Factura al corazón © DISPONIB...

Bởi sophiatramos

5.1M 337K 121K

DISPONIBLE EN ESPAÑA Y LATINOAMÉRICA POR NOVA CASA EDITORIAL 💕 --- ALGUNAS DEUDAS SON PARA TODA LA VIDA. Em... Xem Thêm

¡DISPONIBLE EN FÍSICO!
Anuncio importante
Capítulo 1
Capítulo 2
Capítulo 4
Capítulo 5
Capítulo 6
Capítulo 7
Capítulo 8
Capítulo 9
Capítulo 10
Capítulo 11
Capítulo 12
Capítulo 13
Capítulo 14
Capítulo 15
Capítulo 16
Capítulo 17
Capítulo 18
Capítulo 19
Capítulo 20
Capítulo 21
Capítulo 22
Capítulo 23
Capítulo 24
Capítulo 25
Capítulo 26
Capítulo 27
Capítulo 28
Capítulo 29
Capítulo 30
Capítulo 31 - Especial: Responsabilidades
Capítulo 32
Capítulo 33
Capítulo 34
Capítulo 35 [Final]
Epílogo
POR SIEMPRE EMMA

Capítulo 3

160K 13.5K 5.2K
Bởi sophiatramos

[En Multimedia: Matt y Emma cerrando el trato]


Cuando logro llegar al jardín, la súper suertuda Isa está ahí parada dándole órdenes a, al menos, seis hombres fornidos que visten el mismo uniforme. Entre tres están moviendo una gran fuente de cerámica.

Oh sí, Isabella ya se cree que la reina de este castillo.

Me paro a su lado.

—Eh, eh...—señala a uno de los uniformados—. Por este lado—ordena señalando hacia el centro del jardín.

Todos tenían razón, el jardín me ha impactado también, como las pocas habitaciones que he visto hasta ahora. Parece un jardín renacentista. Resalta el pasto verde intenso, tiene una gran biodiversidad botánica que pareciera influenciado por la cultura árabe. Esta familia tiene un exquisito gusto.

Ante mis ojos veo una gran pérgola adornada con enredaderas, que a su vez, tienen pequeñas flores rosas. Debe ser el sitio en donde Isabella pretende unirse en santo matrimonio con Joe.

Mi imaginación se transporta enseguida a los tiempos pasados, estoy en un jardín renacentista valenciano. Oh sí.

Isabella nota que estoy boquiabierta.

—Contén la saliva ahí, señorita—dice entre risas negando con un movimiento de cabeza—. Lo sé, es hermoso.

—¿Cómo hiciste para conquistar a este gran multimillonario?—pregunto anonadada.

Isa suelta la carcajada.

—Te he contado esta historia un montón de veces, Emma—contesta—. No sabía que era así de rico cuando empezamos a salir, me enteré tres meses más tarde cuando me trajo a la fiesta de cumpleaños de Jane. Ya estaba profundamente enamorada de él para aquel entonces.

Los ojos de Isabella empieza a brillar, rebosantes de alegría.

—La gente puede pensar que me caso con él por interés—dice riendo—. Pero no es nada de eso, amo todo lo que es él, con o sin dinero.

Uno de los uniformados casi dejar caer la fuente. Veo el rostro de Isabella llenarse de pánico.

—¡Más cuidado ahí, eh!—exclama trayendo su mano hacia su corazón. No me imagino cuántos miles de dólares debe costar para alarmarse así.

Isabella gira la cabeza para verme a los ojos.

—¿Te encuentras bien?—pregunta con un tono preocupado—. Primero llegas sin aire ayer y hoy te desmayas en la entrada de la mansión. Puedes decirme que todo está bien en tu vida, pero sabes que no te creeré.

Es el reemplazo de mi madre, sin duda alguna. A Isa no le puedo mentir, a mi madre quizás, pero no a ella.

—¿Sabías del juramento de la familia Sinclair?—pregunto nerviosa. Si no sabe, irá a cuestionar a Joseph y no quiero causar problemas entre ellos.

Isabella frunce el ceño.

—¿Ese estúpido juramento?

Vaya, me parece haber oído a Jane hablando.

—Claro que conozco sobre él, pero no sé por qué le toman tanta importancia—contesta—. Todos tenemos deudas en esta vida.

Asiento con la cabeza.

—Yo te debo un montón de favores—digo entre risas. Ella se contagia, pero niega.

—No me debes nada—responde—. ¿Quién te habló del juramento? ¿Fue Joe?

Trago saliva. Sé que desataré un cuestionario maternal interminable si le respondo, pero igual lo hago.

—Matt.

Isabella alza una ceja. Después, sonríe con picardía. Oh no, aquí viene el cuestionario.

—¿Qué se traen ustedes dos?

¿Qué nos traemos? Me debe la vida a causa de este estúpido juramento y yo disfruto de sus waffles con dulce de leche y frutas. Solo eso nos traemos.

—¿Se conocían desde antes? ¿Por qué te asustaste cuando lo viste? Emma, sé honesta conmigo—insiste Isabella.

—Bien, pero debes prometer no alarmarte.

Mala elección de palabras, Emma. Isabella abre mucho los ojos, asustada y todavía no le he dicho nada.

—Ayer cuando fui a comprar la cinta adhesiva a la más remota ferretería que mis sentidos lograron encontrar, Matt estaba ahí y fuimos víctimas de un robo a mano armada.

Sé que el corazón de Isa debe estar acelerado ahora mismo, lo puedo percibir en su cuerpo, que también ha empezado a temblar.

—¡¿Qué?!—grita sin disimular—. ¡Dios mío, Emma! ¿Por qué no me contaste?—se le está empezando a inflar la vena en su frente. Eso solo sucede cuando está muy alterada. Cielo Santo, voy a matar a Isa de un derrame cerebral.

—¡Pero estamos bien!—trato de calmarla—. Solo digamos que...—no sé cómo decirle lo que sigue—. Matt pudo haber muerto de no ser porque usé una caja registradora de metal para evitar que la bala lo tocara.

Sigo eligiendo la peor combinación de palabras para contar una mala noticia. ¿Es que hay una buena combinación?

Isa está temblando.

—¡Emma!—solo grita.

—¡Estamos bien!—repito abrazándola, tal vez así se relaje un poco—. Es solo que ahora Matt piensa que tiene que pagarme el haber salvado su vida y me está tratando excesivamente bien—digo rápidamente en su oído.

Un silencio invade el lugar. Isabella se separa de mí, me mira fijamente a los ojos y entonces, suelta la carcajada. ¿Cree que esto es gracioso? Por lo menos lo tomó mejor de lo que esperaba.

—Me estás tomando el pelo, amiga.

¡No! ¿Por qué mentiría en algo así?

—Hablo enserio—aseguro, seria.

Isabella se pasa los dedos sobre los ojos, que se han aguado de tal risotada. Niega repetidas veces con la cabeza, me abraza cálidamente y se separa otra vez para luego supervisar lo que hacen los uniformados. Lograron colocar la fuente en el lugar exacto donde ella quería.

Ahora solo me sonríe vigorosamente.

—Te creo lo de robo y eso—dice despreocupada—. Lo que no creo que sea cierto es que Matt te trate bien solo por el juramento. Es solo una excusa para acercarse a ti, querida Emma.

Yo opino lo mismo, pero Matthew Sinclair se ve muy aferrado a su tonto juramento. No quiero ni entablar una amistad con un demente así.

—¿Por qué él haría eso?—me siento avergonzada.

—Porque eres preciosa, amiga—dice y me apeno todavía más—. Y Matt es un gran muchacho, ¿no te gustaría salir con él?

Ni loca.

—No.

Isabella ríe otra vez.

—¿Por qué no?

¡Porque es raro!

—No estoy de ánimos para salir en citas en este momento de mi vida—digo y no miento del todo. Sufro en silencio mi rompimiento de hace cuatro años. Hasta que no lo supere, no puedo salir con más nadie.

La súper suertuda Isa frunce el ceño. Ahora se ve un poco enojada. Sé que comprende mis razones, pero no las comparte.

—Ya olvídate de ese mequetrefe, Emma—regaña el reemplazo de mi madre—. No te hace bien pensar en él y te aseguro que él se olvidó de ti desde el momento en que te mudaste a Los Ángeles. Has decidido quedarte acá y es tiempo que empieces una nueva etapa en tu vida. Debes salir con otras personas.

En el fondo sé que mi madre adoptiva tiene razón y quisiera poder hacerle caso, pero mi corazón todavía está roto. No puedo salir con nadie teniendo el corazón así, solo dañaría más gente y no estoy dispuesta a hacerlo.

Isabella me agarra de las manos y clava sus grises ojos en los míos.

—Es el momento indicado para empezar una vida nueva.

Asiento con la cabeza. Debo intentarlo, por mi salud emocional, sé que debo atender a las palabras de mi madre adoptiva y hacer caso.

Ahora me encuentro subiendo las inmensas escaleras que conectan la planta baja con el primer piso, donde están la mayoría de los dormitorios. Llego hasta la puerta que recuerdo es mi habitación, después coloco mi mano sobre la perilla.

"Empieza una nueva vida, Emma", resuenan en mi cabeza las palabras de Isabella. Abro la puerta suavemente y ahí está Matt, sentado en el suelo, todavía desempacando mis cosas. Ha logrado mucho, considerando que tengo un montón de basura acumulada.

Veo a una esquina. La maleta azul está tal como la dejé. Así que decidió respetar mis deseos.

Cuando se percata que estoy en la entrada, contemplándolo, alza la cabeza mirándome indiferente.

—¿Qué tal el jardín?—pregunta interesado. Toma en sus manos uno de mis vestidos, lo coloca en un gancho de ropa y lo pone sobre la cama. Para ser multimillonario, sabe mucho de quehaceres del hogar.

—Es hermoso—respondo simplemente—. Será la boda del año, sin duda alguna.

Él sonríe sin mostrar los dientes, pero luego, en silencio, se dedica a seguir desempacando los demás vestidos que están guardados en la maleta. Veo que todavía le faltan un par más, así que decido sentarme en el suelo para ayudarle.

Saco uno de los vestidos y lo admiro. Es mi favorito, uno que tejió mi madre especialmente para mí. Lo coloco en un gancho, luego miro de reojo al joven melancólico que tengo a mi lado.

—Lamento lo de tus padres, Matt—me atrevo a decir. Él no detiene lo que está haciendo. Asiente con la cabeza, indiferente.

—Yo también lo lamento.

—Vi la pintura que tienen en el recibidor de la casa, tus padres se veían realmente enamorados.

Entonces deja lo que está haciendo. Oh no, mala combinación de palabras de nuevo. ¿Qué haces, inepta?

—Lo estaban—responde con una sonrisa nostálgica en su rostro. Lo inspecciono de reojo. Está bien, sereno, pero triste, muy, muy triste—. Isabella y Joe me recuerdan mucho a ellos, son una gran pareja.

Absolutamente todos concordamos con eso. Qué bueno que se casan, hacen lo correcto. No hay nada como el matrimonio para comprobar qué tan enamorado estás y ellos no parecen tener dudas al respecto.

Quiero cambiar el tema. No sé por qué, pero de pronto siento la necesidad de alegrar a este joven tan melancólico.

—¿Ya viste mis bragas?—digo indecentemente haciendo un chiste. Él me mira, petrificado, y suelta la carcajada. ¡Misión cumplida! Su risa resuena en mi cabeza como si fuese la más relajante terapia. Quiero que siga haciéndolo, hasta yo me siento feliz de oírlo reír así.

—Dijiste que no querías que tocara tu ropa interior—contraataca.

Bravo Matthew, al fin me haces caso en algo.

Sus ojos ahora destellan alegría, me sonríe con suspicacia.

—Pero si quieres que la vea, no puedo negarme a eso—está por levantarse. ¡Va a ir a buscar la maleta azul! Me horrorizo.

—¡No!—exclamo agarrándole el brazo—. En verdad no quiero que la veas, por favor.

Él me mira de reojo, lo piensa un momento, pero después se sienta en el suelo otra vez, estableciendo contacto visual conmigo ahora. No puedo resistirme a sus oceánicos ojos azules, me hipnotizan cada vez que entran en contacto con los míos.

Una fuerza electrizante recorre cada tejido de mi organismo haciéndome sentir que estoy más viva que nunca. ¿Qué es esto? ¿Atracción física? ¿Por qué siento esta fuerza tan indescriptible?

Mis mejillas han empezado a arder. ¡Rayos, me estoy ruborizando!

—Tus deseos son órdenes, Emma—dice cortando la conexión visual. Se acomoda en donde está sentado, prosigue sacando la ropa, pero no dice más nada. Se ve tan concentrado.

Otra vez quiero cambiar el tema.

—¿Por qué es tan importante para ti ese estúpido juramento?—suelto las palabras. ¿Dije "estúpido"? Deberían multarme por hablar así. Matt solo sonríe, no parece ofendido.

—No es estúpido.

—¿Por qué es tan importante?—pregunto.

Él balbucea.

—Papá lo respetaba mucho.

Oh... mi perspectiva de las cosas da un giro de 360 grados. El juramento es importante para él porque valoraba de sobremanera a su papá.

—Ha estado durante varias generaciones en mi familia.

—Jane no parece tomarle importancia.

Veo que frunce el ceño. Me encojo de hombros.

—Me la encontré cuando iba hacia el jardín—me justifico—. Me dijo que para ella no es importante.

—Supongo que es algo de hombres—dice cortante.

No quiero seguir discutiendo con él. Si dice que es importante, quiero comprenderlo. Además, disfruto mucho de sus waffles. Si así pretende pagarme el favor, estoy dispuesta a aceptarlo.

—¿Y qué hacías en esa ferretería ayer?—pregunto—. ¿No tienes sirvientes que hagan las compras del hogar por ti?

Él ríe otra vez. ¡Sí, música para mis oídos!

—No estaba haciendo compras del hogar.

—¿Qué hacías?

—Supervisando. Es mi ferretería.

Mis ojos se abren ante la impresión. Cierto, son propietarios de otras compañías alternas que desconozco. Me pregunto qué otros negocios tendrá Matt.

—Bueno, de mi padre en realidad—se corrige—. Cuando murió, Joe quería cerrarla, pero le discutí hasta el cansancio que era una mala idea. Así que quedé a cargo de ella. Todo menos deshacerme del mejor recuerdo que tengo de él.

Mi corazón se está empezando a acelerar. Estoy anonadada con la ternura que habita en el corazón de este chico tan nostálgico. Tiene una diminuta y remota ferretería que quizás no le aporte ninguna ganancia, pero la mantiene porque es emocionalmente significativa para él.

—¿El mejor recuerdo?—quiero seguir preguntando, quiero conocer más de él.

—Mi padre construía cosas. Lo hacíamos juntos, de hecho. Abrió esa ferretería por pura diversión—dice con júbilo en sus ojos. Está teniendo memorias en su cabeza, lo puedo notar en los destellos que transmite su mirada.

Sonrío.

—¿Así que si quiero que construyas un librero para poner todas mis novelas de ciencia ficción, lo podrías hacer?—se me escaparon las palabras. Lo dije sin pensar.

—Por supuesto que sí—contesta sin titubear—. Puedo comprarte uno, pero si tu ilusión es que lo construya para ti, entonces lo haré.

¿Acaso le di una idea? Niego con la cabeza enseguida.

—No, no—me estoy riendo como inepta—. No es ninguna ilusión, se me escaparon las palabras, suelo hablar sin pensar.

Me sonríe con su perfecta y blanca dentadura.

—Recuerda que tus deseos son órdenes—matiza—. Piensa bien lo que vayas a pedirme porque lo cumpliré sin pensarlo.

Genial, lo último que me hacía falta, un genio mágico.

Trato de controlar el rubor de mis mejillas, me concentro para que vuelvan a su color natural y me dedico a seguir colocando las prendas de ropa en el tumulto de ganchos que Matthew tiene a su lado.

—¿Qué otros negocios tiene tu familia?—cuestiono.

—Bueno—responde sin balbucear—. Joe se dedica enteramente a nuestra cadena de hoteles, por lo que viaja mucho. Yo le ayudo con asuntos administrativos, pero sin salir de la ciudad. Lo bueno de que sea nuestro negocio es que puedo ayudarle desde donde sea que esté, no es necesario que vaya todos los días a la oficina.

Escucho con atención.

—A veces visito la ferretería para verificar que todo marche bien—dice, se detiene un momento y continúa—. Jane, por otra parte, coordina toda la parte estética de nuestros hoteles y además, lanzó hace poco una franquicia de salones de belleza.

Vaya, qué familia tan emprendedora.

—Sí, Jane luce muy sofisticada—complemento.

—Lo es, cierto—responde él—. Pero deberías verla sin maquillaje, se ve terrible.

Sonrío con sarcasmo.

—Lo dudo mucho—contesto girando los ojos.

Matt ríe a lo bajo. Está hablando con tanta fluidez que con cada palabra me convenzo a mí misma que confía plenamente en mí.

—Cuéntame de ti, Emma—dice impresionándome, no me gusta hablar de mí—. Isabella comentó que estudiaste Arte en Calarts.

Abro mucho los ojos. ¿Por qué Isabella estuvo hablando de mí con los Sinclair? Me pregunto qué más les habrá dicho.

—Acabo de graduarme, de hecho—respondo algo nerviosa, poniendo detrás de mi oreja un mechón de cabello que me tapa el rostro, con la ayuda de una mano—. Vivía en Seattle. Mi madre me convenció que tengo un súper talento para el ámbito artístico y me ayudó a venir a Valencia a través de un programa de intercambio. Así quedé viviendo con Isabella.

Otra vez Matt me está mirando con su irresistible sonrisa.

—¿Qué ámbitos artísticos?

Sonrío, pero decido no devolverle la mirada.

—De todo—contesto—. Dibujo, pintura, escultura, fotografía, actuación... Me encanta buscarle el lado artístico a la vida. Es mucho más divertido que el realista.

Matt asiente con un movimiento de cabeza.

—Concuerdo—dice—. ¿Y qué haces para ganarte la vida?

No sé si quiero contarle esto.

—Pues no tener una cadena de hoteles que genera millones al mes, si eso es lo que preguntas.

Matt suelta una risa.

—Vamos, dime.

Suspiro.

—Vendo lienzos pintados y esculturas—suelto las palabras—. Te sorprendería saber lo poco que gano, pero sobrevivo. Tal vez pruebe suerte en actuación teatral, o quizás simplemente me canse de esto y decida conseguir un empleo real.

Ríe de nuevo. Este hombre no es ningún melancólico, ¿por qué Jane está tan preocupada por él? Yo lo veo bien.

Sin darnos cuenta, hemos terminado de desempacar prácticamente todo. Ahora quedan solo dos maletas: una grande donde creo tengo guardados todos mis abrigos y la pequeña maleta azul que no permitiré que Matt vea ni ebria. No está preparado mentalmente para ver mi ropa interior.

Matt se levanta donde está y busca la maleta más grande. La abre, levanta en el aire y la voltea haciendo que todas las prendas de ropa caigan en el suelo. En efecto, son mis preciados abrigos.

De la maleta, sale además, una pequeña caja de madera que rebota contra el suelo. Oh, no, había olvidado que tenía eso ahí.

—¿Qué es esto?—pregunta Matt muy curioso agachándose para sostener la caja en sus manos.

Lo miro petrificada. No quiero que vea lo que hay adentro. ¡¿Cómo olvidé que eso estaba ahí?!

—¡Eh, más ropa interior!—me apresuro a decir levantándome para intentar quitárselo. Es demasiado tarde, está sonriendo con suspicacia y ahora la acaba de abrir.

Su ceño se frunce. Dios, no.

—¿Pero qué tenemos aquí?—dice.

Me acerco rápidamente a él para intentar quitarle la caja, pero mi intento es patético. Se alza para que no lo alcance y empieza a sacar lo que hay adentro.

—¡Suelta eso!—le grito empezando a sentirme enojada. Simplemente no respeta mi privacidad, ni siquiera nos conocemos, no quiero que ande revisando así mis cosas. Y menos esto.

En sus manos ahora tiene un papel donde está impresa una fotografía. Una de muchas que guardaba en el lugar más pequeño y oscuro de mi antigua habitación.

Matt observa la fotografía girando un poco el rostro. Se ha puesto serio ahora.

—¿Quién es este hombre?—pregunta girando la foto. Estoy roja de la vergüenza y de la rabia. Es una pésima combinación que me hace tener unas inmensas ganas de golpear a este testarudo deudor.

—¡Nadie!—respondo alzándome para tratar de alcanzar su mano. Es imposible, es mucho más alto que yo. Sabe que jamás podré lograrlo.

Y con "nadie" me refiero a que en la foto salimos el patán que dejé en Seattle y yo, besándonos.

—Pues para ser nadie, tus labios se ven muy enamorados—sus palabras suenan tan cruel para mí. ¿Quién se cree que es para meterse así en mi pasado de esa manera?

Estoy saltando para tratar de alcanzar la foto.

—Dijiste que no tenías novio—ataca Matt.

—¡No tengo!—respondo todavía dando brincos—. ¡Es un primo!

—¿Te besas con un primo?

—¡Es escocés! ¡Es parte de su cultura!

He decidido rendirme. Es imposible que alcance a un hombre tan alto. Me quedo quieta, esperando que él tenga compasión de mí.

Su semblante ha cambiado. Ya no se ve divertido como antes, más bien parece que se está enojando.

—¿Quién es? Sé honesta conmigo.

No tengo que ser honesta contigo, ¡te acabo de conocer!

—Alguien de mi pasado—confieso.

Matt deja la foto a un lado, sobre la mesa de noche que está al lado de mi cama y empieza a hurgar en las demás cosas que hay en la caja. ¡Compasión, por favor!

—¿Un ex-novio?—pregunta.

¡No tienes derecho, Sinclair! ¡No tienes derecho!

Doy un hondo respiro. Exhalo el aire.

—Tal vez no sea ex... tal vez podamos volver—digo. Cielo Santo, qué desdichada soy. Sé que esto está mal, sé que no debí guardar esa fotografía, pero es tan difícil dejarla ir.

Trato de hacer un último intento para quitarle la caja, pero se alza más tratando de sacar lo que hay adentro. Es todo, no me queda aire, no estoy acostumbrada a estar saltando tanto. El ejercicio y yo no nos llevamos.

—¿Hace cuánto que rompieron?

Me encojo de hombros.

—Cuatro años.

Matt abre mucho los ojos.

—¡¿Cuatro años?! ¡¿Y conservas todo esto?!—pregunta, se está empezando a enojar mucho. No necesito conocerlo para saber que su sangre está empezando a hervir.

Entonces, saca una servilleta que también mantenía guardada en la caja. ¡No, por favor, todo menos eso!

—¿Y qué es esto?—pregunta, después le da la vuelta. Tiene unas letras escritas que empieza a leer—. "Te amo, Emma".

—¡Basta!—exclamo. Se me está empezando a partir el corazón, como por enésima vez.

Me muestra la servilleta con indignación.

—¿Qué significa esto?

Ya no me siento enojada, los recuerdos han empezado a golpearme y creo que pronto voy a llorar.

—Fue la primera vez que me lo dijo—respondo honestamente.

—¡¿En una servilleta?!—la voz de Matt suena muy aguda.

—¡Sé que lo dijo enserio!—debato.

—Oh por Dios, Emma, eres miserable—dice cruelmente. No lo culpo. Lo soy, soy muy miserable.

Exhalo todo el aire que me queda en los pulmones. No quiero seguir discutiendo acerca de esto. En la caja hay muchas cosas más que guardé porque significaban mucho para mí y creí que para el patán también, pero sé que está mal. Sé que debo deshacerme de ellas, pero mi corazón no me lo permite.

Estoy ahora sentada sobre mi cama, con la cabeza baja. Creo que Matt se dio cuenta que me está afectando mucho lo que hace porque ha dejado de sacar más cosas. Escucho que suspira y cierra la caja, después se sienta a mi lado.

—¿Al menos te lo volvió a decir después de haberlo escrito en esa servilleta?—pregunta tratando de encontrarse con mis ojos, pero no lo permito. De verdad creo que empezaré a llorar pronto.

—Algunas veces—miento.

No, no lo volvió a decir. Lo escribió en ese asqueroso papel cuando cenábamos en un restaurante de comida rápida, pero nunca lo escuché decirlo de sus propios labios.

Matt suelta otro suspiro.

—No lo volvió a decir, ¿cierto?

Trago saliva. Es todo, vienen las lágrimas.

—Pues qué idiota—declara. Lo dijo como si le hubiese salido desde el fondo del alma—. Qué bueno que terminaron.

Una lágrima recorre mi mejilla... en mi primer día en la mansión Sinclair, delante de uno de los dueños de la casa. Buen trabajo, Emma, eres realmente miserable.

Ya no lo puedo seguir ocultando, acabo de empezar a llorar y no creo que pueda detenerlo pronto.

De pronto, siento que Matt me agarra suavemente el rostro y lo gira en dirección a él, para que lo vea. Entonces, con su otra mano, pasa un dedo sobre mis ojos para secar mis lágrimas.

—No llores—dice arrepentido—. No quise tratarte así y lo lamento, Emma. Sin embargo, debes admitir que esto es retorcido y te hace daño.

—Lo sé—concuerdo.

—Pero está bien—está sonriéndome ahora—. Creo que ya sé cómo te pagaré la deuda que tengo contigo por haber salvado mi vida.

¿Qué? Parpadeo dos veces seguidas.

—Es obvio que tienes el corazón roto—recita—. ¡Desde hace cuatro años!

Su tono es gracioso. Sin darme cuenta, estoy sonriendo.

—Así que esto es lo que haré—dice seguro de sus palabras. Parece como si estuviera negociando conmigo.

Hace silencio un momento.

—Voy a sanar tu corazón.

Está bien, esto no me lo esperaba. Parpadeo dos veces más. Mi ceño se ha fruncido. Creo que ya no quiero llorar.

—¿Disculpa?—me atrevo a preguntar.

¿Dónde quedó el Matt que hablaba apasionadamente sobre los negocios de su familia y el juramento de su papá? Siento que está volviendo el loco desquiciado.

—Así como lo oyes—responde confiado—. Tú salvaste mi vida ayer y ahora quiero salvar la tuya. No hay forma que alguien pueda vivir tranquilo con el corazón roto, me encargaré de que vuelvas a ser feliz otra vez. Solo dame un mes.

No estoy segura si verlo como algo tierno o algo típico de un demente. Me detengo a pensar muy bien cuáles serán mis siguientes palabras.

—¿Y nos tenemos que casar?—pregunto como siempre fallando en mi elección.

Matt me está mostrando su perfecta dentadura. ¿Siempre tiene que hacer esto?

—¿Tú te quieres casar?

—No.

—Bien—responde levantándose de la cama—. Entonces no nos casaremos...

¡Finalmente lo entiende!

—Todavía—termina su oración sonriendo con picardía.

¡Matthew Sinclair, me estás volviendo loca!

Se acerca a la mesa de noche donde está la patética foto de mi ex-patán y yo, la toma en sus manos y me la muestra.

—¿Sabes qué debemos hacer con esto, verdad?—pregunta y yo me petrifico. Está agarrando la foto con el dedo índice y pulgar de ambas manos y ahora, empieza a romperla en dos. ¡No por favor, no lo hagas!

Lo miro boquiabierta.

Agarra también la servilleta y hace lo mismo.

No puedo con mi vida ahora mismo.

—Me llevaré el resto de las cosas y me encargaré que no las vuelvas a ver jamás—dice agarrando también la caja de madera, más otras cosas que sin darme cuenta dejó caer al suelo—. ¿Cómo hiciste para que Isabella no encontrara esto? Apuesto que se pondrá furiosa si se entera.

Oh Dios no, que no le diga por favor. Me va a matar y echar de la mansión Sinclair.

Matt se da cuenta que estoy horrorizada.

—No te preocupes, no le diré nada—dice y suspiro del alivio—. Será nuestro secreto, pero con la condición que pongas de tu parte.

¡Lo haré, por supuesto que lo haré! Todo menos enfrentarme a Isabella.

—Haré mi mejor esfuerzo—murmuro.

Estoy devastada, pero este chico me está dando esperanza. Es un total desconocido que quiere sanar mi corazón como retribución. Está tan chiflado que creo que me cae bien.

Matt camina hacia la puerta y la abre dispuesto a darme privacidad finalmente. Inesperadamente, se gira y me mira con ternura. Creo que me voy a derretir, estoy sumamente vulnerable.

—Necesito que me pases la factura, Emma—dice y creo que habla enserio—. Pásame la factura de tu corazón y con gusto la pagaré.

Sonó tan tontamente cursi que amé lo que dijo.

—Con mucho gusto, Matt—escupo las palabras.

Y así es como se cierra un trato.

Matt sale por la puerta, pero veo que se asoma desde afuera.

—Bienvenida a casa, Emma—dice finalmente cerrándola.

Amo a los Sinclair, amo esta casa, amo la nueva vida que estoy adquiriendo. Aun tengo que conseguir un empleo real, pero... por ahora todo marcha bien.

Me recuesto sobre mi nueva cama sintiendo que las sábanas acarician mi piel. Cierro los ojos y sin percatarme, me quedo dormida.

xxxxx

Recuerda darle a la estrellita si te gustó el cap :) (porque me haces muy feliz y porque así se difunde más la historia)

Besos y abrazos,

S.

(Twitter / Instagram - sophiatramos)

xxxxx

¡No olvides unirte a la comunidad de cientos de fans de F.A.C!



Đọc tiếp

Bạn Cũng Sẽ Thích

4.7M 221K 27
Zoe Kizer siempre ha pensado que su vida era perfecta: una familia maravillosa, y un novio deportista. Pero cuando sus padres toman la decisión de ac...
1.7M 113K 8
Esta historia se volverá física en 2020 gracias a Nova Casa Editorial. Si es tu primera vez leyendo entonces disfruta de los primeros capítulos que e...
5.9K 896 42
"Solo dame 40 días para enamorarte con notas de mi corazón" Kagome quedo algo confundida asustada y emocionada por la nota extraña que llego a sus ma...
1.3M 98.2K 80
Becky tiene 23 años y una hija de 4 años que fue diagnosticada con leucemia, para salvar la vida de su hija ella decide vender su cuerpo en un club...