlo? —le preguntó Tony. Ya los nervioso habían desaparecido, y quizá solo los tendrían otra vez el día de la boda. El día que unirían sus vidas de una vez por todas.

—Cuando tú quieras, yo lo haría aquí, ahora mismo… —Peter no estaba bromeando, quería ser de una vez por todas el señor Stark número dos.

Tony sonrió y le tomó la mano.

—Entonces hagámoslo, no hay nada que esperar.

Siendo, quizá la pareja más hablada en el mundo por la siguiente década, no querían llamar tanto la atención. Por lo cual con las influencias de Tony, lo hicieron sin tanto preparativo.

Ambos iban con un traje de seda blanco con un pañuelo rojo en el bolsillo del saco y un corbatin perfecto del mismo color en el cuello además de zapatos negros relucientes. Ambos estaban igual de nerviosos y ansiosos por sellar ese contrato de una vez por todas.
Una parte de ellos, le agradecía a la vida no haber sido familia realmente, porque de ser así nada de eso estuviera pasando.

Y entonces cuando fue el momento, tomados de las manos se besaron y sellaron ese pacto de complicidad.

Tony reservó la suit más cara del mejor hotel de Amsterdam en donde consumaron el matrimonio. Pero si Tony antes era delicado, paciente y amoroso. En ese momento era el doble, lo hacía con amor y con suavidad, Peter jadeaba el nombre de su esposo y Tony le recordaba que jamás iba a dejarlo; ni un solo segundo. Durmieron, desnudos, luego de decirse las más bonitas palabras de amor jamás escuchadas.

Cuando regresaron a New York, la noticia se difundió nuevamente y los noticieros y revistas enloquecieron. Porque aunque muchos lo negaran, muchos de ellos deseaban que sus mentiras negativas resultaran ciertas. La envidia era increíble.

"Que Peter lo quería solo por su fortuna. 
Que todo era una mentira."

Peter fue entrevistado días después y fue la sensación del momento.

—¿Entonces se casaron? —preguntó el sofocante entrevistador. 

Peter sonrió socarrón, le gustaba eso, porque sabía que en fondo lo envidiaban por el solo hecho del dinero que tenía su esposo. Si supiera que el dinero solo era una pequeña parte de su felicidad, porque Tony era casi el noventa y nueve por ciento de ella.

—Así es Charlie, nos hemos casado en Ámsterdam —dijo sonriente. 

—¿Y por qué hacerlo en escondidas? Como si fuera algo malo lo que están haciendo, porque así parece —le preguntó el tonto de gafas nervioso, seguro solo quería más espectadores.

—No, no lo malentiendas. Lo hicimos privado, unir nuestras vidas era algo importante para nosotros y hacerlo personal fue decisión de los dos, sabíamos que tarde o temprano iba a saberse. Si hubiese sido a escondidas, no estaría aquí hablando contigo de ello, querido.

Fue como ver un nocaut instantáneo.

Peter y Tony rieron por horas mientras miraban la dichosa entrevista.

La homofobia y demás odio ya no influía en el ánimo de ninguno de los dos. 



A los cincuenta años, Tony aún estaba en perfecta forma. Incluso Peter podría decir que los años le daban cierta sensualidad a su esposo y esas canas en sus cabellos solo lograban excitarlo.

—¿Quieres ser mi Sugar Daddy? 

—Somos esposos, Pet —dijo Tony riendo, le gustaba que Peter siguiera viendo esa sensualidad en él. 

—¿Eso qué? ¿Quieres ser mi sugar Daddy o no?

Tony rió y asintió, su sentido del humor era tan igual que encajaban cómo engranajes.

—Si quiero, vamos, voy a darte un regalito millonario entonces —Ambos se dirigieron a la habitación en donde jugaron al sugar baby y al sugar daddy.

En realidad, su vida de casados era envidiable, sexo, lujos, viajes, amor mucho amor y risas.
Tony siempre trataba de ser el hombre que Peter merecía, el hombre que quería que Peter encontrara.
Y Peter era feliz con eso.

Una vez, discutieron porque Tony se quería pintar el pelo y a Peter le gustaban sus canas.

—Eres tan egoísta conmigo —le dijo Peter enojado, cruzado de brazos.

—Pet, cielo, es mi pelo —se defendió el multimillonario riéndose de la situación,  estaban en el baño y estaban solamente en batas de baño.

—No, también es mío. ¿"Lo tuyo es mío", recuerdas?

Tony rió otra vez, y se acercó a Peter para tratar de calmar su enojo con besos. Siempre le funcionaba a Tony, no importaba el enojo, siempre era la solución. La tapa de baño, besos. Olvidaba una cita, besos. Peleas, besos.

—Sí, claro que recuerdo eso, pero eso no incluye mi cuerpo, cariño —le explicó Tony con besos de a montones. Asfixiandolo.

—¿O sea que tu pene no es mío? Aaaah, pero bien que quieres que esté adentro mío cada segundo. Creo que es más mío que tuyo —gruñó Peter. 

Tony soltó una carcajada y se tiró a besar a Peter con más fuerza y entusiasmo.
—Bien, es tuyo, pero déjame pintarme el pelo, ¿sí? Por favor.

Peter cedió.
—Solo si me juras que alguna vez vas a dejarlas, eres hermoso con ellas, Tony —dijo Peter ofendido. 

—Lo juro, mi corazón. Pero ayúdame, no puedo solo.

—Bien —dijo Peter con mala gana fingida.

Era cuestión de minutos para que ambos estuvieran riendo, Peter había hecho un desastre y había pintado incluso las cejas y la frente de Tony. 

—Mierda, te pinté las cejas —rió Peter para luego quedar pensativo de la nada mientras Tony se observaba en el espejo—. ¿Servirá también con tu vello púbico?

Tony arqueó las cejas luego de las carcajadas. 
—No lo sé, ¿probamos? —propuso Tony cómplice. 

—¿Qué, aún tienes vellos? Anthony, te dije que te afeitaras… —regañó Peter otra vez.

El papel de mandón había cambiado de protagonista en cuestión de tiempo.

—Mierda, aquí vamos de nuevo… —dijo Tony para sí mismo—. ¿Quieres intentarlo o no?

—Si, pero igual te los afeitas aunque se pinten.

Algunos momentos después, Tony tuvo que lavarse con mucho esmero su pene, había llegado a la conclusión de dos cosas.
Uno: el tinte también servía en el vello púbico.
Dos: Peter era muy malo aplicándolo en la cabeza y donde fuera.
Mientras lo recordaba reía. Era la vida que alguna vez quiso sin duda alguna.



Un día, estaban cenando entre risas, cuando de la nada la mitad de la casa explotó, todo se volvió borroso y confuso para Tony.
Cuando este abrió los ojos se encontró desorientado, su traje se adhirió a él en cuestión de segundos.
Tratando de volver a la realidad comenzó a buscar a Peter de manera desesperada. Pero entre tanto escombro no lograba encontrarlo. Tenía miedo, no quería perder a Peter. No podía perderlo. 

Tenía el corazón loco, su mente pensaba lo peor y sus manos temblaban, estaba asustado, estaba sudando de autentico miedo.
¿Qué demonios había pasado? ¿Dónde estaba Peter? 

—¡Jarvis, busca a Peter!

—Buscando…

Tenía escalofríos, ¿en serio todo iba a terminar así?
Quería buscar al malnacido que le hizo eso y..., pero eso sería después, primero tenía que asegurarse que Peter estuviera vivo. De solo pensar el peor escenario se le ponía la piel de gallina.

—Lo tengo —una vez la IA habló, en el casco de Tony le señaló donde estaba.

Estaba bajo una pared muy pesada y habían más escombros encima de ella.
Tony sin que se le escapara un segundo se acercó. 
Tiró la pared muy lejos de su dulce Peter y salió del traje, debía comprobar que estaba bien. Tenía que estarlo. Tenía que. No podía dejarlo.

—¡Peter, mi amor, despierta, soy yo Tony, tu esposo. Peter por favor despierta!...

Tenía la garganta horrible, a duras penas tenía voz, no quería quebrarse.

Peter estaba lleno de sangre, habia una buena cantidad en su rostro y en su cabello castaño, estaba muy golpeado y para su desgracia... ya no respiraba.

—¡No, no, no! —llevó sus manos hasta el cuello de Peter para tratar de sentir aunque sea un pequeño palpitar en su pulso, pero nada, entonces no pudo contener más su amargo llanto—. No, Peter, no mi pequeño, no mi cielo, no mi Peter. No me dejes, no me dejes por favor, Peter, amor de mi vida no te vayas, no podré sin ti. Mi bebé despierta por favor… dime que amas otra vez, por favor... Peter.


El culpable fue un maníaco suicida, un loco que odiaba a Tony por ser tan adinerado y famoso que intentó acabar con su vida, y fue lo que teóricamente pasó. Acabó con la vida del millonario, porque su corazón ya no latía de una manera alegre.

Tony se sentía vacío, no pudo matar siquiera al hombre que le hizo eso, y no pudo despedirse de su esposo.
No tenía nada. Absolutamente nada.
Y pensar tanto tiempo que perdió tratando de alejarlo, y pensar todo lo que tenían por vivir juntos. ¿Por qué no le dijo que lo amaba más veces? ¿Por qué no lo llevó a un restaurante mejor? Seguro estaría vivo. Seguro no estuviera en el funeral de su esposo Peter Stark, recibiendo condolencias de personas que ni siquiera quería ver.
Regresó a casa para llorar, beber y sintirse miserable.



Era de mañana, las flores del jardín brillaban con la atenta ayuda de los rayos del sol. 
Tony estaba en su cama, mirando por la ventana adormilado, se levantó con cuidado, le dolía un poco la espalda y las rodillas. Los ochenta y tres no le sentaban del todo mal, era carismático y amable, aún más con sus nietos. No usaba bastón pero seguro no faltaba mucho para necesitarlo y sus manos temblaban sólo de vez en cuando.

Salió a la sala de estar en donde sus nietos comenzaron a llamarlo para que viera lo que habían hecho, una torre de juguetes que impresionó y emocionó mucho a Tony, felicitó a sus pequeños y regresó a sentarse en su sillón para ver la televisión. 

Se había casado otra vez; pero esta vez con una chica. No sabía que era bisexual hasta que la conoció. Fue instantáneo. En cuestión de tiempo ella resultó embarazada, se casaron y la familia creció muy rápido. Lo demás es historia.

Fue cuando vio a Pepper en el otro sillón y le sonrió. 

—¿Cómo te sientes, amor? —preguntó su esposa, ella era muy amorosa con él, y siempre le gustó eso. Amaba que lo amaran.

—Muy bien —suspiró—. Muy bien.

Morgan se acercó minutos después para llevarle una dona y un café. 
Tony le sonrió amorosamente. Comió, rió y platicó amenamente. Pero era momento de tomar una siesta.

Sin ayuda de nadie (no le gustaba que le ayudaran) regresó a su habitación, pero no podía dormir; estaba pensando en Peter. Otra vez.

Suspiró pesadamente. 

—Sí, ella es mi familia. Muy loco, ¿no? yo teniendo esposa, hijos y nietos —rió, hablaba mirando el techo—. Pensé que era del todo homosexual… y..., oye, eso no quiere decir que no te amé, porque te amo aún, te voy a amar hasta que me vaya de este mundo llevándome este sentimiento conmigo, mi dulce Peter. ¿Sabes? Ella es muy buena, muy amorosa. Todos piensan que ya te olvidé, pero te pienso mucho, y te amo muchísimo más todavía. Lamento no haber podido salvarte la vida, sé que querías esa vida conmigo tanto como yo la quería. Lamento no haber podido decirte que te amaba otra vez, pero en serio lo hago. Quiero decirte que no me arrepiento de nada de lo que vivimos, no me arrepiento de haber estado contigo y espero haber hecho tu estancia aquí más bonita, porque tú lo hiciste con la mía.
Mi nieto Peter es muy educado, deberías verlo, y sí, lo admito, fui yo quien insistió que le pusieran ese nombre —rió— sabes cómo soy —de pronto; comenzó a llorar y se quitó las gafas para ponerlas en su mesa de noche, sacó del cajón su libro y sacó la foto de Peter y él sonriendo muy felices—. Quisiera volver a verte, aunque con estos ojos sería un poco complicado apreciar tu belleza…, me haces mucha falta, daría cualquier cosa porque volvieras a dormir en mi pecho para oler tu cabello mientras me dices que me amas. Pero no te preocupes, mi dulce Peter, en mi corazón estás a salvo de todo y de todos. Por cierto, mi pelo tiene muchísimas canas, apuesto que te encantaría verlo.

Hubiera querido una vida diferente con Peter una en la que cumplieran sus promesas de no dejarse jamás. Un minuto más hubiera sido valioso, incluso un segundo. Pero bueno, a veces nada resulta bien y hay que aceptarlo… hay que seguir adelante.
Pero jamás olvidar lo bueno, porque Tony no lo olvidaría hasta que esté otra vez junto a él.

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