The firstborn | Jujutsu Kais...

By daaisxke

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𝐓𝐅𝐁 (Pausada) | ❝ Un demonio en el útero de una mujer ❞ Por el corto tiempo que el grupillo de hechiceros... More

Prólogo
I
II
III
IV
V
VI
VII
VIII
IX
X | 𝔪𝔢𝔪𝔬𝔯𝔶
XI
XII
XIV
XV
𝔈𝔰𝔭𝔢𝔠𝔦𝔞𝔩 𝔡𝔢 𝔖𝔞𝔫 𝔙𝔞𝔩𝔢𝔫𝔱𝔦𝔫
XVI | 𝔪𝔢𝔪𝔬𝔯𝔶
XVII
XVIII
XIX
XX
XXI
XXII
XXIII
XXIV | 𝔪𝔢𝔪𝔬𝔯𝔶
XXV | 𝔪𝔢𝔪𝔬𝔯𝔶
XXVI
XXVII
XXVIII
XXIX
XXX
XXXI
XXXII
XXXIII
XXXIV
XXXV | 𝔪𝔢𝔪𝔬𝔯𝔶
XXXVI
XXXVII
XXXVIII
XXXIX
XL
XLI
XLII
XLIII
XLIV
XLV
XLVI
XLVII
XLVIII
XLIX
L
LI
LII | 𝔪𝔢𝔪𝔬𝔯𝔶
LIII | 𝔪𝔢𝔪𝔬𝔯𝔶
LIV

XIII

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By daaisxke

— Te ves del asco.

Fueron las palabras castas y burlonas que espetaron dichos labios, palabras que resonaron en sus oídos mientras poco a poco comenzaba a recuperar sus sentidos. La sensación de estar sobre una superficie dura, pero un par de centímetros de... agua, le recorrieron todo cuerpo. La palma de sus manos apoyadas sobre la superficie, el agua cubría casi por completo el dorso de su mano, y era tan oscura que no se podían ver sus dedos, solo el reflejo de él mismo.
El costado derecho de su rostro parecía también estar húmedo, apoyado en la superficie y siendo hundido por los centímetros de aquel líquido.

— Si no te levantas tal vez te robe el trono.

— Inténtalo, bastardo —espetó él, entreabriendo sus ojos con lentitud, sintiendo sus párpados pesados tal como el resto de su cuerpo.

La presencia frente a él le miraba con aquella tenue sonrisa de siempre, y mirada neutra impredecible para cualquiera. Su pie derecho se levantó un poco y luego volvió a caer en la superficie, salpicando algo de agua al rostro del Rey de las maldiciones.

— ¿Quieres morir? —espetó nuevamente, irritado, incapaz de hacer algo al respecto, sintiéndose estúpidamente débil sin siquiera poder mover un dedo.

— Fue duro ¿No? Ha pasado un largo, largo tiempo, desde que no te veía así de inservible.

— Sigue hablando y te borraré de la faz de la tierra y el inframundo, escuincle hijo de... —en un intento de levantarse, un dolor agudo le recorrió la espina dorsal, y sus esfuerzos fueron en vano. El agua salpicó cuando su torso volvió a caer a la superficie de los pocos centímetros que había logrado levantarse—. ¿Cómo está?

— ¿Yashiro? Ah, como nueva~ —canturrió—. Ya sabes cómo es la juventud, les lanzan cinco cuchillas malditas de primer grado que les atraviesa el cuerpo y no les pasa nada —si, aquellas palabras no dejaron realmente muy tranquilo al mayor inmóvil en el suelo, pero nada podía hacer al respecto más que maldecir desde su posición a aquel subordinado frente a él que tampoco hacía un esfuerzo por ayudarlo.

Una vez más, soltó un suspiro, cerró sus ojos por un par de segundos, y nuevamente hizo un esfuerzo por levantarse. Apoyó ambas manos en la superficie, y con sus brazos doloridos, se comenzó a levantar con lentitud mientras una mueca de dolor se asomaba en su rostro. Su cabello húmedo caía sobre su rostro hasta la altura de sus cejas, y finalmente logró sentarse en su lugar y alzar la mirada.

— El rosa palo te sienta bien, admito que el nuevo recipiente es bastante atractivo... aunque siempre te preocupaste por tu imagen, solías buscar recipientes atractivos que demostrarán tu estatus.

— Hablas demasiado.

Sukuna estaba como la mierda, y tal como aquel subordinado había mencionado, habían pasado siglos desde que se encontraba en tal estado.
Su mano derecha pasó por su rostro intentando despejarse, para finalmente sacudir su cabello hacia atrás. La humedad lo ayudó a permanecer en su lugar, pero dos pequeños mechones fueron imposibles de mantenerse en su posición y cayeron sobre la frente del hombre.

— Conectarme a tu subconsciente sin tu consentimiento me tomó tres días ¿Cuándo tendrás el control del recipiente? Es molesto tener que comunicarse de esta manera —nuevamente estaba hablando demasiado, demasiado para el gusto del demonio que parecía tener una jaqueca; algo que había experimentado dos veces en sus más de mil años de vida (esta era la segunda vez).

— Te quedarás con ella por un tiempo —ordenó, sin siquiera vacilar. El silencio volvió a invadir, un goteo lejano era lo único que llegaba a sus oídos, y era más molesto de lo que uno creía.

— No nos hemos visto cara a cara hace más de unos... trescientos años. Si crees que aparecerme ahora así como así es lo mejor, déjame decirte que estás totalmente equivocado.

— ¿Me importa? Hay unos jodidos hechiceros que son como un maldito grano en el culo y están a cuestión de pasos para encontrarla —se levantó con dificultad de su lugar, colocándose finalmente de pie y sintiendo sus piernas temblorosas por un par de segundos. Giró a sus espaldas sin ver al hombre frente a él, y luego se encontró con la gran montaña de esqueletos, calaveras y cuerpos humanos, y en lo alto, su trono.

— Estoy al tanto del caso, pero si Yashiro no fuera irresponsable y colocara un poco de esfuerzo en cubrir su rastro maldito o medir sus acciones, entonces los hechiceros no estarían rondando a su alrededor —tenía lógica, pero por alguna razón aquellas palabras no fueron agradables para el mayor.

— No me vengas con esas mierdas, Yashiro puede hacer lo que se le venga en gana —refunfuñó el mayor, haciendo un vago gesto con su mano a sus espaldas, mientras el hombre rodaba sus ojos observando a Sukuna intentar subir a su trono nuevamente—. Y mide un poco tus palabras, parece que has olvidado tu posición desde que mi hija te dio algo de confianza.

— No puedo ir de inmediato.

— ¿Disculpa? —alargó Sukuna, ladeando levemente su cabeza mientras se lanzaba a su trono e hincaba un codo en el bracero del asiento.

— Verás, actualmente Yashiro está llevando una vida cotidiana humana, y si tiene a los hechiceros sobre ella entonces aparecerme tan repentinamente no será lo mejor para ninguno de los dos. Usó su ritual de "Muerte Tangible" contra la maldición de su instituto, eso provocó que los superiores de esa escuela Jujutsu se salieran un poco de sus cabales, después de todo, no se les había presentado antes que una maldición de ese tipo fuera... Asesinada, antes que exorcizada —explico con tranquilidad, alzando levemente su barbilla hacia arriba para poder ver con claridad al hombre en el trono, quien pensativo escuchaba sus palabras—. Ella puede ser visitada por los hechiceros en cualquier momento, tenemos más que claro que los reconocerá por su simple uniforme, pero si mantiene la situación en la palma de sus manos entonces tal vez las sospechas sobre ella no serán demasiadas... consideremos que el rastro maldito que dejó en la escena es similar al rastro maldito de los útiles escolares en su salón

— ¿Y tú cómo diablos sabes todo eso? —espetó confuso, frunciendo su ceño con algo de molestia, pues en realidad no era la primera vez que tenía un subordinado un tanto obsesionado con su castaña.

— Sukuna, me pediste que investigara a fondo los últimos sucesos relacionados con Yashiro... Me adentré desde la primera visita que tuvieron los estudiantes hechiceros al instituto de Yashiro. Hay un chico en particular que se ha estado llenando la cabeza de teorías que nos complicaría un poco la situación... Por eso es que, si Yashiro no arruina el interrogatorio de los estudiantes, las sospechas cesarán... Pero por el momento permaneceré alejado de la escena.

Sukuna chasqueó su lengua, mordió el interior de sus mejillas mientras su ceño se fruncía cada vez más observando aquella molesta sonrisa en aquel rostro a las faldas de su colina de cuerpos. Siempre hubo algo en él que nunca le agradó.

— ¿Usted tiene alguna relación con Ryōmen Yashiro? —preguntó, y aunque aquello tomó totalmente desprevenido al azabache frente a él, su rostro de ceño fruncido y mirada penetrante no cambio, controlando totalmente su reacción.

— Por supuesto —respondió, segundos después de un silencio. El pelinegro abrió sus ojos un poco más de lo usual, tragó en seco ante la respuesta del chico y miró de reojo a la castaña, quien tenía la mirada perdida en el suelo—. Vamos al mismo salón de clases, la única vez que he interactuado con ella fue cuando nuestro profesor de historia nos acomodó un trabajo juntos. No es exactamente el tipo de persona que pueda comprender, así que en realidad no se me hace agradable —aclaró, levantando un tanto más su barbilla mientras se cruzaba de brazos—. Es alguien bastante molesta, hay que tener paciencia para soportarla si no quieres terminar en la cama con ella.

La batalla de mirada entre ambos continuaba. Takeshi estaba más que claro que sus palabras no eran creíbles, al menos no para ellos. Y Megumi tenía un mal presentimiento sobre el asunto, así que en realidad no creía para nada sus palabras.

— Ese día, según el testimonio de sus dos compañeras, llegaron al mismo tiempo al gimnasio —insistió el pelinegro, y el azabache rio internamente por su capacidad de insistencia. Realmente detestaba cuando lo llenaban de preguntas.

— El gimnasio de baloncesto está en el interior del instituto, no como el de volleyball, que está afuera del instituto junto a la cancha de fútbol y rugby. El gimnasio queda cerca de la oficina de nuestros profesores, me dirigía hacia la oficina para discutir unos asuntos con uno de nuestros superiores. Me encontré a Ryōmen en el pasillo, ella estaba llegando a la puerta del gimnasio cuando los gritos de nuestras otras dos compañeras se escucharon por el lugar, me preocupé y corrí hacia el gimnasio, Ryōmen ya había ingresado para ese entonces... Solo estábamos a algunos metros de distancia.

La trata por su apellido. Pensaron los dos compañeros, y Takeshi volvió a sonreír internamente. Ese azabache llamaba por su nombre a las personas que considera únicamente cercanos, y Yashiro tenía las razones suficientes para ser llamada por su nombre, pero en cuanto a todos sus demás compañeros; siempre son llamados por su apellido.

— No te ves realmente tan atormentado como las otras dos estudiantes —esta vez quien habló fue Nobara, cruzándose de brazos y alzando una ceja astuta. Debió admitir que se sintió nuevamente intimidada por la intensa mirada del azabache que se fijó en ella apenas habló. Parecía ser alguien que no vacilaba en mirarte a los ojos al momento de hablar—. Las otras dos estudiantes comenzaron a asistir a terapia de psicología por traumática, pero tú ni siquiera pareces inmutarte ante el tema —¿Acaso quiere que llore? Fue el pensamiento de nuestro azabache, mientras fruncía un poco más su ceño. Fushiguro, por otra parte, desvió su mirada un tanto incómodo al notar que su compañera comenzó a tutearlo.

— Bueno, yo... —el silencio invadió. Mientras el azabache soltaba un suspiro y desviaba la mirada a la punta de sus zapatos, los dos estudiantes le miraban con intensidad, buscando la más mínima pista en alguna expresión en su rostro, pero era imposible—. Perdí a mi madre cuando tenía doce años en un accidente automovilístico —comentó, mientras alzaba su camisa para mostrar el costado izquierdo de su cuerpo, y una cicatriz un tanto redonda, con líneas que hacían ver la cicatriz un tanto puntiaguda hacia los costados del círculo—. La sangre y la imagen que vi ese día no se compara con lo que vi en el gimnasio, tenía un fierro atravesado en mi cuerpo de diez años, y la mujer frente a mí fue casi completamente descuartizada por los restos del auto tanto nuestro como el ajeno. Para entonces, había sido totalmente bañado en su sangre, y sobreviví solo porque el hombre del otro carro no había sufrido tanto daño como nosotros —relató. Su mirada continuaba siendo fría, su ceño seguía fruncido. Incluso cuando relatar aquello le causaba una presión desagradable y deprimente en su pecho, haría lo que tendría que hacer para salvarle el pellejo a Yashiro, y si es posible, a él mismo—. La muerte de personas con las cuales no tengo una relación cercana o familiar desde mi perspectiva, incluso si son compañeros de salones que veo todos los días, no me afecta en lo más mínimo. El trauma de ese accidente me hizo inmune a todos los demás que no se encontraran en mi círculo cercano.

Ese círculo se reducía a su padre, a su hermana mayor, a su hermana de seis años que no recordaba nada más que la imagen de su madre a costa de fotografías , y a Yashiro. Las únicas personas que alguna vez lograron comprender su comportamiento frívolo, casto. Las únicas personas en las que realmente podía confiar, las personas que lo veían como realmente era incluso bajo ese ceño fruncido y mirada que espantaba a todo el mundo.
Si, mientras no tenga que ver con aquellas personas, él es totalmente inmune a todos los demás.

Fushiguro frunció su ceño, miró la cicatriz en su cuerpo y soltó un suspiro cerrando sus ojos, pues aquellas palabras sonaron demasiado sinceras como para continuar contraatacando con el tema, después de todo, si estaban al tanto que su madre había fallecido, pero los detalles más allá de "Un accidente automovilístico" no era algo que se especificara en su investigación.
Nobara tragó en seco, también sintiendo que se había sobrepasado un poco luego de escuchar su relato, pero aquello no le quitaba por completo las sospechas de encima.

— Me disculpo por su pérdida —Megumi interrumpió el silencio. El chico bajo su camisa dirigiendo su mirada hacia él y solo asintió levemente sin problema—. Para finalizar con el asunto... ¿Sintió algo extraño aquel día?

— ¿Extraño? —aparte de que Yashiro estuvo a punto de tener un ataque de ansiedad luego de ver los cuerpos mutilados.

— Si, en el ambiente... —era difícil de explicarlo para aquellos dos, pero desde luego que para la suerte de ellos, Takeshi podía comprender a la perfección la situación.

— Digamos que... Cuando ingrese al gimnasio sentí que el aire parecía estar sobrecargado, puede sonar extraño, o tal vez era por la ansiedad de mis compañeras que entraron en pánico... Pero sentí un indescriptible peso sobre mis hombros —¡Y el Óscar para el mejor actor es...!

— ¿Algo más aparte de aquello? —bien, tenían una pista que en realidad... No les servía de mucho, pues era de esperarse que el ambiente se sintiera sobrecargado si eran víctimas de una maldición de primera categoría. Pero con tal de que confirmaran de por sí que el ambiente se sentía así, entonces tal vez si les podía ayudar.

— No, en realidad solo era es-

Una risilla macabra y aguda se hizo presente en el lugar. La risilla que detuvo las palabras del azabache y que causó que este se exaltará en su lugar levemente, provocó que sus ojos se abrieran un poco más de lo usual, pero aun así mantuvo su ceño fruncido y su mandíbula tensa.
Los ojos de Megumi y Nobara denotaron sorpresa una vez que vieron al azabache girar a su derecha, sobre su hombro; la maldición de categoría insignificante, de ojos saltones y un largo cuello, permanecía con una sonrisa de burla. Pero no les sorprendió aquello, sino que, Nakerama Takeshi se encontraba mirándola fijamente.

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