Plenilunio (versión revisada)

By Pattmaguina

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VERSIÓN REVISADA (y con ilustraciones :D) Por un error que escapa de todo pronóstico, Dala encuentra por azar... More

Mensajillo de rigor
1. El portal de la luna llena
2. Una falla porcentual
3. Hielo delgado
4. R5T12
5. Orbe
6. Creador
7. El concurso de las misiones
8. Lluvia de inmundicias
9. Cubos y cubos
10. El macaco del lameculos
11. Respuestas y sonrisas
12. Leyendas
13. El plan trazado
14. Quien eres
15. Casi normal
16. Vínculos
17. Distante
18. Un propósito
19. Universo personal
20. ¿Acaso no es evidente?
21. Desplantes
22. Algo insultante
23. Su nombre
24. La convocatoria cerrada
25. La consigna de los elegidos
26. Tardes de instrucción
27. Una orden cruel
28. La voz detrás del umbral
29. Necedad
30. Amonestación
31. Separaciones
33. Un pasado ensombrecido
34. Misión especial
35. La pieza clave
36. Refugio bajo la lluvia
37. Interrogatorio
38. Contradicciones
39. Mensaje susurrante
40. Promesa
41. Bajo la luz eterna
42. Sin importar el desenlace
43. Acuerdo inusitado
44. Represalias
45. Sin precedentes
46. Debacle
47. Que así sea
48. Colosos
49. La nueva encomienda
50. Devenires
51. Epílogo: Cada latido
Escenas post-créditos

32. Contratiempos

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By Pattmaguina

Tal vez debí haberme dado cuenta del patrón. Hasta ese momento todas mis misiones nunca habían salido tal cual las habíamos previsto, siempre surgía algo fortuito. Y, por supuesto, mi última misión como miembro de R5T12 no iba a ser la excepción.

Al emerger del callejón oscuro donde habíamos aparecido, nos encontramos directamente en una avenida de las calles de Ciaze, la capital del reino. Fue como aterrizar de repente en una feria populosa y mágica. Era la primera vez que me encontraba en el ambiente metropolitano de la ciudad. Los edificios altos y curvos rodeándonos, la gente circulando, ocupada en sus propios asuntos, todos ataviados de estos ropajes extraños y coloridos. Era como si nos encontráramos en pleno día debido a la potente iluminación blanca de las calles y los puestos de negocios abiertos... Tal vez lo era para ellos, pues no había distinción entre día y noche, tal vez habíamos llegado en el momento que correspondía a lo que sería la actividad diurna.

Me sorprendí al notar que, a pesar de que la avenida era ancha y espaciosa, no había ningún transporte circulando, era solo para uso peatonal... Lo cual era algo bastante lógico. Me habían instruido que, a pesar de que también contaban con medios de transporte convencionales, los antiguos se trasladaban mayormente mediante portales, como los que generaba Ovack con la tableta. Los portales de conducción. Tecnología de la Noche Eterna que, la verdad, sería bastante conveniente usar en la vida diaria...

—No se separen. —La indicación de Ovack me regresó al momento presente.

Por un instante no lo reconocí, y tuve que contener una risa. Su simulador facial había generado el rostro de un muchacho de cara más alargada y pecas, y lo había vuelto rubio, aunque su voz y su expresión impertérrita seguían siendo las mismas. El mejor CGI que había visto en mi vida. Mis demás compañeros de división lucían también muy diferentes. Y Aluz se veía algo amenazador por la repentina cicatriz que atravesaba como un tajo toda su cara.

Luego de ponernos de acuerdo en la ruta a seguir al contemplar el mapa del distrito en el que nos encontrábamos mediante nuestros brazaletes inteligentes, nos pusimos en marcha. La misión era, en esencia, muy simple. Debíamos encontrar a alguien al que se le conocía como Lonrio, el cojo. Un contacto que Orbe tenía en la Noche Eterna.

El asunto era que este Lonrio, el cojo, era un tanto... escurridizo. Por el giro de negocio de Orbe, no era difícil deducir que este sujeto no tenía un trabajo legal. Era un vendedor de información. Y teníamos cinco horas para encontrarlo, adquirir algo de él, y regresar al punto donde se materializaría el portal.

Ovack y Aluz, que eran los que habían seguido el curso de sisem de Orbe (esa era la versión oficial), fueron los que se encargaron de realizar las indagaciones. Y la verdad, no presté mucha atención a estas porque no entendía ni una palabra. Estaba más interesada en Ciaze.

Podía vislumbrar a lo lejos los eternos territorios que levitaban sobre la ciudad. Pero verlos desde la inmersión de las calles se sentía distinto. Había gente caminando a mi costado. Adultos, niños. Por allí había un creador realizando malabares como mimo de la calle que hace su espectáculo callejero para conseguir unas monedas. Por allá, un grupo de amigos creaba su propio portal para marcharse a quién sabía dónde. Por más allá, se reproducía un holograma tridimensional como una esfera resplandeciente que se proyectaba en medio de la calle, con una locutora anunciando las noticias recientes...

Todas mis misiones versaban sobre los antiguos y la Noche Eterna, pero no fue sino hasta ese momento que de repente todos ellos se me antojaron como gente real, de carne y hueso. Que tenían vidas normales como yo. Una normalidad particular. Por un instante, me sentí afortunada de compartir este entorno mágico con mis amigos, pero también me asedió un sentimiento de tristeza, pues esta sería la primera y única vez que recorrería las calles de este mundo junto con mis compañeros. Sabía que lo principal era cumplir la misión, sin embargo, no podía evitar deslumbrarme un poco por este lugar. Era increíble que existiera una sociedad así. Tan...

¿...Lúgubre? A medida que habíamos avanzado, nos habíamos internado en un entorno menos iluminado, menos comercial y más agreste y sombrío. Cuando me di cuenta, el ambiente de modernidad y ensueño que me había rodeado se había convertido en construcciones ennegrecidas y descuajeringadas, en individuos de miradas desconfiadas.

Bueno, era una ciudad, después de todo. Y toda ciudad tiene sus partes feas. Tal vez no debí sorprenderme que las pesquisas de Ovack y Aluz nos trajeran hasta aquí. ¿En dónde más creía que iba a rondar este sujeto?

Resultó que Lonrio no fue tan difícil de encontrar. O más bien, habíamos tenido suerte porque se encontraba en la zona. Tal vez su apelativo debía ser «el gordo», porque era lo primero que se notaba. Se trataba de un tipo obeso y calvo, excepto por las matas de pelo negro de sus sienes. Y lo llamaban cojo porque una de sus piernas era metálica, una tosca creación suya que cumplía su propósito. Me hizo recordar mucho a la mano robótica de Luke Skywalker. Por fortuna, como había trabajado antes con Orbe, resultó ser bastante colaborativo... Por así decirlo.

Ovack y Aluz cerraron la transacción. El pago fue mediante, lo que para nosotros sería una transferencia bancaria... Pero no hubo tarjeta de crédito, sino un intercambio de una proyección holográfica del monto entre una especie de disco que cargaba Ovack, con uno similar que portaba el sujeto.

En fin. El gordo, que estaba parapetado en un asiento rodeado de chucherías que parecían cibernéticas activó una gran pantalla holográfica en frente de nosotros. Y permitió que Sétian y Ulina la manipularan para descargar la información que requerían de ella. La cual se trataba de planos... Planos urbanísticos actualizados de ciertas partes del reino. Y también de un lugar en especial.

Los croquis se desplegaron en una proyección tridimensional, y luego se encogieron y se introdujeron en un cubito plateado del tamaño de un dado. Lo que, asumí, debía tratarse de una especie de USB.

Y eso fue todo. O más bien, hubiera sido todo. Realmente, hubiera sido como Ovack había dicho, una misión sin peligrosidad pero con una paga bastante apetitosa. De no ser por los benditos imprevistos.

—¿No se sienten observados? —murmuró Sétian, mientras regresábamos por el mismo camino por el que habíamos llegado. Y era precisamente lo que yo estaba pensando—. ¿Cómo se dice en sisem «Soy más pobre que tú»?

De entre los recovecos de las callejas y los recodos de edificios destartalados me pareció percibir siluetas asomándose, hostigándonos con la mirada como si destacáramos de alguna manera... De hecho, tuve la impresión de que nos habían estado siguiendo.

Era bastante irónico que ladrones antiguos quisieran robarnos a nosotros. O más que irónico. Justicia poética.

Sobrevino un misterioso segundo de silencio antes de que de repente alguien cortara esa tensión con un grito. De pronto, varias sombras emergieron de todas partes al mismo tiempo se abalanzaron sobre nosotros. Fue tan rápido que apenas pude registrar lo que estaba sucediendo. Solo pude identificar vociferaciones en sisem, forcejeo y... brillos de navaja.

Sétian se tiró estratégicamente al suelo, se hizo bolita y se quedó allí. Por el rabillo del ojo vi que alguien se abalanzaba sobre Ulina, pero Aluz ejecutó... algo ninja y karateca a su atacante, y de pronto este estaba tendido como un trapo. De repente había golpes. De repente, había creaciones negras de Ovack repeliendo a esos asaltantes, conjuntamente con creaciones mías.

Fue interesante percatarme que mi sentido de defensa había chispeado de manera tan natural que ni siquiera lo había advertido. Sin embargo, desde mi perspectiva solo había estado saltando como una pulga a la primera aproximación y repartiendo balas de cañón de diferentes formas a todo el que se atreviera a acercarse.

La buena noticia fue que los maleantes emprendieron la retirada. Algunos incluso cojeando. La mala fue que nuestro USB se había roto en todo ese forcejeo. Y allí fue que toda la misión tuvo que replantearse.

—Eso no fue un intento de asalto. —Nos tradujo Ovack—. Fue un ajuste de cuentas.

Lonrio, se reía detrás de él. Una risa estridente que hacía temblar toda su panza circular. Luego de explicarle lo que acababa de suceder, el gordo realizó una búsqueda en su ordenador tactil y luego en frente de nosotros se proyectó holográficamente el rostro de Aluz. O más bien, el rostro con cicatriz que Aluz estaba usando en ese momento. Alguien que estaba siendo perseguido por enlistar incontables deudas a incontables acreedores.

Otra mala noticia, era que el simulador facial de Aluz se había dañado y reproducía intermitentemente el rostro falso sobre el suyo. Ulina le pidió que se quitara el pendiente porque era algo que mareaba al verlo.

—¡Maldito, Orbe! Si quiere revisa a quiénes les pertenecen estas identidades antes de dárnoslas —comentó Sétian.

—Pero ahora, ¿qué hacemos? ¿Puede volver a darnos la información? —inquirió Ulina.

No podíamos regresar sin el bendito USB, eso sería como no cumplir la misión. Bueno, en realidad sí podíamos. Pero Orbe no nos pagaría ni un centavo, ni siquiera por la molestia. Y además, eso afectaría el historial de la división con la mancha de un fracaso.

El gordo Lonrio dijo algo. Ovack y Aluz respondieron. El otro negó. Ovack repuso algo. El otro negó. Aluz dijo algo, y el gordo volvió a negar.

«¿Qué haces? Amenázalo de muerte de una vez», pensé. Eso estaba esperando que hiciera Ovack. Era una de sus estrategias cuando se quedaba sin opciones, yo lo sabía bastante bien porque la había aplicado conmigo cuando nos conocimos. Pero entendí entonces que este era un contacto de Orbe. En cierta forma, era intocable para él. Así los escuchamos transar civilizadamente en este idioma de sierpes, hasta que al final parecieron llegar a un acuerdo.

Entonces, Ovack y Aluz nos explicaron la situación. Nuestra compra anterior no incluía garantía, por supuesto. No nos quedaba suficiente dinero y obviamente, el gordo no iba a darnos nada por un pago parcial y mucho menos gratis. Pero sí estaba dispuesto a hacer un intercambio. Él quería algo bastante particular.

—¿Qué? ¡Está loco! —opinó Sétian, con una leve nota exasperada—. Eso equivale a otra misión, ¿también habrá doble paga?

—¿Quién vende eso? —apuntó Ulina—. No conocemos vendedores.

—No tenemos mucho dinero —siguió Sétian—. ¿Cómo vamos a conseguir eso en cuatro... tres horas?

—Ustedes no lo harán —dijo Ovack, con tranquilidad—. Lo haré yo.

Sétian y Ulina callaron al momento en un silencio bastante conforme. No hubo el mínimo esfuerzo de interrogatorio ante cómo iba a lograr Ovack eso que tenía los inconvenientes que habían mencionado. Lo que me dejó a entender que más que falta de curiosidad, simplemente no querían saberlo. Tal vez porque intuían que el asunto iba a ser turbio. Y eso, al parecer fue algo que solo inquietó a Aluz.

—No puedes ir solo —replicó—. Yo puedo...

—Tus habilidades me serán inútiles en esto —lo interrumpió el otro—. Además no puedes andar con un simulador defectuoso. Prefiero que se encarguen en repararlo. No es conveniente que agreguemos eso en el informe.

Como siempre, tenía razón. Aluz titubeó. Daba la impresión que su hijo bebé le acabara de anunciar que se marcharía solito a la tercera guerra mundial. Nunca me había detenido mucho a observarlo, pero ahora que lo hacía, me daba cuenta que él se preocupaba mucho por el bienestar de Ovack. Y siendo así, esperé entonces que lo dijera, y lo hizo.

—Entonces ve con Dala al menos.

—Yo, con gusto —convine rápidamente. Tal vez un poco demasiado rápidamente.

Los ojos de Ovack (en ese momento, azules debido a la ilusión del simulador) viraron lentamente a mí, y los entornó en dos líneas delgadas como si recelara. Y bueno, debía admitir que razones no le faltaban; no había misión en donde no me hubiera puesto original. Y él había sido bastante enfático sobre eso en nuestra última discusión. Pero aun así, compuse la expresión más inocente posible... Y más colaborativa también... Quise componer varias cosas, pero no estuve muy segura del resultado.

—De acuerdo —dijo él.

Aquello me sorprendió, pues supuse que pondría más pegas. Pero yo quería cooperar en todas mis posibilidades en esta misión. Además, tenía curiosidad por lo que tenía en mente... Y también, había algo más.

La verdad, la idea de que solo él y yo íbamos a embarcarnos en una pequeña aventura me estaba emocionando. Como si, por encima del peligro, del tiempo límite y de las circunstancias adversas, esto pudiera ser divertido solo porque lo estaba haciendo con él. Y esta iba a ser la última. La última misión en la que estuviéramos juntos.

Sonaba estúpido, sin embargo, era una liberalidad que yo me permitía sentir. Y, tal vez no era tan ridícula. Pues me di cuenta luego que él también se sentía igual.

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