Ella estaba frente a la editorial, tenía los nervios de punta y la respiración le temblaba, sus grandes ojos observaban aquella puerta de cristal decidiéndose a si cruzarla o no. Con aquel manuscrito en el bolso temblando ligeramente por los nervios. La chica de cabellos negros se trasladó hacia aquel lugar armándose de valor para dejar su manuscrito en manos de la recepcionista, aunque tenía miedo y sus manos temblaban levemente solo pudo mirar a la recepcionista de aquel lugar y suspirar.
—¿Viene a por una cita? —Le preguntó una mujer de cabellos rubio mirándola sonriente.
—No... Yo... Solo... Quiero entregar un manuscrito... Solo eso. —Ella estaba nerviosa, las palabras le salían a modo tartamudeo de sus labios, la rubia solo tomó las hojas de papeles de las manos y sonrío contenta.
—¿Al departamento de edición no? —Ella asintió levemente con la cabeza y miró hacia la puerta de salida, quería salir de aquel lugar, su corazón le iba muy rápido y aún estaba tratando de procesar la información de que seguía haciendo en aquel lugar.
—Si ¿Necesito llenar algún documento? —La chica asintió con la cabeza poniéndole unas hojas delante que debía rellenar—. Enseguida se las doy señorita... —Risu miró la placa de la chica y sonrió—. Historia.
Quería relajarse, claro y que más que relajarse que llenar un formulario para que entregaran su manuscrito. Tenía confianza en ella misma pero a veces esa confianza se quebraba por completo. Si porque si había que algo que Risu Ackerman carecía era de algo que le ayudará a superar todas esas bajas expectativas en sí misma y aprender a quererse un poquito más.
—Listo. —Se volvió a dirigir a la mesa donde estaba aquella chica rubia y la miró sonriendo.
—La contactaran sobre su manuscrito. —Le sonrió y dejó aquello en la mesa—. ¿Necesita algo más? —La chica negó con la cabeza suspirando levemente y mirando los ojos a la rubia.
—Gracias por todo. —Le sonrió y está le devolvió el saludo de vuelta.
Mientras cruzaba por las puertas de cristal que una vez pasó sintió como todo su estómago se revolvía en su interior, era debido a los nervios que sintió en tan solo entregar un documento, esperando a que llegara a personas que si valorarán su trabajo. Miró el cielo azul y recordó aquellos dos grandes ojos azules del chico que se había mudado a su lado, eran como dos perlas perdidas en el cielo, diamantes que no podían tener y que a ella le gustaba tanto la idea de tenerlos. Con una sonrisa suspiró nostálgica apartando la vista de aquel manto que cubría toda Seúl, debía ser ella la que consiguiera que publicarán su libro, o al menos tener un editor interesado en su talento, si su hermano tenía razón esperaba con ansias que de verdad no sé equivocase.
—Armin, estás actuando egoísta. —Una pelinegra estaba en la casa del chico mirando con sus ojos negros a aquel rubio.
—Lo sé pero me merezco algún tiempo de descanso ¿No? Todo lo puede ser trabajo. —La pelinegra no sabía porque el rubio había detenido su carrera en pleno auge y apogeo.
—Olvídalo Mikasa es imposible hacerlo entrar en razón cuando se le ocurre algo y la idea de vivir aquí no es algo que se le salga de la cabeza tan fácil. —El de cabellos castaños estaba sentado en el sofá del rubio tomándose una cerveza.
—Eren tiene razón Mika, no debes estresarte. —La pelinegra miró a la rubia de mechas rosadas una chica unos cuantos metros más alta que el rubio y con ojos verde claro, la hermana de Armin y a la dibujante que estaba encargada de supervisar.
—Lo dejas solo unos segundos y mira en que acaba Haru. —La de cabellos negros le dio una mirada al chico, era el más listo que conocía y sus canciones le gustaban demasiado al público pero había un problema y que era muy cabezota.
—Yo lo veo bien, el departamento está muy bonito y limpio, yo lo apruebo. —A la editora de cómic se le estaba acabando la paciencia con sus amigos.
—¿Saben que? Hagan lo que quieran después no vengan a Mikasa llorando. —Simplemnete se sentó en el sofá quitándole la cerveza que traía Eren.
—¡Hey! —El castaño reaccionó casi al instante, la pelinegra solo rodó los ojos y los miró.
—Vamos, solo quiero un trago y Harumi cuando regreses a caso quiero esas treinta páginas coloreadas. —La rubia sintió como esas palabras eran mucho más allá cómo para librarse de la ira y el estrés, de estaba vengando con ella.
—Voy a salir un momento. —Le dijo a los chicos mirando la puerta, a Armin no le interesaba salir, solo quería poder alejarse de aquello que todos llaman mundo de la fama.
Sus amigos lo miraron sin entender las acciones de Armin pero bajaron los brazos ante aquello, el rubio estaba acostumbrado a salir a pensar y luego volver casi enseguida. Al chico le atormentaban muchas cosas en esos últimos días, desde el más puro teorías del caos hasta las canciones que escribió cuando era pequeño, en serio a él no le gustaba ser Idol, ese mundo no le servía. Sentía impotencia al no poder decirle nada a sus amigos para no traicionarlos, pero desde hacía un tiempo componer canciones y cantarlas no le emocionaba. Perdido en sus emociones mientras cerraba la puerta de su casa, sus ojos azules dieron con aquella chica de cabello negro, ojos grises penetrantes, había perdido todo lo que nunca pensó perder y era el pensamiento.
—H-Hola, soy Armin Arlert y el vecino de al lado. —Risu lo miró sorprendida no esperaba encontrarselo en ese momento y tampoco deseaba que se acabara.
—Yo soy Risu Ackerman un gusto. —Le sonrió tratando de ocultar toda su sorpresa para ella misma, en su mente agradecía el momento de habérselo encontrarlo allí.
—Me alegra conocerte Risu si necesitas ayuda puedes ir conmigo y te ayudaré siempre que pueda. —Las mejillas del joven Idol se tiñeron se un hermoso color rojo, no esperaba decirle todo aquello así de pum.
—Igualmente —Le dijo sonriendo mirando al rubio—Si me disculpas, debo prepararme para la universidad. —A Armin le gustaba demasiado aquella chica, solo asintió embobado, viendo como ella entraba en su departamento.
—¡Acabas de hablar con una chica! —Su hermana estaba sorprendida, si más bien recordaba del problema de él.
—Harumi Arlert deja de espiar por las paredes aunque necesites material no estoy dispuesto a servir de modelo para ello. —Su hermana hizo un puchero mirando al rubio y luego a la puerta y como aquella dama se iba como si fuese la cenicienta.
—En primera: Te iba a decir que se te equivocas y luego te escucharé todo lo que tienes que decir, porque eso hermano mío es amor lo que sientes y no hay nada mejor que yo para ayudarte. —El rubio negó con la cabeza dirigiéndose hacia las escaleras para bajar—. Además te dije que me dejaras ayudarte con el pago, estarás de vacaciones ¿No? —Armin ladeó la mirada ante aquella pregunta incómoda, su hermana siempre lo subestimaba.
—No hermana, te dije que serían por mi cuenta. Además no tengo nada de qué hablar. —La chica enarcó una ceja poniendo nervioso a su hermano menor, ella siempre había sabio que su hermano no le gustaba socializa como a ella.
—Vamos entremos, esos imbéciles me mandaron a buscarte y antes de que se comiencen a besar debido a la tensión sexual, no quiero estar presente. —La rubia tomó a su hermano de la mano entrándolo al departamento.
—Si, tampoco quiero contemplar esa escena y luego nos mientan.
Así pensando en aquella chica de cabellos negros se metió en su departamento.
Risu creía que se le iba a salir el corazón, había visto esos orbes azules en algún lado y a pesar de que tenía su rostro cubierto por una mascarilla se le hacía extraño aquello. Se había pasado todo el día pensando en aquello, sabía que conocía esa mirada solo no encontraba donde, en su memoria quién captaba caras y no las olvidaba debía descubrirlo.
—Señorita Ackerman. —Su profesora la sacó de sus ensoñaciones pensando en el rubio—. Podría ser capaz de decirme las características de los libros escritos en la primera mitad del siglo X. —La chica solo suspiró presionada, su profesora era demasiado estricta incluso cuando se perdía en sus pensamientos, se daba cuenta de todo.
Había sido una larga mañana para la chica, quien sólo pensaba en llegar a su departamento y abrir el libro que debía estudiarse, por suerte ese día no tenía trabajo medio tiempo. Sus ojos grises se desplazaron por la puerta de de madera de su vecino —la causa de sus distracciones el día entero—. Ella creía que el amor le era problemático, más que nada existente por eso no quería admitir que aquel chico le llamase la atención.
—Usted es Risu Ackerman. —La pelinegra miró a la persona que la llamaba, una chica de cabellos marrones recogidos en una cola.
—Si ¿Por qué? ¿Quién es usted? —Le preguntó algo dudosa y confundida, no la reconocía, es más nunca había hablado con alguien como ella.
—¡Ah! ¡Si es usted! —La mirada de la mujer se tornó algo trastornada y le tomó la mano—. Soy Hange Zoe la editora en jefa encargada del departamento de literatura de la editorial Legion Free. —La pelinegra abrió los ojos al escuchar aquello, era la editorial donde había enviado su manuscrito—. Tienes talento en tus manos preciosa, quiero exponer ese talento yo misma ¿Me dejarías entrar para hablar más cómoda? —La chica no sabía si le estaba coqueteando, andaba hablando de trabajo o había algún mensaje subliminal en aquellas palabras, simplemente asintió levemente dejando entra a la joven a su departamento.
Hange se puso cómoda enseguida no era de aquellas tímidas, su trabajo le había enseñado que si quería un manuscrito a tiempo debía invadir la paz de los escritores y más cuando era una nueva, debía hacerla sentir cómoda ella misma. Risu no sabía que pasaba o porqué ella estaba ahí, si mal no recordaba había llevado ese manuscrito en la mañana y solo eran las seis de la tarde, era imposible que alguien leyese aquello tan rápido.
—Hange-san ¿Por qué está aquí? —La de cabellos castaños la miró con una sonrisa alto trastornada.
—¿Deseas saber? ¿Dime quieres saber? —La pelinegra no sabía sobre la extraña personalidad de la chica pero aún así, los lentes que usaba la mujer brillaban gradualmente.
—Si quiero saber. —Hange invadió su espacio personal acercándose a ella, y sonrió con unos ojos de pura felicidad.
—Entonces te diré. —Risu solo sabía mirar a aquella sonrisa trastocada de la mujer, no sabía si se estaba metiendo en la boca del lobo o qué—. Tú Risu Ackerman, tienes demasiado talento. Desde la primera línea todo el departamento se volvió loco con tu historia, tu manera de ver el mundo, de acercar al lector aquel mundo, las metáforas que usabas, todos estaban maravillados con tu increíble talento. —La pelinegra fijaba sus ojos en los lentes de la mujer, ella la veía feliz como su hubiera encontrado una estrella.
—¿Eso significa que me aceptarán? —preguntó algo intrigada y la editora asintió exageradamente por aquella pregunta.
—Mi jefe osea el director de la editorial dice que te dejemos entrar, queremos que seas una de nuestras autoras y yo seré tu editora ¿Acpetarias? —Gris contra marrón, emociones internas agitaban en el interior de su pecho.
—Si. —Solo pudo salir de sus labios aquellas mínimas palabras, de sus ojos grises emanaba esperanza.
—Entonces mañana temprano ven a nuestra editorial, nuestro director e dirá sobre el contrato. —Se sentía emocionada.
Desde ese día su vida iba a empezar a cambiar poco a poco.
•|Como prometí va a haber actualizaciones todos los domingos, espero que les guste mi historia porque se va a poner más bonita y fluff.
•|¿Que les pareció el capítulo? Sí lo sé todo es lento porque ellos aún no se conocían pero verán.
•|Deja tu voto si te gustó y comenta que te pareció. Nos vemos el domingo que viene, Lizzie los quiere