Angels like you (Drarry)

By xParkerAllenx

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Draco ha tenido el mismo grupo de amigos toda su vida, ha crecido con las ideologías de su padre, sin embargo... More

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Everything has changed

Two Pieces

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Verano 1990


Los pasillos de la casa eran muy largos y confusos, en cierto punto le recordaban a los de la suya, estaban jugando a las escondidas, en un principio sonó como una idea muy divertida, pero ahora se sentía perdido entre los enormes muros de la mansión y no sabía como regresar a donde estaba en un inicio, a pesar de no saber donde se encontraba con exactitud no se rendiría fácilmente, no le daría la satisfacción a su mejor amigo de proclamarse ganador del juego, cada que Blaise Zabini ganaba en algún juego no dejaba de restregarles a todos en la cara que lo había hecho, el rubio decidió seguir avanzando por el pasillo, pero una voz tras una de las puertas hizo que se detuviera y posara su vista en el espacio entre abierto de una de ellas.

— Gracias, Poppy, puedes irte —una pequeña elfina hizo una corta reverencia y se retiró dejando a una pequeña castaña con una mesa preparada para tomar el té.

— Tori, creí que no estabas en casa —dijo el rubio mientras entraba a la habitación sorprendiendo a la castaña, quien dio un pequeño salto en su lugar al escuchar la voz de Draco— perdón, no quería asustarte.

— No te preocupes, no creí que llegarían hasta acá

— ¿Te escondes de nosotros?

— Si —respondió la pequeña mientras desviaba la mirada— ustedes son amigos de Daphne, no míos, no debería interrumpir.

— Si no fueras mi amiga no hubiera entrado aquí, ni te llamaría Tori —Draco se acercó a la castaña y tomó sus manos— dime ¿a qué estabas jugando? porque con ese vestido pareces princesa —miró el vestido rosa pastel con olanes que la niña llevaba puesto— ¿puedo ser el príncipe? 

Astoria rio con la pregunta del rubio, pero asintió al tiempo que Draco comenzaba a tirar de ella para llevarla al centro de la habitación donde comenzaron a bailar torpemente como si estuvieran en una de las sofisticadas fiestas que sus padres acostumbraban tener de vez en cuando, ambos estaban riendo mientras giraban tomándose de la mano cuando una voz desde la puerta los sorprendió.

— ¡Lo encontré, está con Tori! —gritó una pequeña Pansy Parkinson mientras corría hacia ellos—están teniendo un baile y no me invitaron, yo también quiero ser una princesa —dijo mientras se sentaba a la orilla de la cama con un puchero.

A los pocos segundos se escucharon los pasos de resto del grupo entrando al cuarto de la menor de las Greengrass, la primera en entrar fue su hermana mayor Daphne, seguida de Theo Nott quien tenía una cara de irritación y finalmente Blaise Zabini, quien entró al lugar con una sonrisa triunfal.

— ¡JA! ¡Yo gano! —Theo puso los ojos en blanco al escuchar al moreno gritar.

— En realidad yo gané, tú no me encontraste, me encontró Pansy —respondió Draco.

— Entonces gané yo —dijo la pelinegra— hay que jugar a lo que ellos jugaban, estaban en un baile y Tori parece princesa, yo quiero ser una princesa.

— Yo seré tu príncipe —dijo Blaise rápidamente y todos se giraron a verlo interrogantes— si quieres, digo, si jugaremos a eso creo que necesitas uno.

 Todos rieron, pero nadie se negó a las palabras de la pelinegra, las hermanas Greengrass pidieron a la elfina que les consiguiera un par de vestidos, tiaras, así como coronas y espadas, los seis niños pasaron el resto de la tarde entre risas, bailes y pequeñas discusiones sobre quien tenía el mejor accesorio, el grupo de amigos se había formado gracias a sus padres, quienes acostumbraban reunirse constantemente en fiestas de alta sociedad del mundo mágico, algunos de esos padres tenían la esperanza de poder llegar a un acuerdo cuando sus hijos fueran mayores y así seguir conservando la pureza de su sangre en sus familias, sin embargo los niños solo disfrutaban de la compañía de los otros sin saber las cosas en las que estaban siendo involucrados o en las que se verían envueltos sin darse cuenta de como afectarían los planes de los mayores o como se los facilitarían.


Verano 1991


— Esto es muy injusto, todos ustedes se irán durante meses y yo me quedaré aquí sola —dijo Astoria cruzada de brazos con el ceño fruncido viendo al resto de sus amigos frente a ella que la veían con tristeza.

— Tú y Daphne debieron ser gemelas, las cosas serían más fáciles —respondió Blaise que se encontraba acostado sobre el pasto del amplio patio de la mansión Greengrass.

— O sus padres debieron tener más hijos, somos las únicas hermanas aquí —agregó Daphne quien estaba entre su hermana menor y Pansy.

— Eso hubiera sido mejor, ahora se irán, conocerán más personas y cuando sea mi turno de ir no será lo mismo.

La castaña se levantó de la manta que estaba compartiendo con su hermana y su amiga, y comenzó a caminar directo al interior de la casa, Blaise y Theo la miraron con tristeza, mientras que Daphne y Pansy rodaban los ojos.

— Es una dramática, solo iremos a la escuela, no es como si nos fuéramos para siempre —dijo Daphne con fastidio a lo que Pansy asintió.

— Pero no sabemos si las cosas cambiarán, no te haría daño ser más amable con tu hermana —Draco miró con reproche a la rubia.

— A ti te gusta Tori.

— No me gusta.

— Y si no te gusta —interrumpió Theo que estaba recostado junto a Blaise— ¿por qué vas a ir con ella?

Draco no se había dado cuenta que se había puesto de pie y había empezado a caminar en la misma dirección que Astoria, su orgullo no le permitiría admitir la realidad frente a sus amigos, no era algo que fuera de su incumbencia.

— Porque alguien tiene que ir, está triste —fue su respuesta final y caminó rápidamente antes de que alguien dijera algo más.

Si algo había aprendido Draco, y que continuaría aprendiendo, en los años de amistad que tenían todos es que cada uno tenía su refugio para cuando no se sentían del todo bien y el había aprendido que para Astoria ese lugar era la inmensa biblioteca de su casa, contaba con un enorme espacio en medio de la habitación, rodeado de algunos libreros, sillones e incluso una escalera que llevaba al segundo piso donde podrías encontrar más libros y sillones, era el lugar menos visitado de la casa de las hermanas Greengrass, la biblioteca era una herencia ancestral de su familia, sin embargo, no era algo que fuera del interés de sus integrantes, más que el de ella, de vez en cuando se paseaba por ahí buscando algo de lectura, lo que a su corta edad de diez años ya la convertía en una joven culta, de su grupo de amigos Draco y Theo eran los únicos que encontraban, al igual que Astoria, cierto alivio en las paginas de los libros, aunque Theo prefería seguir a Daphne a donde quiera que ella fuera.

Cuando visitaban a las hermanas y Astoria por alguna razón no quería reunirse con ellos, era fácil encontrarla en su habitación o en los sillones de la biblioteca, Draco era quien solía sentarse y hacerle compañía tomando algún libro de su interés o pidiéndole que compartiera su lectura en voz alta, no era un secreto que Draco disfrutaba de su compañía y eso le había costado los comentarios burlones de sus amigos.

— Creo que no falta mucho para que sea hora de que vuelvas a casa —la voz de la castaña a sus espaldas lo sacó de sus pensamientos.

— Pues aunque estés molesta porque iremos a Hogwarts, no quería irme sin despedirme —se giró y pudo ver rastros de lágrimas en las mejillas de la menor.

La castaña se acercó a él y lo abrazó, el rubio mentiría si dijera que la cercanía de su amiga no lo ponía nervioso, ya lo había pensado muchas veces y comenzaba a creer que había algo diferente en cuanto a su amistad con Astoria, por lo que pensó que lo que haría tenía bastante sentido.

— Te voy a extrañar.

— Yo también, pero verás que el tiempo pasará demasiado rápido y de pronto será navidad y todos estaremos de regreso.

Ambos deshicieron el abrazo lentamente, la castaña le dio un pequeña sonrisa aunque sus ojos esmeraldas tenían una expresión más triste, el rubio sintió un vuelco en el corazón y esa sería la primera de muchas veces que actuaría impulsivamente. Draco posó sus manos torpemente en las mejillas de la castaña y tiró de su rostro hasta posar sus labios sobre los de ella, Astoria dio un pequeño brinco de sorpresa, pero no se separó, fue un beso torpe e inocente, apenas un roce de labios, después de todo solo tenían diez y once años, cuando ambos se separaron, evitaron el contacto visual, se sentían avergonzados, era su primer beso y no sabían como reaccionar a eso, lo que si sabían es que de ninguna manera se había sentido como algo incorrecto, solo algo extraño y nuevo, antes de que alguno pudiera decir algo el silencio de la habitación se cortó con el sonido de aparición de Poppy.

— Joven Draco, su madre ha llegado para llevarlo a casa y han enviado a Poppy a avisarle —dijo la chillona voz de la elfina.

— Si, ya voy, gracias Poppy —le respondió el rubio quien se giró a la castaña— me tengo que ir, pero nos veremos en la fiesta de navidad, no te preocupes, Tori, todo estará bien, nada cambiará.

Ambos se sonrieron mientras Draco salía de la biblioteca y la castaña lo veía marcharse aún con un poco de rubor en sus mejillas, lo que ambos no sabían es lo equivocado que estaba el rubio, el torbellino que sería sus vidas estaba por comenzar. 

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