Cuatro Momentos (Drummond #3)

By Gaby_SWSD

70K 10.4K 827

Un mal inicio... Weston Drummond es el cuarto hijo de lord Wulfric Drummond, regente de Savoir, quien después... More

Nota introductoria
Prólogo
Capítulo 1
Capítulo 2
Capítulo 3
Capítulo 4
Capítulo 5
Capítulo 6
Capítulo 7
Capítulo 8
Capítulo 9
Capítulo 10
Capítulo 11
Capítulo 12
Capítulo 13
Capítulo 14
Capítulo 15
Capítulo 16
Capítulo 17
Capítulo 18
Capítulo 19
Capítulo 20
Capítulo 21
Capítulo 22
Capítulo 23
Capítulo 24
Capítulo 25
Capítulo 26
Capítulo 27
Capítulo 28
Capítulo 29
Capítulo 31
Capítulo 32
Capítulo 33
Capítulo 34
Capítulo 35
Capítulo 36
Capítulo 37
Capítulo 38
Capítulo 39
Capítulo 40
Capítulo 41
Capítulo 42
Capítulo 43
Capítulo 44
Capítulo 45
Capítulo 46
Capítulo 47
Epílogo
Nota Final

Capítulo 30

1.2K 199 22
By Gaby_SWSD

Laraine decidió que por un día podía olvidar todas sus preocupaciones, temores y ocupaciones diarias. Por un día sería únicamente Lara y aprovecharía cada minuto de aquella singular experiencia. Paseó por el bosque, comió fuera del castillo cerca de un claro, recogió flores, rió en varias ocasiones y se dejó abrazar por Wes unas cuantas más. Hizo todo eso con Wes como única compañía, aunque sabía que en algún lugar cercano dos personas de confianza los vigilaban. Posiblemente se tratara de Garrett y de Arley, pero cada cual por su cuenta.

Cuando cayó la noche y se encontraba descansando frente al fuego de la chimenea, envuelta y adormilada en los brazos de Wes, ella suspiró, feliz.

–¿Has tenido un buen día? –susurró en su oído. Ella asintió–. Me alegro.

–¿Lo has hecho a propósito?

–¿Qué?

–Este día. Esta petición.

–¿Cómo podría haberlo sabido?

–¡Lo sabes! –Lara se giró y encontró sus ojos claros, aquellos ojos que empezaba a adorar–. Lo supiste todo el tiempo.

–¿Sí? –Weston cerró el espacio entre ellos–. Feliz cumpleaños, Lara –susurró contra sus labios antes de atraparlos y besarla por un largo rato.


***


Wes abrió los ojos e intentó respirar lentamente. Giró y encontró a Lara profundamente dormida, se alegraba de no haberla despertado con su inquietud. Desde que había dormido con Lara en sus brazos, era la primera vez que despertaba después de una pesadilla tan vívida. El dolor y la tristeza, fuertemente enlazados en su alma en los pocos momentos de consciencia que había tenido tras el fatídico accidente. Cerró los ojos un segundo, los abrió y observó a Laraine fija y abiertamente, como se cuidaba de no hacer en los momentos que compartían frente a todos en los diferentes rincones del Castillo.

Y si lo hacía no era porque le preocupara que se adivinaran sus pensamientos, sino porque no deseaba volverla un blanco vulnerable. Aunque pareciera que así había sido, él no había olvidado ni un momento el ataque sufrido y temía que sus enemigos, tan cercanos, se volvieran más temerarios.

Alargó la mano y apartó un mechón que había caído en su frente. Lara no era una mujer especialmente bella ni frágil, era fuerte y de facciones marcadas, que se acentuaban cuando fijaba su mirada oscura en algún objetivo. No vacilaba ante nada ni nadie, lo que hacía que sintiera mayor temor por ella. Era cierto, nunca había querido proteger a nadie tanto como a Laraine de Nox, más aún cuando nadie había necesitado su protección, siendo él quien debía ser protegido en todo momento.

¿Qué podía hacer por ella? ¿Podría darle, alguna vez, seguridad? ¿Cariño?

¿Podría amarla? ¿Ella permitiría que lo hiciera?

–Weston, ¿cuánto tiempo más vas a quedarte mirándome mientras finjo dormir? –inquirió Laraine, sobresaltándolo. Él la miró fijamente mientras ella esbozaba una lenta sonrisa e iba abriendo de a poco sus ojos. Ante la tenue luz de la luna y la chimenea que aún ardía, pudo notar los destellos verdes de su mirada. Ojos tan oscuros que normalmente no notaba que no eran negros como aparentaban.

–Lara, me engañaste completamente. ¿En qué momento despertaste?

–Estabas inquieto y pensé despertarte, pero lo hiciste por tu cuenta y te adelantaste, así que decidí esperar a que me despertaras –frunció el ceño– no lo hiciste.

–Por supuesto que no. Quiero que descanses.

–¿Era una pesadilla?

–Sí.

–¿Sobre tu accidente?

–Sí.

–¿Quieres hablar sobre ella?

–Lara –Wes buscó su mano y la asió– basta de preguntas. Lamento haberte despertado.

–Si eso quieres –Laraine se apartó–. Quizá debería dejarte...

–¿Cuántos años tienes? –soltó Wes de pronto. Ella detuvo sus movimientos y lo miró, desconcertada–. ¿Qué? Me parece justo que, si vas a interrogarme, yo haga lo mismo. Podemos turnarnos para preguntar, ¿no?

–¿Por qué querrías hacer eso?

–Quiero conocerte, Lara. Todo de ti, pero de momento lo que quieras compartir conmigo bastará. En las mañanas apenas podemos hablar y siempre estamos rodeados de personas, que pueden o no querer hacernos daño, por lo que es arriesgado intercambiar nada más que cortesías y asuntos seguros sobre la administración del Castillo.

–Bueno... sí. No pensé que... quisieras conocer nada de mí –bajó la voz–. Treinta.

–¿Disculpa?

–Tengo treinta años –soltó a regañadientes. Debía parecerle demasiado mayor, sobre todo cuando las mujeres generalmente se desposaban antes de cumplir los veinte–. Nunca tuve un interés particular en las cosas que se supone deberían interesar a una mujer. Lo que quería era ser una gran guerrera y llegar a ser la regente de Nox. Alguien lo suficientemente poderosa como para proteger a las personas que me importan y no depender de absurdas disposiciones de otras personas con mayor poder.

–Como el rey.

–Exactamente como él. No lo logré, por supuesto, o no estaríamos aquí.

–No estoy del todo de acuerdo, pero agradezco que fuera así.

–¿Por qué? ¿Sabes lo peligroso...?

–Porque de no ser así, exactamente como dijiste, no estaríamos aquí.

–¿Y eso estaría mal? –Laraine clavó sus ojos en el rostro de Wes. Vaya, con cada día que pasaba se estaba poniendo más guapo. Su esposo–. ¿Por qué?

–Porque no podría hacer esto –Wes se acercó hacia ella y la besó, despacio–. O esto –la tomó entre sus brazos, pasando uno por la espalda de Laraine y el otro sosteniendo su cabeza–. Pasa la noche conmigo, Lara –susurró en su oído. Ella se estremeció–. Esta vez, de verdad. Dame una oportunidad de hacerlo bien. Di que sí.

–Wes, yo... –Laraine suspiró–. ¿Estás seguro de que eso es lo que quieres?

–No creo haber querido tanto algo antes en mi vida.

–Pero ¿estarás bien? Estos días...

–He estado mejor –Wes empezó a depositar suaves besos en su mandíbula–. No totalmente bien, y quizá nunca lo esté, pero quiero intentarlo. Sé que puedo hacerlo.

–Wes –Laraine intentó apartarse para mirarlo. Como él se resistía, Lara lo empujó–. Para.

Eso lo logró. Wes soltó el aire mientras bajaba los brazos. ¿Qué había pensado? ¿Qué ella querría estar con alguien como él? ¿Una mujer fuerte, autosuficiente y valiente con alguien que apenas podía mantenerse en pie tras un mínimo entrenamiento de espada?

Tragó con fuerza, intentando aplacar su decepción y se recostó en la cama, sin mirarla. No quería saber si se quedaba o no.

–Buenas noches, Wes –Laraine pareció querer añadir algo así que él esperó, sin despegar sus ojos del techo– Si quieres puedo marcharme o... –musitó.

–Como lo prefieras, Lara –respondió y cerró los ojos–. Buenas noches –giró sobre su costado y se obligó a dormir.


***


–Solo debería soltarlo o me obligará a golpearlo, mi lord –gruñó burlón Garrett– su inquietud me distrae de los alrededores y eso no puede ser bueno.

–Hemos hecho este recorrido incontables veces –aseveró Wes con aire ausente.

–Precisamente mi punto. Es más fácil caer en una trampa cuando se sigue una rutina tan marcada como lo hace usted –Garrett soltó el aire, exasperado–: ¿Está siquiera escuchando? ¿Qué es lo que pasa esta mañana?

–¿Realmente quieres saberlo?

–No especialmente, pero me temo que no tengo opción. Soy la persona más cercana a usted y la de mayor confianza, así que no veo manera de negarme.

–Es algo personal.

–Eso es lo que temía.

Wes esbozó una leve sonrisa, volviendo a ser por un momento él mismo. Garrett puso en blanco los ojos y se apoyó en un árbol, con los brazos cruzados.

–No sé cómo hacerlo.

–¿Qué? Solo suéltelo, Wes. ¿Qué tan difícil...?

–No quiero solo dormir con Laraine.

–¿Qué? –Garrett lo miró estupefacto–. ¿Usted y su esposa...? ¿Y por qué no solo...? Oh, dioses, no quiero saberlo. No creo que pueda hacer esto.

–Eres un buen amigo –Wes se encogió de hombros– No sé qué hacer.

–Mi recomendación es que no lo haga. Probablemente su esposa no sea una bruja, pero lo mataría si usted va con otra mujer. Ella parece de ese tipo de mujer.

–¿Otra mujer? ¿De qué estás hablando? –Wes inquirió–. No quiero otra mujer.

–¿Cómo? ¿No dijo que no quiere dormir solo con su esposa?

–Ah, me refería al sentido literal de la palabra, Garrett. ¿Dormir? Solo dormimos en la misma habitación.

–Ah... ¡ah! –Garrett apoyó la cabeza en el tronco–. Usted y sus complicaciones mi lord.

–Yo no lo hago complicado. De hecho, ese es precisamente el punto. Quiero simplificarlo. Quiero ser el esposo de Laraine en todos los sentidos, no solo de nombre.

–¿Y por qué no lo hace? ¿No se ha sentido mal en estos días, cierto?

–Ah, también lo has notado. Estoy mejorando, gracias a Lara.

–Lo sé y aunque no estoy seguro de sus... capacidades... creo que podría resistir o no le diría que solo lo haga.

–Vaya, esta conversación es extraña.

–¿Y me lo dice a mí? Quiero correr en dirección al campo de entrenamiento y no mirar atrás. ¿Por qué tengo que ser yo el que hable con usted al respecto sobre esto? ¿No tiene muchos hermanos que puedan ayudarlo?

–Los tengo, aunque lejos, y aun si ese no fuera el caso, preferiría acudir a ti. Sé que crees ser discreto, pero se escuchan muchas cosas mientras se está convaleciente y en diversos rincones de un castillo.

–¡Wes, por favor! Prefiero no discutir esos asuntos...

–Garrett, está bien. Mi hermana murió hace mucho tiempo, apenas siendo una niña. Es apenas lógico que tengas otras mujeres.

–No aquí, yo no me atrevería...

–Sé que no. Pero quizá la razón tras eso es diferente a la que tú crees.

–¿Qué quiere decir?

–No es porque te disgusten o temas a las mujeres de Nox.

–Wes...

–Amigo mío, es porque te gusta una de ellas en particular. Espera, quizá sí que le temes –soltó, pensativo– ¿qué será que tienen las mujeres de aquí? –murmuró y continuó su camino, reflexionando al respecto. Tras un minuto, Garrett sumido en sus propios pensamientos, lo siguió.

Continue Reading

You'll Also Like

206K 2.2K 4
¿Qué es amar? ¿Qué es el amor? Dicen que del amor al odio hay un solo paso ¿Es eso cierto?, ¿Puedo seguir amando a quien tanto daño me causo? Nosotr...
462K 26.9K 34
Toda historia tiene un final... pero en la vida, cada final es un nuevo comienzo. Que la historia termina al ver la palabra fin en los libros, o en l...
334K 35.5K 68
Alcohólico, mentiroso, mujeriego, asesino... Geoffrey Stanfford no es, ni de lejos, la compañía que alguien desearía. Pero los que lo conocen saben q...
2.7K 230 9
𝕷𝖆 𝖎𝖒𝖕𝖗𝖔𝖓𝖙𝖆 𝖉𝖊𝖑 𝖑𝖔𝖇𝖔|Sabrina una joven de tez morena llegará a la reserva de Forks junto a su familia, su vida dará un giro inespera...