Estuve caminando en círculos y pensando más o menos por una hora en la habitación que me habían dado.
Nada de esto tenía sentido. ¿Cómo esperaban que les creyera así como si nada?
Debían de darme alguna prueba si querían demostrar que tenían razón.
No entiendo por qué el sueño no ha acabado. Normalmente no suelen durar tanto.
Me pellizqué y me di golpecitos varias veces para tratar de despertar pero nada parecía funcionar.
¿Y si ellos están en lo correcto y esto no es un sueño?
No, no puede ser. Comenzando con que yo no tengo los supuestos poderes que ellos mencionan. ¿Por qué habría de ser yo la dichosa guerrera esa?
Al ver que no salía luego de tanto tiempo decidieron tocar a la puerta.
—Pueden pasar—respondí.
—Ya sabemos cómo responder nuestras interrogantes—comenzó Yeji—. La hechicera que ha predicho los últimos sucesos dice conocerte. No estamos seguros si se refiere a simplemente haberte visto en las visiones o de verdad saber quién eres tú. Si lo que dice es verdad, tu la conocerías a ella también entonces. Lo que, a su vez, afirmaría que eres la chica de la leyenda.
Me encogí de hombros abierta a escucharla. De todas formas, cuando despertara todo esto ya no tendría importancia.
—Y bien, ¿dónde está?
Ambos parecieron vacilar.
—Actualmente no está en la provincia. No sabemos si quiera si sigue en esta dimension. Solamente las brujas pueden hacer eso, viajar entre dimensiones me refiero—aclaró—. Y ahora tú también.
"Y dale con las dimensiones" pensé. Nada de eso es cierto.
—¿Y una pintura o algo?
—Tenemos una foto, no estamos en la Edad de Piedra—respondió sarcástica.
Vaya, había muchas cosas en las que aparentaban estar bastante atrasados, como con la tecnología, pero en realidad sabían más de lo que se veía.
Me pasaron una foto cuadrada y amarillenta de poca calidad.
Al verla sentí que me iba a desmayar. Tuve que sostenerme de una mesa que tenía cerca para no caer.
¡Era Nan-Hee, nuestra ama de llaves!
—¿Estás bien? —preguntó ella, pero no podía ni siquiera responder.
¿Por qué las personas en mi sueño tenían una apariencia tan exacta con las personas que conozco? Me causaba escalofríos su similitud.
—¿La conoces? —dijo casi emocionada.
—Esto es solo un sueño. No tiene nada de sentido.
—¿Sueño?—preguntaron ambos.
Un segundo, cuando estas en un sueño no eres realmente consciente que estás en un sueño. Me estaba volviendo loca lentamente por considerar que todo esto tal vez fuera verdad.
—¿No escuchaste nada de lo que dijimos? —habló Jake—. Esto no es un sueño, es otra dimensión.
—Claro que no, me fui a dormir y luego terminé en este extraño lugar—respondí.
—Bueno tendría sentido, ya que no puedes estar despierta en ambas dimensiones o te dividirías en millones de pedacitos que estarían flotando en la línea del espacio y tiempo que separa ambas dimensiones.
En español por favor.
Lo único que entendí es que si existiera despierta en ambas realidades acabaría deshecha, literalmente.
—¿Eso que quiere decir?—pregunté cada vez más confundida.
—¿Acaso no tienen clases de física cuántica en la realidad en la que viven?—comentó frustrado el chico.
¿Qué no es obvio que no?
—Quiere decir, que mientras estés aquí, te encuentras dormida en tu dimensión. Pero cuando estás allá aquí no existes, porque tu dimensión es allá. Aunque, eso es solamente una teoría porque si tienes sangre Elemental quiere decir que alguno de tus padres nació acá. Pudiste haber nacido allá, pero supongo que al tener mitad de sangre de aquí te da la habilidad de transportarte en ambas realidades.
Claro, como si alguno de mis padres viniera de acá.
¿Despertaré si me aviento de la ventana?
Estaba sopesando la probabilidad de que despertara al estar cayendo cuando Yeji se acercó a mí.
—Mira, sé que nada de esto tiene sentido para ti ahora, pero estoy desesperada. No quiero que le pase nada a mi hermano ni a los habitantes de todo el continente—dijo con tristeza, a punto de llorar, y tomó mis manos—. Por favor, te ruego que intentes hacer algo al respecto. Si no eres tú la chica de la leyenda, al menos habrías intentando.
Podía darme cuenta de lo mucho que quería a su hermano. Quizá tanto como yo quería a Ji-Young o incluso más.
Su cariño y dolor sincero me hizo reconsiderar ayudarlos. Ella tenía razón, al final, si no era yo la guerrera al menos intentar y saber que no lo era.
—Los ayudaré —respondí.
—¿De verdad? —su mirada se iluminó.
Puede que esto fuera un sueño, puede que no, puede que pronto lo averiguara. Pero haría todo lo que me fuera posible por evitar esa tragedia.
—¿Como se supone que debo derrotar a tu hermano? —pregunté.
Estábamos en una habitación oculta, a la que únicamente se podía llegar a través de un pasadizo secreto. Me recordaba a los escondites ocultos de las películas donde activabas el mecanismo con algún objeto y de la nada aparecía la entrada al misterioso pasaje.
La única entrada de luz era una minúscula abertura en una de las paredes, a modo de ventana, que daba paso a los rayos de sol. Aunque no era suficiente para poder escribir o leer así que de todas formas traíamos linternas de aceite.
Era un misterio el hecho de que algunos de sus artefactos fueran contemporáneos a mi dimensión y otros a siglos pasados.
—En realidad... La hechicera no fue tan específica en cuanto a métodos—respondió Yeji.
Quieren que les ayude y no saben cómo.
—Esperábamos que tu supieras como. Después de todo, eres la guerrera de fuego—dijo Jake, con un toque de sarcasmo.
¿Cuál era su problema?
—¿Alguna sugerencia?—pregunté haciendo caso omiso a su tono amargo.
—Yo... En realidad no quiero que pelees con mi hermano. Es decir, si es necesario para detener todo esto estoy de acuerdo, pero solo si no encontramos algún otro método.
La entendía. Sabía que no quería que su hermano o yo termináramos lastimados. Yo tampoco quería involucrarme en una batalla, menos aún sin saber cómo pelear. El taekwondo es útil, pero no cuando te enfrentas a alguien con poderes. Además yo era de las personas que recurría a la violencia únicamente si era necesario.
—¿Qué les parece si intento hablarlo?
Jake soltó un bufido.
—Nosotros mismos, su hermana y mejor amigo, intentamos disuadirlo de descargar su odio contra el pueblo y no pareció tener efecto. ¿Y crees que si una extraña se presenta en su castillo diciendo ser la guerrera de fuego va decidir detenerse? No me hagas reír.
—¡Jake! —le reprimió la chica y luego se giró hacia mí —. Por favor disculpa su comportamiento, no ha sido el mismo desde que Sunghoon se fue y se encerró en su castillo.
Sus palabras no me afectaban de igual forma. Me lastimarían únicamente si fuera alguien cercano a mí.
—Me parece bien tu idea. Podrías intentar primero hablarlo con él—continuó ella.
—Eso sí es que logra pasar de la entrada.
Yeji le lanzó una mirada fría, como ordenando que se abstuviera de hacer comentarios innecesarios, y pareció funcionar.
—Yo me encargaré de que puedas entrar. Solo, ve preparada y piensa qué es lo que le dirás.
Asentí, aunque no tenía ni idea de qué le diría.
No puedo simplemente llegar y decir "Ah hola tu debes ser el príncipe que quiere congelar a todo el continente, ¿te molestaría por favor no hacerlo?".
Eso sería una locura.
Y sin embargo aquí estaba considerando que era la opción más directa y honesta de decir las cosas.
No, no, ya se me ocurriría algo más.
Había algo que me daba curiosidad y era la razón por la cuál quería congelar a todo el mundo. Bueno, no el mundo pero sí a todas las personas habitando aquí.
Quería preguntar pero no estaba segura si me responderían con honestidad.
Bien, no lo sabría sino hasta intentar.
—¿Por qué... —vacilé. Me aclaré la garganta y continúe—. ¿Puedo preguntar por qué tu hermano quiere destruir el continente?
Yeji soltó un suspiro cargado de nostalgia y melancolía.
—Por mi tío. Él cree que fue el responsable de la muerte de nuestros padres. Yo la verdad no lo creo, él siempre fue bueno con todos nosotros y esta haciendo un gran trabajo como rey regente. Pero creo que alguien le envenenó la cabeza haciéndole pensar que él lo había hecho por ambición al trono.
Aún sin conocerlo podía entender un poco su frustración, enojo y deseo de culpar a alguien, pero no creía que desahogarse con miles de personas inocentes fuera la salida correcta para su odio.
Extrañamente, sentía como si hubiera escuchado una situación similar antes.
¿Por qué?
Cómo detestaba la sensación de saber algo sin poder recordarlo.
Me cambié de ropa, ya que mi pijama no era lo más adecuado para presentarme ante un futuro rey. Tampoco ante una princesa pero ya no podía hacer nada, con esta ropa había aparecido aquí frente a Yeji y Jake. Aunque no me gustara, tuve que ponerme un vestido.
La princesa insistió en que usará uno de los suyos, pero no pude aceptar. Eran tan bonitos que temía arruinarlo en el trayecto, así que decidí ponerme uno un poco más común, que había mandado a traer con unas criadas. Además, no estaba completamente segura de que fueramos la misma talla, yo era unos años mayor que ella y un poco más alta.
Me coloqué unas botas para montar a caballo más cómodamente y me puse en marcha.
—Se cautelosa con las palabras—me advirtió ella antes de partir.
En realidad creo que tenía más miedo de estar montando un caballo que de lo que sea que dijera el príncipe. No había cabalgado antes en mi vida y no quería acabar cayendo, dándome un gran golpe y llenándome de barro antes de llegar.
Sugirieron que alguien más me llevara pero la idea de ir sostenida a un extraño por la espalda me incomodaba. Además mi orgullo no me lo permitió. Quería demostrar que yo sola podía hacerlo aún sin haber intentado antes.
"¿Qué tan difícil podía ser?" pensé.
Pero más adelante lamenté haber sobreestimado mis habilidades cuando me bajé por un momento a recoger la bolsa con provisiones que había traído y se había caído, y el caballo salió huyendo.
Así que aquí estaba varada en medio del bosque sin esperanza alguna de llegar a mi destino antes de que anocheciera.
¿Cómo es que podía tener tan mala suerte?
Pensándolo de nuevo, creo que quizá si me hubiera venido bien algo de ayuda o al menos compañía estando en esta situación.
Había cabalgado confiada en que era capaz de todo yo misma y ahora me daba cuenta que no era así. Necesitaba hacer algo y pronto, antes de que oscureciera y el bosque se viera más aterrador de lo que ya era de día y estando sola.
Caminé y seguí caminando por varias horas pensando que pronto llegaría, aunque creo que en realidad estaba caminando en círculos porque ya había visto los mismos árboles y las mismas piedras como cinco veces.
A caballo era sencillo, simplemente tenía que seguir en una línea recta por donde me indicaron, pero a pie todo se veía igual y me confundía.
Intenté al menos buscar un refugio dónde pasar la noche, cuando el sol aún iluminaba un poco el horizonte, para no estar paranóica mientras dormía, pero no logré encontrar nada.
Algo me decía que no pegaría un ojo en toda la noche. Tenía que estar atenta por si me encontraba con algún animal o alguna banda de ladrones. Odiaba las espectativas que me habían creado las películas de fantasía. Algo como esto nunca les pasaba a los protagonistas o si les sucedía, siempre encontraban a alguien que los ayudara y les diera posada.
Me acurruqué junto a un árbol y me abracé a mi misma para calentarme y para sentir menos miedo. El bosque de noche era aún más aterrador de lo que pensaba. Cada sonido me hacía voltear hacia todos lados y me hacía pensar que tarde o temprano me encontraría con algo desagradable o peligroso. Ni siquiera intenté gritar para pedir ayuda porque el mismo grito podía atraer a cualquier cosa.
¿Por qué el sueño no podía terminar ahora? ¿Qué más debía pasar? ¿No se supone que terminaba cuando yo estaba en peligro?
No paraba de repetirme una y otra vez que todo esto pronto acabaría pero sólo era para tratar de tranquilizarme porque ni yo misma creía que fuera cierto.
El aire comenzaba a volverse más frío. Incluso podía ver el vaho de mi aliento cada vez que exhalaba, sentía cómo mis manos y pies se entumecian y cómo era cada vez más difícil respirar con la nariz fría.
Cerré los ojos para mantener mi estabilidad mental. Si los tuviera abiertos estaría esperando de todos lados algún ataque.
A la vez quería estar dormida para dejar de sentir miedo, pero no quería porque estando inconsciente no podría defenderme.
"Por favor, si tan solo alguien pasara por aquí. Alguien que me ayudara. Un buen samaritano" casi supliqué en mi mente.
Un ruido me sacó de mis pensamientos.
Se oía como pasos.
No podía decidir si estaba emocionada o aterrada.
Con un nudo en la garganta decidí levantarme de mi lugar e ir a inspeccionar. Siempre manteniendo una distancia prudente como para poder salir corriendo de ser algún malhechor, pero lo suficientemente cerca para distinguir si era amigo o enemigo.
Recordaba las veces que había visto películas de terror y le gritaba a la pantalla "no te acerques" o "no vayas ahí" cada vez que él o la protagonista escuchaban un ruido e iban a inspeccionar y terminaban siendo víctimas de los espectros. Detestaba que fuera tan predecible y que ellos fueran tan ingenuos para caer en la trampa. Sin embargo, ahora era yo la que los estaba imitando. Pero no tenía otra opción.
Me pregunto si ellos tampoco tenían opción, cuando las historias eran basada en hechos reales.
Me acerqué dando pasos con el mayor sigilo posible y pidiendo ayuda al cielo para no pisar alguna rama y poner en alerta lo que sea que estuviera por ahí.
Logré esconderme detrás de un árbol a unos pasos de donde escuchaba el ruido de césped siendo aplastado.
Entrecerré los ojos. Me costaba ver en la oscuridad. Lo único que alumbraba este bosque era la luz de la luna llena y aunque su brillo era fuerte, no era de mucha ayuda debajo de las copas de los árboles.
Me moví un poco para ver mejor y noté que en frente tenía una lámpara de aceite. Gracias a ella pude respirar aliviada con mayor tranquilidad al distinguir que era un chico y no algún oso u otro animal salvaje.
Podía ver un poco de su rostro. Se veía joven. Hasta me atrevería a decir que podría tener mi edad.
¿Sería alguien amigable y generoso? ¿Podría ayudarme a salir de este apuro?
Me moví de nuevo para ver si en su rostro demostraba ser alguien afable, pero sucedió justo lo que tanto temía que pasara. Una desgraciada ramita crujió bajo la suela de mis botas y el chico de inmediato tomó su lámpara y se puso de pie, viendo hacia todas las direcciones tratando de identificar de dónde había proveído el sonido.
—¿Hay alguien ahí? —preguntó. Tenía una voz grave y aterciopelada.
Sostuve la respiración y me quedé quieta en mi lugar por miedo a delatarme.
Volvió a preguntar y cerré los ojos con fuerza.
¿Quería que me encontrara o no?
No sabía de qué forma reaccionaría al verme. ¿Sería bueno? ¿Sería malo?
Temía qué fuera una mala persona y me hiciera daño.
Abrí los ojos por unos segundos y vi que la luz de la lámpara había dejado de moverse y que se encontraba más lejos.
¿Se había quedado donde estaba?
Me quité la mano de la boca y exhalé sacando el aire que había estado conteniendo. Si se había alejado ya no podría oírme.
—¿Quién eres tú?