El Chico Del Piano ©

By KayLussh

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Morgan es un chico amante del piano, junto con las melodías que éste compone. Por desgracia, después de la mu... More

• P R Ó L O G O •
• Capítulo 1 •
• Capítulo 2 •
• Capítulo 3 •
• Capítulo 4 •
• Capítulo 5 •
• Capítulo 6 • ☆
• Capítulo 7 •
• Capítulo 8 • ☆
• Capítulo 9 • ☆
• Capítulo 10 • ☆
• Capítulo 11 • ☆
• Capítulo 12 • ☆
• Capítulo 13 • ☆
• Capítulo 14 • ☆
• Capítulo 15 • ☆
• Capitulo 16 • ☆
• Capítulo 17 •
• Capítulo 18 •
• Capítulo 19 •
• Capítulo 21 •
• Capítulo 22 •
• Capítulo 23 • [1]
• Capítulo 23 • [2]
• Capítulo 24 •
• Capítulo 25 •
• Capítulo 26 •
• Capítulo 27 •
• Capítulo 28 •
• Capítulo 29 •
• Capítulo 30 •
• Capítulo 31 •
• Capítulo 32 •
• Capítulo 33 • [1]
• Capítulo 33 • [2]
• Capítulo 34 •
• Capítulo 35 •
• Capítulo 36 •
• Capítulo 37 •
• Capítulo 38 •
• Capítulo 39 •
• Capítulo 40 •
• E P Í L O G O •
Agradecimientos

• Capítulo 20 •

47 6 1
By KayLussh

***

Perdón por el tardarme tanto en subir un solo capítulo unu 

No m maten, grax 

Por cierto, el gif me pareció bastante lindo :'3 

Ahora sí, disfruten 

***


Halifax, Canadá

19:01 PM

ACTUALIDAD

Diane Lassarre

—Eres Diane, ¿no es así?

—Esa soy yo —respondo.

Suspira antes de volver a hablar.

—Temía no encontrarte aquí. Te vi con Morgan y creí que seria bueno hablar contigo.

—¿Por qué seria bueno hablar conmigo? —pregunto—. Sinceramente, no sé nada sobre el tema así que no tengo argumentos sobre la conversación de Morgan y usted —opino.

—Supongo que llegará el momento en el que Morgan te lo cuente.

Pone sus manos sobre sus bolsillos de su traje negro que anteriormente llevaba puesto.

Sinceramente, no sé lo que haya ocurrido entre él y Morgan, pero supongo que debe ser una causa terrible ya que nunca había visto a Morgan actuar de esa forma.

—Sólo quiero recuperarlo —musita—. Pero sé que hay muy pocas posibilidades, tal vez una en un millón.

—¿Por qué estoy involucrada en esto?

—Sé identificar a las personas con buenas intenciones, y tú eres una de ellas. Vi la emoción en tu rostro al hablar con Morgan mientras caminabas con él. De algo que estoy profundamente seguro, es que no quieres hacerle daño. Eres una buena influencia para él.

Admito que me quede atónita.

Literalmente, nunca pasó por mi cabeza el hecho de que el padre de Morgan tuviera todas esas suposiciones sobre mí. ¿Es posible tener todas esas creencias sobre uno con tan solo ver su comportamiento? Porque el señor que esta frente a mi cree que la respuesta es .

Aunque yo también creí en eso al principio.

—En algo tiene razón, no quiero hacerle daño. Es uno de los mejores chicos que he conocido, siendo sincera —confieso.

—¿Puedo hacerte una pregunta?

—La estas haciendo.

Bajó la mirada mientras trataba de acercarse a mí, supongo que para tomar confianza y, por esta vez, no di un paso atrás. Decidí no moverme de mi lugar debido a que confié en él.

Sí, demasiado temprano, Diane.

—¿Cómo lo conociste? —pregunta.

Suspiro mientras trato de recuperar la compostura.

Bueno, no, estoy buscando una posición cómoda en la cual no tenga que poner toda mi fuerza en un solo pie.

—Lo conocí en este mismo restaurante —señalo a un lado de mí—. Digamos que... nuestra forma de conocernos no fue muy común. Podemos llamar una "casualidad" o no sé. Me encontraba cenando con mi familia y me sentía incomoda así que durante el transcurso de mi camino lo escuché tocar el piano. Siendo sincera, sus melodías son increíbles y fue lo principal que me llamó la atención de él.

Él sonríe.

—Mi hijo tiene un talento que heredó de su madre. A Morgan siempre le llamó la atención las melodías de ella, siempre trataba de encontrar el toque que ella les ponía. Y, a decir verdad, aun no sé cuál es ese toque —ríe—. Tuve el privilegio de escucharlos; sin embargo, desaproveché ese privilegio demasiado rápido.

Aun conservaba su mirada baja mientras yo escuchaba atentamente sus palabras.

Siendo sincera, me hubiera encantado que mis padres hablaran así de mí. Lamentablemente, mis padres tienen otro concepto de mí cuando les hablan a otras personas sobre mí. A la vista de ellos soy la definición de "perfecta" debido a que siempre me he comportado bien con ellos, siempre he mostrado una sonrisa a su lado dando a entender que no tengo preocupaciones de mi alrededor, siempre he sacado buenas notas y siempre me he mantenido con una actitud positiva cuando estoy con ellos.

Pero, estoy 100% segura de que no soy la definición de una palabra cuya existencia no existe.

A pesar de que con ellos me he mantenido con una sonrisa en mi rostro, el mensaje detrás de esa sonrisa es "no estoy bien, necesito tiempo."

Las buenas calificaciones las he obtenido gracias a mis amigos que se han preocupado por mí. Algunos trabajos me causan estrés a tal punto de que algunas lágrimas caen lentamente por mis mejillas, mi manga por lo regular queda mojada después de limpiarlas una gran cantidad de veces. El encerrarme en mi habitación no significa que esté haciendo algo productivo como ordenar mi cuarto, estudiar en no épocas de exámenes o aprender algo nuevo; simplemente estoy en un rincón tratando de encontrar una razón para dejar de arrinconarme en mi habitación mientras mis pestañas se hacen más grandes debido a las lágrimas.

No quise preocuparlos debido a que esto empezó a suceder desde la muerte de Aiden. Ya estaban destrozados con aquel suceso y, por lo tanto, quise que mis problemas fueran solo míos durante el resto de los años.

Exhalo.

—Me hubiera encantado que mi padre hablara así de mí —sonrió—. Por desgracia, gracias a su trabajo tienen que mantener una imagen admirable de cada uno de los miembros de la familia —miento.

Obviamente no le voy a decir mis problemas a alguien que acabo de conocer. Podría ayudarme, pero prefiero mantenerlos ocultos por un tiempo.

—Las personas que no muestran su talento es porque tienen una mejor capacidad para ello. Estoy seguro de que tienes muchos talentos ocultos —sonríe.

Pues me urge encontrarlos.

Ya sé cual va a hacer mi próxima búsqueda de Google.

—De todas formas, quería hablar contigo debido a que quería tener a alguien que estuviera en contacto con Morgan. Estoy seguro de que en estos momentos no quiere ni verme y necesito saber si está bien. ¿Crees que pueda...?

—¡Oh! Sí, claro. ¿Quieres mi número o...?

—Tu número seria genial.

—Perfecto —esbozo una sonrisa.

Tuve que dictarle mi número. Después de eso solo me dio las gracias y se marchó. Yo, por el contrario, fui a hacer lo que en un principio venia a hacer; a recoger las cosas de Chloe.

Entré por la puerta secreta y zarpé rumbo arriba o rumbo a donde se encontraba Chloe porque sinceramente no tenia ni idea de donde se encontraba.

Agradecí encontrarla en el almacén. Tenia las manos en la cintura mientras su cabeza estaba mirando los ingredientes de la parte superior del estante del fondo.

Para no asustarla—porque sé lo que se siente cuando te interrumpen mientras estas en tu mundo—decidí tocar la puerta.

Afortunadamente me escuchó y volteo a mirarme para sonreír y hacerme un gesto con su cabeza diciendo "entra".

—Creí que eras Morgan —murmura mientras vuelve a mirar el estante.

—Si... bueno, él está ocupado con unas cosas y no pudo venir así que con amabilidad me pidió recogiera las cosas.

—Aun no ha ordenado las cosas que le mandé, ¿cierto?

¿Qué come que adivina?

—Eh... algo así.

Chloe bufa a la vez que agarra un ingrediente del estante. Para ser exactos, una salsa de tomate.

—¿Harán pizzas? —pregunto sarcásticamente.

—No, me la voy a llevar.

Camina al otro lado de la habitación para dejar la salsa de tomate en una las cajas que se encontraba encima de un taburete.

—¿Por qué necesitarías una salsa de tomate? —pregunto.

—Porque alguien intentó hacer pizza y falló en el intento, pero no te voy a decir quien soy —responde mientras se desplaza de un lado a otro—. Ventajas de trabajar en un restaurante.

—¿No se van a dar cuenta?

—No, nadie cuenta los ingredientes. Eso le decimos al jefe, pero en realidad nunca los contamos.

Ah.

Joder, yo siempre pensé que tenían contados todos los ingredientes.

—¡Listo! Es todo, linda —habla mientras me da la caja—. A decir verdad, estoy muy emocionada por lo de Morgan.

—Lo creo.

—Él siempre ha tenido un gran talento y lo está desaprovechando aquí en este restaurante, literal nadie lo escucha, solo las personas que vienen al almacén. Y, me contó que le gustaría que las demás personas lo escucharan, escucharan lo que él compuso. Estoy segura de lo que trata de decirme es que quiere estar en un escenario, repleto de personas escuchando su música y, que al finalizar los oídos de las personas queden bendecidos por escuchar sus hermosas melodías.

—No lo iba a lograr si se quedaba aquí —murmuro.

—Exacto. Así que decidí hacerlo yo. Sé que mi casa no es el mejor lugar para empezar, pero por lo menos estoy confiada de que más personas lo escucharan.

—¿Crees que funcione?

—Sólo confió en mi intuición, corazón —sonríe—. Ahora, ve con Morgan y dale más trabajo.

Y, dicho eso, me marché rumbo a casa de Chloe.

Para darle más trabajo a Morgan, ujuju.

El camino aburrido mientras mi mente piensa cosas estúpidas que puede crear en un microsegundo, ha regresado nuevamente.

***

Nuevamente estaba subiendo las escaleras—las millones de escaleras—para poder subir al departamento de Chloe.

¿Me matarían sabiendo que no me acuerdo en que piso estaba el departamento de Chloe? Porque literal, no recuerdo si estaba en el tercer o cuarto piso.

Me perdí.

Aunque no lo crean en el cuarto piso hay miles de puertas y, desafortunadamente esas puertas no tienen el nombre del dueño. ¡Todas son iguales! ¿Cómo voy a saber cual es el departamento de Chloe si todas las malditas puertas son iguales? Lo único que cambia es el número del apartamento.

Tuve que enviarle un mensaje a Morgan para que me diera el numero del piso y para que él estuviera en el marco de la puerta para poder ubicarlo.

Y el maldito departamento estaba en el tercer piso, al fondo del pasillo; de hecho, era la ultima puerta del pasillo del fondo.

Ahí estaba Morgan, tratando de no reírse de mi estupidez. Sé que quería reírse, lo sabía porque sus hoyuelos de sus mejillas se marcaban algunas veces mientras me acercaba.

—No puedo creer que te hayas perdido —habla tratando de aguantar la risa.

—¿Si ubicas que no hay números que indican qué piso es? Estaba empezando a dudar si el cuarto piso era el quinto —exclamo—. Además, ¡todas las malditas puertas son iguales! ¿No pueden tener, aunque sea un jodido accesorio para diferenciarlas?

—Supongo que el que construyó el edificio le dio pereza realizar un diseño para cada puerta —ríe—. Anda, entra ahora antes de que la abuelita asesina te vea.

Me cedió el paso dejando libre la entrada. Yo, en obvias razones, entré.

—Olvídalo, también se acaba de equivocar de piso, va para arriba —escucho a Morgan tras mis espaldas.

Bueno, me alegra saber que no soy la única que se equivoca de pisos.

Escucho el chirrido de la puerta cerrarse por completo estando en medio del salón principal. Morgan aparece a mi lado en cuestión de segundos.

—Te ayudo con la caja —sugiere mientras agarra la caja por la parte inferior.

Con la caja en brazos, camina hacia la antigua habitación en la que estábamos antes. Esta vez, las cosas en las mesas auxiliares estaban adecuadamente ordenadas; también había por lo menos dos cosas sobre las mesas de noche que se encontraban en la habitación.

Y, había algo que me llamó la atención. Un retrato que no había notado y, que supongo que fue puesto mientras yo no estaba.

Era una fotografía de Chloe y Morgan. Y no era el chico de ahora, era el pequeño Morgan quien estaba al lado de Chloe.

Por lo que puedo observar se encontraban en el Faro Peggy's Cove.

Porque a un lado de la foto ponía el lugar donde se encontraban, duh.

Es uno de los faros más famoso entre turísticos de Halifax. Puedes observar la gran bahía junto con sus hermosos atardeceres que hacen un paisaje de ensueño. Nunca he podido asistir, ni muchos menos he podido ver los atardeceres del que todas las personas hablan, tampoco he escuchado los sonidos de las olas y las gaviotas que te llevan a un estado de tranquilidad y de paz.

—Fue una de las experiencias más maravillosas que he vivido —murmura Morgan tras mis espaldas, sacándome de mi mundo.

—Desgraciadamente, nunca he ido.

—Joder, que es una de las mejores sensaciones —revela entusiasmado—. Al momento de ver los atardeceres te sientes vivo y, por un momento das gracias de que estas vivo presenciando la maravillosa obra de arte que estas viendo. Mezcla eso con el increíble olor, el calor y el aire maquillando tu cara y cada una de tus facciones. Es simplemente perfecto.

La sinceridad y entusiasmo de sus palabras hace que sienta un poco de celos.

Aunque no lo crean, yo también quiero vivir esa sensación algún momento de mi vida. No importa si es dentro de 80 años, sólo quiero sentirla. Quiero sentirme viva por un segundo, sabiendo mi propósito de la vida.

—Me encantaría vivir eso —sonrió.

—Lo vivirás, Diane —me devuelve la sonrisa.

Estaba detrás de mí. Mi rostro se encontraba a la altura de su barbilla. Parece que no lo notó en ningún momento hasta que me gire para observarlo. Estaba demasiado cerca, y no se había percatado de aquello.

Sólo duramos aproximadamente un minuto observándonos, hasta que Morgan volvió a la realidad y se alejó lo suficiente. Para ser exactos, se alejó hasta quedar en la gran ventana que se encontraba frente a nosotros.

—Dios, la fuerte lluvia no tarda en caer —opina.

Y justo cuando iba a responder, un estruendo se escuchó demasiado fuerte dando a conocer que la lluvia no tardaba en aparecer.

—Sera mejor que vayas a casa —propone.

—Sí, creo que será lo mejor.

Estaba a punto de darme la vuelta y retirarme, pero el gesto de Morgan me detuvo.

—¿Qué estas haciendo? —interrogo.

—¿No es obvio? Estoy buscando un abrigo.

—Sí, pero, ¿Para qué? Debes quedarte a acomodar las cosas de Chloe, o al menos eso escuché salir de su boca.

—Estas loca si crees que voy a dejarte ir sola. Te acompañare hasta casa para asegurarme de que llegues bien.

—No, no es necesa-

—Calla —me interrumpe—. Quieras o no, iré contigo. Y si te niegas iré detrás de ti sin que te des cuenta.

Bufo.

—Vale.

Después de varios segundos de búsqueda entre armario y armario, Morgan encontró un abrigo largo color negro que aproximadamente le llegaba por la rodilla. Tenia botones grises, pero le valió tres hectáreas abrocharlos y decidido dejar abierto el abrigo.

—Listo. Podemos irnos —sonríe.

Pasó por un lado de mí para dirigirse a la puerta. Yo lo seguí.

Salimos por la puerta mientras él caminaba a mí mismo ritmo detrás de mí. Tuve que alentar mis pasos para que pudiera alcanzarme.

Caminar tan rápido para poder alcanzar mis clases, se ha quedado en mi sistema.

Pero, al llegar a la puerta principal el brazo de Morgan me detuvo.

—Espera, que no me he dado cuenta de algo —confiesa.

—¿Qué cosa?

Él comienza a quitarse el abrigo para poder dármelo a mí.

—¿Qué haces?

—No me di cuenta de que no tenias un abrigo y no quiero que te resfríes, así que trato de darte mi abrigo. Toma —me lo ofrece.

—No, no, no. Pero, ¿Qué vas a usar tú? Yo tampoco quiero que tú te resfríes.

—Eso no importa, me importas más tú. Además, tú vas a la escuela y no puedes enfermarte porque pierdes temas de importancia; en cambio, yo puedo enfermarme sin ningún problema ya que pasó el mayor tiempo en casa, no será un problema.

¿Qué pasa si te digo que quiero perderme esos temas porque es difícil para mí abordarlos?

No tuve otra opción más que aceptar su abrigo.

—Dame el abrigo.

Los ojos de Morgan resplandecieron al escuchar mi respuesta. Siendo sincera, estaba un poco nerviosa porque nunca en mi vida he usado ropa de hombre.

Y, no. No era porque no quería, era porque nunca me la ofrecían.

Pasé los brazos por las mangas para ponérmelo y lo ajusté a mi cuerpo. Y como imaginaba, el abrigo me quedaba un poco grande. Aunque, siendo sincera, me gustaba. Me gustaba ya que al momento de ponérmelo dejé de sentir frio por mi cuerpo.

Incluso, me agradaba por el olor corporal que portaba el abrigo. Simplemente olía a él.

—Ahora sí, podemos irnos —sonríe.

Abrió una de las puertas principales para que pudiera pasar.

Espera, ¿En que momento se hizo de noche?

Pues sí, al parecer iba a caer una inmensa lluvia bajo la luz de las estrellas. Que mal.

Morgan se posó a lado de mí y caminamos rumbo a mi casa.

Espera.

Morgan no sabe donde vivo. De hecho, nunca ha venido a mi casa.

Sin embargo, no me importo mucho. Solo me dejé llevar por el momento. No todos los días caminaba junto a Morgan, y no en todos portaba su abrigo sobre mi cuerpo.

Los estruendos no pararon, cada vez eran más fuertes. Observábamos el cielo cada vez que esos estruendos se escuchaban para contemplar el rayo de luz que se construía en el cielo, aunque muy pocas veces se llegaba a percibir.

Y, cuando menos me lo esperaba, pequeñas gotas comenzaron a caer del cielo. Afortunadamente no eran demasiado gruesas y casi no podían empaparnos.

Genial.

Morgan me llevó a un pequeño árbol para poder protegernos de la lluvia ya que después se puso mucho más intensa. El pequeño árbol no nos protegía del todo de la lluvia, pero si lo suficiente para no quedar completamente empapados.

—Diablos, debimos haber salido antes —suspira mientras se recarga sobre el tronco.

—Da igual, en un rato se pasará.

—Lo dudo. Las lluvias fuertes no duran unos cuantos minutos.

Decidí recargarme sobre el tronco, igualmente.

—No podemos quedarnos en este árbol para siempre, Diane —opina.

—Concuerdo con eso.

—¿Tu casa queda demasiado lejos? —voltea a verme.

—No. Está muy cerca del restaurante, aproximadamente tres calles antes de llegar al restaurante —señalo.

—¿Tienes una buena condición física?

Espera, ¿Qué?

¿Condición física?

Bro, por supuesto que no, siempre me quedo sentada en las bancas en las clases de Educación Física mientras veo a mis compañeros trotar.

—Tengo condición física para llegar a una calle caminando.

—Pues ahora tendrás que aumentar tu condición física para correr tres calles.

Dios, ¿Tres calles?

Ni siquiera puedo darle una vuelta a la cancha de la escuela y quieres que corra tres calles.

Pero, siendo sincera, no estaría mal desperdiciar una oportunidad de película.

He visto muchas películas en donde la escena mas emotiva es correr o bailar bajo la lluvia con tu pareja. La única diferencia aquí es que no sé si Morgan es realmente mi pareja.

Pero, no estaría mal una escena como esta en mi vida.

—Creo que tendré la suficiente condición física para correr tres calles.

Me sonríe.

—¿Lista? —pregunta mientras ofrece su mano.

—Lista —respondo inmediatamente agarrando su mano.

Y, con nuestros dedos entrelazados salimos corriendo del árbol rumbo a mi casa. Sí, así es, por primera vez en mi vida estaba viviendo una escena de película. Y, no, no era una escena triste. Era una escena que realmente valía la pena cada maldito segundo.

La lluvia de ambiente, nuestros zapatos empapándose de aquellos charcos que pisábamos sin motivo, el olor a tierra mojada inundando nuestras fosas nasales mientras corríamos, y el aire golpeando nuestra cara cada vez con más intensidad.

No me agradaba la lluvia, odiaba el hecho de poder empaparme. Sin embargo, aquel momento fue mágico. La luz de la luna deslumbrándonos mientras nosotros nos empapábamos, era simplemente mágico.

Siendo honesta jamás creí que sería feliz aunque sea sólo por un momento. Y, ahora entiendo a las personas cuando dicen "desearía que los momentos felices nunca terminaran.", ahora entiendo aquella frase.

No quiero que esto termine.

Lamentablemente, ese momento no duró demasiado.

Fue lindo mientras duró.

Estábamos cerca de mi casa. Afortunadamente, Morgan decidió detenerse en un pequeño árbol que quedaba cerca de mi casa.

—Me temo que no podré dejarte frente a la puerta de tu hogar —ríe mientras trata de recuperar aire.

—No te preocupes, aquí es más que suficiente.

Asiente con la cabeza.

—Creo que es todo por mi parte. Me alegra haber podido acompañarte —sonríe.

—Gracias por acompañarme.

—Fue un placer.

Y dicho eso, tomó mi muñeca y plantó un suave beso sobre ella para después marcharse bajo la lluvia.

Quería decirle que se quedara para que no volviera a empaparse. Quería decirle que, sólo por esta noche pasara la noche conmigo para que pudiera acurrucarse conmigo después de una noche fría y helada.

Pero no pude. Mi estúpida inseguridad se apoderó de mí por un segundo y me lo impidió.

Me di cuenta demasiado tarde.

Tuve que caminar un poco más para poder llegar a la puerta de mi casa. Esta vez, no me empapé debido a que caminé por un camino que me protegía de la lluvia.

No obstante, me detuve en uno de los escalones del porche al observar una silueta recargada sobre el barandal del porche.

Conocía perfectamente esa silueta.

Y, no, no era mi padre.

Era Noah.

Tenia la cabeza mirando al suelo mientras tenia sus manos sobre los bolsillos de sus pantalones.

Al escuchar rechinar los escalones inmediatamente me observó.

—Hey —trató de hacer un esfuerzo para sonreír.

—Hola... —saludo.

Me recargo sobre el barandal a un lado de él. Y nos mantuvimos en un profundo silencio por unos segundos.

—Lindo abrigo empapado —rompe el silencio.

—No preguntes.

—No lo hare —ríe con pocas ganas.

Lo observo.

—¿Qué ha pasado, Noah? —pregunto—. Está claro que ha pasado algo grave si no, no estarías frente a mi puerta.

Dio un suspiro demasiado largo.

—Es Andrew. 

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