Tony odiaba aquél lugar, lo hacía dudar sobre si sus padres en verdad lo amaban, puesto que lo habían enviado ahí a pasar un mes completo porque querían lo mejor para su único hijo; aunque, lo más seguro, era que sólo se habían querido deshacer de él por al menos un tiempo, para así, no tener que lidiar con su presencia en casa.
Eran pensamientos demasiado amargos para un niño de 7 años, pero le era inevitable pensar así después de todo lo que había tenido que soportar a tan corta edad. Lo único que quería era el amor y la atención de sus papás, en especial de su padre Howard; pero por más que hiciera y deshiciera, parecía ser que el hombre siempre lo miraría con la molestia haciéndose presente en su ceño fruncido, diciendo que sus logros eran "deber de un Stark".
Por lo que en esos momentos se encontraba en ese fastidioso y estúpido campamento de verano, con niños de su misma edad.
Llevaba ahí aproximadamente 4 días, y podía decir que se llevaba bien con la mayoría. Fuera de su hogar estaba acostumbrado a ser el centro de atención; su simple apellido le brindaba un faro de luz sobre él, y combinándolo con el gran carisma e inteligencia natural, así como su preciosa carita de grandes ojos castaños, gruesas pestañas y sonrisa encantadora; lograba que todos los niños quisieran ser sus amigos y que los adultos se derritieran de ternura por él.
En la mañana el itinerario había pasado como de costumbre, los adultos encargados del campamento les dieron el desayuno, para después mandarlos a cambiarse con las actividades del día. A Tony la mayoría de las actividades le parecían estúpidas y ridículas, no entendía cómo a los otros niños se divertían con ellas; sin embargo, a pesar de todo, trataba de pasársela bien y fingir la misma felicidad que los demás a su alrededor.
La tarea de ese día era pintarte junto a tu familia en una grande hoja de papel que les proporcionaron a cada niño. Botes de diferentes colores también les fueron dados, para así, según los mayores, poder expresarse mejor y que su dibujo quedase lindo; los pinceles, en esta ocasión, serían sus propias manos y dedos, tendrían que usar sus deditos; y para fomentar aún más el apoyo grupal, les indicaron que si no tenían los colores que necesitaban, podían ir a pedírselos prestados a sus compañeros, ya que después de todo, el objetivo era "convivir y ser todos amigos".
Si a Tony normalmente le eran aburridas las actividades cotidianas ahora se sentía a morir, aquella era lo peor que le habían dejado hasta el momento. ¿A quién se suponía que debía de dibujar exactamente? ¿Acaso se tendría que dibujar él solo? Ya que así es como se la pasaba la mayoría del tiempo, sin la presencia ni cariño de sus padres. Y fue ahí, cuando recordó a su mayordomo Jarvis, que una pequeña sonrisa se instaló en sus labios.
Eso es, se dibujaría a él y a Jarvis; Jarvis era su familia y no le importaba qué dijeran los demás o los comentarios absurdos al respecto.
Ya había pasado un rato, y él apenas terminaba su pintura, echándole un último vistazo, satisfecho con el resultado. Sabía que el dibujo ciertamente no formaba parte de sus cualidades, pero aun así lo consideraba decente para su edad. Levantó la vista y vio que otros niños todavía se encontraban pintando, mientras que algunos más ya habían terminado y se levantaban de donde estaban para curiosear los dibujos de los demás.
Tony tomó su dibujo y se paró de su lugar, dirigiéndose hacia Nancy, la joven mujer que se encargaba de vigilarlos; justo cuando se puso de pie, escuchó una pelea que se formaba a muy pocos pasos de donde él estaba.
—¡Oye debilucho! La actividad era hacer un dibujo tú solo, no hacer trampa y pedirle a la señorita Nancy que te lo hiciera —expresó uno de los niños más problemáticos del grupo.
—¡Yo no hice trampa! Este dibujo lo hice yo —respondió ahora el niño rubio que se encontraba recargado con sus codos en el piso, clara señal de que lo habían interrumpido.
—¡No seas mentiroso! Niño mentiroso y tramposo; además, el dibujo tiene que ser de tu familia, no sólo de tu mamá —dijo otro niño que se encontraba al lado, captando en ese momento, por completo, la atención de Tony, volteando para ver qué era lo que estaba ocurriendo con exactitud.
Vio a tres niños parados, entre ellos aquél que siempre se peleaba con todos; en frente de ellos, en el suelo, el niño de cabellera rubia, piel pálida y complexión demasiado delgada. Tony recordaba que ya había notado desde antes cómo esos mismos niños, molestaban en repetidas ocasiones al rubio de una u otra forma; lo empujaban en las filas, tomaban su porción de postre, se reían de él por cualquier cosa, y lo menospreciaban; pero nunca había visto que le hicieran frente a una pelea como esa hasta hoy.
—¡No estoy mintiendo! —habló el rubio, casi en un grito, con expresión afligida, siendo inmediatamente interrumpido por el sonido sordo de un bote de pintura cayendo.
Dicho objeto, había sido pateado por el tercer niño con malicia, mientras el rojo contenido se esparcía lenta y dolorosamente por el dibujo, arruinando la pintura del rubio.
Las carcajadas entre aquel grupito de tres no se hicieron esperar, y la expresión de tristeza a punto de convertirse en lagrimas del joven rubio tampoco.
—¡Hola chicos! Parece que se están divirtiendo aquí. ¿Qué es tan gracioso? —preguntó Tony con "inocencia" acercándose a ellos, ocasionando que los otros tres se mostraran asustadas mientras que el niño rubio subía su mirada y lo miraba sorprendido.
—No es nada Tony. Bueno... nosotros nos vamos con la señorita Nancy a decirle que ya hemos terminado. Vámonos chicos —dijo el bravucón mayor, haciendo que los otros dos a sus lados asintieran y se fueran prácticamente corriendo de ahí. Aquel niño en específico había estado intentando ser su amigo desde el primer día, por lo que no le extrañaba que hubiera salido corriendo después de su fechoría.
Tony los vio irse, regresando su vista hacia el niño que le regresaba la mirada con sus ojitos azules abiertos debido a la impresión.
—No les hagas caso, son unos idiotas —dijo Tony para luego bajar la vista al desastre que era ahora la pintura del rubio, la cual estaba totalmente cubierta de rojo— no te preocupes, podemos hacer otro, vamos te ayudaré.
Dicho esto, el castaño fue hasta su lado para recostarse boca abajo en el suelo y recargarse en sus codos, quedando justo en la misma posición que el rubio.
Tony tomó otra hoja y comenzó a pintar sin saber realmente cómo lo quería su compañero. Podía sentir que la mirada azul no se despegaba de él ni un solo segundo, por lo que tratando de aligerar el ambiente decidió comenzar una conversación.
—Mi nombre es Tony, ¿Tú cómo te llamas? ....
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Tony fue recobrando poco a poco la conciencia tras el largo y profundo sueño en el que se encontraba sumergido. Ni siquiera sabía porque de todas las cosas, había recordado aquel suceso tan lejano de cuando él era apenas todavía un niño; eso había sido algo tan trivial en su vida que le impresionaba que su subconsciente reprodujera aquellas imágenes en su memoria treinta años después.
La cabeza, le seguía punzando pero en menor medida; las heridas y quemaduras ya dejaban de dolerle, así como de arderle, y sus músculos se encontraban adoloridos pero descansados.
Le tomó solo un par de segundos el mirar a su alrededor y recordar que se encontraba acostado en una camilla, viajando por los cielos.
Ciertamente nunca antes fue el objetivo de un secuestro de tal magnitud. Lo mantuvieron trabajando por muchos días queriendo que hiciera armas para "Los Diez Anillos", pero gracias a su ingenio, pero sobre todo a la ayuda de Ho Yinsen, tuvo la oportunidad de escapar de aquel lugar.
"Aprovéchalo, no malgastes tu vida" fueron las últimas palabras que le dedicó el hombre antes de morir, sacrificando su vida por la de él, salvándole la vida, así una vez más. Aquello quedaría grabado a fuego en su corazón; tanto valía su acción para él, como para tomar una decisión que cambiaría por completo el rumbo de Industrias Stark.
En esos momentos, a bordo de un avión de regreso a Nueva York, junto con a Rodhey, quien lo había rescatado de aquel desierto en el cual estuvo varado por unos cuantos días, podía sentirse de nuevo él mismo, mucho había cambiado con lo ocurrido, y era el momento de quitarse la venda de los ojos.
Al aterrizar bajó con el apoyo de su mejor amigo, y salió caminando en dirección hacia su secretaria Pepper y su guardaespaldas, chofer, entrenador y jefe de seguridad Happy; los cuáles, lo estaban esperando.
—Es una broma ¿verdad? No quiero verlos —expresó Tony haciendo un gesto para que se alejaran los paramédicos que llevaban con ellos una camilla para poder transportarlo.
Era ridículo contando todo lo que había tenido que pasar. Además, se sentía en perfectas condiciones, aquello era una completa ridiculez.
—Ojos rojos, ¿lágrimas por tu jefe perdido? —preguntó el castaño estando frente a la pelirroja, quién se encontraba al borde del llanto por la emoción.
—Son de felicidad. Odio buscar trabajo —rebatió Pepper con una sonrisa, enteramente aliviada de que Tony se encontrara bien y a salvo; luego de haber pasado tanto tiempo de no saber nada de él, más que fuese atacado y secuestrado.
—Vamos, se acabaron las vacaciones —respondió Tony subiendo a su auto, con ayuda de Happy.
—¿A dónde señor? —pregunté el hombre con las manos puestas en el volante.
—Directo al hospital Happy por favor —pidió Pepper, siendo interrumpida por Tony
—No
—Por favor Tony...
—No, no quiero hacer nada. Estuve cautivo durante 3 meses. —sentenció el multimillonario sin dejar lugar a replicas—, Hay dos cosas que quiero hacer. Primero, quiero una hamburguesa con queso.... y la otra
—Eso no... —lo cortó molesta Pepper
—No, no es lo que crees. Quiero que pidas una conferencia de prensa. —dijo el castaño tranquilizando a su secretaria—, Vamos Happy. Mi hamburguesa.
Fue de ése modo que Tony dejó caer la bomba más grande de todo el siglo. La impactante noticia hizo revuelo por el mundo entero; Industrias Stark, la cual era una empresa dedicada exclusivamente a la fabricación de armas, ya no iba a hacer más. Así de sencillo y fácil lo expresó el dueño y CEO de la empresa, como si aquello fuese algo de lo más común y simple por hacer, en un dos por tres; sin embargo, Tony ya había tomado una decisión más que firme, después de estar secuestrado por tanto tiempo; observar en lo que se había convertido su "legado", era algo a lo que no estaba dispuesto a seguir alimentando. Iba a cambiar las cosas en su empresa, y lo iba hacer para bien.
—¡¿Te has vuelto loco Tony?! ¡¿Cómo dejas caer una noticia de tal magnitud en medio de todos los reporteros!? ¡¿Qué va a pasar con la empresa, con Industrias Stark?! —exclamó Pepper confundida, alterada y furiosa una vez que estuvieron en la torre y caminando hacia el elevador, para subir último piso.
—Pepper tranquilízate, sé que sabrás manejar muy bien las cosas en la empresa, acomodar todos los preparativos, dar la noticia y todo lo demás —dijo como si nada el castaño, pulsando a la vez el botón de llamada de la caja de metal.
—NO, ESO SI QUE NO —gritó la pelirroja perdiendo los estribos, apretando el botón del elevador para que las puertas se cerraran y Tony no pudiera entrar—, ahorita mismo vas a ir a Industrias Stark, y vas a arreglar las cosas con TU empresa, yo no puedo hacerlo.
—¿Por qué no? Tú eres mucho mejor para hacer ese tipo de cosas Pepper —preguntó confundido el ingeniero mientras veía con una ceja levantada a la pelirroja.
—En unos momentos tengo que reunirme con algunos solicitantes para el puesto de guardaespaldas, entre más pronto lo contratemos será mejor y debo de asegurarme escoger el mejor para su seguridad, señor Stark —respondió Pepper con sarcasmo en la frase final, sin dejar su ceño fruncido de lado.
—¡¿Qué?! ¿De qué hablas Pepper? ¿Cómo que un guardaespaldas? —preguntó ahora también molesto el castaño— Yo no necesito a nadie atrás de mí; además, tengo a Happy —y dicho esto el castaño se giró para mirar al mencionado, quien se encontraba varios pasos atrás de ellos, saludándolo a lo lejos, tratando de mantenerse lo más alejado posible de la candente discusión que se llevaba entre los dos.
—Tony, seamos realistas, Happy es excelente en su trabajo, pero así como a mí, le das demasiados trabajos, ahora que es también el jefe de seguridad tiene que encargarse de muchísimas más responsabilidades y no puede estar haciéndose cargo siempre de ti. Necesitas otro guardaespaldas, alguien lo suficientemente capacitado que se asegure que un secuestro como el que acabas de sufrir no se vuelva a repetir. — argumentó Pepper calmándose poco a poco, notando que Tony parecía comprender sus palabras—por favor, ve a Industrias Stark y encárgate de éste desastre que tú mismo has provocado. Yo iré a reunirme con los candidatos, a menos de que quieras intercambiar papeles y seas tú el que vaya a seleccionar tu próximo empleado personal.
—Ni loco, sabes lo mucho que odio revisar currículums para contratar a alguien —respondió Tony, sin quitar el disgusto de su cara, sabiendo de antemano que había perdido aquella pelea y tendría que obedecer a la pelirroja.
—Eso pensé —dijo Pepper cambiando su expresión completamente por una radiante y complacida sonrisa mientras le daba una palmadita en el hombro a su jefe—. Nos vemos luego Tony, le pediré a Happy que me lleve.
Dio media vuelta y comenzó a caminar haciendo resonar sus tacones en el piso, dirigiéndose hacia el coche donde Happy se había quedado parado.
—¡Si mi guardaespaldas es una rubia con enormes curvas y ojos claros sería mucho mejor! ¡Sólo como sugerencia! —gritó Tony lo suficientemente alto para que la pelirroja lo escuchara.
Pepper solo volteó ligeramente el rostro, sonrió y negó con la cabeza, conociendo a la perfección la personalidad del castaño.
Tengo planeado hacer este fic no tan largo como mis historias previas, pero ya veremos cómo se va desarrollando la historia. Espero con muchísimas ansias su opinión y espero les guste y háganme saber si quieren continuación.
Cualquier duda, comentario, crítica o recomendación es bienvenida. Los quiero mucho, gracias por leerme.