EL príncipe de Orión

Door ccsilva

1K 56 54

¿Puede un símbolo marcar tu destino? Rigel es condenado a vivir en la ciudad engullida desde su nacimiento c... Meer

La traición del elegido
Capítulo 3

Capítulo 2

221 20 17
Door ccsilva

Capítulo 2

Rigel recorría la ciudad engullida en busca de un rayo de luz  por los interminables túneles de piedra que se habían extendido a lo largo de los años. Evitando pasar por la estatua del rey tallada en ónix negra. Alumbrada por cientos de luces débiles de cebo que descansaban en las iluminarias de barro cocido, adherido a la escalera en espiral que rodeaba su imagen. Su nombre cantaban las nuevas generaciones -Cormac Sunlit- las mismas que estaban obligadas alabar su imagen tres veces al día con reverencia sentida para no probar el sabor de los látigos.

La ciudad engullida había crecido como el número de huérfanos. Los Gaia, casta de dos estrellas habían dejado en el pasado la comunicación con los espíritus de la tierra para convertirse en guardias y servidores de los Sunlit. Violando mujeres y niñas. Creando una epidemia de partos, muertes y bebes que sellaban su muerte cuando heredaban la marca de sus padres.

Un grupo de rebeldes alentados por un joven del que nadie sabía hasta entonces nació. Y hombres con miedo a la muerte  como patricio buscaron  refugio en las profundidades. Rigel creció en la soledad vasta de la mente de su padre que agonizaba de miedo. Era Un joven delgado, erguido, de cabello negro que se escurría hasta sus orejas. De ojos grises que brillaban con las fantasías que nadie le había contado pero que en la complicidad de la noche, sus sueños revelaban.

Cada día se alejaba más. Su nueva travesía ya había durado tres días.  Tratando de encontrar un nuevo tragaluz. Su pasatiempo y obsesión lo hacía un joven distraído y solitario. Ignorando la sombra distante que seguía sus pasos. Así como la muchedumbre que intercambiaban ollas y jarrones de barro por alimento, y alguna que otra piedra preciosa que encontraban cuando cavaban. Mientras algunos moribundos esperaban con ansias la muerte, antes de seguir en la ciudad engullida que acababa por enloquecer a muchos hombres que al igual que Rigel ansiaban ser perdonados y tocados nuevamente por el sol.

Siguió caminando por los escalones infinitos de piedra, dejando atrás los rostros ignorados. La fatiga hacia el paso lento y el cuerpo pesado. Sus pies descalzos y sucios habían formado heridas dentro de sus llagas -ya fue demasiado- pensó, cuando un destello de luz que se colaba más allá de los escalones se vio a lo lejos. 

Los dolores en el cuerpo y el hambre prolongada fueron saciados con su hallazgo. Cruzó por los abismos de la ciudad engullida guiado por el tacto súper desarrollado de sus  manos y pies que veían mejor que sus ojos en la oscuridad. Llegando al lugar donde se encontraba su tesoro. Un agujero  no  más grande que su mano. Permitiendo ver un retazo del cielo.

Los rayos de luz acariciaban su cara con una temperatura tibia que parecían caricias. Y lo que todos ignoraban eran los susurros que esos rayos trasmitían      - Tu destino va cambiar y moonlit ya no serás- la frase se repetía una y otra vez agigantando el deseo de Rigel. 

-¿Hasta cuándo vas a seguir buscando la luz? es un delito y por eso te cortaran la cabeza- se escuchaba a lo lejos una voz dramática. Era Rebeca, la única amiga de Rigel por voluntad de la joven que no le importaba ser ignorada. Una joven de mirada lánguida. Rostro, silueta alargada y caderas estrechas. Su pelo largo y enmarañado llegaba a sus muslos.

-¿¡Qué haces acá!?- Refutó Rigel molestó por la interrupción de Rebeca.

-Te busqué donde tu padre, pero me dijo que llevabas más de dos días sin ir. Parecía preocupado y  sospeché que estabas buscando un agujero para ver la luz. Quería darte esto- sonrió mientras estiraba la mano para darle un trozo de pan fresco -Deberías dejar de hacer eso- dijo con la voz más baja.

-Nadie entiende. EL espíritu de Astrea reposa en el sol. ¡Ella me habla!

-Es imposible, nuestros antepasados rompieron el vínculo con ella al querer el poder de las otras castas. Agradece que sea yo quien te escucha hablar así. ¡¡¡Te matarían por lo que estás diciendo!!!

-Estamos muertos- esbozó.

-Mira tú estrella Rigel- Enfrió su voz -Es una. No hay dos que te hagan un Gaia. Ni tres que te conviertan en Sunlit. Somos Moonlit y para el resto de orión intocables. Esa estrella escribe tu destino, es nuestro pergamino y ya está escrito. No hay lugar para modificaciones- una plegaria se dibujo en su rostro -No quiero que mueras como los moribundos de miradas perdidas deseando algo que no tienen. Nacimos moonlit porque esa única estrella en tu mano izquierda así lo dice. Si lo aceptas no vas a sufrir.

Rigel sabía que no tenía sentido discutir. Volvió su atención nuevamente hacia arriba, dejándose perder en el azul tranquilo que irradiaba el cielo. Mientras rebeca perdía su mirada contemplando cada detalle que componía el rostro de Rigel. El mechón de pelo que tapaba la mitad de su cara, la curvatura de su nariz incluso la locura de la que estaba convencida. La obsesión de Rigel era la luz la de ella era él.

Ni el pan, ni el vestido de lino verde esmeralda adornado de galpones dorados lograron llamar la atención de Rigel. A pesar de ser la única joven que podía vestir esas telas en la ciudad engullida. Rebeca era hija de Domhnal el mayor informante entre los moonlit, el único hombre robusto de mejillas rosadas. Su apariencia afable y su barba esponjada disimulaban su crueldad.

Se movía por todo el inframundo buscando los moonlit que se negaban a trabajar en la imagen de Aeneas. Su pago era comida fresca, seguridad y estatus entre los de su casta que lo respetaban, temían y servían por un poco de comida. Mientras la joven robaba comida fresca para Rigel y Patricio.

Rebeca había soñado con una declaración de amor para su cumpleaños número dieciséis. Sin embargo Rigel parecía más interesado en observar el cielo. Subió  a la roca en la que él estaba y quedó a un suspiro de distancia. Lo más cerca que había podido estar en toda su vida. Podía sentir su aliento, incluso su cuerpo que alcanzaba a rosar el de ella.

-Quiero que me describas- Dijo ilusionada.

Pero un silencio más fuerte los invadió. Sin embargo Rebeca no se rendía tan fácil.

-Hazlo- Rogó con su voz, sus ojos y cada facción de su cara que pedía a gritos un beso de Rigel. Pensaba que si él se detenía un momento a contemplarla sus miradas se podrían encontrar y el beso tan manoseado en sus sueños se haría realidad.

Rigel sabía que no dejaría de hablar hasta conseguir lo que quería. La observó en silencio, la luz recorría su piel pálida y ojos grisáceos. Al mirarla pensó en su madre -¿Cómo hubiera sido su vida con ella al lado?- una lágrima se resbaló inesperadamente.

Rebeca conmovida con el gesto de Rigel se abalanzó sobre él y le dio un beso. Estaba convencida que su lágrima era por amor a ella. Rigel quedó inmóvil ante el ataque inesperado. De repente el sonido de un cuerno llegó donde estaban.

-¡Los guardias!- Gritó Rigel mientras saltaba la piedra -Descubrieron otro escondite, mi padre- Oraba para que su padre no fuera encontrado.

Los dos jóvenes corrieron al escondite de Patricio. Rigel era más rápido y sabía que a Rebeca no le harían nada. Lo único que lamentaba era no llevar ese pedazo de pan fresco. Luego de desvanecerse entre la multitud logró llegar donde Patricio y darle Gracias a su diosa al ver a su padre bien.

-Ya no puedo retenerte. Si sigues así serás llevado a la superficie y morirás como la mayoría de jóvenes- fue el saludo de Patricio al ver a Rigel. Los años lo habían llenado de miedos. Su rostro joven y brillante se había opacado y llenado de grietas alrededor de sus ojos. Y su pelo ondulado había perdido el color dejando algunos cabellos negros que revelaban el color de la juventud.

-¿¡Hablas de muerte!? Estamos muertos... Ya nadie nos llama moonlit, solo somos intocables. Una plaga que tiene que acostumbrarse a eso, ¡Preferiría ser atrapado si con eso puedo conocer lo que hay arriba!

-Recuerda que ese no es nuestro mundo y soñar con lo que no nos pertenece nos hace infelices. No te llevan arriba para que sueñes y seas feliz, solo te convierten en un esclavo sin derecho a nada… puedes heredar  mi trabajo.

-¡Parece que te diera miedo soñar padre!- gritó Rigel  furioso mientras miraba la pila de espadas que patricio tenía que afilar para los guardias -No creo que hables enserio al decirme que quieres que herede tu trabajo, afilar día y noche espadas con las que nos atacan todo el tiempo.

-Podrías tener más que yo si quieres… Rebeca se ha fijado en ti. Su padre  hará que tu vida sea mejor. Más beneficios: comida,  ropa, seguridad.

-¿Rebeca? ¿Es en serio? su voz es peor que una gaita desafinada cuando quiere algo, es caprichosa. Sería su sirviente para tener lo que estás diciendo ¿¡eso es lo que quieres!?

-¡Rebeca!- Gritó Patricio mientras la joven salía lloriqueando por los recovecos dejando el pan tirado.

Rigel salió tras de ella, tratando de calmarla pero se había esfumado. Recogió el trozo de pan y fue nuevamente donde su padre.

-No debiste hablar de ella como lo hiciste. Gracias a ella no hemos muerto de hambre, y sabrá Astrea si su padre sabe que nos trae alimento.

Rigel agarró una de las espadas mientras miraba a su padre, descargando toda su ira contra la pared que apenas si había sufrido un rasguño   -Eres un perdedor- dijo mientras corría para hablar con Rebeca.

 -Perdona hijo- susurró Patricio sin dejar de afilar las espadas con sus manos gastadas y temblorosas, acompañado de su piedra de afilar con manivela en soporte de madera.

Su nuevo hogar si así se le podía llamar era adornado por  un cuadro pintado a mano con colores ya degradados que mostraban un  paisaje en el que se perdía horas contemplando algunos cisnes que lo miraban con lastima de su destino.

Rigel se sentía mal por Rebeca, no la quería herir. Caminaba por los callejones que los guardias ignoraban cuando vio nuevamente a la joven  salir con la cara templada.

-Perdona no debí decir esas cosas, lo siento- decía Rigel mientras se acercaba a la joven.

-No debiste- repitió Rebeca mientras se asomaban tres guardias tras de ella.

-¿Qué pasa?- Preguntó Rigel asustado.

-Es un rebelde- señaló rebeca a Rigel mientras bajaba la cabeza.

Rigel logró zafarse de la mano de uno de los gaia con armadura de cuero.  Sus pies a penas si tocaban el piso. Alcanzó a llegar al escondite de su padre convencido de perder a los guardias en el camino cuando salió uno sujetando a Patricio.

-No por favor- imploraba  Patricio.

Pero los guardias aprovecharon para golpearlo mientras sostenían a Rigel para que vieran como lo asesinaban.

-¡No lo maten!- salió Rebeca en ayuda del anciano arrepentida por lo que había hecho.

Mientras los guardias llevaban a Rigel para trabajar en la imagen de Aeneas junto a los rebeldes  y fugitivos. Todos amarrados con cadenas para evitar escapes. Llantos, gritos, muerte, lamentos, despedían a Rigel de la ciudad engullida. Pero el solo podía pensar en su padre. Estaba seguro que había muerto y nada sería así si lo hubiera escuchado. Caminaba resignado cuando una voz dramática se escuchó a lo lejos -¡Tu padre está vivo!-

 Código: 1503313727729
Fecha 31-mar-2015 16:12 UTC
Licencia: All rights reserved

Ga verder met lezen

Dit interesseert je vast

52.5K 5.2K 103
Solo después de morir, Fu Zhiyu se dio cuenta de que el mundo en el que vivía resultó ser una novela. Está Historia no es mí 🚫 todos los derechos a...
7.9K 649 34
hola gente esta es mi primera historia espero les guste tratare de hacer lo mejor que pueda y tratare de actualizarla constantemente
29.6K 4.1K 40
Regulus esta dispuesto a todo por el amor que nunca tuvo pero ahora está a su alcance y Severus esta arto de ser la víctima bañado de un villano .. J...
57.5K 8.3K 22
«Mi futuro marido sabe todo de mí... yo solo sé que cuadruplica mi edad, y que pertenece a una especie que podría matarnos a todos» Libro de la saga...