—Thor Odinson murió hace unos días ya, ahora se encuentra en el Valhalla, lugar en donde van los dioses para su descanso eterno.
————
El asgardiano se encontraba sentado en una banca dorada cerca de un hermoso jardín, jugaba con sus manos impaciente, quería irse de aquel lugar.
Quería volver con sus amigos y decirles que todo iba a estar bien, que él estaba bien.
Pero sabía que no podía, desde que murió envío lluvias a todo Midgard para que todos supieran que el seguía ahí con ellos, aunque no sabía si había funcionado, escuchaba todas las hermosas pero a la vez tristes palabras que sus seres queridos le dedicaban, quería responderles, decirles que estaba ahí con ellos pero lo único que podía hacer era enviar truenos y rayos, se sentía inútil.
Se supone que cuando uno muere va a un lugar para descansar y dejar de preocuparse por las cosas de la vida, pero esto no fue así para el Dios del Trueno, aquel estaba más que dolido, odiaba ver a quienes amaba tan tristes y sabía que estaban así por su culpa.
Quién más le dolía era su hijo, algunos ya lo conocen, otros puede que no.
Carl Grimes.
Aquel muchacho se había deprimido, todos estos días se había quedado en la cabaña de su mejor amiga, Jane, él sabía que con ella estaría bien pero aún así él chico estaba más que triste, lo único que podía hacer para que él se calmara era enviar más lluvias, así tal vez sabría que estaba ahí con él.
Tampoco se olvidaba de sus demás amigos, muchos fueron hacia el para hablarle y no recibieron respuesta alguna.
El los vigilaba y miraba que estuviesen a salvo, al menos así de sentía algo útil.
En el Valhalla el día era largo y las noches cortas, ya era de tarde así que pronto anochecería.
El atardecer inundó aquel lugar y Thor no hizo nada más que suspirar y bajar su mirada.
—Se que no me escuchan, amigos míos, pero quiero que sepan que estoy aquí con ustedes, ¡no me he ido!
No saben cuanto los extraño...se que algún día nos volveremos a ver, no se si será tarde o temprano pero lo tengo por seguro.
Dijo el asgardiano al aire ya que era obvio que nadie lo iba a escuchar, al fin dejó caer las lágrimas que ya estaban formadas en sus ojos y tapó su rostro con sus manos, solo pensaba en su hermano, en Jane, carl, sus padres, Sif, Peter, Sky y tantos amigos más que extrañaba.
Se quedó ahí sentado por horas, ya había caído la noche, no fue hasta que el frío comenzó a molestarlo que el rubio decidió ir a su pequeña habitación en una de las hermosas cabañas que había en aquel lugar, se acurrucó en su cama y aún sollozando se abrazó así mismo.
"Mañana será un día mejor"
Se dijo así mismo con la pequeña esperanza de que podría irse de aquel lugar, algo le decía que tal vez alguien lo podría ayudar...
El Dios se quedó dormido llorando y pensando en todo lo que había vivido en la Tierra, lo que no sabía es que pronto iba a regresar...