Miraba con atención el lápiz entre mis dedos, moviéndolo de un lado a otro mientras escuchaba la voz del profesor de fondo.
No pensaba en nada en particular, pero ese pedazo de madera me parecía mil veces más interesante que el discurso que estaba soltando por la boca aquel señor de 60 años.
Suspiré pesadamente.
A penas hacía unas horas que las clases habían empezado, lo que significaba que aún me quedaba más de la mitad del día para salir de aquel infierno.
No era mala estudiante, aunque mis notas tampoco eran nada del otro mundo. Y por supuesto, había asignaturas en especial que odiaba más que otras, y una de ellas era la que impartía el hombre situado en frente de la pizarra.
Miré la hora de nuevo, sólo habían pasado 3 minutos desde la última vez que me había fijado.
Bufé exasperada.
—Señorita _____, si no le interesa mi clase puede irse. –sugirió el profesor mirándome por encima de las gafas que caían sobre su nariz.
Contuve las ganas de levantarme de la silla y salir corriendo.
¿Cómo pueden hacer una oferta tan tentadora si luego hay consecuencias?
Suspiré, negando con la cabeza, no me salía rentable arriesgarme.
El hombre me dio una última mirada y volvió a su interminable charla.
Una vibración captó mi atención, tenía una nueva notificación. Con cuidado de no ser vista, cogí el móvil y lo desbloqueé.
*Sasha patata*
Sé que es insufrible, pero intenta que no se te note tanto por dios JAJAJAJAJA
*____*
Créeme, hago mi mejor esfuerzo :')
Miré hacia su pupitre y encontré sus ojos puestos en mí. Sonreímos compadeciéndonos.
Consideraba a Sasha mi mejor amiga, y sin duda podía decir que una de las cosas buenas que tenía el instituto es que iba con ella a clase.
Y la otra cosa, era cierto pelinegro que me volvía loca, pero que por desgracia iba a otra aula.
Mordí mi labio incoscientemente, tecleando la pantalla del móvil.
*____*
¿Estás en clase?
*Enano gruñón♡*
¿Dónde si no?
*____*
Fumando con Eren y demás(?) <.<
*Enano gruñón♡*
Bueno... no es el caso. ¿Estás bien? ¿Ha pasado algo?
*____*
Todo está bien, no te preocupess.
Salte de clase un ratooo :)
Escuché un carraspeo y recé para que el profesor no me hubiera pillado. Poco a poco levanté la mirada y solté el aire que había estado conteniendo al ver que seguía a lo suyo. Enseguida regresé la vista al móvil.
*Enano gruñón♡*
¿Tanto me echas de menos, nena?
*____*
Cállate y hazlo.
Guardé el teléfono, y disimulé durante unos segundos observando al profesor mientras lo escuchaba.
Fijo que era la primera vez que le prestaba tanta atención.
Levanté el brazo, esperando a que me diera el permiso para hablar.
—¿Sí, señorita ____? –me miró con cierta molestia por haber interrumpido su explicación.
—¿Puedo ir al baño? Necesito cambiarme el tampón, ya sabe, las cosas que suceden en el cuerpo femen...–me interrumpió antes de poder terminar.
Vaya por dios, yo tenía que estar escuchándole durante 55 minutos y él no era capaz de escucharme a mí ni 10 segundos.
—Sí, sí. Como sea, puede ir. –dijo, volviendo a lo suyo.
De la mochila saqué un tampón que no usaría, y lo guardé en el sujetador ya que la falda no tenía bolsillos; parte mala del uniforme.
Salí con tranquilidad del aula aunque en el fondo me moría de ganas por echar a correr y huir de allí.
A paso rápido me dirigí hacia el final del pasillo, giré seguidamente a la izquierda y me topé con la persona que me quitaba el sueño.
Estaba recargado en la pared, con algunos botones de la camisa sin atar.
Las mariposas en mi estómago comenzaron a revolotear en el momento en que nuestras miradas se encontraron. Y es que aun llevando un tiempo de relación, me resultaba imposible no ilusionarme cada vez que lo veía. Así de encoñada estaba.
—Has tardado. –dijo con su típica expresión seria pero con un brillo característico en los ojos.
—Lo siento, tenía que hacerlo bien. –me excusé dejando un suave beso sobre sus labios.
Levi me cogió la mano, entrelazando nuestros dedos y apresuradamente nos dirigimos al cuarto de limpieza, con cuidado de que nadie nos viera.
Cerró la puerta al entrar y le abracé, aspirando el olor de su colonia. Me rodeó con sus brazos, atrayéndome más a él y quedando completamente pegados.
Me separé levemente y mordí el lóbulo de su oreja para luego bajar a su cuello y besarlo, lamiendo su piel.
Un gruñido brotó de su garganta.
—Joder... ¿Aquí?
—Aquí no lo hemos hecho.
–mordisqueé el lóbulo de su oreja de nuevo– ¿Vas a negarte? –provoqué haciendo un puchero con mis labios mientras desabrochaba su camisa.
—Eso nunca. –respondió besándome con posesión.
Su boca reclamó la mía, y su lengua era tan demandante como él.
Sus manos viajaban por todo mi cuerpo y yo me deshacía en su toque.
—¿Qué narices llevas ahí? –interrogó extrañado al tocar mis pechos sobre mi camisa a medio desabrochar.
—Oh, espera, el tampón. –reí suavemente y lo quité, dejándolo caer al suelo.
—¿La excusa de la regla? –mordió mi labio inferior.
—Ajá –jadée con suavidad y volvió a unir nuestros labios.
Tiró del sujetador, sacando mis pechos por encima de éste.
Bajó la cabeza, tirando del pezón y chupándolo, dejándolo totalmente sensible. Posé la mirada en él y lo vi rodeando con la lengua dicho pezón, dejándome sin aire. Repitió la misma acción con el otro pecho.
Su boca sobre mi busto se sentía tan bien que podía ser capaz de correrme sólo con eso.
Levantó la cabeza y le agarré con fuerza de la camisa, besándole. Andamos con torpeza hasta que mi espalda chocó contra la pared.
Enredé las manos en sus mechones negros y las yemas de sus dedos recorrieron lentamente el límite de la piel que cubría mi falda. Iba a pedirle más cuando metió las manos por debajo de ésta, amasando mi trasero y seguidamente colándose por mi ropa interior.
Suspiré complacida al notar dos de sus dedos entre mis pliegues.
—Mh, ya estás tan mojada... –dijo con voz grave sobre mi boca.
Introdujo dos de sus dedos en mi interior mientras estimulaba mi clítoris con su pulgar y gimoteé abatida por la sensación, el vaivén creado por sus movimientos me tenía extasiada.
Lamí su cuello, recreándome en él. Toqué su torso con las manos, descendiendo lentamente por sus abdominales, llegando al borde del pantalón.
Gruñó y su piel se erizó cuando agarré su cinturón y lo atraje hacia a mí, dándole a entender lo que quería.
Llevé la mano a su entrepierna y acaricié su pene endurecido por encima de la ropa, para luego desatar el cinturón y desabrochar el pantalón, bajando la cremallera.
Presioné de nuevo su erección por encima de la tela del bóxer, la cual sobresalía levemente por su tamaño. Movía la mano despacio, demorándome y haciéndole rechistar por la desesperación.
Finalmente bajé la tela del bóxer, liberándolo.
Lo masajeé de arriba a abajo, ejerciendo una ligera presión para luego concentrarme en el glande, haciéndole maldecir.
Al poco tiempo de masturbarnos simultáneamente, me agarró de las nalgas, apurándome a impulsarme y colocar las piernas en su cintura mientras él me sujetaba con fuerza ayudándose por la pared.
—Nena, esto va a ser rápido, no podemos tardar... –murmuró con cierto fastidio en su voz.
Asentí siendo consciente de la situación.
Introdujo su miembro y mis ojos quedaron prácticamente en blanco. Su tamaño siempre era difícil de asimilar, pero se sentía increíblemente bien.
Jadeamos al unísono cuando estuvo completamente adentro.
—Maldita sea, me estás engullendo. –su cabeza cayó sobre mi hombro e hincó los dientes en él.
—L-levi, muévete por dios. –supliqué con necesidad mientras clavaba las uñas en su espalda por encima de la molesta camisa a medio quitar.
Empezó un fuerte ritmo que sacudió mi cuerpo.
Moví mis caderas, recibiéndolo cada vez que se enterraba por completo en mí, maldiciendo por lo bajo.
El ruido de su cuerpo chocando conontra el mío mezclado con el olor de nuestro deseo que impregnaba el ambiente, volvió la situación completamente excitante.
Lloriqueé y mis piernas lo rodearon con más fuerza. Gruñó apretando los dedos, marcándolos alrededor de mis muslos y sus embestidas se incrementaron en un compás desenfrenado.
Juntó nuestras bocas, ahogando los gemidos de placer que emergían de nuestras gargantas cuando mis músculos se contrajeron en espasmos alrededor de su miembro, el cual noté completamente rígido descargándose en mi interior.
Respiramos agitados, sintiéndonos sin fuerzas. Con suavidad me dejó en el suelo, aun sujetándome de las caderas por mis piernas temblorosas, como si toda la energía hubiera abandonado mi cuerpo de repente.
—Ha sido la hostia. –suspiré aliviada dándole un pequeño beso.
—Tch. –dio una sonrisa ladina mientras negaba con la cabeza.
En menos de un segundo lo rodeé con mis brazos de nuevo y cerré los ojos, disfrutando de la sensación.
—Oh, y sí... te echaba de menos. –admití sonriendo.
—Y yo a ti, pequeña. –suspiró el pelinegro con una sonrisa besando mi cabeza.
Aún sin haber terminado de arreglar nuestra ropa, el sonido de la puerta nos tensó a ambos.
—¿Qué está pasando aquí? –dijo mi profesor cuando él y el conserje aparecieron– ¿No iba usted al baño, señorita ____? –se cruzó de brazos.
—Así es, si iba en camino. –me encogí de hombros y sonreí inocentemente, cogiendo el tampón del suelo, mostrándolo.
Levi me dio una pequeña sonrisa divertida. El profesor arqueó una ceja, y el conserje entrecerró los ojos analizándonos al pelinegro y a mí.
Ups.
***
Finalmente, ese pequeño "incidente" en el instituto provocó que nos expulsaran durante dos semanas y que nos abrieran el expediente.
Y por si os preguntáis si mereció la pena, os lo digo: mereció la pena cada segundo.
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La cosa es, ¿cómo no merecería la pena algo así si es con Levi? 😩😁🙇🏽♀️🤍